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Alarde de Hondarribia

Cuando en 1996 un grupo de mujeres manifestó su intención de incorporarse en igualdad al Alarde, la reacción mayoritaria fue violentamente contraria. Sobre los argumentos se impusieron las descalificaciones sexuales e identitarias: quienes defienden la igualdad son "de fuera" o "traicionan al Pueblo", mientras que quienes defienden la desigualdad son "el Pueblo" o "se han integrado". Las descalificaciones se acompañan de agresiones físicas, verbales, psicológicas, boicots, intentos de linchamiento, etc., y no se limitan al día del Alarde, sino que perduran, aún amortiguados, durante todo el año.

Ante la imposibilidad de un Alarde municipal discriminatorio, y aunque se reivindica "el de siempre", "Tradicional" y el "del Pueblo" -como en Irun-, la opción discriminatoria se organiza siguiendo el modelo donostiarra de las sociedades privadas, se autofinancia y realiza cuantas modificaciones al ritual considera necesarias para impedir el acceso igualitario a las mujeres. Pese a designarse cumplidores del voto, junto con el cabildo eclesiástico, obvian la actual no presencia del ayuntamiento (cabildo secular) en el rito.

Alarde
La Ley Vasca de Igualdad de 2005 prohíbe el uso del espacio público de actos discriminatorios so capa de organización privada -de hecho, prohíbe también la existencia de asociaciones discriminatorias-; pero en el Bidasoa no se cumple. El Departamento de Interior procede a separar "las dos partes", en la práctica favoreciendo los intereses de la opción excluyente y contribuyendo a invisibilizar la igualitaria. Con la segregación ha disminuido la violencia, pero no ha desaparecido, y la cuestión sigue sin resolverse.