Toponimoak

México

  • 1536-1538. Se instala la primera imprenta de México y de América.
  • 1547: Juan de Tolosa y Cristóbal de Oñate fundan un "Real de Minas", y surge la ciudad de Zacatecas. 1550: Francisco de Urdiñola funda Saltillo y otras poblaciones.
  • 1563: Francisco de Ibarra gobernador de Nueva Vizcaya, con jurisdicción sobre los actuales Estados de Sonora, Sinaloa y Durango.
  • 1564: López de Legazpi sale del puerto de Navidad rumbo a Filipinas. 1565: Andrés de Urdaneta establece la ruta de vuelta Filipinas-México.
  • 1566: Gastón de Peralta, Marqués de Falces, tercer virrey, funda el Hospital para convalencientes y ancianos.
  • 1602-1603: Sebastián Vizcaíno explora las costas de California hasta la bahía de San Francisco y funda San Diego, años antes que la refundara Fray Junípero Serra.
  • 1605: Juan de Oñate conquista Nuevo México, funda Santa Fe y San Francisco.
  • 1642: El navarro Juan de Palafox y Mendoza es nombrado virrey de México y al día siguiente arzobispo. En su mandato hizo destruir los ídolos de la antigüedad indígena que se guardaban como trofeos. Saneó la Audiencia y dio leyes a la Universidad. Además había creado y construido la Biblioteca Palafoxiana con 50.000 volúmenes en su mayoría religiosos.
  • 1670: Los indios chichimecas invaden Durango.
  • 1683: El capitán Isidro Otondo organiza una expedición para la conquista de California.
  • 1691: Se sublevan los tarahumaras de Nueva Vizcaya.
  • 1751: José de Borda construye a sus expensas la catedral de Santa Prisca, en Taxco. Se le consideraba el hombre más rico de México. Su hijo regaló a Cuernavaca sus famosos jardines.
  • 1771: Se levantan los apaches de Nueva Vizcaya.
  • 1780: Con objeto de reunir materiales para la Historia General de las Indias, se ordena disponer de la Historia Antigua de la Nueva España, de don Mariano Veytia.
  • 1787: Se establece el Jardín Botánico, nombrándose director a Martín de Sessé.
  • 1808: El virrey Pedro Garibay decreta la prisión y destierro de vasios precursores de la independencia, entre ellos a Martín Azcárate.
  • 1809: El teniente José Mariano Michelena intenta organizar un gobierno independiente de España.
  • 1810: El 16 de septiembre, el párroco de Dolores, don Miguel Hidalgo, lanza su proclama en pro de la independencia. Este acto se registra en la Historia como "El Grito de Dolores". Le acompañaban Ignacio Allende y los hermanos Aldama.
  • 1816: El virrey Juan Ruiz de Apodaca ordena la abolición de la Inquisición.
  • 1816: Aparición de la novela de José Joaquín Fernández de Lizardi El Periquillo Sarniento, la primera novela como tal escrita en México. Se la considera también como la primera costumbrista de América.
  • 1817: El navarro Francisco Javier Mina con un grupo de oficiales españoles e italianos desembarca en el Estado de Tamaulipas. Dice llegar a auxiliar a los ilustres defensores de los derechos del hombre y por la emancipación de los americanos. Fue capturado y el 11 de noviembre fusilado por la espalda.
  • 1821 : El coronel realista Agustín de Iturbide, ya del lado de los independentistas, redacta el acta de Independencia del Imperio Mejicano.
  • 1822: Agustín de Iturbide es proclamado emperador de México.
  • 1823: Levantamiento contra Iturbide que dimite y se va a Europa.
  • 1824: El ex-emperador Iturbide regresa a México. Es fusilado el 14 de julio.
  • 1832: Melchor Múzquiz presidente provisional. 1841: Presidente Javier Echeverría.
  • 1848: Presidente Pedro Mª Anaya. 1851: Presidente Mariano Arista.
  • 1858: Presidente Félix Zuloaga.
  • 1911-13: Presidente Francisco I. Madero. Después de la "Decena trágica" que costó la vida a Madero y al vicepresidente Pino Suárez, la presidencia interina, muy corta, es ocupada por Pedro Lascurain
  • 1913: Venustiano Carranza redacta el "Plan de Guadalupe", proclamándose primer jefe del Ejecutivo Constitucionalista, enfrentándose a Pancho Villa -Doroteo Arango- y a Zapata. Villa logra las victorias de Torreón, Juárez, Tierra Blanca y Ojinaga.
  • 1914: Venustiano Carranza comienza la querella con Pancho Villa. Villa se convierte en el brazo derecho de la Convención. Carranza establece su capital en Veracruz. Villa y Zapata entran en México capital.
  • 1915: el general Obregón toma Puebla y Ciudad de México.
  • 1916: Villa provoca una crisis con la matanza de Santa Isabel y el ataque a Columbres. Nuevo México, y Estados Unidos envía a México una expedición de castigo.
  • 1917: Carranza convoca un Congreso Constituyente en Querétaro. Se elige presidente a V. Carranza que gobierna hasta 1920, año en que muere asesinado. Un año antes había recompensado al asesino de Zapata.
  • 1920: Pancho Villa se acoge a la amnistía de Adolfo Huerta, presidente interino. 1923: P. Villa -Doroteo Arango- es asesinado en Parral.
  • 1966: Doroteo Arango, Pancho Villa, llevaba 43 años muerto cuando el Congreso mexicano decidía que era héroe nacional. Tras enconado debate se ordenó que el nombre de Villa se inscribiese con letras doradas en las paredes de la Cámara de Diputados, junto a los de Francisco Indalecio Madero, Venustiano Carranza, Alvaro Obregón, Emiliano Zapata y otros que llevaban ya mucho tiempo siendo héroes oficialmente.
En este vasto país de 1.972.545 km= los vascos comenzaron a influir ya desde la conquista, insertados en las huestes de Hernán Cortés y en las de Garay, Grijalba y Narváez. En los primeros combates por la capital azteca, ya el vasco Gamboa salva la vida al capitán Pedro de Alvarado, al que encontró a pie, solo, cubierto de sangre, defendiéndose desesperadamente del ataque de los indios. En el proceso que se le siguió por abandono, él mismo relató:

"... fue un milagro poderme escapar, é no lo pudiera hacer si no fuera porque uno de cavallo estaba en la otra parte, que era Cristóbal Martín de Gamboa, que me tomó en las ancas de su cavallo e me salvó".

(González Obregón, Luis)

La presencia vasca, su temprana penetración en los estamentos de la nueva sociedad mexicana es varia e importante. Los recién llegados trataban de implantar las normas de una sociedad europea nacida en el ámbito latino, en la que los vascos pirenaico-cantábricos aportaban algo peculiar: Extremadura, Levante y la inmensa Andalucía muy influenciadas por la cultura castellana y árabe. Navarra, Aragón y Cataluña ya en amplio contacto con la cultura europea. Además, el conjunto de pueblos peninsulares llevaban la experiencia ancestral de la larga y dura lucha por la Reconquista, iniciada por los pueblos pirenaico-cantábricos, y las más recientes de Italia y Flandes. A estos aportes de experiencia habría que sumar los de otra gran fuerza, la mística de la Iglesia con sus miles de misioneros. Los expedicionarios acarreaban un extenso bagaje de normas organizadoras militares, civiles y religiosas.

Además, para sobrevivir, debían organizar la agricultura y la ganadería. Luego el comercio, la industria y las comunicaciones. Militares, religiosos y civiles se dedicaron febrilmente a asentarse y organizar el país en los varios órdenes mencionados, siempre en un medio hostil, en un combate sin tregua. La introducción del caballo marcó una decisiva superioridad sobre los naturales en los combates y fue el fundamento de las comunicaciones. Luego vino la importación del ganado asnal, por sugerencia de Zumárraga, que liberó a muchos indios de su condición de bestias de carga, ya que para paliar la escasez de personal, se inventaron las Encomiendas que convirtieron al indio en propiedad, en auténtico esclavo. La abundancia de minas, principalmente de plata, hizo que se explotara a los indígenas al máximo, causando gran mortalidad. La codicia de los conquistadores se había despertado desde el primer contacto de Cortés y los suyos con el emperador Moctezuma que se había presentado cargado de joyas, donde primaban el oro y las piedras preciosas. El magnate indio, seguro de su fuerza y esplendor, mostró su total falta de penetración sicológica en el carácter de los que llegaban a quedarse.

De la explotación brutal del indio y ante su comienzo de extinción saltó una frase, atribuida al obispo Zumárraga, "indio rico, rey rico", que había incluido en sus alegatos y denuncias ante la corona. A la nueva cultura que se aportaba desde España a los nativos se la había vaciado de su parte más noble, el humanismo. Ante este hecho, surgieron las protestas de los "frailes humanistas": Las Casas, Mendieta, Zumárraga, Garcés, Sahagún y muchos más. Una vez desposeídos de sus tierras patrimoniales, destruida su organización social, los indios, las diversas naciones indias, pasaron a ser masas dispersas y marginadas en su propia tierra. Y de este hecho no escapa ningún país americano desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

La armada de García Jofre de Loayza que superando a duras penas el estrecho de Magallanes, contaba entre sus navegantes a los ilustres Andres de Urdaneta, Carquizano, Elcano, Areyzaga y otros, estaba marcada por el desastre: Muerte de Elcano y Loayza, dispersión de la armada, etc. Urdaneta y Carquizano siguen a las Molucas. Areyzaga, el cura de Zumaya, a bordo del patache "Santiago" arribó a la costa mexicana. El "Santiago" anduvo errante, costeando sin poder desembarcar y sin ayuda de la gente que poblaba aquellos parajes. Al fin, el 25 de julio de 1526, día de Santiago, Areyzaga intentó llegar a tierra metido en un cajón que Zozobró. Cuando luchaba por su vida nadando, cinco indios que lo observaban desde la playa lo salvaron. Y más tarde la gente nativa de aquella costa de Tehuantepec salvó a la tripulación del patache, cuyo capitán era Santiago de Guebara, primo de Areyzaga.

