Concept

Bertsolarismo

A lo largo del siglo XX, el bertsolarismo sufre un cambio progresivo y radical. Aunque el nombre se mantiene, el bertsolarismo de principios del siglo XX poco tiene que ver con el de finales de siglo. Lejos de ser un cambio superficial, afecta a la práctica totalidad de los parámetros del bertsolarismo.

Entre otras cosas, la modalidad escrita del bertsolarismo, que era la más significativa a principios de siglo, cede su primacía a la modalidad improvisada. Bertsolari es, al menos a finales del siglo XX, quien improvisa sus bertsos ante el público.

Son en buena medida los Campeonatos Nacionales los impulsores de estos cambios o por lo menos los que marcan y diferencian las distintas épocas del bertsolarismo.

Veamos pues como ha ido evolucionando, cuales las causas de esta transformación y los momentos en que se ha ido produciendo.

En 1935, por primera vez y bajo el nombre de Bertsolari Gudua se reúnen en torno a un campeonato bertsolaris de toda Vasconia.

Con anterioridad a estos campeonatos, quizás con alguna excepción como la de Kepa Enbeita "Urretxindorra" que cantaba en mítines políticos, el bertsolarismo improvisado se centraba sobre todo en temas de humor y divertimento y los temas más serios y trabajados se trataban en la modalidad escrita (política, religión, guerra, costumbres...).

A partir de estos años, empieza lo que Juan Mari Lekuona dará por llamar la Época del Renacimiento (Pizkunde Garaia) El bertsolarismo improvisado empieza a salir del medio rural y a tomar protagonismo en la cultura vasca tratando ya temas como la defensa del euskara, el nacionalismo...

Estos dos campeonatos, considerados como el primer y segundo campeonato nacional fueron organizados por la asociación Euskaltzaleak y la organización juvenil nacionalista Eusko Gaztedi, cuyos miembros transcribieron los bertsos cantados en los campeonatos. Se celebraron en 1935 y 1936 en los teatros Poxpolin y Victoria Eugenia de Donostia-San Sebastián respectivamente.

Al primero concurrieron 20 bertsolaris de toda Vasconia, y no hubo eliminatorias previas. Entre ellos estaba Ignacio Eizmendi, "Basarri", colaborador habitual del diario Euzkadi. Era el bertsolari culto de la época y un valor seguro para el nacionalismo. Fue el primer campeón.

En el segundo campeonato compitieron 30 bertsolaris por los 10 puestos de la final. A ella llegó un asiduo de los tugurios, un bohemio rural, un genio de la improvisación, Jose Manuel Lujanbio, "Txirrita", relegado en el primer campeonato. Txirrita era el enlace con el bertsolari del siglo XIX, había oído cantar a Xenpelar, había competido con Pello Errota y Otaño, llevaba casi sesenta años cantando de pueblo en pueblo y publicando hojas satíricas de rara elegancia y gran perfección formal. Era un mito viviente, y a pesar de ser la antítesis del modelo que pretendían los organizadores, no se le podían negar méritos. Viejo, baldado, analfabeto, estuvo simplemente genial sobre el escenario. Fue el campeón.

Posteriormente la Guerra Civil española (1936-1939) cortó el camino a esta evolución y hubo que esperar casi hasta los 60 del siglo XX para volver a notarla.

Tras la mencionada guerra y la segunda guerra mundial, que afectó al País Vasco continental, se apagaron los cantos de los bertsolaris, por lo menos en el ámbito público y dentro de eventos organizados. Pero poco a poco empiezan a aparecer en las plazas de los pueblos bertsolaris jóvenes como Basarri y Uztapide que ya habían destacado en los primeros campeonatos y junto a ellos Lasarte, Xalbador, Mattin, Balentin Enbeita, Mitxelena, Narbarte... lo que conformaría la generación de bertsolaris de la posguerra.

Tras el paréntesis de la guerra y los años más duros del franquismo, la Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) consiguió la autorización de organizar un campeonato de bertsolaris en 1960.

