Udalak

Vitoria-Gasteiz

Vitoria se hallaba incluida en la zona del dialecto vasco desaparecido que se extendía por la Álava vascófona de la vertiente mediterránea. Los rasgos de este dialecto, llamado por Mitxelena meridional y hoy mayoritariamente alavés, nos son conocidos por la toponimia y la antroponimia, el diccionario de Landucchio (1562), el catecismo de Juan Pérez de Betolaza (1596), el texto para la buena muerte, de Julián García de Albeniz, natural de Araia (1778), y los versos de Juan Bautista Gamiz (siglo XVIII). Hay otro texto, muy breve, el villancico bilingüe cantado en Vitoria en 1695, cuyo autor es Simón Martínez de Ochoa. A estos testimonios hay que añadir probablemente la poesía de Martín Portal, premiada en Pamplona en 1610; si bien no se ha podido dar con la documentación buscada, parece que Portal era de Urizaharra/Peñacerrada, y el tipo de lengua empleada presenta características alavesas. Las voces del léxico de uso común, recogidas principalmente por Federico Baraibar, en su Vocabulario de palabras alavesas (1903), y por Gerardo López de Guereñu Galarraga, en Voces alavesas (1958), ofrecen asimismo abundante información sobre el viejo euskara alavés, y al mismo tiempo constituyen una fuente inestimable para conocer el romance de la provincia.

Este romance, en trance de desaparición por el avance del castellano general, muestra la profunda huella dejada por el euskara, y al mismo tiempo presenta rasgos indudablemente antiguos, muchos de ellos comunes a los de los romances navarro y riojano, principalmente. Entre los vasquismos de este romance podemos citar abillurri ("espino albar", abi-elorri ), aguín ("tejo", agin ), amece ("quejigo", ametz ) arrapasarri ("individuo vividor"), cil ("ombligo"), colco ("pecho, seno", golko, kolko ), gardama ("carcoma de la madera"), irundiru ("cierto impuesto municipal", (h)iri-un-diru "dinero de la ciudad"), larra ("terreno sin labrar"), larri ("sin fuerzas, decaído"), ondarras ("restos de comida"), orzaya ("niñero/a", haurzai(n) ), sogalinda ("lagartija", sugandila ), tegui ("caseta sin valor"), zapaburu ("renacuajo"), etc. Como ejemplo de palabras del viejo romance vitoriano que no son vasquismos mencionemos almaje ("conjunto del ganado de un pueblo"), ardura ("dinamismo"), arrecho ("tieso"), banido ("desterrado"), calce (no cauce), entrudiar ("introducir"), escudaño ("sitio resguardado"), fortiz ("olor penetrante de un alimento"), nidero ("nidal, sitio para poner los huevos"), portegado ("cobertizo", ya en Berceo), redovas ("alrededores de la ciudad"), torca ("cueva), etc.

Estudiando la toponimia alavesa E. Knörr estableció en un trabajo de 1982 ("Para una delimitación etno-lingüística de la Álava antigua. Ensayo de cartografía a partir de pruebas toponímicas") dos subdialectos, divididos por una línea Norte-Sur que coincidiría con la frontera caristio-várdula, y que deja al Oeste las comarcas de Ganboa, Vitoria y Treviño. Posteriormente, en un artículo de 1989, basado en un examen de los textos y en la toponimia, con las conclusiones de Endrike Knörr, Koldo Zuazo ha puesto de manifiesto las características más destacadas de este dialecto vasco, parte integrante del occidental o vizcaíno.

