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Pamplona / Iruña. Historia

Los testimonios de los autores clásicos sobre Pompaelo son escasos, los textos la citan solamente de paso, ya sea en forma descriptiva como Estrabón, administrativa como Plinio, o simplemente como un punto de los itinerarios de Antonino o el Anónimo de Rávena. El geógrafo Estrabón en su Geographika, al describir las ciudades situadas entre el Ebro y los Pirineos, menciona a Pompelon como la ciudad de Pompeyo, por lo que resulta verosímil relacionar la estancia de Pompeyo en territorio vascón y la fundación de la ciudad. Plinio cita a los Pompelonenses como estipendiarios entre los pueblos del Convento Jurídico Caesaraugustano y para Ptolomeo Pompelon es una de las quince ciudades vasconas. Dentro de los Itinerarios, el de Antonino redactado entre los años 280 y 290 d. C nombra a Pompelone como mansión de la vía 34 De Hispania in Aquitania, ab Asturica Burdigalam.

El Anónimo de Rávena describe la vía de comunicación entre Caesaraugusta y Pompaelo, citando las mansiones de Seglan, Carta y Terracha: En época posterior, San Isidoro relata que (hacia 466) los visigodos tomaron Pamplona, Zaragoza y ciudades vecinas; del mismo modo Gregorio de Tours nos refiere que Childeberto I, señor de Aremorica, y Clotardo I, señor del reino franco, atravesaron los Pirineos (entre 511 y 561) y tomaron Pamplona. No sabemos ciertamente qué papel tuvo en los primeros tiempos cristianos; lo que sí podemos afirmar es que sigue conservando su carácter de capital, pues fue en época visigoda sede episcopal y las firmas de sus obispos aparecen en varios concilios toledanos y cesaraugustanos.

Se conserva una sola inscripción en estela funeraria procedente de Pompaelo. Por otra parte, el C.I.L. recoge tres inscripciones sobre láminas de bronce, hoy perdidas, que fueron halladas en Arre, localidad próxima a Pamplona. Dos de ellas corresponden a la renovación y suscripción de pactos de hospitalidad (hospitium) entre la ciudad de Pamplona y varios personajes. La primera, en forma de jabalí, ha sido fechada en el año 57 d. C. y la segunda en el año 185 d. C. La tercera inscripción se fecha en el propio texto el 7 de octubre del año 119 d. C., aludiendo a un iuridicus de la Citerior Claudios Quartinus, dirigiendo un rescripto a los duoviri de Pompaelo. Por otra parte, en tres inscripciones procedentes de Tarragona se hace referencia a un Flamen y una Flaminia originarios de Pompaelo.

La inscripción de la sacerdotisa ha sido datada en el 172 d.C. En la tercera inscripción tarraconense aparece el nombre de C. Cornelius Vallus, pompaelonense. Finalmente, fuera de Hispania existe una estela funeraria, procedente de Dax (Francia) dedicada a Aemilius Placidus, originario de Pompaelo. En cuanto a los testimonios numismáticos, tanto la ceca ibérica de Ba(r)scunes-Bengoda, como la de Bentian se han considerado situadas cerca de Pamplona. La leyenda Bengoda en el anverso de las monedas, podría corresponder al nombre de la ciudad y Ba(r)scunes, en el reverso, aludiría a la tribu.

Aportación de las excavaciones arqueológicas a la topografía de Pompaelo. Pamplona, considerada ya en época de Estrabón como "la ciudad principal de los vascones", no había sido objeto hasta el año 1956 de una excavación sistemática, reduciéndose el conocimiento de la ciudad romana a las escasas citas de los autores antiguos y a los hallazgos esporádicos que proporcionaban las reformas de algún edificio. Entre ellos hay que destacar el hallazgo en 1895, al hacerse las obras para la conducción de aguas del manantial de Arteta a Pamplona, de una necrópolis, excavada a continuación por F. Ansoleaga y J. Iturralde y Suit, miembros de la Comisión Provincial de Monumentos. La razón de esta ausencia de excavaciones ha sido sin duda el hecho de que en Pamplona existe una superposición de la ciudad medieval y moderna sobre la romana, siendo muy difícil encontrar lugares para efectuar un sondeo arqueológico. Las excavaciones realizadas hasta ahora se han situado dentro de los departamentos catedralicios (1956, 1965, 1971, 1972 y 1980); en la Plaza de San José (1971), junto a la fachada norte de la Catedral; en el convento e iglesia de San Fermín de Aldapa (1977 y 1983) y, finalmente, en un solar de la calle Dormitalería (1984). Todos los hallazgos antiguos han sido efectuados en el montículo que se alza sobre el Arga, con un pronunciado desnivel en su límite Nordeste que ha constituido siempre la defensa natural de la ciudad.

