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PORTUGALETE

Cuatro parroquias dedicadas a Sta. María, a Nuestra Señora de Nazareth, Sagrada Familia y San Cristóbal. Arciprestazgo de Portugalete, diócesis de Bilbao, archidiócesis de Burgos. Dice Juan de Pagoeta en su libro Portugalete y su gente que "dentro del capítulo de gente dedicada a la religión, tenemos una comunidad de religiosas cuya antigüedad en la Villa se pierde en el tiempo y que ya en el siglo XVI se le denominaba con el nombre de "Beaterio de la Purísima Concepción" y el solar que ocupaban se llamaba Ibarguti. En ese tiempo ingresaron en el Beaterio tres hermanas: Ana, Francisca y Agueda y otras jóvenes de importantes familias como podían ser las de Ugarte o Coscojales. Una de aquellas hermanas, Ana del Casal, ingresó como beata, era muy joven y tanto la capilla como el convento se hallaban en un estado muy deplorable. Se supone que sus buenos oficios influyeron en Ochoa Ortiz de Larrea Martiartu, un portugalujo soltero y acaudalado, pariente de su padre, que dejó en su testamento todos sus bienes para rehacer el convento y la capilla, donde, además de ser enterrado, se debería oficiar una misa diaria por su alma. En 1614 la comunidad, con Ana y sus hermanas a la cabeza, abrazaron la regla de Santa Clara e instituyeron la clausura, recibiendo a tres monjas del Monasterio de Santa Clara de Orduña, con el deseo común de fundar en la Villa un monasterio de dicha orden. El padre provincial nombró síndico de la nueva comunidad a Juan del Casal Martiartu, padre de Ana. Esta última fue nombrada abadesa, María Hurtado Corcuera, vicaria, y Lucía de Zaldibar, maestra de novicias. Su obra durante siete años fue dejar bien establecida la vida religiosa claustral. Las religiosas llevaban una vida de extrema austeridad, con ayuno tres días a la semana, teniéndose que sustentar con su "industria y diligencia" así como de limosnas. Con la colaboración del padre de Ana del Casal, abadesa, y de donativos de otros personajes se terminó la obra del nuevo convento. Durante los cuatro siglos pasados muchas portugalujas han ido consumiendo sus vidas dedicadas al misticismo, entre continuos sacrificios y oraciones. La ley de 1856 les obligaba al cierre por no tener más de nueve religiosas y el decreto de 1868 de la República expulsaba a las religiosas. Seguimos a Juan de Pagoeta quien dice que en esta ocasión tuvieron que abrir un parvulario, donde las familias portugalujas, encabezadas por su alcalde Máximo Castet enviaron a sus hijas, algunas de las cuales ingresarían luego en el convento. Y en 1979 fueron las primeras monjas de clausura del Estado que pasaron a vivir a un piso". Ref. Portugalete y su gente, de J. de Pagoeta (R. de las Hayas Núñez). 1991. De 1875 data la fundación por don Tomás Epalza en Portugalete, Muelle Nuevo, la capilla de Santo Tomás de Villanueva, un agustino Arzobispo de Valencia que además eligió a los religiosos de su orden para regirla. De esta forma comenzaron su función religiosa en Portugalete los padres agustinos, siendo en 1902 cuando fallecida la viuda de Epalza y siguiendo su testamento, empiezan a funcionar las escuelas de Casilda Iturrizar, encargándoles también a ellos la misión docente. Ref. J. de Pagoeta (o. c.). La religiosidad de Portugalete ha seguido la marcha inmigratoria cada vez más abundante e influyente bajo el péndulo derechas-centro-izquierdas. La historia de las elecciones políticas juega un papel muy importante. Y también es de destacar la figura de Ignacio Ellacuria, un portugalujo famoso a nivel internacional en el campo de la Teología de la Liberación y su trágico desenlace. El día 15 de octubre de 1898 las Siervas de María llegaron a Portugalete teniendo su primer hospedaje en la casa de María Vallejo, su gran benefactora y protectora en la plazuela del Cristo. De allí pasaron a una casa vieja y en estado ruinoso junto a la Canilla para instalarse después en la llamada "casa de los tres portales" de General Castaños. Al construirse el Hospital Asilo en 1907 se les encargó su cuidado y servicio. Mientras varias monjas atendían al Asilo otras continuaban la atención domiciliaria y gracias a la colaboración de familias adineradas. Por fin pudieron edificar el convento en terrenos de El Ojillo propiedad de la viuda de Víctor Chávarri, Soledad Anduiza. Se colocó la primera piedra el 22 de octubre de 1913. Su prueba suprema fue en 1918 frente a la famosa epidemia gripal abordando una labor callada y sufrida. Atendiendo a todo el vecindario cayeron algunas de ellas enfermas pero no falleció ninguna. v. ALFARO, Nieves.

Ainhoa AROZAMENA AYALA