Géographes

Poza Yarza, Andrés de

Jurista, polígrafo y geógrafo vizcaíno. Orduña, comienzos de la década de 1530 - Madrid, 18-10-1595.

Entre los numerosos vascos ilustres aventureros que hicieron carrera en los tercios de Flandes, el Licenciado Andrés de Poza ocupa un lugar de honor. Típico hombre del renacimiento -polígrafo, polifacético, políglota-, Poza es conocido fundamentalmente por su labor de jurista, de político, de estratega e incluso de lingüista (como adalid de la teoría del vasco-iberismo, por la que Iberia habría compartido una misma lengua y costumbres).

Sin embargo, sus facetas de cosmógrafo y geógrafo no son tan conocidas, al menos no tanto como se quisiera, a pesar de que escribió un tratado náutico, Hydrografía, único en su género. De estas facetas se ocupa esta breve biografía.

Miembro de una familia distinguida (su padre, Pedro, era un rico e influyente comerciante afincado en Amberes), se cree que nació en Orduña -también pudo ser en Flandes-, probablemente en la primera mitad de la década de 1530. En el prólogo de la Hydrografía, Poza asegura que "fue criado con mucha largueza, cursando nueve años en la Universidad de Lovaina y habitando diez más en Salamanca, donde se graduó de licenciado en leyes, en 1570, para venir a ser abogado [del Señorío de] Vizcaya". De Flandes (parte entonces del Imperio de Felipe II) se trajo una formación humanista, además de siete idiomas, entre ellos el euskera.

Durante la década siguiente a su etapa azarosa, como recaudador de impuestos, en Flandes, Poza compaginó la abogacía con la enseñanza de la cosmografía, tanto en San Sebastián, de cuya escuela de náutica fue catedrático (en 1583), como en Bilbao, donde vivió muchos años. Aquí escribió una exposición del arte de navegar, que fue publicada en 1585 con el título Hydrografía (la ciencia que describía los mares, ríos, costas y vientos, desde la óptica de la seguridad de la navegación). La obra cuenta con dos partes: la primera versa de la teoría de la navegación, algo convencional si no fuera porque incluye la equivalencia de los términos en distintos idiomas; la otra es un derrotero de las costas y puertos del Atlántico europeo, partiendo de Gibraltar. Inserta, además, unas rutas marítimas a China y al Catay, traducidas éstas del libro de William Bourne, Regiment of the Sea (London, 1574), con el que se dio a conocer la corredera (instrumento vital, capaz de medir la distancia recorrida por el barco).

El ingeniero naval italiano Juan Bautista Antonelli (1550-1616) expresó de manera precisa las razones que le condujeron a la aprobación de la obra: "...por los documentos y reglas generales del arte de navegar, como por la particular noticia que da de las derrotas, travesías y entradas, sondas, posos y mareas de los puertos y costas del Océano Occidental de Europa".

Los derroteros del norte de Europa describían no sólo los rasgos físicos de costas y puertos (como lo hacían los portulanos del sur de Europa, en sus rutas mediterráneas), sino también la profundidad y naturaleza de los fondos marinos, así como el movimiento de las mareas. Desde principios del siglo XV, ayudado por la credibilidad que les otorgaba la presunta conquista del Nuevo Mundo, los libros de rutas (o derrotas) aumentaron considerablemente, en especial los de América y el mundo oriental. Ninguno, sin embargo, recogía las rutas de España a Flandes; el de Poza fue el primero. Otro rasgo que confiere cierta peculiaridad a su obra es que no guardaba relación con la Casa de la Contratación de las Indias, el centro que supervisaba, a través de su cátedra de cosmografía, los tratados de navegación, además de todo lo concerniente a América. Hay otro hecho por el que cabe calificársele como singular: el limitado contacto de Poza con el mar (de hecho, había navegado sólo en tres ocasiones), lo que no es óbice para que demuestre tener un conocimiento empírico de la materia.

Detrás de la ruta de Flandes, se encontraba la convicción de que las relaciones comerciales con los territorios flamencos se conducirían mejor teniendo presente los conocimientos de las rutas de navegación. Ahora bien, tales conocimientos eran discutibles, ya que, como afirmaba Poza, se basaban en fundamentos endebles, bien porque no se entendían bien las variaciones magnéticas, o por la inexactitud de los medios, como los relojes de arena. Da idea del enfoque crítico que adoptó en la obra el que rechazase el uso de los -tan corrientes entonces- mapas planos; en su lugar, prefirió el cálculo de la longitud por medio de las distancias de la luna a las estrellas zodiacales.