Sailkatu gabe

PESCA MARÍTIMA EN EUSKALERRIA

Puertos pesqueros.
Desembocadura del río Bidasoa. Este río penetra en el mar entre Fuenterrabía y Hendaya, formando en la barra un extenso arenal al cual sirven de remate la playa de la histórica ciudad al O. E. y la de Ondarraiz al E. A poca distancia de la barra, en dirección al mar, se halla el puerto conocido hoy con el nombre de Asturiaga, cuya existencia figura de muy antiguo, puesto que en el privilegio de fueros y términos concedido a Fuenterrabía por Don Alfonso VIII de Castilla el año 1203, se habla ya de él al concedérselo a la citada población. El monte Jaizkibel, en su remate por el lado que mira a Francia, termina en dos brazos de escarpadas rocas que penetran en el mar un centenar de metros. Al brazo del lado Norte, que se halla hacia el mar y que es el más largo, llaman los naturales Amuaitz o Erdiko punta, y al otro que se encuentra más cercano a la barra, Usando y también Oskiroz. La ensenada que se forma entre las dos peñas mencionadas, es la que constituye el puerto de Asturiaga. Colocado este puerto a pocas brazas de la barra expresada, que en muchas ocasiones del año es intransitable por el peligro que ofrece el paso de las embarcaciones por ella, parece destinado por la providencia para que al abrigo de este refugio halle amparo el cansado marinero que, al llegar al fin de su jornada, se encuentra con que la barra no se puede atravesar, a causa de la valla que se levanta al chocar las tempestuosas olas del Cantábrico con las turbias aguas que los días de crecida arrastra el río Bidasoa, ordinariamente tranquilo. Así lo debieron entender los antiguos habitantes de esta ciudad, puesto que, aparte de la mención que se hace en el privilegio citado, y que prueba la consideración en que se tenía su existencia, consta que en épocas posteriores se han realizado trabajos con el objeto de utilizarlo a los fines expresados, y se han proyectado otros que, por su magnitud sin duda, no se han llevado a cabo. Vemos que al principiar el año 1699, reunido el vecindario en Consejo general, el Ayuntamiento le hizo presente las muchas penalidades que sufría la clase pescadora por el mal estado del canal y los inconvenientes de la barra, y la necesidad de que se acudiese a su remedio. «Y así bien se les propuso a dichos vecinos, se dice en acta de 25 de enero del indicado año, como en tiempo de invierno por no poder salir con chalupas por la barra por ser mala perdían los vecinos de esta villa mucha pesca, así de mielga y sardina, y para el remedio de ella convenía como antiguamente solía estar capaz el puerto de Astubiaga con planchada de madera y cabrestantes y agora estaba todo deshecho y que haciéndose en dicho puerto de Astubiaga algún edificio y reparo y abrigo para chalupas y pescadores para recoger y abrigar y dende allí así bien para poder socorrer y amarrar las naos y pinazas que vinieren a la concha, así de naturales como de extranjeros, porque haciéndose capaz el dicho puerto de Astubiaga pueden salir de él y entrar con comodidad lo que no podían hacer estando como está ahora la barra y porque había noticia que antiguamente había puerto en la dicha Astubiaga y ahora por el beneficio tan grande que a los vecinos de esta villa se les redundaba, les parecía se debía hacer una planchada de madera cruzada y enclavada con cabillas de madera y en los cuadros echar sus losas de piedra para que la mar no le moviese y pudiese estar estante, y que la dicha planchada estuviese como en bajamar y pleamar pudiese encallar cualquiera chalupa y que arriba de la planchada en lugar conveniente se pusiesen los cabrestantes necesarios para poder encallar las chalupas y que desde la isla que estaba en la dicha Astubiaga hasta el certán a la parte hacia el castillo, se procurase cerrar de piedra porque no entrase la tiraña y que en el certán o la dicha isla, se hiciese una casa baja con un tejado muy capaz, donde pudiesen poner y asistir y vivir y recoger los argadizos de red y aparejos de pescar y navegar y ellos recoger y guarecer a las noches con comodidad». Al chocar las olas, los días de temporal, contra la peña de Amuaitz que, como se ha dicho, forma al lado Norte del puerto citado, siguen trazando un medio círculo que llega hasta la barra misma, haciendo peligroso el paso por dicho punto; al temporal de esa parte designan los naturales con el nombre de la peña misma, diciendo: Amuaitza dago, que equivale al reina el Amuaitza. Pero lo bueno del caso es que al tropezar el mar contra la citada peña, los días de temporal, las olas que se levantan impetuosas con su cresta de blanca espuma, van desapareciendo paulatinamente al rodar en dirección a Hondarribia, para reaparecer con igual fuerza en la barra, al chocar con las aguas del Bidasoa. Y aquí vamos a relatar el medio ingenioso de que se valen los pescadores de esta ciudad para sortear el peligro que ofrece el paso de la barra, cuando el temporal no es tan rudo que haga de todo punto imposible la salida de las embarcaciones de pesca. Soltadas las amarras, se encaminan las lanchas ría abajo en dirección al mar, y al llegar al punto desde el cual se divisa el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, situado en el alto del monte Jaizkibel, siguiendo el ejemplo del patrón, descúbrense todos los tripulantes y rezan una salve. Al verse próximos a la barra, detiénense, y esperan a reunirse en número bastante para que puedan auxiliarse unos a otros en caso de tiri-bira, que es como llaman ellos al hecho de volcar la embarcación y ponerse quilla al sol. Cuando ya se han juntado varias, acércase una de ellas a la raya, donde se encrespan las aguas al chocar las del mar con las del Bidasoa, y aguarda a que haya un momento de relativa calma, para remar con ímpetu y atravesar la barra en el menor tiempo posible. Para ello el patrón, puesto de pie, cuenta en su lengua y en voz alta las olas que se producen en la peña de Amuaitz, bat, bi, iru: una, dos, tres, y aguarda sereno a que las mismas olas se reproduzcan y rompan en la barra a pocos metros de donde él está. Ya sabe que después de aquellas no habrá otras en la barra, hasta que lleguen las nuevas que se formen en Amuaitz, y espera impertérrito a que haya un intervalo bastante largo entre las que se han deshecho a sus pies y las que se producen nuevamente en la peña citada, lo cual a veces tarda bastante, porque las olas se suceden sin cesar. Llegado el momento propicio, lanza el patrón el grito de ea mutillak: ala, muchachos, y se hunden todos los remos en el agua para hacer un supremo esfuerzo, y avanza la lancha sobre la temida barra, donde se bambolea peligrosamente a merced de las espumosas aguas, muy movidas todavía a consecuencia de los últimos choques. Las familias de los tripulantes y los curiosos que observan intranquilos desde tierra las sacudidas que recibe la embarcación, que sube y baja juguete de las olas, fíjanse en las maniobras de los marineros y en el empeño que ponen, a pesar del confuso vaivén de las aguas, para evitar que la lancha se coloque de costado y pueda ser volcada por un golpe de mar, y de pronto la ansiedad del público se calma al ver que la lancha ha rebasado la línea escabrosa y aparece salva y segura en el lado opuesto de la barra. Allí espera balanceándose bruscamente a que otra chalupa atraviese la barra para ayudarle en caso de necesidad, y cuando la segunda ha llegado a su lado, ésta se queda esperando a la tercera y la primera prosigue su marcha mar adentro, para dedicarse a las rudas faenas de la pesca. De este modo, con lanchas de auxilio colocadas en los dos lados de la barra, van atravesando ésta, una a una, todas las embarcaciones pesqueras surtas en la ría.

