Metteurs en scène

Calparsoro López-Tapia, Daniel

Director de cine vasco. Nació en Barcelona en 1968. Su familia es guipuzcoana. De hecho al poco tiempo de nacer Daniel regresaron al País Vasco.

Pasó su infancia y adolescencia en Hondarribia. Se fue a Madrid a estudiar Ciencias Políticas y Cinematografía en el TAI. Logró una beca y marchó entonces a Estados Unidos a estudiar Bellas Artes en el Instituto Prat de Brooklyn entre 1989 y 1990. Entre 1991 y 1992 amplió estudios en la Universidad de Cine de Nueva York.

Realizó allí cuatro cortometrajes en 16 mm como prácticas de estudios. En 1992 realizó en Nueva York un cortometraje titulado W.C. que cobró justa fama por su calidad. Con él logró galardones como el Premio al Mejor Realizador en el Festival de Houston (1992) y el Premio al Mejor Realizador en el Festival de Hannover (1992). De regreso a su país rodó el videoclip Agurraren desioa para el cantante Ruper Ordorika y los videoclips Idiota (1993) y No cantaré (1993) para el grupo Los Ronaldos.

Daniel Calparsoro se dio a conocer gracias al impacto de su primer largometraje Salto al vacío (1995). Calparsoro centraba su relato en Alex, personaje interpretado por una actriz debutante llamada Najwa Nimri. Alex vive en la marginalidad, en un paisaje industrial desolado y violento donde el amor o la ternura no tienen cabida. Es un mundo sin salidas y sin futuro. Este esquema se repetiría obsesivamente en su filmografía posterior. Al igual que ciertas características definitorias de su estilo como el peso de la música, el poder absoluto concedido a la imagen, la fascinación por la violencia o los claros guiños al mundo del comic. Un estilo con el que era inevitable asociar a Calparsoro a otros directores surgidos en el cine vasco de los noventa como Juanma Bajo Ulloa, Enrique Urbizu, Julio Medem o Alex de la Iglesia. En todo caso Calparsoro demostraba tener un sello especial, marcado por la contundencia de un discurso narrativo que impone pasión y emoción a razón. La cámara se mueve a impulsos secos y nerviosos dejando tras de si un reguero de imágenes hirientes y poderosas. Ese poderío de la imagen prima en a veces sobre el propio discurso narrativo. Para reforzar la soledad y la angustia de la protagonista Calparsoro creó un ambiente industrial decadente y sórdido apoyado en una estética deliberadamente sucia. En ese sentido Kiko de la Rica, director de fotografía del film, llegó a calificar a Salto al vacío de "película guerrillera". El film participó en la Sección Panorama del Festival de Berlín y obtuvo una Mención del Jurado en el Festival de Bogotá. Además, la actriz protagonista, Najwa Nimri, obtuvo premios en los festivales de Ginebra, Moscú y Angers. Tras el rodaje se convirtió en su mujer y en su musa para las siguientes películas.

Así llegó Pasajes (1996), su segundo largometraje producido por la productora de Pedro Almodóvar. La película continuó esa estética dura, sucia y desesperanzada aunque los resultados obtenidos no fueron tan logrados. Fue presentada en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes. Su tercer largometraje A ciegas (1997) se presentó en la Sección Oficial de Venecia pero su acogida fue fría. Marrubi, protagonista de la película, de nuevo interpretada por Najwa Nimri, era una militante de ETA que decidía abandonar la lucha armada en medio de un atentado. Si bien la película contenía escenas de un poder visual innegable -la escena de la manifestación rodada en la parte vieja de Hondarribia, por ejemplo- la falta de rigor de la propuesta restaba interés al film. En realidad era otra historia de Calparsoro con un personaje perdido en un hábitat asfixiante. Sólo que la elección del tema político y su forma de desarrollarlo afectaban seriamente a la credibilidad del producto realizado. Con su cuarto largometraje Asfalto (2000), estrenado en la sección Panorama del Festival de Berlín, Calparsoro retrataba un triángulo amoroso entre dos hombres y una mujer -una vez más interpretada por Najwa Nimri- complicado con temas de drogas y corrupción policial. El director vasco se acercaba más que nunca al caudal de buen cine de su primer largometraje. De nuevo retrataba personajes viviendo al límite en una obra lírica, salvaje, muy sexual y llena de escenas dotadas de gran belleza.