Ciñéndonos a Vitoria, no hay duda del dominio de elementos propios del subdialecto alavés del Oeste, como gan, no gain (Uletagana, Pagogan ), o padura, no madura (Paduragoia, Padurabil). Vitoria participaba también de otros rasgos de este subdialecto, como el empleo de errexal para "árbol", visible en topónimos como Rejarduya, Errexalduia, "la arboleda". Hay otras palabras vascas que parecen no haberse atestiguado fuera de aquí, como auzobiar (= auzobehar, es decir, auzolan, "vereda o trabajo comunitario"), recogida hace pocos años en Gamarra, en las afueras de Vitoria. Como en toda la provincia un día vascófona, es llamativo en Vitoria el acento de los topónimos y apellidos, por influencia vasca: Mendíguren, Olárizu, Landázuri, pese a la presión social de otras pronunciaciones, más acordes con los moldes castellanos, y que se consideran socialmente más aceptables: Mendigúren, etc. Los rasgos del vascuence alavés son los que se reflejan en la toponimia de la Rioja alta (Haro, Ezcaray, etc.) y la llamada Riojilla (Belorado, etc.), adonde colonizadores alaveses, según José María Lacarra, llevaron la lengua en el siglo X, en una colonización llevada a cabo por los reyes navarros, lo cual no excluye quizá la presencia anterior de euskaldunes en esas comarcas. Es sabido, por otra parte, que la lengua vasca pervivió allí con fuerza, hasta el punto que en el siglo XIII el rey Fernando III de Castilla concedió a los habitantes de Ojacastro el derecho de declarar en su lengua ante los tribunales.

La información lingüística sobre Vitoria aumenta notablemente gracias a las noticias de los viajeros a partir del siglo XVI. Hay que destacar lo que escribe Andrea Navagiero, embajador de Venecia, en 1525: "En Vitoria se habla castellano, pero entienden el vascuence, y en los demás pueblos se habla esta lengua". En 1562, otro italiano, Nicola Landucchio, natural de Lucca, confeccionó un interesante diccionario castellano-vasco, muy probablemente en Vitoria, basándose para su encuesta en el diccionario de Nebrija. De 1596 es el catecismo de Betolaza, nacido en este pueblo, a 10 km del Norte de Vitoria, en torno a 1555. No lejos de allí en Gebara, se sabe que la lengua vasca era usual entre la población judía; contamos con un testimonio transmitido por el Dr. Puerto de Hernani, contemporáneo de Carlos V. En cambio, no disponemos, lamentablemente, de testimonio alguno de la lengua hebrea que sin duda utilizaba, en un grado u otro, la importante comunidad judía de Vitoria hasta su expulsión.

Con el paso del tiempo, en Vitoria, como en otras zonas, el castellano fue arrinconando al euskara, aunque éste no dejó de hablarse del todo en la ciudad y su término municipal. El castellano fue, con rarísimas excepciones, la única lengua escrita. El elenco de escritores vitorianos en castellano -sin olvidar a quienes en siglos anteriores escribieron en latín, naturalmente- es muy crecido, en todas las épocas y en materias muy diversas: literatura, historia, teología, administración, etc. Sin duda alguna, hasta comienzos de la Edad Moderna, por lo menos, muchos de ellos eran vascófonos de nacimiento, pero ello no fue obstáculo para sobresalir en la lengua aprendida. En sus escritos apenas emergen formas propias del romance vitoriano, si exceptuamos unas pocas obras de tipo folklórico de los dos ultimos siglos.

La lengua vasca era, pues, un patois, sin cultivo literario y sin apenas consideración social, salvo el afecto primario de quienes lo hablaban, y que veían en él un vehículo de relación entre iguales, pero no para ascender en la escala social. Carente de una forma normalizada y de prestigio social, el euskara lo tenía todo en contra. Se conoce incluso un decreto de las Juntas Generales, dado a conocer por E. Knörr, fechado en la ciudad en 1682, por el que se prohibía enviar procuradores que no supieran castellano. Es muy probable que la bárbara costumbre del anillo escolar, de la que hablan, por lo que toca a Álava, el jesuita Kardaberaz y el escritor afrancesado Mendibil, afincado en Londres, se utilizara también en la capital, en una época, por cierto, con plena autonomía foral. A finales del siglo XVIII, el historiador Landázuri no deja de lamentar el retroceso de la lengua vasca en Álava, en un momento en que más de la mitad de las hermandades eran vascófonas. Por los mismos años, otro ilustrado alavés, Lorenzo de Prestamero, hace notar que sería inútil enviar curas que no supieran euskera a una parte del término municipal vitoriano, donde la lengua vasca estaba viva. Entretanto, en la ciudad, José María de Aizpitarte, natural de Elgoibar, confeccionaba un diccionario vasco para la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País.

