Lexique

CELTAS

Hacía ya siglos que los pueblos llamados íberos se habían consolidado en muchos valles pirenaicos y llanuras vecinas sobre todo en las cuencas de los ríos Gallego, Cinca, Segre y Ebro medio. En la Edad del Hierro comenzaron a aparecer nuevos invasores que ahora conocemos bajo el denominador común de celtas (griego kéltoi, lat. celtae).Este movimiento de llegada de gentes celtas duró varios siglos. Eran, desde luego, un pueblo indoeuropeo. Uno de los primeros contactos vasco-célticos tiene lugar hacia el Garona. Plinio y Plutarco testimonian que los aquitanos rechazaron a los celtas obligándoles a invadir España por vía marítima desembarcando en las costas occidentales cantábricas y portuguesas. Pero lo cierto es que a lo largo de los siglos grupos célticos se establecieron en las comarcas de Ger, Lannemezan o Ariège: los belendi.De los estudios minuciosos hechos por el profesor Bosch Gimpera, autoridad en la materia, se desprende que las inmigraciones célticas tuvieron lugar en varias fases. Una primera fase a cargo de los celtas de las urnas del sur de Alemania, se desarrolló entre 900 y 800 años a. de J. C., extendiéndose al norte del Pirineo y llegando hasta lo que es la actual tierra catalana. En esta fase se habrían infiltrado en la región vasca de Aquitania. En la segunda fase, realizada en varias etapas, vienen gentes procedentes del centro de Alemania, de Holanda y de Bélgica. Llegan por el oeste francés y penetran por los Pirineos vascos. En la primera etapa llegan los berones, que se establecen a orillas del Ebro. Les recordaría el pueblo llamado Briones, en la Rioja. Otros grupos de esta primera etapa, entre los años 700 y 650 a. de J. C., siguen por el camino Miranda-Pancorbo para internarse por la meseta castellana. Entre 650 y 600 se sitúa la entrada de los grupos de la segunda etapa con una avanzada germánica de cimbrios. Hacia 600 a. de J. C. llegan los belgas, de los cuales, los suessiones y autrigones van a establecerse en territorio vasco. Del grupo germánico de nerviones, siempre según Bosch G., una parte ocupa diversos lugares del camino de Navarra a Pancorbo infiltrándose en tierra vasca entre los cántabros y dominando toda la meseta castellana y el valle del Jalón. Serían los pueblos conocidos después como vacceos y arevacos.Las gentes celtas se trasladaban en caravanas formadas por tropeles de familias, rebaños, enseres y animales diversos. El conflicto encontraba solución unas veces por las armas, otras por acuerdos de paso libre, instalaciones provisionales o definitivas, cesión de pastos, alojamientos, etc. Desde luego, la ribera derecha del Garona queda en poder celta. Algunos grupos introducidos por Roncesvalles llegan a la Vardulia ocupando la región de Villarcayo donde construyen la fortaleza denominada Segontia Paramica (Sigüenza del Páramo) para defenderse de los coniscos desalojados de esas tierras y obligados a establecerse junto al mar. Ciertos elementos y grupos sueltos logran establecerse en tierra cántabra y várdula del interior mezclándose con los naturales.Los berones se instalan definitivamente en la Rioja formando una población vasquicéltica con núcleos vascos en los valles más montañosos. Desde Sos, Sause, habitan ahora los suessiones que habían dejado pequeños grupos por el camino de Roncesvalles a Miranda. En Etxauri (Navarra) habría otro grupo. El pequeño grupo de los nerviones se establece en la cuenca del río Nervión, cuyo nombre les recuerda; no se trata del río Ibaizábal que pasa por Bilbao, sino de su afluente. Por la región de Tolosa aquitana se adentran los garunni y belendi hacia los valles montañosos. Se han encontrado indicios de cultura céltica en las tierras confinantes del País Vasco actual.La cerámica se caracteriza por decoraciones de surcos paralelos o cordones en relieve, manifiesta en Sena (Huesca), Roquizal del Rullo (Zaragoza) y Las Escondinas, todas estas estaciones al oriente vasco. En Etxauri (Navarra), en pleno corazón de Euskalerria, se halla una necrópolis celta perteneciente