Pintoreak

Olloqui Rueda, Antonio

Como pintor de óleos se mueve en unas coordenadas comunes a las de otros compañeros de posguerra. Exhibe interés por el paisaje norteño de la provincia; también le atrae el litoral costero vizcaíno. En 1958 descubre la luminosidad mediterránea a través del paisaje de Ibiza, isla en la que veranea desde entonces todos los años en una casa de su propiedad: en Santa Eulalia.

En marzo de 1950 colabora con otros pintores vitorianos en una curiosa y subversiva iniciativa: la "I Exposición Fantasma", también llamada de Pintura Cerebral. En Galerías Mendoza (Dato, 23) se agruparon obras -treinta y cinco, según catálogo- con una temática ciertamente siniestra: símbolos mortuorios, calaveras, máscaras y caretas, brujas, personajes deformes, galeones fantasmas, etc. Colgó Olloqui la composición Fuegos fatuos (La danza macabra).

Por estas fechas, hasta mediados de los cincuenta, aparte de paisajes, ejecuta un lote muy personal de cuadros provistos con una cierta carga surreal, en los que rechaza o se distancia de las representaciones más convencionales. Ahonda, quizá, en ensoñaciones, en intentos por descubrir otras realidades de más compleja transcripción: El restaurante, Serenata, Evocación...

Como pintor cuenta en su haber con dos exposiciones individuales: la primera, en las Galerías Mendoza, del 10 al 20 de abril de 1952; la segunda, en los Salones de Cultura de la Caja Municipal (calle Olaguíbel, núm. 6) durante la primera quincena de noviembre de 1963.

En Galerías Mendoza expuso un total de diecisiete cuadros, con temática y técnica variadas. Pretendía testimoniar entonces sus múltiples capacidades con el retrato, la composición de figura, el paisaje, la marina y las panorámicas urbanas. Ya en su segunda muestra desaparece la disparidad de conceptos y criterios. Aboga por una mayor cohesión en cuanto a temas y estilo. Exhibió treinta cuadros tratados a la aguada en blanco y negro: escenas de Ibiza (Plaza de la Catedral, Calle Alta, Barrio Bajo...), Castro Urdiales (puerto), Villarreal de Álava/Legutiano (hayedo), Aramaio (panorámica del valle desde Cruceta), Mendoza (Casa-torre), así como distintos rincones de los cantones y calles gremiales del viejo Gasteiz y Estella.

Participa en la I Anual Plástica de Vitoria (agosto, 1964) con media docena de obras: El Portalón, Mercado, Ullibarri Gamboa Castro Urdiales..., y un retrato de su hija. Repite experiencia en la III Anual Plástica (1966) con tres paisajes de Berrosteguieta. Con el lienzo Síntesis ibicenco, concurre a la IV Bienal de Pintura y Escultura de Zaragoza (1967).

Antes de acabar la década, del 13 al 23 de febrero de 1969, mandará a la I Bienal de Arte Provincial (alavés) los trabajos Franqueo infinito y Adaptación. En realidad dos esmaltes a fuego, disciplina con la que desarrollará desde entonces un largo peregrinaje con nutridas intervenciones públicas. Iniciará una obstinada lucha por difundir los valores artísticos del esmalte a fuego, prestigiando la modalidad.