Los informes que Zumárraga enviaba al monarca exponiendo los abusos de los oidores Delgadillo, Guzmán y Matienzo interviniendo en las esferas religiosa, política y civil, desbordando las prerrogativas inherentes a los jueces, eran interceptadas por los esbirros de estos funcionarios. Guzmán y Delgadillo repartieron millares de indios, herraron infinidad de esclavos, vendieron los cargos públicos y atacaron sin descanso a los amigos del extremeño Cortés. Herrar a un esclavo indio o negro, que de las dos clases había, significaba marcarlo con un hierro candente, como al ganado.

"No paraba aquí la desvergüenza de los leguleyos, ya que para relajarse hacían comparecer a las rameras de la ciudad ante ellos y, tras sentarlas en los sitiales del tribunal, fingían juicios. Guzmán, Matienzo y Delgadillo adoptaban el papel de reos y las meretrices el de jueces".

(Germán Vázquez; Antonio de Mendoza; Madrid 1987).

Paralela a estos escándalos llevaban una campaña de difamación sobre la persona de Zumárraga, órdenes religiosas e Iglesia en general, cerca del Emperador, en la corte. El obispo consiguió burlar hábilmente la vigilancia de los oidores por medio de un marino, vizcaíno como él. La documentación que descubría la falacia de los oidores de la Real Audiencia iba en el interior de un pan de cera que el marino ocultó en un barril de aceite. Los papeles llegaron a su destino. En ellos, además de lo expuesto, se sugería la creación de virreinatos para México y Perú. Zumárraga, que sería el arzobispo futuro de México, fue llamado a la metrópoli. Embarcó el 10 de abril de 1532, hace 456 años. Ya en la Corte, rebatió fácilmente las acusaciones contra él, que utilizaban los oidores como escudo protector de sus desmanes. Fueron desposeídos de sus cargos y de sus encomiendas, algunas usurpadas a los Cortés, acabando sus días en la miseria.

El oidor Delgadillo había sido el más virulento. En medio de una función religiosa solemne, en presencia de las autoridades, hizo tirar del púlpito al predicador que le acusaba públicamente de sus crueldades con los indios. La lucha de Zumárraga por los derechos humanos frente a los mencionados funcionarios de la Audiencia culminó los días 4 y 5 de marzo de 1530, cuando Delgadillo y sus esbirros asaltaban el convento de San Francisco, vulnerando el derecho de asilo, apresando a Cristóbal de Angulo, clérigo de corona, y a García de Llerena, criado de Cortés. Los presos fueron llevados en camisa y descalzos a la cárcel pública, donde los cargaron de cadenas y les dieron tormento.

Al día siguiente el obispo de Tlaxcala, Fray Julián Garcés, en compañía de los prelados y religiosos de San Francisco y Santo Domingo "con las cruces enlutadas", se presentaron al obispo de ciudad de México. Tras breve consejo la procesión se dirigió a las puertas de la prisión que trató de forzar. La lucha dialéctica degeneró en tumulto por ambas partes. Cuando esto estaba en su apogeo, el belicoso oidor Delgadillo arremetió lanza en mano a la procesión, dirigiendo a Zumárraga una lanzada que le pasó por debajo del brazo sin tocarle. Ante tan graves sucesos el obispo Zumárraga usó con todo rigor sus armas espirituales. Puso en entredicho a los oidores, amenazando con extenderlo a la ciudad y decretar su cesación a divinis, si en el término de tres horas no restituía los reos y daban condigna satisfacción a la Iglesia. Los oidores no hicieron caso. Al día siguiente ahorcaron y descuartizaron a Angulo y cortaron un pie a Llerena, tras haberle dado cien azotes. La sugerencia del obispo Zumárraga al Emperador Carlos V de crear los virreinatos de Nueva España y Perú fue aceptada. Y nace en las Américas el virrey como alter ego del rey, facultado para decidir por sí y ante sí, sin consulta previa a las instituciones de España. Ya existía el precedente de Cristobal Colón al que, en las Capitulaciones de Santa Fe, los Reyes Católicos le habían concedido el título de virrey-gobernador de los territorios que descubriera.

  • Carta en euskara vizcaíno de fray Juan de Zumárraga desde México

Escrita o dictada el 15 de febrero de 1537. Dirigida a Catalina Ruiz, señora de la torre de Muncháraz en Abadiano-Durango. La señora de Muncháraz era viuda de Iñigo Martínez de Arrázola, pariente del obispo. Cuando Zumárraga escribía esta carta aún faltaban ocho años para que saliera en Burdeos (1545) Linguae Vasconum Primitiae, del navarro Bernat Etxepare.

"En los Textos arcaicos vascos de Luis Michelena podemos comprobar que entre los restos de poemas y documentos que constituyen el más antiguo legado del euskera, ninguno anterior supera en extensión al capítulo de la carta con sus cerca de 400 palabras".

(Euskera XXVI (1981), Bilbao).

No hay noticias del original, pero existe una copia en el Archivo de Indias (Justicia 1011, n.º 2. R. 2) en los autos de un pleito que Sancho García de Larrazabal, sobrino de Fray Juan, seguía en Madrid contra Hortuño de Avendaño. La traducción del capítulo que está en vascuence la hizo el licenciado Juan Ortiz de Vedia. La carta de Zumárraga se ha calificado como "el documento humano más expresivo que de él poseemos" (Enrique Otte, en Les cultures lbériques en devenir, París 1979). El obispo trata de ayudar a la casa solar de Muncharaz. Al parecer usa el euskara en todo lo referente a sus familiares. Refiriéndose a los regalos enviados hace una advertencia respecto a la gente del pueblo de Durango: "...ene erechian oba da guarda ditean exiljc =en mi parecer es mejor que se guarde silencio. "...envidiac aurqui esango bearr ez tirean gauçaac= la envidia dirá enseguida cosas que no se deben".

Aparte sus asuntos familiares, el obispo se preocupa por lo público "y se muestra la dimensión histórica del primer obispo de México, que se ocupa de pedir a su tierra árboles frutales, lo mismo que recomendar a Francisco Pizarro, entonces apurado por las disensiones y rebeliones de su gente, vascos como el capitán Ochoa de Ribas, "natural de Bilbao", o a Pero Ruyz, hijo de Catalina, la destinataria de la carta" (Otte, op. cit.). Pide que le lleven paños de Durango y una maestra de panadería, para poder tener en México "tan buen pan" o "como en Durango se haze", y un par de "mancebos aserradores", un ballestero y un oficial "que supiese hacer molino". Conmovedora es la confesión que sigue al texto vasco: "Porque se alegre vtra. md. he escrito en el lenguaje olvidado, no como yo quisiera, como pude".

Primer virrey de México. El 17 de abril de 1535, por una real cédula se le nombraba virrey de la Nueva España. Ostentaría la representación del monarca y los cargos de gobernador y presidente de la real Audiencia, entidad hasta entonces despótica y todopoderosa. Mendoza iba investido de poderes casi absolutos. La dotación económica consistía en un salario de ocho mil ducados, moneda de oro que se usó hasta fines del siglo XVI. Este sueldo se componía de seis mil en metálico y dos mil en especies y servicios laborales, que correrían a cargo de indios sujetos a la Corona.

A este monto total había que agregar dos mil ducados más para la guardia personal, compuesta por capitán, veinte alabarderos y diez jinetes. Se le autorizó a importar infinidad de objetos sin pagar arancel alguno. Según inventario realizado en Sevilla, embarcó doscientos libros, infinidad de ropas de lujo, primorosos cueros labrados, seis caballos y veinte esclavos de ambos sexos. Habiendo hecho escala en Cuba, llegaba a Veracruz el 14 de noviembre de 1535. Bajo su virreinato se importaron esclavos africanos para trabajar en las minas de plata, pues sacando a los indios de las tierras se perjudicaba la explotación agrícola y ganadera. Mendoza argumentaba: "...las minas son muchas y muy buenas; vuestra magestad debería mandar traer negros, como tengo scripto".

Entre 1533 y 1534 encontráronse en España Zumárraga y Mendoza, el primero vizcaíno y el segundo de origen alavés. El futuro virrey y su gran amigo Zumárraga gestionaron el establecimiento de una prensa en México capital. Después de largas conversaciones la floreciente casa de los alemanes Jacobo y Juan Cromberger aceptó establecer una sucursal en la lejana Tenochtitlan. Dos años después las prensas y los tipos llegaban a Veracruz, trasladándose de inmediato al palacio episcopal; sin embargo, la empresa no iniciaría su andadura hasta bien entrado el año 1539. El 12 de junio los Cromberger contrataban al bresciano Juan Pablos para que se hiciera cargo de la sucursal novohispana, y al poco aparecía el primer libro americano: Breve y compendiosa Doctrina Christiana en lengua mexicana y castellana, "fruto de los quehaceres apostólico-literarios de Fray Juan de Zumárraga". Germán Vázquez, op. cit. Los libros compuestos y editados por el obispo y luego primer arzobispo de México, además del ya citado, fueron doce. Mendoza solicitó de la Corona la creación de una Universidad en México. Cuando se autorizó ya Mendoza había terminado su virreinato. Y fue el virrey Luis de Velasco el que puso en marcha el proyecto.

