Lexikoa

PLAZA

Urbanismo. Las plazas públicas han desempeñado siempre un papel importante en la historia de la ciudad. Como ya sabemos, en la antigüedad el foro era el centro de reunión y estaba rodeado de todos los edificios principales, pues el mismo puesto ocupaba la plaza pública donde los grandes oradores pronunciaban sus discursos; donde se reunían los soldados si la ciudad era una plaza militar y donde finalmente, se hacían y deshacían las leyes en presencia del pueblo reunido. La ciudad de Bayona (Laburdi), como todas las plazas militares construidas por los romanos, estaba cortada en ángulos rectos por dos calles principales. Casi en el centro se había reservado un pequeño espacio cerca de la Catedral y aquí estuvo la plaza pública que llevó sucesivamente este nombre, el de Plaza del Mercado y Plaza Nôtre-Dame. En ella estuvieron emplazados varios establecimientos públicos entre los que podemos citar el Ayuntamiento, la Picota, el Peso público y una especie de almacén de granos. La primera vez que la encontramos citada es en un establecimiento de 1288 regulando la policía y las licencias del mercado. En esta plaza se ajusticiaba. Otros objetivos tales como el aprovechamiento y la policía del mercado atrajeron la solicitud municipal y la plaza pública se asignó a los vendedores de frutas y hortalizas y toda clase de comestibles incluido el pescado que llegaba por tierra. El establecimiento señalaba como límites, por un lado, la casa capitular y, por el otro, el pórtico de la iglesia de Santa María que está al final de la calle Orbe o de la Moneda. Esta plaza no sufrió grandes modificaciones hasta principios de siglo y todavía quedaban en esta fecha los suficientes puntos de referencia para poder trazar exactamente la línea: a la entrada de la calle de España actual, antigua calle Mayou, en la plaza misma, estaba por un lado la Casa Consistorial y por la otra, unida a la catedral, la casa capitular. La puerta de entrada de los canónigos daba acceso a los claustros primitivos y daba frente a la gran puerta del ayuntamiento. Por el otro lado de la plaza, se podían ver las torres y las murallas del Château-Vieux cuyo aspecto no estaba desfigurado enteramente por la manzana de altas casas que surgieron más tarde. Una fila de casas que iba desde los muros del castillo a la orilla, determinaba dos calles, la de Castets y la del Puerto de Castets. Para ir de una a otra de estas calles, había que pasar bajo la bóveda de las murallas de la ciudad, situada en la parte baja de la calle Platería de principios de s. XX. Allí se elevaba la torre que Eduardo concedió a Jean de Viele a su vuelta de Aragón y en un lado de la plaza la Picota levantaba su puntiagudo tejado. A mediados del s. XVIII, es decir, hacia 1750, la plaza pública poseía, salvo algunos pequeños detalles, el aspecto que ofrecía a principios de siglo. Sin embargo, había ciertos detalles, como hemos dicho ya, que han desaparecido en nuestra época.