La localización de la ciudad romana dentro del perímetro de la actual Pamplona se puede deducir no sólo por las excavaciones realizadas, sino también porque todos los hallazgos casuales se han efectuado en la zona de la Catedral, calles de Navarrería y Curia y San Fermín de Aldapa, es decir, en el pequeño montículo, cuyos puntos más elevados son la Catedral y el Palacio de los Virreyes. Por otra parte, se han realizado prospecciones en lugares de la parte medieval de la ciudad, todas ellas con resultado negativo, ya que se han hallado solamente materiales medievales y modernos. Así pues, creemos que puede intentarse una reconstrucción hipotética del perímetro de la ciudad romana, que tendría por límite Noroeste, el corte perpendicular sobre el río Arga. Otro de los límites sería al Sur, la vaguada que constituye la bajada hacia el río y, finalmente, por el Oeste, atendiendo a la topografía del terreno, creemos que partiendo de la defensa natural que constituye el ángulo Noroeste, ocupado por el antiguo Palacio de los Virreyes, seguiría por las cotas altas de las calles del Carmen y Navarrería, para enlazar por Chapitela y Plaza del Castillo con el límite sur.

Resulta inaceptable la descripción que se hace de la ciudad en el texto que bajo el título de De Laude Pampilone epistola y como de tiempo de Honorio aparece en el Códice de Roda, ya que da a Pamplona una extensión de 120 hectáreas, con un recinto jalonado por 67 torres. Es posible que las cifras dadas en el Códice de Roda no sean totalmente imaginadas sino más bien, como indica Taracena, que fuera aplicada con ligereza, a Pompaelo, la descripción de las fortificaciones de alguna gran ciudad de Gallia. Por el momento, con los datos seguros que poseemos hemos de pensar que el perímetro de Pompaelo, en su más amplia extensión urbana, no debió sobrepasar el de la ciudad de la Navarrería durante la Edad Media, teniendo unos 500 m. por 300 m. de ejes máximos, es decir, unas 15 hectáreas.

En las excavaciones realizadas en el Claustro de la Catedral en 1980 se descubrió un lienzo de muralla, en el límite Este de la ciudad, que pudo fecharse en el siglo IV. Finalmente, observando la topografía de esta zona y los hallazgos efectuados, sabemos que la parte alta del montículo no sólo estuvo ocupada por la ciudad romana sino que con anterioridad se asentó el poblado prerromano, del que hemos encontrado abundantes restos cerámicos. Basándonos, tanto en los lugares de estos hallazgos, como en las características topográficas de dichos poblados prerromanos, suponemos que ocuparía el pequeño cerro de la Catedral y calles proximas, quedando fortificado en su parte Norte y Este por el corte sobre el río, y en su parte Sur y Oeste con alguna fortificación artificial que seguiría aproximadamente la cota 447.

En Pamplona, como en otras muchas ciudades de Hispania, hay una superposición de la ciudad medieval sobre la antigua, y una primera labor consiste en intentar, a través del sistema urbano de aquélla, la reconstrucción de la estructura de la ciudad romana. Esto ofrece en Pompaelo una especial dificultad por la conocida destrucción masiva de la Navarrería en 1276 por el ejército francés, apoyado por el Burgo de San Cernin y la Población de San Nicolás. Al reconstruirse la Navarrería en 1324 se ordena expresamente que se tracen calles rectas, por lo que se pudiera pensar que, prescindiendo de lo anterior, se trazó una estructura distinta. Sin embargo, se sabe también que cuando se reedificó la Navarrería, incluso antes del Privilegio de 1313, el rey Luis I autoriza la reedificación de todas las casas propias del Cabildo, tal como estaban antes de la ruina de la Navarrería. Por ello, la nueva estructura de 1324, salvo algunas correcciones, no sería muy distinta de la antigua, conservándose el trazado romano.