La ciudad de México fue, pues, la primera de América en tener imprenta, que se debió a la iniciativa del obispo Fray Juan de Zumárraga. Las obras publicadas en este aspecto fueron doce o trece. Otros editores del siglo XVI en Ciudad de México fueron: Pedro y Melchor Ocharte. Imprimieron Gramáticas, Artes, Catecismos y Vocabularios de lenguas indígenas. En 1690 figura como impresor Martín Gregorio de Zabala. En el siglo XVIII el Ilustrísimo Dr. Juan José Eguiara y Eguren, notable literato y orador sagado, estableció una imprenta para publicar su Biblioteca Mexicana, escrita en latín, de la que sólo apareció el primer volumen, pero se imprimieron otras muchas obras.

En 1813 existía la imprenta de María Fernández de Jáuregui. Felipe de Zúñiga y su hijo Mariano de Zúñiga eran populares por su Guías y Calendarios. A principios del siglo XX aparece el más notable impresor "de que hay noticia", según González Obregón, Juan Bautista de Arizpe. García Icasbalceta, tipógrafo y escritor, realizó ediciones primorosas como los dos volúmenes de sus Documentos para la historia de México y las dos ediciones góticas de una Carta inédita de Hernán Cortés. Por este tiempo se publican también Historia Eclesiástica indiana, de Mendieta, Bibliografía del siglo XVI y Fray Juan de Zumárraga del citado Icasbalceta.

Primera esposa del conquistador de México Hernán Cortés. Era hija de un aventurero vizcaíno establecido en Santiago de Cuba. En vida de ésta, Cortés tomó como concubina e intérprete a una india de Tabasco llamada Malinche, después Doña Marina. Su segundo matrimonio fue con Doña Juana de Zúñiga, de las nobles casas de Bañares y Béjar. El hijo que tuvo con la Malinche, que llevó el apellido del padre, Martín Cortés, fue célebre por el estoicismo con que sufrió los tormentos bajo el virrey Velasco, acusado injustamente de favorecer un movimiento para proclamar rey de México a un hermano suyo llamado también Cortés y heredero de los bienes del conquistador en México.

El túmulo que se levantó en el patio del convento de San Francisco fue obra del arquitecto Claudio Arciniega. El virrey Luis de Velasco ordenó pregonar, veinte días antes, que todos los hombres y mujeres de cualquier estado y condición que fuesen, trajesen luto en muestra del fallecimiento de tan gran monarca. En menos de tres días todos vestían de luto. Comentaba un cronista:

"que parecía imposible haber tantos sastres en la ciudad. Los funerales fueron el 30 de noviembre de 1559. Una inmensa procesión recorrió la ciudad, tras una cruz enlutada iban las autoridades de las tres gobernaciones del país con sus estandartes. Luego los señores de los pueblos y a continuación más de dos mil indios principales y nobles, de cuyo orden guardaban, con sendas varas, los intérpretes de la Audiencia y varios alguaciles".

Seguían las órdenes religiosas, el arzobispo, de pontificical. Detrás los obispos de Michoacán Vasco de Quiroga y el de Nueva Galicia, Diego de Ayala. El pendón de la ciudad, llevado por Bernardino de Albornoz muy enlutado y llevando la falda tendida, maceros, la Real Hacienda, cuyo contador Hortuño de Ibarra llevaba el estoque desnudo en la mano derecha. La corona, en una almohada de brocado, la portaba el tesorero H. Portugal. Francisco Velasco, hermano del virrey, iba solo con el estandarte real y la falda tendida. El virrey Luis de Velasco, con la cabeza cubierta y la falda tendida, cuya punta llevaba un camarero. Seguían los oidores Orozco, Puga y Villalobos. La procesión se cerraba con la caballería, porque la gente que venía detrás, que era mucha, no se entrometiese.

El cronista García Icasbalceta (op. cit) nos dice:

"Sea que los caños de los indios hubiesen quedado muy maltratados con la destrucción casi general de la ciudad para tomarla, o que los españoles no los consideraban suficientes para su objeto, el caso es que desde los principios de la nueva población se trataba ya en el Cabildo -ayuntamiento- de las obras para traer el agua a la ciudad. Así se ve en el acta del 13 de enero de 1525, en que se dio comisión para ello al licenciado Zuazo y al factor Salazar. En 16 de junio se mandó pagar a Rodrigo Paz el importe de las mantas y maíz que había dado a los indios de México, que habían guardado la dicha acequia hasta el día que comenzó a labrar la dicha, e dejó de venir el agua a esta ciudad".

Cuando gobernaba D. Gastón Peralta, marqués de Falces, 1566-1576, se proyectó la traída de agua del manantial de Coyocan. Siendo virrey, gobernador y capitán general el arzobispo D. Juan Antonio Vizarron y Eguiarreta, se reedificó un tramo de 27 arcos del acueducto y se hizo de nuevo la fuente de Tlaxpana, el 5 de mayo de 1737. Juan de Urrutia donó 88.278 duros para la construcción del acueducto de Querétano que lleva agua a la ciudad. Alcanzó a tener 74 arcos de piedra de sillería.

Filipinas-México. El 1.º de junio de 1565 salía de Cebú la nao capitana San Pedro, de quinientas toneladas, al mando de Felipe de Salcedo, joven nieto de Legazpi. La responsabilidad delviaje recaía sobre el cosmógrafo fray Andrés de Urdaneta. Miguel López de Legazpi, que quedaba en Filipinas, subió a bordo acompañándoles hasta una legua de distancia. El 9 de junio llegaron a la mar abierta, saliendo de aquel laberinto de islas que, conservando sus nombres, se llamarían en conjunto Filipinas. Este transcendental tornaviaje abriría, lentamente, la ruta comercial con China. Las sedas de Oriente y la plata mexicana entrarían en un activo comercio. En el siglo XVIII traería el esplendor de Acapulco, ciudad que le levantó una estatua.

Además se aseguraba una regular comunicación con Filipinas, consolidando la obra de Legazpi. Gracias a los conocimientos del régimen de vientos de aquellas latitudes, Urdaneta evitó las calmas tropicales y otros inconvenientes, estudiando los huracanes, dándoles este nombre, posiblemente de un vocablo mexicano. Y ascendió hasta 41 grados y bajando cuanto lo creyó oportuno al sudeste, hasta costear las tierras mexicanas, y desembarcar en Acapulco el 8 de octubre de 1565. Habiendo perdido 18 hombres a causa del escorbuto. Además de Urdaneta y Salcedo, iban a bordo fray Andrés de Aguirre que junto con Urdaneta hizo de enfermero; Rodrigo de Espinosa, piloto mayor; Asensio de Aguirre, escribano de la nao; Esteban Rodríguez, piloto, y Astigarribia, contramaestre. De Acapulco a C. de México fue una continua marcha triunfal, celebrada hasta por los indios que veían cumplirse la anunciada predicción de sus adivinos: "... unos hombres semidivinos llegarían un día por Oriente navegando en casas gigantescas". (Arteche. J.: Urdaneta ).

El primer minero de Santo Domingo y por lo tanto de América, fue Francisco de Garay. Los primeros de México que explotaron las minas de plata en gran escala fueron Cristóbal de Oñate, Juan de Tolosa y Miguel de Ibarra. Oñate con Tolosa e Ibarra fundan Zacatecas el 20 de enero de 1548. El descubrimiento de estas minas y luego las de Guanajuato, pesaron mucho en la economía colonial. Los linajes de Oñate, Ibarra y Tolosa crecen y se alían con otros hasta formar una poderosa capa social que establece los fundamentos del progreso de estas comarcas. Como cobertura de esta zona, una de las más ricas del mundo conocido, estas familias se lanzaron a la conquista de los territorios de Nuevo México, Tejas, California, etc. Juan de Oñate, sucesor de Cristóbal, dejó su recuerdo que aún persiste hoy día:

"Entre Albuquerque y Gallup está el Monumento Nacional de El Morro, formado por una enorme piedra inclinada llamada la Roca de la Inscripción. En 1605, don Juan de Oñate, el primer colonizador de Nuevo México, grabó su nombre sobre esa roca. Desde entonces se puso de moda entre los gobernadores y generales, explotadores y cazadores y traficantes, de grabar su nombre. ¡Y luego los turistas!".

[Ref. H. Allen Smith; ¡Vámonos al Oeste!, Barcelona 1980].

El vascofrancés José de Borda hace una inmensa fortuna en el siglo XVIII explotando las minas de Zacatecas, Tasco y Tialpujahna. Este fenómeno de los vascos mineros ocurría en toda América. En Bolivia, la lucha por la posesión de Potosí, el cerro de plata, entre vascongados y vicuñas, era permanente. En Chile los vascos andan en la riqueza cuprífera. Suenan el socavón Lecaros y el Urmeneta y las minas de los Zuleta, los Aguirre, los Ossa y los Isasmendi.

