Militaires

Echagüe Bermingham, Rafael de

General guipuzcoano nacido en San Sebastián en 13 de febrero de 1815. Falleció en Madrid en 23 de noviembre de 1887.

Después de haber hecho los estudios propios de su clase, se incorporó de oficial en el batallón llamado de Txapelgorris, formado en 1883 para combatir contra los carlistas y en defensa del trono de Isabel II. Pasó luego al ejército de línea, y al terminar la guerra civil, tenía los dos galones de teniente coronel. Más tarde ascendió a brigadier y concurrió al frente del regimiento de la princesa al pronunciamiento de 1854, en virtud de cuyo triunfo obtuvo el entorchado de Mariscal de Campo.

En los últimos meses de 1859, pasó con su División a Ceuta, y se apoderó pronto de la casa-fuerte llamada del Serrallo, defendida por los marroquies. Su valeroso comportamiento y la herida que recibió en la mano, merecieron que se le galardonara con el segundo entorchado de teniente general, y con esta graduación prosiguió el resto de la campaña. Desempeñó la Capitanía General de Valencia, del año 1860 a 1862, en que pasó de Gobernador y Capitán General a Puerto Rico. A los dos años pasó con igual cargo a las Islas Filipinas en donde permaneció tres años más. Después de 1868, desempeñó la Dirección de Ingenieros, la Comandancia General de Alabarderos en el Palacio Real y otros cargos de importancia. Fue senador por Gipuzkoa en 1876 bajo la etiqueta de liberal moderado. Poseía las grandes cruces de Carlos III, de Isabel la Católica y de San Hermenegildo.

Tras su fallecimiento su cadáver fue trasladado a San Sebastián, en donde fue recibido por representaciones de las autoridades civiles y militares y un lucido cortejo fúnebre en el que se contaban muchas distinguidas personas de su querida Donostia. En sesión de la tarde del mismo día, acordó el Ayuntamiento poner a una calle de San Sebastián, a la ubicada entre la calle Aldamar y el Paseo Nuevo o de Salamanca, el nombre de hijo tan esclarecido, y se comunicó el acuerdo a sus hijos. Contestaron éstos en términos muy atentos, estimando en mucho la distinción que se le hacía al que en sus últimos momentos, disponía que se trasladaran sus restos y los de su esposa a esta ciudad y pronunciaba en su delirio frases euskaras como buen vasco. Ref. Serapio Múgica.