Lekaide eta lekaimeak

ZAMACOLA OCERIN, Juan Domingo de

Eclesiástico e historiador vizcaino nacido en Dima el 1 de marzo de 1746. Aprendió primeras letras en Valladolid e hizo los estudios superiores (bachiller y licenciado en cánones) en Salamanca, época en la que escribió sus Entretenimientos políticos. Siendo capellán de San Pedro de Dima, donde su hermano era párroco, pasó a las Indias (Arequipa, Perú) en 1770. Residió en Tucumán desde 1772 y luego volvió a Arequipa donde en 1775 ya era sacerdote. Fue secretario y capellán del obispo hasta la muerte de éste en 1778, año en que es designado párroco de indios de Cayma. Allí construyó parte importante de la iglesia y remodeló el pueblo que entonces era Cayma. Fue testigo de la sublevación de Arequipa de comienzos de 1780 y de la de Tupac Amaru de finales de ese año. Ver PERU. No se conoce su actitud ante ellas (se supone que contraria a la de los alzados) pero sí que escribió una relación titulada Sucesos de las Revoluciones de las Provincias del Perú desde el año de 1780 hasta el 85, inencontrable. Afortunadamente sobrevive su Relación puntual y verídica de los estragos que causó en la M. N. M. L. Ciudad de Arequipa el espantoso terremoto acaecido el día 13 de mayo de 1784... por.. individuo de la Real Sociedad Bascongada (Arequipa, 1889). Zamácola había ingresado en la Real Sociedad Bascongada en 1788. De la época posterior al terremoto data la cruz de hierro que mandó colocar en lo alto del volcán Misti (5.825 mts.). Nuevamente desarrolla su capacidad para reconstruir la ciudad derruida en el seísmo, reerigiendo la iglesia a sus expensas. Su actividad ilustrada fue grande, no sólo en el aspecto urbanístico sino por su preocupación por el bienestar material y económico de los indígenas, la agricultura, la higiene (construyó un cementerio al aire libre), las obras hidráulicas, la recogida de huérfanos, restricción del toque de campanas, la artesanía, etc. como puede comprobarse en las indicaciones que hizo al intendente Alvarez en 1789 y en sus escritos. En 1794 se le encomendó la construcción de San Pedro de Socabaya, en la vega arequipeña, que se inauguró al año siguiente. Fiel súbdito de la Monarquía y temeroso de la heterodoxia religiosa del liberalismo, su actitud ante el independentismo fue adversa como reflejo de la "relajación, libertinaje, espíritu de partido, mala semilla que va cundiendo a toda prisa en la juventud de esta desgraciada ciudad". Tampoco guardaba, en 1804, un buen concepto de los aborígenes "demasiado ingratos, ociosos y repugnantes a todo lo que es iglesia, sin que sean capaces de hacer una faena sin que se les pague, y aún pagándoles lo repugnan". Falleció en Cayma, antes de la Independencia, el 25 de mayo de 1823. Por falta de imprenta local, toda su producción se hallaba inédita. La ciudad de Cayma recuerda su memoria mediante una lápida en la iglesia y un busto de bronce sobre pedestal situado en medio de su principal plaza.