Concept

Bertsolarismo

Del artificio rítmico en el bertsolarismo conviene hacer notar, pues, que el ritmo queda en él encomendado a la música del cantar, en cuyo cauce va vaciando el poeta como al descuido las palabras de su inspiración. El bertsolari nunca cuenta, ni se le ocurre contar, el número de sílabas de sus versos, ni los acentos. Le basta con entregarse a la corriente de la melodía, discurriendo descuidadamente por donde ella le lleve.

Si la melodía es de las que para cada sílaba no tiene más que una nota musical (melodía silábica), la cosa no parece tener dificultad: por cada nota se encaja una sílaba. Mas cuando la melodía es de las que a cada sílaba conceden varias notas, lo cual no es lo más frecuente en las melodías empleadas en la improvisación, se precisa en el poeta un buen conocimiento práctico, una gran familiaridad con la melodía, para ir encajando las sílabas por cada grupo de notas, por cada neuma como se diría en la técnica del canto gregoriano, al cual precisamente tanto se le parece en el modo de la ejecución el canto de los bertsolaris. En lo que concierne a los diptongos se nota sobre el particular una diferente manera de proceder entre los bertsolaris de allende el Pirineo y los de aquende. Estos nunca consideran como una sola sílaba las combinaciones ea, oa, ia, ua, (si se exceptúa el verbo joan en algunos casos); los labortanos, benabarros y suletinos, por el contrario, proceden con ellas como si fuesen verdaderos diptongos y constituyesen una sola sílaba no de otro modo que sus correlativos au, ai.

El bertsolari no tiene en cuenta más que el número de consonantes de la estrofa, a las cuales llama en su tecnicismo, puntuak. No se preocupa, conscientemente, más que de la rima. Y conforme a la rima, tiene él establecida su nomenclatura técnica y su clasificación, no de los versos, sino de las estrofas. Así se le oye hablar de bederatzi puntuko bertsoak, de las estrofas "de nueve consonantes", las más difíciles de la poética popular, las que constituyen la verdadera tour de force de todo buen bertsolari. Tales son precisamente las de Betroyaren tratua ("La compra de la vaca bretona") y las de Zaldi baten bizitza ("La vida de un caballo") de Xenpelar y Bilintx respectivamente. Y nótese aquí una diferencia entre la poética popular euskérica y la poética castellana, por ejemplo; que ésta no permite en cada estrofa más que cuatro consonancias perfectas, mientras la euskérica, como vemos, admite hasta nueve. Con todo, la generalidad de las estrofas que canta el bertsolari, son de cuatro consonantes. Algunas hay de cinco como las de Mutil koxkor bat itsu-aurreko ("Un muchacho lazarillo") de Pello Mari Otaño y Mando baten gañean ("Encima de un mulo") de Bilintx; y otras de seis, como las de Aizak, Mañuel mañontzi ("Oye Manuel, saco de mañas") de Xenpelar-Musarro.

La ley que en castellano no permite repetir dentro de la misma estrofa una misma palabra para hacer consonante, tiene en la poética aldeana una aplicación especial. El bertsolari no sólo no repite la misma palabra al fin de verso para producir la consonancia, pero ni aun en otro punto alguno de la estrofa. Una palabra que se haya dicho una vez en una estrofa, está condenada a no ser empleada más veces en la misma estrofa, so pena de incurrir en lo que los bertsolaris llaman hacer poto, que es sinónimo de fracasar, quedar cortado (poto egin). Por lo demás para los efectos de consonancia, los auxiliares del verbo (da y du sobre todo) y el numeral bat se consideran como sufijos, y como tales, su repetición aun al fin del verso, no constituye poto (así gizon bat se considera consonante perfecta de aiton bat; egin du de jakin du; gaizki da de jaiki da, etc.). Aparte de esto, esto, puede asegurarse que ordinariamente no se contenta el bertsolari con que suenen las últimas sílabas de los versos a partir de la vocal solamente, sobre todo si ésta es a o an, etc., del artículo, aun cuando se trate de versos agudos o catalécticos, como ocurriría en castellano; sino que exige que la consonancia arranque de la penúltima sílaba. Nunca considera lo suficientemente consonantes a burua y begia, ni a besoa e illea, ni a beatza y anka. No así cuando la final es en i u o (gogo, jango; utzi, gorantzi); pero aun en estos casos exigirá la coincidencia de la sílaba completa, no de la vocal solamente (go, tzi en el caso); a no ser que coincida también la vocal anterior (ondo, gogo; jantzi, jakin). Como norma general, parece que cuanto la consonante es más fácil (sufijos a, a, ak, etan; kin; tzen, ten, etc.), tanto más exigente en la selección se muestra el genio poético popular. Y reciprocamente, la tolerancia a este respecto es mayor, cuanto mayor sea el número de consonantes de una estrofa, como ocurre en la de los nueve puntos. Uno de los motivos de la admiración que excitó en sus días Xenpelar, fue su gran facilidad para la consonancia perfecta aun en las estrofas de "nueve consonantes".

MLE