Pintoreak

Sota Poveda, Eduardo de la

Pintor vizcaíno, nacido en Bilbao el 25 de marzo de 1929, fallecido en 1985.

Empezó a pintar días después del fallecimiento de Zuloaga, que era buen amigo de su padre y pintó los retratos de sus abuelos. Autodidacta, su afición se la debe a los gustos de su padre. En 1949, en el mes de noviembre, celebró su primera individual en la Sala Studio, de Bilbao, con buen éxito de crítica y público. Este mismo año expuso, junto al escultor Jorge Oteiza, en Zarautz. En 1950, también en el mes de noviembre, colgó sus cuadros en Madrid, en las Galerías Biosca, mereciendo grandes elogios de la crítica. En exposiciones colectivas expuso en Bayona, Bilbao, San Sebastián, Vitoria; en los salones de Otoño, en la Bienal Hispanoamericana de Colombia, en que fue seleccionado entre los diez mejores pintores. Concurrió asimismo a la I Bienal Hispanoamericana de Arte de 1951, presentando un cuadro qu tituló El reloj de mi estudio. Frecuentemente ha venido celebrando exposiciones en diferentes puntos del país y la última exposición realizada ha sido precisamente en Bilbao en 1968, y en la preparación de una nutrida representación de su obra sobre motivos del paisaje vasco, que se celebraría en Londres ese mismo año 1968.

Viaja por varias naciones europeas estudiando la pintura de la época. El artista no es amigo de las exposiciones-concursos, y si alguna vez concurrió a ellas fue sencillamente por compromiso. Su técnica pictórica es simple, ya que no da demasiada importancia a la forma de pintar. Rechaza la pintura a base de veladoras y aceitosidades. A esto le llama "pintar por casualidad, ni más ni menos". Eduardo de la Sota defendía que no existe la pintura llamada vanguardista. Sólo existe una buena pintura. No cree en los estilos, existen épocas y el pintor es el creador. Sus pintores preferidos eran Picasso, Matisse y Braque, Goya, Palencia y Gutiérrez Solana.

Entre sus obras más destacadas figuran los cuadros titulados Homenaje a mi padre, El puente, Alex, Rico, Rhum, Beby, Manu, Pietringa, Fratillini, Sollube, Serantes, Salamanca, Pez y Circo de Castilla y la serie de payasos, por ejemplo Hermanos Tonetti.

Jorge de Oteiza (Madrid, 1950):

"Sota aparece en nuestro ambiente con dos factores fundamentales de que hoy carecemos en absoluto: conciencia y angustia creadoras (....) Eduardo de la Sota ha tenido sensibilidad desde el primer instante, para asustarse de lo que ha llegado a convertirse la pintura en nuestro ambiente. Ha tenido miedo, y por esto se ha atrevido. Ha tenido conciencia, y se ha situado en el comienzo justo de nuestro siglo de tan radicales transformaciones esféricas para hacerlas objeto de su más firme y cuidadosa investigación personal".

Angel Marsa (Barcelona, 1972):

"He sugerido, refiriéndome a los paisajes vascos de Eduardo de la Sota, que puede advertirse en ellos cierta influencia expresionista. Pero también cabe invocar al antecedente fauve en ese enamoramiento de calor puro, entero; capaz, por sí mismo, de crear perspectiva, volumen, atmósfera, luminosidad, forma. Tales influencias, sin embargo, aparecen remotas, trascendidas, apenas válidas para una primera toma de contacto con la obra dc ese pintor bilbaíno insobornablemente racial, pegado a su tierra y a su paisaje, que se sabe de memoria y que, fiel a sí mismo, interpreta con apasionada vehemencia en un lenguaje entrañable y directo, ferozmente intuitivo, existencial, agresivo casi pero ancho y generoso".

Benjamín Palencia (Barcelona, 1972):

"Eduardo de la Sota trabaja los colores puros y con ellos procede a este cromatismo enérgico y festivo para iluminar los ojos de aquellos que saben mirar (....) La materia vive en su pintura con toda su belleza. Canta como una coral donostiarra de voces enteras y viriles como las canciones de su Vasconia primitiva. El, construye en superficies amplias y espaciosas lejanías basadas en la fuerza de la materia colorística. Sin recurrir al color local y sin dar un parecido directo de las cosas. Su volumen los crea desde el color mismo; por esto, muchas veces pinta sus paisajes donde aparece la Naturaleza, desde un carmín puro a un verde esmeralda vibrante y entero para no matar su fuerza colorística en la forma presentada".

Javier de Bengoetxea ( 1973):

"El precedente más o menos remoto de la pintura de Eduardo es, como en tantos pintoresdel país, la constelación de los grandes nombres de la pintura vasca de principios de siglo. Aquellos pintores vascos. más que los coloristas mediterráneos -en pintura una cosa es la luz, y otra cosa es el color- introdujeron en España el impresionismo francés. Pero, muchos de los nombres fundamentales de aquel singular grupo de pintores, no se limitaron a mecerse en las delicias impresionistas: con paso adelante, supieron formar la vanguardia en movimiento del impresionismo, y se comprometieron con la pintura "fauve". Iturrino. Echevarría, Tellaeche no son propiamente impresionistas, sino decididos postimpresionistas. En los primeros lienzos de Eduardo de la Sota, aún el lirismo controla esa eclosión colorística".