Descubridor y explorador de las costas de baja y alta California. Comisionado por el virrey Zúñiga para buscar un supuesto estrecho de Anián que unía los dos océanos. En su primer viaje, 1596, reconoció y exploró la baja California e instaló una base en la bahía que llamó La Paz, nombre que aún persiste. La hostilidad de los indígenas y la falta de víveres le obligó, después de varios meses, a volver al puerto de Acapulco. Su segundo viaje, el día 5 de mayo de 1602, saliendo también por Acapulco, con dos navíos y una fragata. Viaje que duró hasta el 21 de marzo de 1603. Es notable el escrupuloso reconocimiento de la costa desde la punta Sur de la península de California, cabo San Lucas, hasta el cabo Mendocino, aguas arriba de la actual San Francisco. Notable fue el número de puertos, bahías, islas y cabos que bautiza y que a través de los siglos siguen conservando los nombres que este navegante les diera.

Levantó cartas naúticas hidrográficas que publicó bajo su misma dirección. Bautizó ciudades como Monterrey y la Paz, ya citada. Y había desembarcado el día de San Diego, 12 de noviembre, según la Relación de Sebastián Vizcaíno:

"... llegamos a un puerto el mejor que debe haber en toda la Mar del Sur, porque además de ser guardado de todos los vientos y tener buen fondo, está en altura de 33 grados y medio, tiene agua y leña muy buena".

Y a este puerto le puso el nombre de San Diego, después de haber celebrado misa en tierra. La huella de este notable marino ha quedado en nombres como Bahía de Sebastián Vizcaíno y Desierto Vizcaíno, en el centro de la península de Baja California.

  • 1535: primer virrey Antonio de Mendoza, andaluz de ascendencia alavesa. Bajo su gobierno, además de la primera imprenta, se estableció la Casa de la Moneda.
  • 1564: Luis de Velasco organizó la expedición de Legazpi a Filipinas: saliendo del

    puerto mexicano de Navidad el 21 de noviembre de 1565.

  • Gastón de Peralta, marqués de Falces, fue el tercero.
  • 1590: Alvaro Manrique de Zúñiga.
  • 1590: Luis de Velasco, 2.° de este nombre.
  • 1603: Gaspar de Zúñiga.
  • En el mismo año ocupa el cargo Juan de Mendoza, que inicia el saneamiento de la capital, mejorando la traída de aguas potables.
  • En 1607, Luis de Velasco, por 2.ª vez, continúa el saneamiento iniciado.
  • 1623-1630: Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereita.
  • 1642: Juan de Palafox y Mendoza, navarro de Cintrúenigo, obispo de Puebla. Ocupó el cargo hasta la llegada del virrey García Sarmiento, conde de Salvatierra en el mismo año de 1642.
  • 1664: virrey arzobispo Diego Osorio de Escobar. Gobernante ilustrado. Ordenó que toda correspondencia llegada a México para particulares fuera entregada sin abrirla.
  • 1716: Baltasar de Zúñiga.
  • 1734: Juan Antonio Vizarrón Eguiarreta, arzobispo de México.
  • 1771: Antonio María Bucarelli y Urzúa.
  • 1798: José de Azanza. Fundó la Escuela Militar. Sofocó la conjura de Pedro Portilla para emancipar México.
  • 1800: Félix Berenguer de Marquina. Descubrió la conspiración de Mariano, indio de Tepic, para restablecer la monarquía azteca.
  • 1803-1808: José de Iturrigaray. Fue derrocado por los españoles-mexicanos capitaneados por el hacendado Gabriel Yermo.
  • 1808: Pedro Garibay, llevado a su cargo por los golpistas contra Iturrigaray. Garibay fue depuesto por las autoridades locales y sustituido por el arzobispo Fco. Javier Lizana Beaumont.
  • 1809: Juan Ruiz de Apodaca. 1820: En 14 de junio de este año, ordena el cese del tribunal de la Inquisición.

Cuando Ignacio de Loyola fue beatificado en 1610 hubo procesiones en la Ciudad de México encabezadas por 150 hombres a caballo, vestidos con suntuosos trajes, vizcaínos, de las personas más distinguidas y ricas de la ciudad. Cuando Ignacio y Francisco Xabier fueron canonizados conjuntamente en 1622 la celebración en la capital desafió a la imaginación. Las joyas y el oro utilizados para engalanar las estatuas de los dos santos pesaron catorce arrobas. Los festejos duraron varios días y hubo desfiles con carrozas que representaban a Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya. Douglass A. William y Bilbao Jon;Amerikanuak. Los vascos en el Nuevo Mundo. Bilbao, 1984. Procesiones. En la Semana Santa de 1728 de la ciudad de México figuraba un cortejo de 16 ángeles. Cada uno llevaba un símbolo histórico. El undécimo ángel portaba las Cadenas del rey de Navarra.

La procesión del Corpus salía también de la catedral. El repique atronador de campanas, el estampido de los cañones y el vibrar de los clarines anunciaban la salida de la procesión. Las calles se cubrían con un toldo de lona que libraba del ardor del sol. El centro de la calle la ocupaban multitud de niños vestidos de ángeles que iban sembrando de flores el trayecto. Un alarde de autoridades con sus uniformes y distintivos, órdenes religiosas, etc., abrillantaban el acontecimiento. El centro lo ocupaba el palio con varas de plata que sostenían próceres eminentes. La custodia era un sol donde reververaban las piedras preciosas, regalo del vasco José Borda, el minero que construiría la catedral de Santa Prisca, en Tazco.

Capitán, 1618-1682. A sus cuidados se edificó la iglesia de San Lorenzo, de la que fue patrón. El 26 de diciembre de 1682 en esta iglesia se le impuso el hábito de Santiago. Debido a su vida ejemplar la ciudad de México le dedicó una calle. El 11 de diciembre de 1676 se produjo un incendio en la iglesia de San Agustín que estaba repleta de fieles celebrando la aparición de la virgen de Guadalupe. En medio del pánico de la multitud surgió el capitán Chavarría que, metiéndose en las llamas, se subió al altar y apareció con la custodia en sus manos llegando indemne a la calle. Murió el 29 de noviembre de 1682, dejando una fortuna de 500.000 pesos.

En la crónica colonial de Valle-Arizpe, La nueva España, en el capítulo El resucitado, aparece el capitán de bandidos

"Antonio de Souza, caballero de la Orden de Cristo hijo del acaudalado don Sebastián de Souza y Ugalde, castellano que fue de la fortaleza de San Carlos de Acapulco, a quien respetaba la ciudad entera -Ciudad de México-, fue detenido con su cuadrilla a raíz del asalto a doña Malvina Unzueta, ... que, de papahigo y con su traje de raja con franjones de plata, regresaba a caballo de su hacienda de la Palmilla, la acometieron los caballos poniendo en fuga a los criados que la escoltaban, con sólo haber matado a uno de ellos, y la despojaron como es natural, del grueso collar de perlas que siempre portaba, de las sortijas que le llenaban de luces sus manos blancas y de sus largos y profusos pendientes de oro de lustre y diamantes sobre rizados favores de seda roja y, claro está, que también se llevaron la mula que traía las apretadas talegas de pesos de una hipoteca que le habían levantado a doña Malvina. (...) dieron muerte a un pobre estudiante pardal que iba en uno de los entoldados carros cantando jácaras con los labios húmedos de vino, ya de regreso a su pueblo, después de haber oído leer los cánones en la Universidad".

La galana pluma de Valle-Arizpe cuenta las peripecias de don Sebastián Souza y Ugalde para libertar a su hijo, pues toda la pandilla había sido encarcelada. Sigamos a Valle-Harizpe:

"Hizo grandes regalos al virrey Laso de la Vega, conde de Monclova; intentó cohechar a los carceleros, a los señores de la Sala del Crimen, a todos los ministros de la justicia les quiso untar las péndolas para que pusieran libre a su hijo. (...) Ante el fracaso de estos medios don Sebastián reunió una partida de desalmados que pegaran fuego a la cárcel para que su hijo se fugara en la confusión. Descubierto el intento y procesado Souza Ugalde se le condenó a destierro perpetuo a Guadalajara, junto con sus cómplices. Su hijo, el bandolero Antonio de Souza, fue condenado a ser degollado públicamente en la Plaza Mayor. Pronto corrió la voz que había muerto en prisión de un violento tabardillo".

Se hicieron funerales de cuerpo presente en la iglesia del convento de Santo Domingo y se le rezó el oficio de difuntos. Esta muerte ocurría el 23 de junio de 1687. Y todo había sido una farsa bien urdida, pues habiéndolo enterrado en Santo Domingo, apareció vivo en Madrid ataviado con ricos vestidos y llevando una vida ostensible de derroche.

La pluma de Artemio de Valle-Arizpe nos la pinta así:

"Doña Francisca de Avendaño era altozana de cuerpo, muy erguida, con fijo mirar de falcónida. El ademán suelto y brioso, la voz de mando. No hablaba doña Francisca sino en tono imperativo".

Faltábale más de la mitad de una oreja, arrancada de un tirón por su padre, "un forzudo y robusto animalote", al querer reducirla a su obediencia. También le faltaba el dedo anular de la mano derecha, donde había llevado una sortija de compromiso que al romperlo se la llevó su galán con el dedo. La enlutada doña Francisca, en su casa de la calle de los Siete Príncipes, llevaba una vida recatada y sencilla. A pesar de su adustez cualquiera que llamara a su puerta recibía atención y ayuda. Socorría también al Colegio de las Doncellas, al de San Ignacio o de las Vizcaínas y a numerosos conventos y centros benéficos. Pero un mal día la benefactora fue arruinada por un "abogado trapacero de los que hay selecta abundancia en la viña del Señor", y que desapareció sin dejar rastro. Además, sus ricas tierras fueron arrasadas por el río, que cambió su rumbo llevándose consigo una sustanciosa renta.