Partiendo de los datos proporcionados por los hallazgos antes mencionados y teniendo en cuenta las características topográficas del terreno y la estructura de la Navarrerría, proponemos la siguiente configuración de la red viaria de Pampaelo. La actual calle de Dormitalería sería el cardo maximus que llegaría hasta el Portal de Francia, al norte, siendo una de las puertas de acceso a la ciudad en época romana, y por el sur, hasta la vaguada que desciende hacia el Arga. El decumanus maximus seguiría una dirección análoga a la calle Curia, desde la zona más elevada del promontorio que domina el río, al Este, hasta enlazar con el resto de la meseta de forma suave ya que no existe ningún obstáculo natural. Hay que mencionar también el cardine hallado en el Arcedianato que enlaza con otro tramo encontrado en la Plaza de San José, y que sería paralelo al cardo maximus. Esta vía norte-sur debió construirse en el siglo I, con un enlosado tosco. Su anchura es de cuatro metros y sobre ella aparece una nueva pavimentación, de mediados del siglo II, con losas de gran tamaño y muy bien realizado. En un momento posterior se lleva a cabo un tercer empedrado, peor ejecutado, síntoma de la decadencia urbana. En la zona donde se cruzan el decumanus maximus con el cardo maximus, que coincide con la actual Plaza de la Catedral, se encontraría el foro, insinuado por el hallazgo de edificios públicos como el macellum.

En relación con la localización del templo o templos dedicados al culto romano, que por lo general estaban en el foro, nada ha quedado demostrado. Han aparecido fragmentos de basas, fustes y capiteles, siempre en hallazgos causales. No obstante, si tenemos en cuenta la tradición cristiana de levantar una iglesia sobre el lugar ocupado por un templo pagano, quizá no sería arriesgado pensar que el de Pompaelo se encontrara en el emplazamiento de la primitiva catedral románica. La posibilidad de que existieran unas termas públicas en Pompaelo se deduce de los fragmentos de mosaicos encontrados que representan figuras marinas como el hipocampo. Este motivo decorativo era frecuente en los establecimientos termales. El nombre de Rúa de los Baños de la antigua Navarrería quizá recordase su existencia. En cuanto al macellum o mercado, consta de un patio porticado rectangular (de 20 m. por 15 m.) del que se conservan los apoyos de algunas columnas, restos de pavimento de una de las tabernae y la planta, al fondo, de un edificio cuadrangular con amplia entrada y columnas delante.

Respecto a los edificios privados que hemos podido conocer a través de las excavaciones, se han identificado varias plantas de viviendas, aunque ninguna en su totalidad. En la zona excavada en 1956 aparecieron varias habitaciones de forma rectangular, pavimentadas con lajas de piedra. En conexión con ellas se encontró también un praefurnium comunicado con un hypocaustum. Por los materiales aparecidos puede fecharse en el siglo II. El aparejo utilizado en estas edificaciones es opus caementicium, que formaría el zócalo sobre el que se asentarían las paredes de adobe. Este último extremo ha podido comprobarse en el estrato de destrucción. También se han encontrado diversos tipos de pavimentos pertenecientes a viviendas. El más antiguo, de opus signinum, siglo I a.C., formaba un rectángulo de 3,82 por 6,90 m. Su composición es geométrica y presenta dos partes bien diferenciadas: una de ellas está compuesta por rombos, y la otra está formada por meandros. Otro tipo de pavimento estaba formado por argamasa lisa y sin decoración alguna fechada por los materiales arqueológicos en el siglo IV.

Próximo a los anteriores se encontró un pavimento de opus tessellatum, muy fragmentado, de una anchura de 6 m. con dos tipos de decoración muy diferenciados. Su datación es también clara en el siglo IV. Restos de otra casa se encontraron en el Convento e Iglesia de San Fermín de Aldapa. Se han podido identificar dos habitaciones pavimentadas y un pequeño compartimento que mide 1,60 por 1,10 m., realizado en argamasa hidráulica con baquetón en el ángulo formado por el suelo y paredes, una de las cuales se halla atravesada por un tubo de plomo. Una amplia zona se hallaba decorada con mosaico de dibujo geométrico en blanco y negro. Se ha localizado también una zona de hipocausto. Por todo ello podemos suponer que se trata de la parte dedicada a termas de la vivienda. Finalmente, procedentes de antiguos hallazgos en Pamplona, hay varios mosaicos conservados en el Museo de Navarra, unos enblanco y negro con representaciones de muralla almenada, figura de un hipocampo, parte del abdomen y una pata de otro hipocampo o tritón y lo que pudiera ser la cola de un monstruo marino, así como un único fragmento polícromo con las figuras de Teseo y el Minotauro.