En el siglo XIX observamos el surgimiento de iniciativas para preservar la lengua vasca, considerada como patrimonio alavés. Así, Ramón Ortiz de Zárate, en el Compendio foral (1858), hablaba de la "identidad de derechos y de la mancomunidad de origen, de lengua, de costumbres y de intereses" entre todas las provincias vascas. No serán raros los artículos y poemas en euskara en publicaciones periódicas de Vitoria, tales como la Revista bibliográfica (1867-1869) y la Revista de las Provincias Euskaras(1878-1889), ambas editadas en la ciudad por Fermín Herrán. Este escribía en 1879 sobre la necesidad de que el euskara "pueda transmitirse entero e incorruptible a las futuras generaciones". Aunque las leyes no amparaban la enseñanza de la lengua vasca, menudearon en aquellos años los intentos y peticiones. En el Libro de Álava (1877), Ricardo Becerro de Bengoa solicitó la creación de dos cátedras en el Instituto de Vitoria, una de euskara y otra de historia de Euskal Herria. En 1880, en el prólogo de su libro Etimologías locales de Álava, el mismo autor hizo un contundente llamamiento de los jóvenes: "Es un deber de la juventud alavesa ilustrada el aprender el vascuence".

Federico Baraibar (1581-1918), alcalde de Vitoria y presidente de la Diputación, uno de los mejores helenistas de la España de su tiempo, impartió clases (no oficiales) de lengua vasca en el Instituto y en el Ateneo vitorianos, y, siendo presidente de la Diputación, pronunció un discurso en euskara en Aramaio. Pero los centros de enseñanza seguían negando la entrada a la lengua vasca. Tampoco en la frustrada Universidad de Vitoria (1868-1876) tuvo nuestra lengua espacio alguno.

Disponemos de varios testimonios del uso de la lengua vasca en la ciudad en el citado siglo. Entre ellos podemos citar el del escritor Prosper Mérimée, autor de Carmen, quien, escribió en una carta dirigida a la futura emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo: "He aprendido vascuence con las camareras de Vitoria". Es también interesante la observación del famoso viajero Henry M. Stanley, quien, al llegar a la estación de Vitoria en 1869, es rodeado por un grupo de maleteros que atraían a los clientes "in pure Basque". Pocos años más tarde, durante la segunda guerra carlista (1872-1876), el corresponsal alemán Wilhelm Mohr encontró cerca de Vitoria varios naturales que desconocían el castellano.

Tras la creación de la diócesis de Vitoria (1853), las Juntas Generales acordaron pedir a Francisco José de Aizkibel (1798-1865), el lexicógrafo azkoitiarra residente en Toledo, que viniese a Vitoria como profesor de lengua vasca. Por razones que ignoramos, tal deseo no se cumplió. Hay que mencionar asimismo las andanzas alavesas y vitorianas del príncipe Louis-Lucien Bonaparte (1813-1891), primo de Napoleón III y fundador de la dialectología vasca. En Vitoria disponía de un informador cuyas cualidades de exactitud y diligencia saltan a la vista y fueron alabadas por el príncipe: Bruno Echenique (1820-1893), navarro de Urdax, y residente en Vitoria durante muchos años como coronel de caballería. Además, Bonaparte gozó de la amistad del alcalde de la ciudad, Luis de Ajuria. En los datos recogidos por Bonaparte, plasmados con el obligado carácter de resumen, años más tarde, en la Carte des sept provinces basques, el gran mapa dialectológico que lleva la fecha de 1863, aunque fue publicado en 1867, no se refleja, sin embargo, la cuña vascófona al Norte de Vitoria, que abarcaba Miñao, Urbina, Luku y Gamarra. La impresión que nos produce el siglo XIX, por lo que respecta a la lengua vasca, podría resumirse en estas características: 1º Un sentimiento de proximidad de la lengua vasca, que era conocida por muchos, en uno u otro grado. 2º La seguridad, en mucha gente, de que la lengua vasca perecía sin remedio (el propio Baraibar es un ejemplo de ello). 3º La ausencia de un sentido práctico, individual o colectivo, para la recuperación y pervivencia de la lengua. 4º Un amor generalizado hacia la lengua vasca, tanto entre quienes la daban por perdida como entre quienes creían en que podría sobrevivir.