Doña Francisca ya no podía auxiliar a nadie. La que apenas se movía de su mansión empezó a viajar. Volvía con abundante dinero. Se la veía vender preciosas joyas en varias ciudades. Y reanudaba sus ayudas como antes. En ese tiempo la ciudad de México estaba consternada: casi a diario se perpetraban asaltos a trasnochadores ricos. Los hacía parar con cualquier pregunta. El forzudo bandido de un par de puñetazos los dejaba inermes y los despojaba. Los robos en las principales mansiones se sucedían. Los alcaldes de Corte, organizaron una trampa a cargo de un alguacil fuerte, diestro con la espada y el puñal, que se paseara mostrando su indudable riqueza. Por fin, una noche le abordó el robusto salteador preguntándole la hora. El diestro alguacil le respondió con una puñalada mortal. El muerto resultó ser doña Francisca de Avendaño, benefactora de pobres e instituciones en sus días de bonanza y en los de ruina. Por los contundentes puñetazos que asestaba se ve que había heredado la fortaleza racial de su padre.

La Monja alférez llegó a México en 1630, provista de una real cédula de Felipe IV, que presentó al virrey marqués de Cerralvo. Por este documento se le concedía una recompensa por sus servicios, de 500 pesos anuales. Cantidad pagadera en México, Perú o Manila. El virrey le pagó en el acto y la invitó a su tertulia que frecuentó durante varios años y que amenizaba con el relato de sus aventuras. Su vida transcurría entre la mesa de juego, las oraciones y sus no abandonadas devociones. Cansada de esta vida cómoda volvió a su vida aventurera, libre, rica en lances y desafíos. Su fuerte contextura física le permitió aventurarse de arriero, con su recua de mulas llevando mercaderías de Veracruz a México y viceversa, ruta en aquellos tiempos sembrada de peligros.

En uno de sus viajes trasladó a una bella joven desde Jalapa a la capital. A pesar de ser mujer, Catalina se enamoró de la dama. Al saber que iba a casarse con el rico hidalgo Javier de Ordoñez, cayó enferma gravemente. Ya repuesta retó a duelo al hidalgo. Hubo mediadores que la forzaron a hacer las paces, pero seguía con la idea de matar al hidalgo. Un día que la monja alférez se dirigía a un garito por un peligroso callejón vio al hidalgo que, con espada y broquel, se defendía desesperadamente de cinco atacantes que estaban a punto de acabar con él. Viendo aquella felonía, Doña Catalina, con espada y daga desnudas gritó al tiempo que atacaba: -Señor hidalgo, los dos a los que salieren. Llegó gente que levantó a los muertos y heridos. Catalina no esperó que Ordóñez le diera las gracias, gritándole, rencorosa: -Señor hidalgo, ¡como de antes! Volvió a la vida de los arrieros llevando ropas y otros géneros desde Veracruz a México y viceversa. El año 1650 murió en la villa de Quitlanta. Se hizo un suntuoso funeral.

El arzobispo de México don Juan Palafox y Mendoza, navarro de Cintruénigo, pensó poner en su sepulcro un epitafio honorífico y quiso llevar sus huesos a la ciudad de Puebla de los Angeles. En el siglo XVII aparecieron en México varias relaciones sobre la vida de la Monja Alférez, Catalina de Erauso. Una editada por la viuda de Bernardo Calderón, otra por Hipólito Ribera, mercader de libros, en 1653. La otra, Ultima y tercera relación, sin más datos. Y más adelante la conocida de Valle Arizpe, Artemio; incluida en su obra De la Nueva España, pp. 42-60. Otras ediciones mexicanas: la edición de Nuevo León, 1923; L. A. Rodríguez, incluida en Novela histórica americana, 1937. El padre capuchino fray Nicolás de Rentería, siendo seglar, la conoció en Veracruz el año 1645. Entonces se llamaba don Antonio de Erauso, y tenía una recua de mulas en que conducía con unos negros ropa a diferentes partes. Se le tenía por sujeto de mucho corazón y destreza y que andaba en hábito de hombre. Otro contemporáneo decía que había sido retratada por el pintor Francisco Crecencio.

  • P. Juan de Ugarte, jesuita

Nacido en México, de familia vasca, resultó un forzudo de esos que produce la etnia vasca. Le tocó evangelizar, a su modo, en las difíciles misiones de California. Procuró convertirse en un verdadero indio para poder acercarse a ellos. Dotado de una fuerza prodigiosa, realizó todos los oficios, carretero, labrador, cocinero, etc. Un día, a un indio que se burlaba de la fe cristiana, lo levantó con una sola mano y lo sacudió como un guiñapo. Otro día mató un león de dos pedradas, y con él en su caballo, se presentó tranquilamente ante los indios asustados. Más de una vez, al regresar a su cabaña, encontraba su cama acribillada de flechas que le había disparado desde las ventanas. Murió a los 68 años.

[Ref. Vida y virtudes del Venerable Padre Juan de Ugarte, por José de Villavicencio. México, 1752].

  • P. Agustín de Arriola

También vasco-mexicano y jesuita. Evangelizaba a los indios de Sinaloa. Creó una escuela donde enseñaba, además de la prédica del evangelio, lengua española, música, etc. Tras varios años de apostolado quedó ciego. Sus superiores le dieron un compañero y guardián, el vasco José Olavarrieta. Cuando Carlos III expulsó a los jesuitas de España y sus colonias, los PP. Arriola y Olavarrieta se fueron a Italia. Corría la última mitad del siglo XVIII. Arriola murió en Bolonia, tres meses después de Olavarrieta.

[Ref. "La emigración vasca", T. I. Auñamendi, San Sebastián, 1971, por P. Lerande].

  • Martín de Azpilcueta

Misionero en Sinaloa, al oeste de Estado de Durango, en la costa del Pacífico. Por su delicada salud no podía recorrer el inmenso México, predicando a los indios, como eran sus deseos. Pronto fundó un floreciente reducto en Sinaloa. Pero el clima había quebrantado su salud. Y así se vio, durante cerca de veinte años, el impresionante espectáculo de un misionero enfermo organizando alrededor de su cabaña charlas familiares con los indios que acudían a escucharle. Ancianos y moribundos enviaban a sus deudos para pedirle "esa agua misteriosa que extingue las fiebres para siempre". Culminó su labor levantando el primer santuario de América a San Francisco Javier.

Los sambenitos de los penitenciados. El impresor Pedro Ocharte, siglo XVI, es hecho prisionero por el tribunal de la Inquisición y soporta durante años cárcel y tortura. La costumbre de colgar en algunos templos los sambenitos, fue introducida en México. Con el tiempo fueron sustituidos por unos lienzos cuadrilongos a los que se les dio el nombre de mantetas, donde iban escritos el nombre, apellido, delito y fecha de los reos castigados por el Santo Oficio. Las mantetas fueron sustituidas por las tablillas. El P. José Pichardo copió todas las leyendas inscritas en los sambenitos y tablillas que colgaban en el crucero de la Catedral. De la lista del P. Pichardo hemos sacado sólo tres de ascendencia vasca, entre centenares de condenados. Son los siguientes: María de Zárate, natural de la ciudad de México; José Bruñon de Vertiz, presbítero difunto natural de la ciudad de Pamplona Reino de Navarra, domiciliado en este Arzobispado de México. "Hereje Relaxado Iluso en infinitas Herejías". Su imagen fue degradada en estatua año de 1659. Fray Juan Antonio de Olabarrieta, natural de la villa de Munguía del Señorío de Vizcaya. "Deísta ateísta y materialista, reconciliado en persona en beinte y seis de mayo 1803". El escritor José Joaquín Fernández de Lizardi por sus patrióticos escritos.

El virrey Carlos Francisco de Croix Bucareli y Urzúa se enfrenta al Santo Tribunal. Fue un delicado gastrónomo y algo inclinado al buen vino. A los diez meses de haber tomado posesión de su cargo, 25 de junio 1767, mostró su energía cumpliendo la orden de Carlos III, de expulsar a los jesuitas de sus dominios. Y se reveló su audacia el miércoles de ceniza cuando los canónigos, siguiendo la costumbre, se presentaron en el Palacio Real con objeto de imponerle la ceniza. El virrey les hizo guardar una larga antesala. Como respuesta, el Santo Tribunal lo emplazó a presentarse "sin pretexto ni demora", en su sede. El virrey se presentó al frente de un batallón armado y seguido de una batería. Cercado el edificio se presentó ante los inquisidores, y se encaró al inquisidor presidente:

"Ante todo conviene tener entendido que para esta entrevista no podemos disponer sino de diez minutos. Vea V. S. lo que tiene que decirme en este espacio de tiempo, porque si expira antes de que salga a la calle, la artillería que está abocada al edificio empezará a obrar hasta reducirlo a escombros".

El inquisidor y todo su aparato se rindió rápidamente. El virrey que tenía sangre de los Urzúa, con toda calma, llegó a la calle cuando el artillero con la mecha humeante miraba el minutero de su reloj. (González Obregón, op. cit.).