En el 2001 Calparsoro dio un giro a su carrera y se acercó al género bélico rodando Guerreros. En la película un pelotón de ingenieros del ejército español destinados en los Balcanes en misión humanitaria se ven atrapados irremediablemente entre la guerra a muerte que sostienen los albanokosovares contra los serbios. La fuerza de esta película está en su efectiva resolución técnica. Las escenas de guerra están filmadas de manera admirable. En todo caso, tal y como sucedía en A ciegas, esa factura irreprochable queda un tanto lastrada por ciertos excesos y por una cierta falta de rigor en el tratamiento del tema. Si bien es la primera vez que Najwa Nimri no interpretaba una película de Calparsoro debido a la ruptura sentimental de la pareja, (el papel que en principio estaba destinada a ella lo compuso Carla Pérez), su grupo Najwajean se encargó de la banda sonora.

Tras su paseo por el género bélico Calparsoro se interesó por el género de suspense y terror y rodó Ausentes (2005), un agobiante relato en torno a una pareja que se muda con sus hijos a una urbanización de lujo. La esposa empieza a percibir presencias fantasmales en un lugar que en apariencia está, extrañamente, abandonado. Un escenario tranquilo y cómodo que se convierte, de pronto, en una trampa de incomunicación y aislamiento. Es una película digna, muy bien resuelta, aunque el peso de sus claras influencias le reste originalidad. Desde su esquema de terror psicológico que concluye con un final inesperado e impactante, tal y como se puso de moda a partir de películas como El sexto sentido (1999) de M. Knight Shyamalan o Los otros (2001) de Alejandro Amenábar a referencias evidentes a títulos como Repulsión de Roman Polanski o El resplandor de Stanley Kubrick. Ausentes no concitó el entusiasmo de la crítica ni del público pero la productora norteamerica Vertigo Entertainment compró los derechos de esta película para hacer un remake en Estados Unidos, factor determinante para abrir las puertas de Calparsoro a Hollywood. En efecto, la prensa recogió la noticia de un rodaje americano a realizar para finales de 2007. Se trata de un proyecto encuadrado nuevamente en el género de terror titulado de manera provisional Incident at Sans Asylum. La trama narra la historia de un grupo de jóvenes que trabajan en la cafetería de un hospital psiquiátrico para criminales y quedan atrapados en su interior con ellos por un fallo del sistema de seguridad tras una tormenta.

El proyecto se frustró en el último momento al exigir los estudios de Hollywood una mayor aportación económica a Calparsoro. A la espera de intentar de nuevo la aventura americana la carrera del director vasco se centró, entre 2008 y 2010, fundamentalmente, en el medio televisivo. En 2008 realizó para la cadena Antena 3 la miniserie El castigo. Con una trama basada en hechos reales Calparsoro plasmó las penalidades sufridas por cinco jóvenes conflictivos de buena familia sometidos a un duro programa educativo. Abandonados en una granja alejada y perdida los jóvenes sufren un régimen disciplinario brutal. El universo de Calparsoro basado en la violencia, la marginalidad y el exceso se adaptaba como un guante a esa temática. El éxito de El castigo -su pase televisivo superó los cinco millones de espectadores- provocó que la cadena Tele 5 encargara una trilogía a Calparsoro que siguiera el mismo modelo. Es decir, tramas basadas en hechos reales donde la violencia y la sordidez reinan. Así, en 2009 estrenó La ira. Inspirada en un suceso ocurrido en Betanzos la serie mostraba un cruento crimen -el asesinato y descuartizamiento de una pareja- cometido por un psicópata que arrastra a su novia en su locura homicida. Tras este thriller psicológico en 2010 llegó Inocentes (2010). Acercándose más al thriller de acción Inocentes mostraba con toda su crudeza el rapto de tres adolescentes por mafias del este que operan en España dedicadas a la trata de blancas. El encargo de Tele 5 finaliza en principio con un thriller fantástico basado en una obra de Carlos Reigosa que mezcla crímenes y situaciones sobrenaturales. Su título provisional es La ley de las ánimas.