En los primeros años del siglo XX se redoblan los esfuerzos por la dignificación de la lengua vasca en todas las esferas. En 1918 la Diputación alavesa es fundadora de Euskaltzaindia, juntamente con las tres Diputaciones hermanas, y el jesuita Raimundo Olabide (1869-1942) es nombrado académico de número, y miembros correspondientes Odón Apraiz (1896-1984) y Luis González de Echábarri (1893-1971), este último nacido en Ubidea pero afincado en la capital alavesa hasta su exilio tras la guerra civil. De Olabide es una traducción completa de la Biblia, además de trabajos lexicográficos. Apraiz hizo importantes estudios filológicos e históricos y, entre otras cosas, publicó en Cinco, revista literaria editada en Vitoria, una traducción vasca del poema de Alberti "Un fantasma recorre Europa".

Hasta 1936, en el seminario diocesano de Vitoria se desarrolló una activa labor en pro de la cultura del País, muchas veces con la oposición de la jerarquía eclesiástica. Entre los profesores más destacados hay que citar a José Miguel Barandiaran (1889-1991) y Manuel Lekuona (1894-1987). Este último impartía clases de lengua vasca en el seminario desde 1915, si bien la asignatura, por asombroso que parezca, no figuró en las notas oficiales de los seminaristas hasta 1931. Ambos profesores eran los principales dinamizadores del grupo Kardaberaz dedicado al cultivo del euskara.

También fue de gran importancia la tarea llevada por la Sociedad de Estudios Vascos, cuyo secretario era Ángel Apraiz (hermano de Odón). Congresos, cursos, exposiciones, edición de libros, excursiones, etc. jalonan una brillante trayectoria de gran eco en Vitoria y Álava. Precisamente bajo los auspicios de esta Institución se creó en 1928 el Grupo Baraibar, que tenía como fin el extender el conocimiento de la lengua vasca por toda la provincia, y especialmente entre los niños y jóvenes, sobre todo mediante canciones y juegos. Una gran fiesta vasquista en la campa de Arriaga abrió las actividades del Grupo Baraibar, y el mismo año de su fundación ofreció al ayuntamiento de Vitoria libritos de canciones vascas para ser repartidos entre los niños de las escuelas municipales, petición aprobada por el consistorio gasteiztarra. En 1930 impulsó la salida de los coros de Santa Águeda y en 1935 organizó, con el patrocinio de la Diputación, una exposición de libros vascos, que contó con un cuidado catálogo confeccionado por Antonio Odriozola.

La primera ikastola de Vitoria fue creada también por entonces, superados los obstáculos legales de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), años en que no se permitían en las escuelas otros libros que "no estuviesen escritos en español" (Orden de 13 de octubre de 1925). En reiteradas ocasiones la Diputación alavesa había instado al respeto y cultivo de la lengua vasca. En una declaración institucional de 1919 pidió que los funcionarios del estado conocieran el euskara para ejercer en las zonas euskaldunes de la provincia.