La necrópolis de Pompaelo debemos suponer que se encontraba próxima a la de época visigoda al sur de la ciudad y fuera de las murallas, pues es sabido que los romanos enterraban a sus muertos al exterior del recinto urbano porque impurificaban. Entre los materiales de la necrópolis recuperados a fines del siglo pasado hay algunos anillos y cuentas de collar, vidrios y fíbulas que pueden fecharse en época romana. El lugar del hallazgo fue el término de Argaray, que se encontraba entre las actuales calles de Arrieta y Amaya. En el Libro Becerro del extinguido Convento de los Agustinos, que se conserva en el Archivo de la Catedral, hay una descripción del siglo XVII que dice: "En el término de Argaray u Obietagaña, de esta ciudad". Es sumamente interesante, ya que el significado de Obietagaña, parece ser "sobre sitio de tumbas". Con su raíz latina "obi" y el sufijo vasco "gaña", que equivale a encima, arriba, sobre, es decir, que desde antiguo se conocía la existencia de una zona sepulcral en este lugar.

De las noticias muy sumarias de la publicación se deduce que las tumbas no estaban alineadas regularmente, encontrándose en un estrato formado por arcilla roja y cantos rodados a unos 50 0 60 cm. de profundidad, pudiendo localizarse hasta cien enterramientos. El tipo era una fosa excavada en la tierra, revestida en sus cuatro lados por lajas de piedra de 4 cm. de grueso, sirviendo otros semejantes de cubierta de los mismos. Su longitud variaba entre 80 cm. y 2,10 m., su anchura unos 60 cm. y su profundidad 50 cm. Todos ellos se encontraban en dirección E-O con la cabeza en Poniente y la posición del esqueleto era decúbito supino. Entre los restos de los ajuares figura una abundante colección de broches de cinturón y otros objetos de adorno personal, así como cerámicas que deben fecharse en los siglos VI y VII.

Pompaelo es mansión de las vías romanas. Estrabón la cita al referirse a la vía:

"que parte de Tarracon y va hasta los vascones al borde del océano a Pompelon y a Oiason alzada sobre el mismo océano. Esta calzada mide dos mil cuatrocientos estadios y se termina en la frontera entre Aquitania e Iberia".

Del mismo modo el Itinerario de Antonino cita a Pompaelo como la décimoctava mansión al describir la vía de Astorga a Burdeos, pasando a la Gallia por el Summo Pyreneus (Ibañeta). Por ello es evidente que desde Pompaelo partía una vía hacia la Gallia, cuya salida debió ser la puerta norte del cardo maximus, coincidiendo exactamente con el llamado Portal de Francia, que fue también salida de la ciudad medieval. Esta vía está jalonada de puentes en las cercanías de Pamplona, tales como el de la Magdalena, el de San Pedro, el de Arre, que aunque hoy presentan un aspecto claramente medieval, no es aventurado suponer que siguen una tradición más antigua, ya que son los lugares más adecuados para atravesar el río Arga que rodeando a Pamplona forma amplios meandros.

La salida por el sur y especialmente por el este de la ciudad romana, según la reconstrucción de su perímetro coincide, asimismo, con puertas medievales de la ciudad de la Navarrería durante la Edad Media. La puerta del decumanus maximus sería la de salida a la vía Astorga Burdeos descrita en el Itinerario de Antonino y a la citada por el Ravenate, que comunicaría Pompaelo con Caesaraugusta. También siguiendo su posible trazado hemos podido encontrar un puente, poco utilizado y que por ello conserva una estructura más cercana a su posible origen romano. Se trata de un puente, cerca de Cizur, que atraviesa el río Sadar, afluente del Arga.

A través de la cartografía y de la fotografía aérea del territorio que rodea a Pamplona, hemos establecido los siguientes hechos: en primer lugar, la existencia de una serie de caminos, paralelos entre sí, cuya separación coincide con los módulos romanos y que podrían interpretarse como restos de las limitationes romanas. En segundo lugar, estos trazos se presentan paralelos o perpendiculares a las vías públicas halladas en las excavaciones de la ciudad. Tercero: la zona urbana de Pompaelo ocupaba aproximadamente una cuadrícula, siendo el trazado de sus vías principales los ejes de dicha cuadrícula. Cuarto: Por todo ello podemos decir que a ambos lados de la vía que parte del decumanus maximus de Pompaelo, pueden detectarse algunos restos de la posible centuriación del Ager publicus.

