Elkarteak

REAL COMPAÑÍA DE FILIPINAS

Conatos anteriores. No obstante, antes del año de su fundación hubo algunos intentos para constituir una compañía comercial con Filipinas, que no prosperaron. Mediante una R. C. de abril de 1732, cuatro comerciantes (Manuel de Arriola, Francisco de Arteaga, Juan Martínez de Albinagorta y Juan de Leaequi), todos ellos residentes en la ciudad gaditana, obtenían permiso por diez años, para enviar navíos a Manila. Las embarcaciones zarparían de Cádiz cargadas de mercaderías tales como vinos, aguardientes, aceites, etc., es decir, productos del agro español, a los que se incorporarían textiles europeos. De vuelta, los navíos traerían: «cobre, seda torcida y en rama, té buy y verde, loza, piezas de maque, piedra, tejidos de algodón, pimienta, clavo y nuez moscada, raíz de China, ruibarbo, galanga, cacao, guta, goma, atincar, almizcle, menjuí y otros géneros y hierbas medicinales». Para su funcionamiento, el Monarca concedía a la sociedad que se constituyera, exención de los derechos de toneladas, además de otras ventajas. Mas, la sociedad mercantil no llegó a constituirse, ya que el Monarca, apenas transcurrido un año, y posiblemente bajo la influencia del Ministro Patiño, se inclinaba por la formación de una gran compañía mercantil, en la que pudieran participar mayor número de personas, y no limitada a los cuatro comerciantes citados. Posiblemente, este cambio de actitud se debió a que una vez que la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas había iniciado sus operaciones, se veía factible una entidad semejante, que hiciera el comercio con Filipinas. Con esta intención se elaboró, en 1733, una Real Cédula compuesta de 58 artículos en donde constaban las bases de actuación de la sociedad mercantil, bajo el nombre de Compañía Real de Filipinas. Para llevar adelante su cometido se consideraba necesario un fondo o capital de 4 millones de pesos, y el privilegio de actuación en aquel comercio se concedía por un plazo de 20 años.