Todos estos esfuerzos quedaron cortados por la guerra civil y sus consecuencias. Sólo de forma clandestina pudieron impartirse clases de lengua vasca en domicilios particulares, labor en que destacó Andoni Urrestarazu, "Umandi", natural de Araia (1902-1993). Tras su exilio en 1953, fue sustituido por su antiguo alumno Peli López Presa. Cientos de vitorianos aprendieron la lengua con éstos y otros profesores. Con el tiempo, las clases serían toleradas y llegaron a encontrar cobijo en centros como la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad. De los apuntes de "Umandi" saldría su conocida Gramática vasca, publicada en 1955. Asimismo, otras manifestaciones culturales del País, como los coros de Santa Águeda, alardes de txistularis, danzas, etc., se fueron abriendo paso poco a poco.

Iniciada la década de los 60, se hizo patente la necesidad de establecer una ikastola. El curso 1963-1964, con 14 niños y una andereño, nació la que luego sería ikastola Olabide. Durante cuatro cursos las clases se impartieron en el domicilio de Izaskun Arrue, antes de encontrar locales adecuados en la avenida de Estibaliz. Diez años más tarde, en octubre de 1973, serían 576 alumnos. En 1974, la Diputación, bajo la presidencia de Manuel M. Lejarreta, creó el Servicio del Vascuence y su primera ikastola, en el barrio vitoriano de Txagorritxu, con 26 alumnos. En cuanto a la enseñanza de adultos, fueron muy activos grupos de profesores, como el Joan Bautista Gamiz (creado en 1970) y personas individuales como M. Teresa Urrestarazu, Peli Martin, Aingeru Ibisate, Gontzal Fontaneda, Eusebio Osa y otros muchos.

En 1968 se fundó el Coro Araba, dirigido por el músico aramaioarra Sabin Salaberri. Entre su extenso repertorio tiene un lugar relevante la canción vasca, tanto antigua como moderna. Dentro del coro, durante algunos años fue activo el grupo Amets, de canción vasca para los gustos juveniles del momento. Casi simultáneamente, Gorka Knörr inició su andadura como intérprete de canciones tradicionales (no pocas tras una investigación en las fuentes populares) y de creación.

Iniciada la transición democrática, en 1977 se hizo público un escrito firmado por 163 asociaciones alavesas, solicitando, entre otras cosas, la cooficialidad para el euskara y la creación de una cátedra de esta lengua. El mismo año, un decreto de la Diputación declaró la lengua vasca patrimonio cultural de la provincia y le daba rango oficial en la Corporación. Al poco tiempo, creó una cátedra de euskara en el Colegio Universitario de Álava, cátedra que dio sus primeros pasos el curso 1977-1978, al cargo de Koldo Mitxelena, entonces en Salamanca. Era la primera cátedra de lengua vasca establecida en una institución universitaria pública de España. El curso siguiente, 1978-1979, el Departamento de Filología Vasca parte integrante de la nueva Facultad de Filosofía y Letras (después Facultad de Filología y Geografía e Historia), ubicada hasta 1987 en el seminario diocesano.

Además de las actividades de este Departamento, dirigido por Mitxelena hasta su jubilación en 1985, hay que mencionar los trabajos encauzados a través de la delegación de Euskaltzaindia en Vitoria. También en la ciudad echó a andar, tras un acuerdo firmado en 1984 por Euskaltzaindia, de una parte, y el Gobierno Vasco y las Diputaciones de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa (y más tarde Navarra) de otro, el Diccionario General Vasco, bajo la dirección de Mitxelena y la dirección técnica de Ibon Sarasola. El primer volumen del Diccionario se publicó en 1987.

Hay que tener presente también, por su importancia para los estudios sobre la lengua vasca, la biblioteca de la Institución Sancho el Sabio (actualmente Fundación Sancho el Sabio), una de las mejores bibliotecas vascas del mundo. Fue creada en 1967 por la Caja de Ahorros Municipal de Vitoria a iniciativa de su director, Vicente Botella, teniendo como base la biblioteca vasca adquirida en 1965 al bibliógrafo vitoriano Antonio Odriozola (fallecido en 1987).

