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MASONERÍA

Las primeras logias en el Bajo del Adour. El nacimiento de la Francmasonería moderna se sitúa oficialmente en 1717 en Londres. Tres años más tarde (1721) se abría en Dunquerque la logia «L'Amitié et Fraternité», adelantándose sin embargo en recibir sus patentes de reconocimiento por parte de la Gran Logia de Inglaterra, la parisina «Le Louis d'argent». Este hecho jurídico hacía que la logia de París se constituyera en la primera de las logias francesas el 3 de abril de 1732. Procedente quizás de Inglaterra, la Masonería se instalaba en Burdeos en 1735 con la logia «L'Anglaise» la primera del Suroeste francés y un poco más tarde, en 1743, se abría «La Saint Jean» de Bayona, primera logia del Bajo del Adour. Esta y otras logias bayonesas harán espaldas más tarde a la vida raquítica o confusa de las guipuzcoanas, alavesas, vizcaínas o navarras y se erigirán, por su situación geográfica privilegiada y por su sólida raigambre, en el mejor rodrigón que asegure las relaciones con las logias masónicas en general. De entre estas primeras logias bayonesas figuraba «Les Pirenées», establecida en Baquéres de Bigorre el 15 de julio de 1787. Su venerable, el hermano Cratére, harto de los arponazos de la Inquisición española declaraba en su discurso de inauguración, quizás como manifestación de protesta: «en ciertas regiones, y yo lo a afirmo para su vergüenza, la Masonería está prohibida por leyes inspiradas con la superstición y la barbarie. El fanatismo, hijo de la ignorancia, se desliza entre ellas bajo capa de religión y sirve de pretexto sagrado para seguir a nuestros hermanos. Se mira a los hombres que destacan todos los días por actos de justicia y de humanidad, como enemigos del Estado y de la religión». Cratère basaba sus afirmaciones generales no sólo en la emisión de señales de intolerancia lejanas, sino en hechos tristes y desamorados que tocaban de cerca a los miembros de su logia «Les Pirenées». En efecto, una nota unida a este discurso precisaba que el hermano Soubres, tío del secretario de la logia, antiguo guarda del rey de España, había sido detenido tres meses en las prisiones de la Inquisición bajo la acusación de francmasón, habiéndose debido su liberación a la constante intervención del embajador de Francia.