En relación con este tema hay que tener en cuenta también el término cendea que actualmente corresponde a una división administrativa que comprende varios pueblos. Este nombre parece derivarse de centenam o centuria, como ha señalado J. Caro Baroja, compuesta por la población de varias fincas o fundi; Idoate, sin embargo, da un origen vasco a la palabra cendea como agrupación de pueblos. También cabe señalar la existencia de numerosos pueblos cercanos a Pamplona (en un radio no superior a 20 kms. aproximadamente) que presentan en su nombre el sufijo -ain o -ano, que se ha interpretado como una derivación del latín -anus y que puede referirse al nombre del primer adjudicatario del, fundus.

Respecto a los datos cronológicos que han aportado las excavaciones, tenemos en primer lugar el hallazgo de numerosos fragmentos de cerámica prerromana, tanto lisa como decorada, incisa y excisa, que documentan la existencia de un poblado anterior. Los hallazgos se han efectuado en Zonas muy localizadas, que posiblemente coinciden con fondos de cabañas, si bien no hemos hallado ningún resto de edificación de esta época. Este poblado prerromano presenta unacultura material de tipo hallstático que supone la presencia de pueblos indoeuropeos que se trasladan de uno a otro lado del Pirineo con todos sus elementos materiales y, por tanto, con todo su patrimonio cultural. La llegada de los romanos, probablemente con motivo del campamento de invierno de Pompeyo en el año 75-74 a.C., confirió mayor importancia a este núcleo primitivo convirtiéndose en el centro y capital del territorio vascón.

Sabemos que Pompeyo estaba ya en la Península Ibérica en el año 76 a.C. dispuesto a hacer frente y arrebatar a Sertorio su supremacía sobre gran parte del territorio peninsular, que se extendía desde el Guadiana hasta el Pirineo. Aquél comenzó su avance por la costa oriental siendo derrotado en la ciudad de Lauro, próxima a Valencia. Dando por perdida la región se retiró, en el invierno del 76 al 75, al otro lado del Ebro, aunque parece que no acampó en la costa sino en el interior, entre el Ebro y los Pirineos, ya que dependía de la Gallia para su aprovisionamiento. Aunque la ubicación de su campamento es difícil de precisar, parece lógico pensar que éste se encontraría en el Pirineo Occidental, dado que en la zona central las comunicaciones presentarían más dificultades debido a las mayores alturas y a la nieve. Posiblemente, Pompeyo decidió retirarse al territorio aliado de los vascones, donde pasó el invierno del 75 al 74 a.C.

El lugar elegido sería una ciudad vascona donde recibiría el trigo de Aquitania y que a partir de ese momento tomaría su nombre. El hallazgo de cerámica de importación (Campaniense A tardía y B) denota la presencia de gentes venidas de Italia, que bien pudieran ser soldados o comerciantes que solían acompañar a los ejércitos, en unas fechas comprendidas dentro de la primera mitad del siglo I a.C. Se han hallado también varios elementos arquitectónicos fechables antes del cambio de Era, tales como el hermoso pavimento de una habitación, del tipo llamado "opus signinum". En el siglo I se puede fechar un edificio construido con grandes sillares en sus ángulos y fachada, con columnas delante de la entrada, parte de la cual no ha podido descubrirse por quedar bajo un edificio catedralicio.

También parece pertenecer a esta época el sistema de cloacas descubierto en 1965 y que quizá marcaba el límite sur de la ciudad en aquel momento. Otro hecho importante ha quedado demostrado: uno de los momentos más florecientes para el urbanismo de la Pamplona romana, tiene lugar durante el siglo II construyéndose la red viaria urbana. Hay que señalar que en toda la zona excavada en las proximidades de la Catedral aparece una capa de incendio, que documenta una destrucción masiva en el siglo III, coincidiendo posiblemente con las primeras invasiones, fecha también de la destrucción de la primera villa de Liédena. La tercera fase de reconstrucción de la ciudad romana la encontramos documentada en una serie de muros muy toscos, de aparejo irregular, en el que se intercalan tambores de columnas y restos de edificaciones más ricas, anteriores, que son reaprovechadas en los siglos IV-V, fechables tanto por su aspecto exterior, típico de fines del Imperio, como por los materiales hallados en la cimentación de dichos muros, dentro de los que abundan las monedas de varios emperadores de esta época, la sigillata hispánica tardía y la cerámica gris estampada.