En la parte N. del puerto de Asturiaga, al doblar el monte Jaizkibel, está el cabo Higuer, que se halla unido a la pequeña isla de Amuko por arrecifes que se descubren en bajamar. En la parte de Francia se ven dos peñascos llamados Tumbas, y, mar adentro, en frente de los mismos, unas rocas o bajios que se conocen con el nombre de errutas. A esta parte de la mar, del mismo modo que a la ría, consideraban los de Hondarribia de su exclusiva pertenencia en los tiempos antiguos a que nos hemos referido, y, por tanto, solo ellos se utilizaban del pescado que aquí hubiese. Hoy, en cambio, conforme con los tratados internacionales, esta zona de la rada de Higuer, al igual de lo que hemos dicho antes al hablar del Bidasoa, se ha repartido y pertenece en España a los habitantes de Irún y Hondarribia y en Francia a los de Urruña, Hendaya y Biriatu, con la circunstancia agravante de que la parte señalada a éstos, es mucho más extensa que la reservada a los primeros en términos que apenas si les queda a los de Irún y Hondarribia una cinta angosta de agua contra las peñas del Jaizkibel, donde poder dedicarse a las faenas de la pesca, por cuya causa se ven precisados a invadir la zona francesa, estimulados por la mayor cantidad de pescado que afluye a ella. He aquí los nombres de los pescados que se cogen en la rada de Higuer: Cabras marinas, que aquí llaman krabas; berdeles, chicharros, congrios, chipirones, jibias o chibias, mujiles o corrocones, lamotas, lubinas, berberines, platiyas o platusas, lenguados, barrados, pesetas, alosas o kolakas, anguilas, gallos, zakarallos, sabias, musatas, doncellas, auokerras, neskazarras, katuarraias, muturmotzas, musarras, ostegos, zarakonchas, anchoas, sardinas, cangrejos, agujas u oratzas, doradas, mujoles, pulpos, lampernas, muskillos, tramanas, tollas, mazoplas, amundietas, durdos, fanecas, andesas, alakuas, kakajalias, pespelanta o pez alado, salmones, truchas, bobas.