probablemente a un grupo de suessiones establecido allí. Las necrópolis celtas contienen sepulcros de cremación excavados en el suelo. Una urna guarda los huesos de los muertos. La cultura celta, llamada hallstática, de los Urnenfelder (campos de urnas), aparece en el extremo del istmo pirenaico, en tierra catalana.En el siglo III algunos grupos iberos, empujados por los celtas, emigran hacia el alto Aragón y, cruzando el Pirineo, se internan en tierra aquitana. De esta colisión vasco-celta Euskalerria sufre un grave quebranto. Desde luego, las mejores tierras quedan ocupadas por los invasores. Aquitania y Vardulia son las más afectadas. En esta última se establece la tribu autrigona mezclándose con la población nativa. La Vasconia pierde tierra que ocupan los berones y los ilergetes se asientan en extensas zonas de Huesca. Los suessiones que se habían establecido hacia Sos y Sangüesa erigen fortificaciones defensivas en Navardun y Berdun para defenderse de los habitantes del río Beral y de la región de los navarros. (- dun, significa "fortaleza"). El poderío celta llega a su apogeo en el siglo VI, pero para el II A. de J. C. ya se habían absorbido los celtas en Euskalerria. Las orillas del Ebro y zonas colindantes sin embargo adoptaron importantes factores de la cultura céltica. El balance señala como ocupantes de la ribera derecha del Garona a los Volcae, Ruteni, Belendi y Garunni. Los tolosates se habrían formado por la mezcla de celtas y vascos. A la orilla izquierda permanecerían los pueblos de estirpe vasca mezclados a elementos iberos. Esos pueblos serían los ubiskos, tarusates, auskis, elusates, onessis y taruskos.A partir de los primeros albores históricos las orillas del Garona configurarían la separación entre celtas (galos) y aquitanos (vascos). Por occidente de Euskalerria, en las más altas montañas junto al mar, se consolidan los cántabros. La costa, hasta la desembocadura del Ibaizábal (Bilbao), la ocupa un pueblo mixto, vasquicéltico, los autrigones. El resto de la costa, hasta Bayona, queda en poder de las tribus vascas, - caristia, várdula y vascona - pero, en las cercanías ya del Adur, se hallan los cocosates y tarbellis que son celtas, extendiéndose por las landas y el Bearne, sobre todo en la parte baja de los ríos. En las cuencas altas continúan las gentes vascas como únicos habitantes, como los sibusates (suletinos o zuberotarras), oskidates (Ossau), biguerriones (Bigorra), y los vascones (San Juan de Pie de Puerto). Los berones se han establecido en la parte baja de los ríos Tirón, Glera y Najerilla. Algunos grupos, como los suessiones, los nerviones y los autrigones son absorbidos casi totalmente. Los valles altos aragoneses permanecen euskaldunes, incluso de lengua, con elementos iberos asimilados sobre todo en lo que históricamente se va a llamar Sobrarbe, Ribagorza, valle de Arán ("arenosios"), Pallars, Andorra, "andosinos" y el Alto Urgel. Al lado meridional del Pirineo, cree Bosch Gimpera que el elemento pirenaico permanece intacto en los gergistanos y con posible infiltración céltica, los ausoceretes del Ripollés y la Garrocha y los ausetanos de la comarca de Vich y de Gerona. En cambio los pueblos del litoral y cuenca media del Segre ya no presentan huellas de la población anterior.En el vocabulario vasco actual existen algunas reminiscencias que podrían relacionarse con los celtas, tales como los nombres de los dólmenes, triku-arri, trego-arri, que podría recordar a los autrikones o autrigones; y armorkora y murko, dolmen también, que podría recordar a los "armoricanos" o bretones celtas. Es sabido que a los invasores y extranjeros se les aplica epítetos despectivos en todas partes y de ahí, quizá, que murko, "persona grosera", equivalga a triku "persona huraña", aunque triku signifique también "erizo", que justificaría esa acepción. Murko quiere asimismo decir "vasija, cántaro, jarra". El resultado final de las invasiones celtas fue la formación de dos pueblos poderosos y peligrosos al norte y sur de Euskalerria, el galo y el celtíbero.