Por encargo del virrey Miguel de la Grua se levantó en la ciudad de México un monumento ecuestre al rey Carlos IV. Hasta que se fundiera el definitivo de bronce se inauguró en madera dorada el día 9 de diciembre 1796. Pero el monumento en bronce no pudo erigirse hasta 9 de diciembre de 1803, siendo virrey José de Iturriagaray, en medio de grandes fiestas populares. El arzobispo vistió a 200 niños pobres, dándoles además un peso a cada uno. Por la tarde del mismo día el oidor Mier les dio un banquete y les llevó de paseo en compañía de su esposa Doña Ana M.ª Iraeta y ésta les regaló un tejo de oro del peso de quince marcos. El canónigo José Mariano Beristain organizó un certamen literario poético cuyos premios fueron de 50 pesos. Asistió el barón de Humboldt que se encontraba en México.

El alférez real a quien tocó hacer la proclamación, se llamaba Manuel Gamboa y tenía paralizada una pierna. Aludiendo a esto y a falta de seguridad de que Fernando VII fuese legítimo, el pueblo colocó un pasquín con este epígrafe crítico en casa del dicho Gamboa que decía: Señor Alférez Real de la pata seca-El que jura con duda ¿qué tanto peca?

En los comienzos del siglo XVIII el hijodalgo navarro Dn. Salvador José de Iturbide con su esposa Doña María Alvarez de Eulate llegaba a México. Su casa solariega radicaba en el reino de Navarra. Este linaje estaba extendido en varias ramas: en Oronoz, Garzain y Buzunaiz, en la parte del Valle de Baztán. Con tesón y constancia la familia Iturbide logró una posición económica desahogada. José de Iturbide y Alvarez de Eulate, hijo de Salvador, casa con Josefa de Arregui y Gaztelu, hermana del canónigo de la Valladolid mexicana. Esta ciudad había sido fundada por Antonio de Mendoza, primer virrey de Nueva España, en 1541. Hijo de José Iturbide fue José Joaquín, que contrajo matrimonio con Josefa de Aramburu y Carrillo. De esta unión nacieron tres hijos: Agustín, Mariano y Francisco, y dos hijas, Josefa y Nicolasa. He aquí el Acta de Bautismo del primero de ellos:

"En la ciudad de Valladolid, en primero de octubre de mil setecientos ochenta y tres, el señor don José de Arregui canónigo de esta Santa Iglesia Catedral, con mi licencia, exorcizó, solemnemente, puso óleo y bautizó y puso crisma a un infante español, que nació el día veintisiete del próximo pasado septiembre; al cual puso por nombre Agustín Cosme Damián, hijo legítimo de don José Joaquín de Iturbide y de doña María Josefa de Aramburu. Abuelos paternos don José de Iturbide y doña Josefa de Arregui; maternos don José de Aramburu y doña Nicolasa Carrillo; fue su padrino el reverendísimo Padre provincial de la provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, Fray Lucas de Centeno, a quien amonestó su obligación. Y para que conste lo firmo. José Peredo. Joseph de Arregui".

A la edad adecuada ingresó en el regimiento provincial de Infantería de Valladolid con el grado de alférez. A los veintidós años, con el grado de teniente, contrae matrimonio con Ana María de Huarte, de rica familia de su misma ciudad, Valladolid, hoy Morelia.

  • Cronología sobre el emperador de México Agustín de Iturbide Aramburu

1783, 27 de noviembre. Nace en Valladolid de Michoacán, hoy Morelia. En el mismo año nacía en Venezuela Simón Bolivar.
1797. Ingresa en las milicias de Valladolid como subteniente.
1805. Matrimonio con Ana M.ª de Huarte.
1808. Se pone a las órdenes del virrey Garibay, tras el golpe de Estado que había depuesto al virrey Iturrigaray.
1809. Participa en la detención de los conspiradores de Valladolid.
1810. 19 octubre. Batalla de las Cruces contras las huestes de Hidalgo, el cura de Dolores. Asciende a capitán.
1812. Derrota a Manco García. Asciende a coronel.
1713. Derrota a Rayón. Asciende a coronel y comandante general de Guanajuato.
1815. Es nombrado comandante general del Ejército del Norte y de las provincias de Guanajuato y Michoacán.
1816. Denuncia de los comerciantes de Guanajuato: es cesado y llamado a ciudad de México. Renuncia al mando y se retira del ejército.
1817. Se establece en ciudad de México.
1820. Es nombrado comandante general del Ejército del Sur.
1821. Día 2 de marzo. Proclama el Plan de Iguala. Iturbide con sus oficiales y soldados, unos dos mil quinientos hombres, juran el Plan. Ante la bandera roja, blanca y verde, que representaban las tres garantías: Rojo, religión; blanco, monarquía, e independencia el color verde. La arenga de Iturbide, impregnada de emoción fue en estos términos: "Soldados: Habéis jurado observar la religión católica, apostólica, romana; hacer la independencia de esta América; proteger la unión de europeos españoles y americanos, y prestaros obedientes al Rey, bajo las condiciones justas. Vuestro sagrado empeño será celebrado por las naciones ilustradas; vuestros servicios serán reconocidos por nuestros conciudadanos, y vuestros nombres colocados en el templo de la inmortalidad". 13 de septiembre: Novella se rinde ante Iturbide. Día 22: Entrada triunfal en ciudad de México. Día 28: Instalación de la Junta de Gobierno.
1822. 25 de febrero: Convocatoria del Congreso Constituyente. 18 de mayo: Iturbide es proclamado emperador. Octubre: Iturbide disuelve el Congreso. Diciembre: Sublevación de Santana y Guadalupe Victoria.
1823. 19 de marzo: Restablece el Congreso y abdica. 11 de mayo: Sale del país. 2 de agosto: Llega a Liorna. 8 de diciembre: viaja a Londres. En carta de Simón Bolibar a José de la Riva Agüero, presidente del Perú, de 4 de septiembre de 1823, dice: "Bonaparte en Europa e Iturbide en América, son los dos hombres más prodigiosos, cada uno en su género, que presenta la historia moderna".
1824. 13 de febrero: Exposición de Iturbide al Congreso mexicano. 2 de mayo: Sale del puerto de Southampton hacia México. 18 de julio: Desembarca en Tamaulipas. 19 de julio: Es fusilado en Padilla. Rehabilitación. En 1838, siendo presidente de la República don Anastasio Bustamante, el Congreso acordó su rehabilitación. El 25 de septiembre, después de solemnísimas exequias, sus restos fueron llevados en una urna de mármol y sepultados en la Catedral, en la capilla de San Felipe de Jesús. Amado Nervo le cantó: "¿Quién borrará tu nombre de la historia sin borrar de tu enseña los colores?" Actualmente sigue vigente en México la enseña que le dio Iturbide.

  • La familia de Iturbide

A la muerte del emperador dejaba encinta a su esposa doña Ana María de Huarte: de su matrimonio quedaban ocho hijos: Agustín Jerónimo, Angel, Sabina, Jesús Salvador, Josefa, Felipe y Juana. El que naciera póstumo recibió por nombre Agustín Cosme. [Alberto de Mestas; Agustín de Iturbide. Emperador de Méjico. Zaragoza-San Sebastián, 1939]. El Congreso mexicano les otorgó una pensión anual de 8.000 pesos, pero manteniendo en vigor la ley que desterraba a toda la familia. El 3 de noviembre de 1833 se levantó la prohibición excepto para el que fue príncipe imperial, Agustín Jerónimo. El 27 de febrero de 1835 se levantó la prohibición que pesaba sobre éste. Sus tierras de Tejas les fueron permutadas por otras en California y Nuevo México. Los Iturbide seguían en Estados Unidos, siendo agregado a la Legación de México en Londres Agustín Jerónimo. Sus relaciones con el libertador Bolibar le llevaron a tomar parte en la batalla de Ayacucho con el ejército libertador del general Suce. Sólo se casaron Angel y Salvador. Hijo de Angel fue Agustín y de Salvador, otro Salvador. Estos nietos del emperador fueron incorporados a la Corte de Maximiliano.

En 1865, preocupado por no tener descendencia de la emperatriz Carlota, y por razones de convivencia con el mundo mexicano, pensó en educar al pequeño Agustín, que contaba dos años, con miras a ser el futuro heredero de la corona imperial. Maximiliano firmó un tratado secreto con la familia Iturbide el 9 de enero de 1865. Se reconocía la dignidad de príncipes a doña Josefa, hija de Agustín I, y los niños Agustín y Salvador. Se contemplaban también diversas pensiones a los familiares. Además sólo se autorizaba la residencia en el imperio mexicano a doña Josefa y los dos niños. Al caer el imperio, Agustín Iturbide sirvió en el ejército mexicano. Publicó una carta en la prensa protestando contra la administración de Porfirio Díaz y fue procesado y condenado a destierro. Terminó su vida profeso en una orden religiosa. Salvador Iturbide casó con la baronesa húngara Mikosch. Murió en 1895, sin descendencia, extinguiéndose la del primer emperador mejicano

Nos referimos a los viajes de estudio por la extensa geografía de Perú, Ecuador y Venezuela para el estudio de las ciencias naturales sobre el terreno, observando bajo todos sus aspectos la botánica, la fauna, las estructuras geológicas, el curso de los ríos, principalmente el Orinoco, fijación de coordenadas, etc. Primero se había presentado a Carlos IV en Madrid, siendo valedor suyo el secretario de Estado Luis Mariano de Urquijo. El sabio alemán llegó a América con los apoyos necesarios ante las autoridades coloniales. La obra de Humboldt, expuesta en sus publicaciones, descubrió a los europeos el hasta entonces hermético Nuevo Mundo. Cuando llegó a México, 1803, con la aureola de sus exploraciones, que se empezaban a conocer, tuvo con él el calor y la ayuda de los geógrafos del país. Y él distinguió, entre todos, a José de Oteyza, joven geómetra, cuyos conocimientos le fueron de gran utilidad.