Hondarribia. Ha quedado muy reducida la importancia de este antiguo puerto. Sus condiciones actuales son negativas. El fondo de la ría es muy variable, desde quedar en seco a formar pozas, que, como la del puerto internacional, tiene más de 5 m. en bajamar equinocial. Hay una Hermandad de Mareantes, con 70 socios, que vendió el año 1914 por valor de 87.982 pts. de pesca, y la Cofradía de Mareantes de San Pedro, con 126 socios, que vendió, durante el mismo período, por valor de 192.232 pts. de pesca. Funcionan, en Hondarribia, los astilleros de Aseguinolaza (Senen) y cuatro factorías de salazón y conserva. Orio. La principal industria de este puerto es la pesca. Cuenta con 13 vapores, 2 motores y unas 40 embarcaciones de vela, todas ellas dedicadas a aquella faena. El número de pescadores es, próximamente, de 200. Existe en Orio una Cofradía de Mareantes que cuida de los asuntos pesqueros. Funcionan ahí los astilleros de Mutiozabal (Antonio) y tres fábricas de salazón y conservas.

Getaria. La industria principal de este puerto es la pesca. Su utillaje comprende 11 embarcaciones de vapor y 80 de vela, con un total de 200 pescadores. Cuida de las faenas de pesca la denominada cofradía «El Cano». Durante el año 1914 vendió esta cofradía 248,375 pts. de pesca. Existen en la villa 31 fábricas de salazón y conservas. Las condiciones del puerto son muy medianas. Al pie de San Antón hay una dársena con boca de 9 m. de ancho. Queda toda ella en seco en bajamar viva. El fondeadero está al abrigo de San Antón; allá hay fondeados cuatro muertos para amarrarse los buques. Las embarcaciones pequeñas pueden fondear por la parte de tierra de los muertos; los que no calen más de 4,5 m., en 8,5 por el E. del muerto del S., y los buques mayores, en 13 m. a unos 300 al E. del citado muerto. Recientemente fue declarado Guetaria puerto de refugio, haciéndose en él obras para prestar abrigo a las embarcaciones de pesca que en él se refugian huyendo de los tiempos del cuarto cuadrante, los más temidos en esta costa.

Zumaia. Muy limitada importancia acusa el renglón de la pesca en este puerto. La Cofradía de Mareantes de San Telmo, que cuida de esa industria, vendió, en 1914, por valor de unas 24.000 pts. de pesca. Hay en esta villa cinco fábricas de salazón.

Mutriku. Es la industria de este puerto, fundamentalmente, la de la pesca. Cuenta con 8 embarcaciones de vapor, 40 de vela de altura y unas 60 costeras, con un total de 400 pescadores. Atiende a esa actividad la llamada Cofradía de Mareantes, integrada por 396 socios. Durante el año de 1914 vendió esa sociedad pesca por valor de 165.000 pts., y en la costera, de bonito, 17.000, en los puertos de Asturias. Funcionan en Mutriku tres fábricas de conservas. La industria de construcciones navales la ejercen, con éxito, las casas Egaña (Pedro) y Zumalabe (Cesáreo).

Evolución de la flota pesquera de altura del puerto de Pasajes (Gipuzkoa) entre 1923 y 1947.

El suministro anual que necesita es en este último año de: 54.000 toneladas de carbón, 27.000 de gasoil, 8.400 de fuel-oil, 800 de lubrificantes, 90.000 de hielo, 800 de redes, hilos,... etc. 700 de sisal y 400 kilómetros de cable de acero.

Años N.º
embarcaciones
Toneladas
reg. bruto
Caballos
de fuerza
Pescado
capturado
Valor en
pesetas
1923

1930

1940
1941

1942
1943
1944
1945

1946
1947
(hasta junio)
Bous: 23
Parejas: 10
Bous: 23
Parejas: 54

Bous: 10
Parejas: 58



Bous: 6
Parejas: 101

Unidades: 217



10.361


12.227






25.036






19.662






48.886



14.000
21.000

22.000
15.000
8.000
16.000

39.000
48.000
21.000



40.000.000
58.000.000

77.000.000
52.000.000
30.000.000
55.000.000

125.000.000
180.000.000
105.000.000