Lexikoa

NOBLEZA

Modos de obtener la nobleza. Durante la Edad Media y Moderna, como hemos visto, la nobleza podía obtenerla cualquiera por medio de carta o real patente.

En la Navarra nuclear medieval, reino en el que el trasiego de razas y culturas fue más frecuente, el método de obtención fue por lo general, más flexible que en la periferia guipuzcoana o vizcaína en la que el asentamiento de poblaciones diferentes a la nativa era más raro. En gran parte de la primera podía ser infanzón cualquier extranjero varón que se domiciliara en Navarra con caballo y armas. Dice Yanguas que «se les daba el término de un año y un día para hacerse con dichas prendas, y entre tanto no pagaban pechas ni contribuciones, aunque debían ir a la guerra con pan de tres días; si no cumplían con lo referido quedaban reducidos a la clase de villanos, pagando dos sueldos cada año al señor (Fuero de Sobrarbe de Tudela, art. 5)». También disfrutaban de nobleza -añade- los moros, pues obtenían mesnadas de los reyes que jamás se daban a los villanos». Durante el s. XVII se constata en Navarra un movimiento de compra de títulos y de palacios de cabo de armería por parte de familias enriquecidas en el comercio de Indias, en la administración o por vía matrimonial. Un método más tardío de acceder a la hidalguía fue también la obtención de la vecindad forana (Floristán Imízcoz, «P. de V.», 1985) consistente en «participar como vecinos en uno o más pueblos distintos del de su residencia y gozar en todos ellos de idénticos derechos que los propios «vecinos residentes», en contraposición con los «habitantes» o «moradores», cuyos derechos, pese a ser nativos del lugar y/o poseer bienes raíces, no eran reconocidos de igual forma.

En la montaña y a orillas del Cantábrico, área menos romanizada y más protegida de los vaivenes de la Reconquista, de más intacto sistema de linajes por ello, la integración en la Corona de Castilla -multiracial, racista, y religiosamente intolerante- suscitó una reacción defensiva peculiar, la petición y obtención de una declaración de nobleza universal, suerte de barrera étnica creada para impedir la extensión del fenómeno castellano a estas tierras. La promiscuidad cultural, considerada como factor de fraccionamiento social, fue muy mal mirada y pronto las Hermandades exigieron, como veremos más adelante, severas medidas para preservar lo que se conceptuó como nobleza originaria, suerte de nobleza de sangre que se atribuyó a todos los habitantes de extracción conocida que poblaban el solar cantábrico y que se pidió a los Reyes de Castilla fuera solemnemente reconocida, como lo hizo Enrique IV de Castilla a Guipúzcoa en las Ordenanzas de Hermandad de 1463: «Siendo los naturales originarios y vecinos de esta Provincia todos hijosdalgo, debe procederse en las causas con ellos la atención decente».

Los Reyes de Navarra y de Castilla, los duques de Aquitania y, luego, los Reyes de Francia, concedieron cartas de nobleza por diferentes motivos. Uno frecuente era el de utilizar la concesión como un recurso financiero; las localidades sometidas a régimen señorial fueron adquiriendo a lo largo del Antiguo Régimen, por medio de compra o a través de prolongados pleitos, diversas prerrogativas mediante las cuales fueron eximiéndose de prestaciones y sumisiones personales quedando sólo obligadas de forma económica (Esquíroz, 1977). Otra fue la política de paliar los conflictos sociales. En la exposición de razones de la concesión de la hidalguía colectiva a Lumbier, en 1391 , Carlos III dice obrar «en atención a que entre los hijosdalgo y francos de la dicha villa havia juez, fuero y jurados, murallas con cello y lugar separado como si en dos villas morasen, por cuya causa havia entre ambos grandes pleytos, peleas, devate y muertes, no pudiéndose acordar unos con otros, el vien comun, en manera que la dicha villa estaba desolada, y despoblada, y podría venir en mayor en los tiempos a venir, los hace a los dichos francos hijos dalgo como lo son los de la dicha villa». También se obtiene la hidalguía como recompensa por la fidelidad al monarca: ej. Aoiz en 1424, Alli, Iribar en 1455, Betelu en 1507, al calor muchas veces de las guerras civiles. Miranda de Arga fue ennoblecida por guardar la debida fidelidad a D.ª Catalina I en 1512. Los reyes castellanos premiaron, por su parte, a los adictos suyos. Son pueblos enteros los ennoblecidos, como por ej. Tudela, a cuyos habitantes cristianos hizo Alfonso el Batallador los mejores infanzones de todo su reino a fin de salvaguardar su conquista. También llegarán a serlo valles enteros, algunos como premio por alguna acción, otros como reconocimiento de una tradición que a veces es el oropel retórico con que se justifica una pretensión bajo la cual puede ser que subyazcan otras motivaciones, tanto por parte del receptor como por la del otorgante. La hidalguía colectiva otorgada por Juan II a Aezkoa en 1462 quiere premiar la fidelidad del valle pero va precedida de una tradición al respecto. La decretada por Carlos III para el valle de Larraun salió al paso de la diferencia entre francos e hidalgos (1497). Baztán obtiene la suya en 1440, Salazar la suya en 1566. Ronkal es un caso arquetípico de nobleza universal justificada por medio de una leyenda cuyo núcleo se refiere a un hecho acaecido en el año 860. Ronkal alegó repetidas veces que su nobleza no era de carta sino de naturaleza aunque no despreciara la confirmación regia de tales pretensiones. Caro Baroja («Etnografía..., II) pone este alegato en relación con el que más adelante efectuarán con denuedo las Provincias Vascongadas:«el punto de vista del Roncal en la Baja Edad Mediay a lo largo de la Edad Moderna, es parecido al delSeñorío de Vizcaya, Guipúzcoa y otros países del Nortede la península, en que se defiende la existencia de unanobleza originaria, en la forma en la que en el s. XVIIIexpuso con verbo singular el Padre Larramendi. El casoes que la posición especial de hidalguía del valle se da,según documentos fehacientes y autorizados, en otrosvalles fronterizos, bien sean los que quedan en el Pi-rineo, fronteros al Roncal, bien sean los que quedanen la zona atlántica, bien sean los que limitan con elreino de Castilla por Guipúzcoa y Alava». En el caso de las Vascongadas la leyenda, erigida en dogma, busca su base de sustentación en la existencia de un patriarca, Tubal, antepasado de los vascos, padre de los íberos. Los cántabros, pueblo inconquisto descendiente de aquéllos, habrían conservado no sólo su lengua primitiva (el euskara) sino también su calidad de noble.