Es de relevancia igualmente el fondo de libros vascos del Parlamento, sobre todo en textos religiosos antiguos. Con un marco legal incomparablemente más favorable para el desarrollo de la lengua vasca, tras la devolución de la autonomía, los avances en el conocimiento y -aunque muy por detrás- el empleo de la lengua son muy importantes. Aunque antes de la aprobación de la Ley de Normalización del uso del euskara (1982) la lengua vasca contaba con una entrada progresiva en los centros de enseñanza públicos y privados de la ciudad, en los años posteriores se han registrado cifras muy altas en la euskaldunización de niños, jóvenes y adultos, con logros significativos en la formación y reciclado de profesores. Todo ello se refleja en las estadísticas sobre el conocimiento del euskara por los vitorianos. Estas son las cifras comparativas de 1991 y 1981:

Fuente: Eustat, Euskal urtekari estatistikoa. Anuario estadístico vasco, Donostia 1983 y 1996
19811991
Población total183.369202.335
Euskaldunes6.20715.188
Alfabetizados3.6181.248
Algo Alfabetizados2.0961.963
No alfabetizados493741
Casi euskaldunes20.42142.104
Alfabetizados12.77430.287
Algo Alfabetizados3.8324.842
Pasivos3.8156.975
No Euskaldunes156.741145.043

Aunque lejos de una situación óptima, la lengua vasca ha dejado de ser en Gasteiz algo marginal, para volverse normal en la calle, por no hablar de los medios de comunicación (se publica una revista mensual íntegramente en euskara). Ha crecido asimismo el número de escritores vitorianos en esta lengua, algunos de ellos nacidos fuera del municipio. Cabe citar, entre otros: Mikel Hernández Abaitua, Henrike Knörr, Gorka Knörr, Manuel M. Ruiz Urrestarazu, Rikardo Arregi, Xabier Etxaniz, Patxi Goenaga, Emiliano Ozaeta, etc. Por otra parte, al igual que ayer, varios vitorianos han ingresado en Euskaltzaindia en las tres categorías: miembros de número, honorarios y correspondientes: Henrike Knörr, Patxi Goenaga; Gerardo López de Guereñu (1904-1992); Isidoro Baztarrika (1931-1992), Antonio Berrueta (1917-1991) Peli Martín, Manuel M. Ruiz Urrestarazu.

Población de dos y más años según su nivel de euskara en relación a la edad, en 1981
A.- Alfabetizados; B.- Semialfabetizados; C.- No Alfabetizados
Ref. Dirección de Estadística del Gobierno Vasco.
Años CumplidosEuskaldunesCuasi EuskaldunesNo Euskaldunes
ABCABC
02-abr384311561075571579.698
05-sep6374901093.00280145813.239
oct-143066082.95534650912.490
15-193087581.84827747012.713
20-2426577111.36529238212.156
25-29226115499027335412.841
30-34229144782930832513.825
35-39169140856623231512.563
40-441991341829415119010.310
45-491941792724717517510.943
50-54186171221751051459.259
55-59164134191451101187.373
60-6414298189172885.433
65-699879206051444.948
70-7411167224638463.885
>=75102365444395.065
Total3.6182.09649312.7743.8323.815156.741

Población de dos y más años según su conocimiento del euskara y en relación al sexo (1981)
Ref. Dirección de Estadística del Gobierno Vasco
TotalVaronesMujeres
Nada
Comprende156.65777.45479.203
Habla160.18879.41380.775
Lee161.87480.26281.612
Escribe163.93781.39182.546
Con dificultad
Comprende19.10610.0759.031
Habla16.89087888.102
Lee15.15778647.293
Escribe14.53074097.121
Bien
Comprende7.6063.5714.035
Habla6.2912.8993.392
Lee6.3382.9743.364
Escribe4.9022.3002.6

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