Anteriormente ya se habían celebrado algunos campeonatos en distintas provincias, en Tolosa (Guipúzcoa) en 1945, y sobre todo en el País Vasco continental a partir de 1946 se celebraron varios encuentros entre bertsolaris de distintas provincias. Pero el Campeonato Nacional llegó en 1960. Para entonces Euskaltzaindia ya llevaba dos años organizando el Campeonato de Vizcaya en 1958 y 1959 que tuvieron como ganador a Balentin Enbeita, y preparó las eliminatorias previas, en algunos casos campeonatos provinciales, para este evento. En estas eliminatorias tomaron parte 56 bertsolaris. De los diez finalistas, Iñaki Eizmendi "Basarri" fue proclamado, por segunda vez, campeón.

Los campeonatos de 1962, 1965 y 1967 supusieron el dominio de Manuel Olaizola, "Uztapide", campeón en todos ellos. Uztapide había participado ya en el campeonato de 1936, y coincidió con Basarri en los trabajos forzados a que fue condenado por la dictadura franquista. Ambos formaron la pareja que mantuvo el bertsolarismo público durante los duros años cuarenta-cincuenta. Ellos fueron creando el mínimo ambiente que necesitaban los futuros bertsolaris, y poco a poco se vieron arropados por nuevas generaciones.

En el campeonato de 1967, sin embargo, un grave incidente iba a marcar fuertemente el mundo del bertso: cuando Xalbador fue proclamado para la fase última de la final, un abucheo de más de cinco minutos le impidió cantar. Xalbador era un bertsolari lírico, algo frío en la forma y profundo en el mensaje. A esto habría que añadir su dialecto bajonavarro, difícil para un público guipuzcoano y no escolarizado (aun no se había establecido, y mucho menos difundido, el euskara batua, la lengua estándar) No era "popular", y había intereses mezquinos a favor de otros bertsolaris no clasificados. Cuando por fin pudo hacerse oír, Xalbador estuvo a la altura que pedía la situación, cantando un bertso, como muchos de los suyos, hoy histórico. Casi no lo pudo terminar, porque el público, de nuevo, se lo impidió. Pero esta vez los silbidos se habían vuelto aplausos de entusiasmo. Este incidente afectó profundamente a los bertsolaris. Transcurrieron trece años hasta el siguiente campeonato.

Además de estos campeonatos contribuye a que el bertsolarismo se inserte en la sociedad y cree un nuevo público en Vasconia, la entrada de éste en los medios de comunicación; libros, radios y revistas. Sobre todo la radio realiza durante estos años una importante labor en la difusión del bertsolarismo, por aquellos tiempos única manifestación tolerada en euskara.

Los temas políticos y sociales entran de lleno en el bertsolarismo improvisado y aparece en las plazas, fruto de los campeonatos, la figura del conductor (gai-jartzaile) lo que irá abriendo el abanico de temas a tratar.

En esta última transformación a la que Juan Mari Lekuona llegó a catalogar como Bertsolarismo Social cabe destacar a Jon Lopategi y Jon Azpillaga jóvenes figuras que recorren toda Vasconia durante los últimos años del franquismo.

Tras la muerte del dictador Franco, nuevamente de la mano de Euskaltzaindia se reeditan los campeonatos nacionales.

Así los campeonatos de 1980 y 1982 supusieron una importante renovación del bertsolarismo, con la consagración de Xabier Amuriza. Ex sacerdote y ex preso político, Amuriza representaba a una generación fuertemente comprometida con la causa nacional y la causa social. Durante sus más de seis años de cautiverio había estudiado, escrito, publicado... Se sabía, a través de los bertsos volantes (bertso-paperak) que compuso en la cárcel y que pasaban de mano en mano, que Amuriza era un extraordinario bertsolari sobre el papel. En 1980 demostró que también sabía improvisar. Asumiendo todo el pasado del bertsolarismo y abierto a las influencias de la poesía moderna, renovó la imagen, introdujo la metáfora, aportó nuevas melodías y demostró que el euskara estándar es un lenguaje tan útil para la improvisación como cualquier dialecto. Recopilador, investigador, pedagogo, escritor, Xabier Amuriza es el modelo en que se han mirado muchos de los bertsolaris de finales de siglo XX.

