Lexique

CUEVA

Cavidad subterránea, caverna, arzulo (B, G, AN), harzilo (L, BN, S), harxilo (S), aitzulo (B, G, L), aitz-zulo, aitzpe, aizpe (L), arpe (AN), herpe (L, BN, S), arpezulo (AN), leza (S), leize, leize-zulo (G), leze (AN, L, BN, S), leize-zilo, leze-zilo (L, BN), lupe (G, L), lurrupe (AN), lurruspe (L), koba (B, G), kobao, kobau, koba-zulo (B), kobi (H.), saizulo (G), zilo (H.), ziloka (AN, L, BN, S), karbe (BN), harrobi (Har.), lamiazulo (AN), lamiategi, arroka-zilo (Dasc.): leorpe billatu nairik sartu zan koba baten (Ur.), queriendo hallar un abrigo, se metió en una cueva; eztago basoan ez zuen kobauan onlango aparirik (Per. Ab), no hay en la selva ni en vuestra cueva cena como ésta; egon zen ziloka batean eta haren bi alabak harekin (Duv.), quedóse en una cueva él y sus dos hijas con él.

-de ladrones. fig. Casa donde se acoge gente de mal vivir, lapurren leize (Ur.), lapurdei, lapurtegi, lapurtei (L), ohoindegi, ohointegi (H., Duv.), ohon-zilo (TL): zuek berriz egin dezute lapurren leizea (Ur.), mas vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones.

Diccionario Auñamendi
En muchos mitos vascos figuran las cavernas y simas del país: unas, como habitaciones humanas; otras, como ermitas y santuarios; generalmente, como moradas de genios. Como habitaciones humanas, más o menos temporarias, han servido en tiempos recientes algunas cuevas. Tal es el caso de las cuevas de Armontaitz y de Leizadi (Atáun), de la de Gaztiasoro (Oñate), de la de Lezia (Sara), etc.,. Como habitaciones permanentes han sido utilizadas numerosas cavernas en tiempos antiguos. Se acercan al centenar las que fueron habitadas por nuestros antepasados prehistóricos. Como ermitas y santuarios han sido y son todavía frecuentadas por la gente más de quince cuevas. v. ARTE. La población rural considera como moradas de genios muchas de las cuevas del país. Más de cincuenta de éstas son señaladas en toda la extensión de Vasconia como viviendas del genio MARI; en otras vivió BASAJAUN; en diecisiete, las LAMIN; con éstas los MAIDE; en diecisiete, los GENTIL; en Varias los MAIRU o MAIRI; en cinco tenía su guarida ERENSUGUE, suerte de dragón o serpiente antropófaga; en seis o siete, el "culebro" o SUGAAR. Varios de los genios que acabamos de citar aparecen frecuentemente en figura de toros, de caballos, de cabras, de carneros, y de otros animales. Tales son los novillos rojos de Otsibarre (Camou), de Lapar (Lizana), de Marizulo (Txindoki), de Ubedi (Ataun), de Aketegi (Aizkorri), de Olanoi (Beizama), de Txintxillo (Azcoitia) y de Okina; los toros de fuego de Atxulaur (Gorbea) y de Layoa (Atáun); los caballos de fuego de Gurutzegorri y de Ubedi (Atáun); los caballos blancos y negros de Lexarriguibele (Alzay), de Obantzun (Berástegui) y de Putterri (sierra de Aralar); carneros de Aketegui (sierra de Aizkorri), de Amboto, y de Kobaundi (Garagarza; Mondragón); macho cabrío de Akelarre y de Auza, etc. Las mismas figuras de animales debió ver el hombre del Paleolítico superior en las cuevas de Etxeberri y Sasixiloaga (Zuberoa), en la de Laminzilo (Istúriz), en la de Alkerdi (Urdax), en las de Altxerri y de Ekain (Guipúzcoa) en las de Goikolau, de Santimamiñe y de Venta la Perra (Vizcaya). Las veía y las dibujaba o las completaba allá donde la naturaleza (perfiles y quiebras de las rocas) parecía haber empezado a diseñarlas. Ref. José Miguel de Barandiarán: Cuevas y simas en las creencias y mitos del pueblo vasco, San Sebastián, 1956; Eusko Folklore, 2.ª serie.

José Miguel de BARANDIARÁN
Cultura de las cuevas. Los descendientes de los capsienses crean, a fines del Mesolítico, la cultura de las cuevas con cerámica ornamentada con relieves e incisiones y que se extiende también sobre el norteafricano. Su núcleo occidental irradia la moda del vaso campaniforme que, en sucesivas etapas, ha de llegar a extenderse por gran parte de Europa. Según Bosch Gimpera "la etapa del vaso campaniforme representa el apogeo de la cultura eneolitica y un período muy largo de relaciones comerciales y de la metalurgia" ("El Pobl.", p. 67). Según el mismo autor el avance de la cultura de las cuevas desnaturalizó algunas zonas marginales de la cultura pirenaica, como la cantábrica y el extremo oriental del Pirineo catalán. Pero los valles interiores de éste, como sin duda todo el Pirineo aragonés, conservaron bastante intacta su población.

Bernardo ESTORNÉS LASA