"Jamás ha sido estudiado hasta ahora el papel que les cupo a los gobernadores vascos de California, a pesar de los numerosos apellidos y nombres vascos que aparecen en los registros comerciales, marítimos y agropecuarios de California. Esos mismos registros muestran cómo muchos vascos ocuparon cargos de relevancia en el gobierno y en las misiones".

(Jon Bilbao. Los gobernadores vascos de California. Boletín del Insitutuo Americano de Estudios Vascos. N.° 81, 1970).

Desde 1792 a 1822, en los 30 años de dominio español, todos los gobernadores fueron de apellidos vascos. El primero fue José Arrillaga, de Aya, Guipúzcoa. En ese tiempo el Padre Francisco Xavier Lasuen, alavés, de Vitoria, presidía las misiones. Diego Borica Retegui fue gobernador en 1794, natural de Vitoria. Su carrera militar en México le llevó a teniente coronel en Nueva Vizcaya bajo el mando del general Jacobo Ugarte Loyola. Borica Retegui, hombre acaudalado, se había casado con la dama vasca María Magdalena Urquidi. A fines de 1799 se trasladó a sus haciendas en Durango (Nueva Vizcaya). Murió en Durango en 1800. Entonces Arrillaga volvió a ser nombrado gobernador interino y el rey de España lo confirmó en su cargo. Murió en 1814.

Le sucedió el capitán Argüello, interino, hasta que el teniente coronel Pablo Vicente Sola fuera nombrado gobernador, en el mismo año, era natural de Mondragón, aunque oriundo de Obanos, Navarra. Este fue el último gobernador de California. Francisco Sola, hermano suyo, había estado en California, como misionero franciscano, falleciendo en México, en 1820, en el colegio de San Fernando. Cuando en 1822 Agustín de Iturbide llegó a emperador de México, Pablo Vicente Sola fue designado diputado de California ante México. Tras la caída de Iturbide, Sola fue depuesto, año 1823. Desde 1822 a 1848, incorporada California a USA, solo los funcionarios nativos de México podían aspirar a posiciones en el gobierno. Así acceden a gobernadores varios hijos de vascos nacidos en México: José M.ª Echeandía, de 1825 a 1831 y Manuel Micheltorena de 1842 a 1845.

Al celebrarse el aniversario de la Independencia del 16 de septiembre de 1810, se designaba un orador oficial para ensalzar la fecha en un lugar público. Esta conmemoración comenzó a recordarse desde 1812. Para esto, Andrés Quintana Roo escribió un hermoso manifiesto con el título de La Junta suprema de la nación a los americanos en el aniversario del 16 de septiembre. Estaba firmado por D. Ignacio Rayón como presidente de dicha Junta y por D. José Oyarzabal, secretario. Los oradores cívicos de ascendencia vasca son numerosos: 1826, Juan Fco. Azcárate; 1827, José M.ª Tornell y Mendívil; 1840, José M.ª Tornell y Mendívil; 1844, Pbro. Joaquín Ladrón de Guevara; 1849, Fco. Modesto de Olaguibel; 1851, José M.ª Cortés y Esparza; 1852, Juan N. Azcárate; 1853, Lic. Gabriel Sagaceta; 1880, Lic. Hilario S. Gabilondo; 1881, Lic. Agustín Arroyo de Anda; 1883, Juan J. Ramírez de Arellano; 1894, Lic. Jesús Urueta. En 1847 no se pronunció el discurso por la ocupación norteamericana de la capital.

En 1806 las fuerzas inglesas fueron rechazadas en Buenos Aires por el ejército y el pueblo. La defensa organizada por el alcalde Martín de Alzaga y Olabarría tuvo éxito. Los ingleses fueron expulsados el día 12 de agosto. Al año siguiente volvieron a la carga y las sangrientas batallas callejeras del 5 de julio, donde los vascos tuvieron un gran protagonismo, impidieron el establecimiento definitivo de Inglaterra en Argentina y Uruguay. Pero toda la América ibérica se alarmó. En México, el virrey José de Iturrigaray y Aróstegui concentró las tropas disponibles, unos 15.000 hombres, en Jalapa y Perote. La noche del 15 de septiembre de 1808 el hacendado Gabriel Yermo, con sólo 300 hombres, pero respaldado por la Audiencia, los grandes comerciantes, la aristocracia criolla y el arzobispado depuso al virrey. Se le acusaba de intentar la independencia de México -Nueva España- y querer proclamarse rey. Yermo colocó en lugar del depuesto a Pedro de Garibay.

Algunos antecedentes de Don Miguel Hidalgo, cura de Dolores, Padre de la Patria. Hijo primogénito de Cristóbal Hidalgo y Ana M.ª Gallarda. Estudió en el Colegio de San Nicolás de Valladolid, hoy Morelia, las disciplinas de la carrera eclesiástica, como en todos sus estudios con gran brillantez. Terminados éstos, con su hermano Joaquín se trasladó a la capital, a graduarse de bachiller en Artes y Teología, siendo graduado en la Real Pontificia Universidad de México. En los diversos exámenes de Miguel y Joaquín Hidalgo en los centros docentes anotamos la intervención de personalidades de ascendencia vasca: Joseph de Imas, Francisco Esquibel, José Ignacio Iturribarria Galardi, Antonio Folgar Amonarriz, José M.ª Fagoaga, Juan Ignacio Gorordogoicoa, Juan José Michelena, Thomas García Arrieta, Juan José Juangorena. El hermano de Miguel Hidalgo, Agustín M.ª Hidalgo, había casado con María Gertrudis Armendáriz. El 30 de octubre de 1805, el ya cura de Dolores, Miguel Hidalgo, bautizó al primer hijo de esta unión, con el nombre de Agustín María, siendo padrino Juan M.ª Wenceslao de la Barquera, a nombre de Joaquín Azpilicueta. El corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, y su mujer Josefa Ortiz eran decididos partidarios de la independencia. Al amparo de la sociedad Academia Literaria se aglutinaban los que deseaban la emancipación. Entre éstos estaban los oficiales Ignacio Allende y Juan Aldama. En contacto con ellos Manuel Iturriaga, que había sido capitular de la catedral de Michoacán. También asistía al cenáculo Miguel Hidalgo, cura de Dolores.

La lucha se inició con el "Grito de Dolores" (16 de septiembre de 1810), protagonizado por el párroco de Dolores don Miguel Hidalgo, acompañado por Ignacio Allende y los hermanos Aldama. Las huestes de Hidalgo fueron engrosando al recorrer los pueblos. Llevaban como enseña el estandarte de la Virgen de Guadalupe, Hidalgo decretó la libertad de los esclavos y sus huestes avanzaron hacia la ciudad de México. Las tropas que defendían la capital les esperaban en el monte Cruces. Disponían de dos únicos cañones que ocultaron en el ramaje. Estaban al mando del teniente de navío Juan Bautista Ustáriz. El camino real mandado por José de Mendívil, jefe del regimiento de Tres Villas, y contaba entre sus oficiales con Agustín de Iturbide que luchó valerosamente salvando la vida de su jefe, montándolo en su caballo cuando caía herido. Hidalgo no pudo entrar en la capital pues tuvo enfrente a militares profesionales.

Nuevas derrotas en Aculco, 7 de noviembre, y en Puente Calderón, 17 de enero, acaban con los primeros insurgentes. Hidalgo y Allende, su lugarteniente, son capturados, en marzo de 1811 y fusilados. Otro cura, don José M.ª Morelos, enarboló la enseña de la independencia y siguió la lucha. Los de su época nos lo presentan como hombre de mirada fija y sombría, y el entrecejo ceñudo; la nariz marcada por el golpe que recibió contra un árbol persiguiendo a un toro durante su vida de campesino. Logró tomar Acapulco y Oaxaca, dificultar las comunicaciones de la capital con Valladolid, Puebla y Veracruz. También logró tomar prisionero al teniente general González Sarabia. Fracasó en la tarea de unificar las partidas y de estabilizar su Congreso. En 1813 incurrió en el error de atacar Valladolid, patria de Agustín Iturbide, donde fue derrotado por éste. Las derrotas se sucedieron y su Congreso de Chilpancingo se veía obligado a llevar una vida errante. El 5 de noviembre de 1815, Morelos cayó prisionero en las cercanías de Coetzala.

Por el proceso previo de la Inquisición se le inhabilita de todo beneficio eclesiástico y se le condena a destierro perpetuo de ambas Américas, Cortes de Madrid y sitios reales, a reclusión en cárcel perpetua a disposición del Inquisidor General. Y al final lo entrega a la justicia secular. Esta lo condena a ser fusilado por la espalda como traidor al Rey "y que separada su cabeza y puesta en una jaula de hierro se coloque en la plaza Mayor de esta capital... y cuya mano derecha se remita también a Oaxaca para que así mismo se coloque en su plaza. Pero dado su carácter sacerdotal fue ejecutado en privado y enterrado con el rito adecuado y sin mutilación alguna. Tuvo lugar el 22 de diciembre de 1815, en San Cristóbal de Acatepec. Se ha dado una importancia capital al "Grito de Dolores". Al parecer se ha buscado, a posteriori, una identidad heroica a la vasta y compleja gestación de la lucha independentista. Y se ha legitimado, aceptando la eclosión temprana de Dolores como el primer paso heroico, de gran gesta, iniciada rudamente por los heroicos curas Hidalgo y Morelos.