Es también en estos años cuando surgen las escuelas-talleres de bertsos y el bertsolarismo va entrando poco a poco en la enseñanza reglada. Así en 1980 se celebra en Guipúzcoa el primer campeonato interescolar, se empieza a editar material didáctico para el aprendizaje etc.

Importantes diferencias de criterio sobre la organización de los campeonatos distanciaron notablemente a los bertsolaris de la Academia de la Lengua Vasca. Los bertsolaris, apoyados por un grupo de aficionados, decidieron organizar por su cuenta el campeonato de 1986. Esta decisión está en la base de la creación de la Asociación de Bertsolaris de Euskal Herria, que posteriormente se reconvertiría en la Asociación de Amigos del Bertsolarismo (Euskal Herriko Bertsozale Elkartea), que además de encargarse de los posteriores campeonatos centra su actividad en la transmisión, análisis y difusión del bertsolarismo.

En estos campeonatos toman parte una media de 100 bertsolaris. Teniendo en cuenta que no todos repiten siempre participación, la cifra supone un índice de buena salud. Otra cifra importante es la relativa al número de espectadores. Todos los campeonatos organizados por la Asociación se han finalizado con el Velódromo de Anoeta (Donostia-San Sebastián) abarrotado de público, indicativo del nivel de popularidad alcanzado por el campeonato.

Sebastián Lizaso, campeón en 1986, es un genio de la dialéctica irónica, del razonamiento rápido y mordaz. Imbatible en la controversia, Lizaso es heredero privilegiado de los históricos Txirrita y Pello Errota.

Jon Lopategi, campeón en 1989, es bertsolari de larga trayectoria, surgido en el franquismo y frecuentemente perseguido. Genuino representante de la escuela vizcaina formada alrededor de los Enbeita, su bertso siempre ha sido una síntesis de compromiso y buen gusto.

Andoni Egaña, campeón en 1993, 1997 y 2001, atraído al bertsolarismo por el modelo de Amuriza, ha sabido crearse un estilo personal: delicado en la forma, profundo en el razonamiento, culto en la expresión, irónico en el humor. Ahora es él la imagen en que se miran muchos bertsolaris jóvenes.

Además de estos campeonatos nacionales también se disputan campeonatos provinciales, interescolares, certámenes para jóvenes etc.

Los bertsolaris que destacan en estos campeonatos y en consecuencia los que van llenando las plazas y festivales, son cada vez más jóvenes. Así Igor Elortza y Unai Iturriaga llegan a la final del campeonato de Vizcaya de 1990 con 15 y 16 años respectivamente, quedando Iturriaga subcampeón. Jon Sarasua y el propio Iturriaga acceden a la final del Campeonato Nacional con 19 años, el primero en 1986 y el segundo en 1993. Amets Arzallus gana la txapela de Nafarroa con 16 años el año 2000, Aitor Mendiluze lo haría en Guipúzcoa con 20 años...

Es en estos años cuando el bertsolarismo conoce su más alto grado de expansión. A principios de los 90 del siglo XX, surge lo que ha venido a denominarse como el "boom" del bertsolarismo. La creación de las escuelas-taller de bertsolarismo a partir de la teorización de Xabier Amuriza y la entrada progresiva en la enseñanza reglada hacen surgir además de nuevos valores de bertsolaris jóvenes, universitarios... un público conocedor de este arte y por lo tanto más exigente, un público más variopinto por lo que el bertsolari deberá adaptar sus formas de comunicar. La entrada en los medios de comunicación sobre todo en la televisión hace que la afición se expanda.

Veamos pues como se manifiesta y que características tiene el bertsolarismo después del "boom" de los 90 y tras otra década de asentamiento, reflexión, investigación, pruebas...

FIA