Finalmente, en las excavaciones de 1965 se encontraron en el estrato IV, broches de cinturón, anillos y otros materiales que demuestran de modo indudable que la ciudad de época vascona se asienta en esta zona, aunque falten en gran parte los estratos correspondientes, por haber sido arrasados al igualar el terreno para construir la Catedral. Estos escasos datos aportados por la arqueología vienen apoyados por las fuentes que nos indican la presencia de tropas romanas en Pompaelo en el siglo V para la defensa de los pasos occidentales. Sin embargo, por sus tierras atravesaron los nuevos invasores (suevos, vándalos y alanos) y, cuando ya ningún indicio quedó de la autoridad romana, sería atacada por francos y visigodos. Durante el reinado de estos últimos fue sede episcopal.

Los hallazgos de las excavaciones nos documentan un intenso comercio con la Gallia e Italia, quedando Pompaelo dentro de las corrientes artísticas y comerciales del mundo romano. En este sentido hay que citar la importación de cerámica campaniense de tipo A tardía y B, fechables en la primera mitad del siglo I a.C., que puede interpretarse como el primer contacto con gentes venidas de Italia, soldados y mercaderes, coincidiendo con la época atribuida a la fundación de Pompaelo. Correspondiendo a la época de Augusto son significativos los hallazgos de sigillata aretina que se impone como vajilla de mesa en todo el Imperio. También se ha encontrado cerámica gálica de alfareros como Nvmvs, Ivlivs, etc. que trabajan en Montans, al otro lado de los Pirineos, hacia los años 30-40 dC. y de La Graufesenque (a la que corresponde la marca de alfarero Severi, de la época Nerón-Vespasiano), lo que significa que había un comercio no solamente local sino que estaba en relación con otras partes del Imperio, sobre todo con la próxima Aquitania a través de la vía directa desde Pompaelo.

Este dato viene confirmado por los hallazgos de sigillata hispánica, tanto en St. Jean le Vieux (Imus Pyrenaeus) como en Dax, donde apareció una inscripción referida a un Pompaelonensis. Por lo tanto, además del intercambio comercial debió existir un considerable tráfico de personas entre ambas vertientes del Pirineo. Otros restos cerámicos de esta época son los vasos de paredes finas y las lucernas. Junto a estos hallazgos aparecen también monedas de Caesaraugusta, de la tercera época de Tiberio, de Claudio y de Nerva, y abundantes objetos de metal, tanto de adorno (fíbulas, broches, anillos, etc., todo ello en bronce) como instrumentos (agujas, cucharitas, ganchos, punzones, etc., también en bronce), fragmentos de hueso (agujas y punzones), de vidrio (platos, vasos, jarritos) y otros (fusayolas, discos, conchas de mar, etc.), que son un pequeño indicio del tipo de vida que llevaban los habitantes de esta ciudad y evidencian la influencia romana.

Debido a la actividad predominantemente agrícola de la zona que rodeaba a Pompaelo, suponemos que ésta se constituyó en centro de intercambio de los productos agrícolas y hortícolas de todo el contorno, y también de los productos ganaderos que llegarían de zonas algo más alejadas. Buena prueba de ello es la existencia de un macellum o mercado público que serviría para este menester. En cuanto a la actividad industrial podemos señalar la fabricación de sigillata hispánica, como lo evidencia el hallazgo de moldes, tanto en la Zona de la Catedral, como en la de la excavación realizada en 1984 en la calle Calderería. Esta producción alfarera hay que fecharla a partir del siglo II. Entre las marcas de alfareros encontradas cabe destacar la de Mahtei, of Tital y otra en la que se lee Imp. Esta producción serviría para cubrir las necesidades de cerámica fina que tendrían los habitantes de la ciudad.

Respecto al status jurídico sabemos por Plinio que los Pampelonenses eran estipendiarios y estaban incluidos en el Convento Caesaraugustano, perteneciendo, por tanto, a la provincia Tarraconense. Este status suponía la condición peregrina de sus habitantes que no disfrutaban de los derechos de la ciudadanía romana, seguían rigiéndose por su derecho consuetudinario y tenían que pagar a Roma un tributo. Sin embargo, aunque Plinio se refiere a ellos como populi, en la inscripción más antigua de las encontradas en Arre (del año 57 dC.) ya se menciona la civitas Pompelonensis, y la del 119 d.C. se dirige a los duoviri de Pompaelo lo que indica que nos encontramos ya ante un municipio. El problema estriba en establecer el momento en que le fuera concedida esta categoría. Quizá tuvo lugar como consecuencia del Edicto de latinidad de Vespasiano que en este caso se aplicaría a una civitas en la que ya existía un cierto grado de urbanización y organización favorable a su incorporación al Imperio con todo derecho. Este grado de vinculación al Imperio viene dado también por la existencia de pactos de hospitium y de hospitium y patronatus en los siglos I y II.