Del Padre Jarauta, Torrea, Mendoza, Chico y Aburto. En 1846 el Padre Jarauta era teniente cura de la parroquia de Veracruz. Celedonio Domeco de Jarauta, de origen navarro, había nacido en Zaragoza. Cuando los invasores sitiaron Veracruz tenía 28 ó 30 años.

"Durante el sitio que los americanos pusieron a la plaza, tenía que ser cuando el P. Jarauta trocase los hábitos sacerdotales por los arreos de guerrillero".

[Fco. de Prida y Arteaga y Rafael Pérez Vento; Méjico contemporáneo. Real Academia de la Historia, Madrid 1889].

El general Morales sitiado con los defensores debía enviar ciertos documentos a los agentes de su gobierno pasando a través de las líneas enemigas. El P. Jarauta se ofreció voluntario. Obligó a un jarocho o ranchero conocedor del terreno a llevarle, a través de las líneas enemigas, montado a las ancas de su caballo. No sólo cumplió su misión sino que también armó una guerrilla que hostilizaba constantemente a los invasores. Logró poner bajo sus órdenes a los grupos de los guerrilleros citados, teniendo en continuo jaque a las fuerzas del ejército USA. Con Aburto detuvo cuarenta días un convoy de 4.000 hombres mandado por el general Yhuyt, quitándole caballos, mulas, víveres y cantidad de bastimentos. Hostilizó a las guarniciones americanas de Puebla y C. de México. A pesar del tratado de Guadalupe Jarauta siguió luchando creyendo así obtener mejores ventajas para el Gobierno mexicano. Declarado rebelde fue fusilado por los propios mexicanos. La administración mexicana, cuando se normalizó el país, reconoció los servicios del P. Jarauta y acordó una pensión vitalicia a la madre de este héroe popular que le fue enviada a Zaragoza hasta su muerte ocurrida en 1884.

  • El país de Urbina

En la montaña de Durango, cuando aún no se habían enterado de que había revolución, corrían rumores entre el pueblo: que los federales habían roto el cerco, que Pancho Villa ponía cerco a Torreón y que se acercaban quemando ranchos y asesinando pacíficos; que los gringos habían cruzado el río Bravo; que Pascual Orozco había muerto en Ojinaga; que Pascual Orozco venía hacia el Sur con diez mil colorados y que Urbina saldría para el frente en unos días. Entre el pueblo se hablaba de Tomás Urbina: Un buen hombre todo corazón. Otros: Es muy valiente. Las balas rebotan sobre él como la lluvia en un sombrero; que antes era un peón y ahora es general y hombre rico. Urbina se había apoderado de una inmensa hacienda de millones de hectáreas. Y un día, durante la revolución constitucionalista, se desató la furia anticlerical, que en el fondo era la lucha contra el orden establecido. Sin embargo había quien aprovechaba la revuelta en beneficio propio. [W. Weber, en su México heroico, 1970], enjuicia severamente a Urbina:

"... uno de los más espectaculares saqueadores-chantajistas fue el brutal Tomás Urbina. El saqueo de los templos de Durango, en marco de 1914, suscitó un clamor internacional. Durante muchos de los años posteriores los cazadores de tesoros rastrearon las tierras de su hacienda en busca del enorme tesoro, procedente en gran parte de las iglesias, que según se decía estaba allí oculto".

Vivía en la hacienda de un ricachón que había huido al extranjero. Enfermo y borrachín, en su delirio, intentaba matar a su madre a cuchilladas, pero sus fieles lo impedían. El periodista americano John Reed le conoció de cerca.

  • Los Guereca

Eran gente orgullosa, llena de ambición y afectuosas. El viejo Guereca era un peón de cabello blanco. Había nacido en una de las grandes haciendas mexicanas. Muchos años de espantoso trabajo le habían hecho un hombre independiente, dueño de una pequeña propiedad.

"Tenía diez hijos: muchachas morenas claras e hijos que parecían jornaleros de campo de Nueva Inglaterra".

John Reed, (op. cit.) dice que Longino Guereca, el hijo mayor, era un mozo extraordinario. Estaba orgulloso de no deber nada a la revolución. Al contrario, habían dado todo a los maderistas, sin nada a cambio. Tanto los colorados de Orozco como la chusma de Urbina le había robado los caballos. Gino Guereca, el más valiente de los insurgentes, había muerto en olor de héroe. El pueblo comentaba: Sí, pero se había cargado a seis colorados antes de que lo mataran. En torno a Gino había cuatro o cinco héroes más, con todos sus cartuchos agotados. Guereca murió junto a su caballo de pura sangre.

El insurgente más famoso de México. Conocido por el pueblo como «El amigo de los pobres». Inteligente, astuto y desconfiado. Nunca dormía en su campamento. Al anochecer se alejaba a los cerros y aparecía de improviso en los puestos avanzados para ver si los centinelas cumplían con su deber. Cuando Francisco Madero inició su campaña en 1910 Villa aún actuaba con su banda en los caminos. Se presentó de improviso en El Paso y puso a las órdenes de Madero su audaz banda, sus conocimientos, que no eran pocos, su fortuna que era escasa y su lealtad insobornable. Entró con Madero en la ciudad de México. Derrotó a Pascual Orozco. Huerta, a cuyas órdenes sirvió, intentó fusilarlo acusándolo de insubordinación. Pero Madero que lo conocía muy bien lo salvó. Aprendió en nueve meses a leer y escribir.

En un mes, en las montañas de San Andrés, creó un ejército de tres mil soldados. En dos meses arrojó a las guarniciones del Estado de Chihuahua que se refugiaron en la capital del mismo nombre. A los siete meses y medio había caído Torreón, Ciudad Juárez y era dueño de casi todo el Norte de México. Ante la miseria del pueblo imprimió papel moneda con la firma de los funcionarios del gobierno e impreso en medio de los billetes el nombre de Villa con grandes caracteres. Pagó a sus soldados y repartió billetes entre el pueblo a 15 pesos por persona. Los grandes comerciantes marcaron sus artículos con dos listas de precios: una para la plata y billetes oficiales y otra para la de Villa. Villa paró la maniobra con un decreto que condenaba a 60 días de cárcel al que rechazara su moneda.

Supo salir airoso de este asunto y otros más difíciles. Posiblemente su secretario particular Luis Aguirre Benavides no sería ajeno a esto. El desconocido y "bárbaro" Pancho Villa llevaba en su ejército el único hospital de campaña eficaz, dotado de cuarenta vagones esmaltados por dentro, equipados con mesas para operaciones, con más de sesenta doctores y enfermeras. Los trenes de heridos corrían del frente a los hospitales de base en Parral, Chihuahua y Jiménez. Los federales heridos eran atendidos igual que sus hombres. Delante de su tren de provisiones iba otro tren con dos mil sacos de harina, además de café, azúcar, maíz y cigarrillos para alimentar a la población hambrienta que iba encontrando en sus campañas.

Los Cristeros. Durante su administración se agravó el conflicto del Estado y la Iglesia, al aplicar la constitución de 1917. El 24 de junio de 1927 Calles ordenó que se activasen sus disposiciones antieclesiásticas. A partir del 31 de julio la Iglesia suspendió todos los servicios religiosos en la nación. Y los católicos organizaban el boicot, debiéndose comprar solamente lo indispensable. El 1.º de septiembre informa Calles al Congreso la clausura de 129 colegios y universidades católicas. Seguirían la clausura de todas las casas religiosas católicas, expulsión de sacerdotes etc.

Siguió la resistencia organizando la "Liga para la Defensa de la Libertad Religiosa". Apareció la guerrilla en los Altos de Jalisco encabezada por Anacleto González Flores, que fue capturado y fusilado en 1927. Le sucedió el general Enrique Gorostieta, educado en West Point, con experiencia en el ejército federal bajo su mando. Las guerrillas se conocieron como Ejército de Liberación Nacional. Luchaban al grito de ¡Viva Cristo Rey! y el pueblo los llamó los "Cristeros". Es de notar la ayuda de las mujeres que compraban municiones en pequeñas cantidades y las enviaban a los cristeros de Jalisco en bolsas de comida o cajas de jabón.

Historiador y bibliógrafo vasco chileno, Santiago, 1852-1930. Se consagró a las ciencias históricas intentando llenar las lagunas de la historia y de otras ramas de la cultura. Publica Historia y Bibliografía de la Imprenta en México, 1897. Biblioteca Hispano-Americana de José Mariano Beristain de Souza, deán de la catedral de México. La Imprenta en Mérida de Yucatán (1813-1821). La Imprenta en Oaxaca (1720-1820). La Imprenta en Guadalajara de México (1793-1821). La Imprenta en Puebla de los Angeles (1640-1821). La Imprenta en Veracruz (1794-1821). Termina esta serie mexicana con La Imprenta en México, (1539-1821), obra monumental en ocho volúmenes, impresos entre 1907-1921, registrando 12.400 títulos. Esta obra está calificada como la piedra angular de la historiografía mexicana, sobrepasando ampliamente a sus predecesores.

Ciudad de México 1957, coincidiendo con el primer aniversario del secuestro y muerte de J. Galíndez en Nueva York y Santo Domingo respectivamente. Las entidades republicanas en el exilio, estatales, catalanas y vascas organizaron un emotivo acto conmemorativo. Hablaron el ex-senador mexicano Alejandro Carrillo, Indalecio Prieto, ex-ministro de la República Española, y el delegado del Gobierno Vasco en México José Luis de Irisarri.