Filosofoak

Maritain, Jacques

Filósofo francés contemporáneo que figura entre los amigos de los vascos con motivo de la guerra de 1936. Nació en París en 1882. Fue educado en el protestantismo liberal por su madre, hija de Jules Favre. Poco tiempo después de haber obtenido el doctorado en Filosofía se convirtió al catolicismo, con su mujer Raissa Oumancoff, hija de judíos rusos.

En el curso de estos años de su vida fueron sus amigos Psichari, Bergson, Peguy y Leon Bloy. Recibió el bautismo en 1960. Bajo la dirección del dominico P. Clerissac dedicó sus afanes al estudio de Santo Tomás de Aquino. Su primer libro, La Filosofía Bergsoniana, publicado en 1914, reacciona de manera contundente y frontal contra el bergsonismo. Con posterioridad ha publicado muchas obras filosóficas, de moral, lógica y metafísica. Antes de aquel libro había escrito un notable artículo en 1910, titulado La ciencia y la razón, en defensa de la inteligencia. Son sus obras más conocidas Primacía de lo Espiritual de 1917; Arte y Escolástica de 1920; Tres Reformadores, Fronteras de la Poesía de 1926; Respuesta a Jean Cocteau de la misma fecha; Religión y Cultura de 1930; El Sueño de Descartes de 1932, Automoderno de igual fecha; Humanismo Integral de 1947, Carnet de Notas y Cristianismo y Democracia de 1943 y El Paisano del Garona, que aún no ha dejado de estimular comentarios y objeciones. Sus colaboraciones en diversas revistas son notorias.

Es Maritain, con Etienne Gibson, el reintroductor del tomismo en Francia y en el mundo de habla francesa, frente a los inmovilistas del tradicionalismo sistemático y a los renovadores de vanguardia y temperamento. Separado del bergsonismo entre los años 1908 y 1910, puede ser reputado como el filósofo de la existencia, ya que no del existencialismo. Sobre el plan político, todos los libros de Maritain giran alrededor de la persona y de la libertad, animando un "ideal histórico de una nueva cristiandad". Desde su conocido punto de vista ha participado en todos los grandes problemas de nuestro tiempo. Maritain es la pluma de filosofía católica más brillante en el curso de varios siglos de historia. Embajador de Francia ante el Vaticano en el primer Gobierno De Gaulle, Maritain, al enviudar, se retiró al convento de los Hermanos del P. Foucauld, donde ha dado fin a su existencia, después de profeso. Fue enterrado en Kolbsheim, Bajo-Rin, junto a su mujer. El lehendakari Aguirre fue su amigo cordial, en París y en Estados Unidos, en el curso de la Guerra Civil española y en el de la Guerra Mundial y con posterioridad. Como escribe Pedro Gringoire, "Maritain había sido, como Bernanos, como Mounier, como el P. Ducatillon y otros prominentes católicos franceses, un defensor abierto de las libertades del pueblo vasco aplastadas por el nazi-franquismo. El gran filósofo tuvo la alegría de volver a Francia liberada. Con motivo de la destrucción de Gernika por la aviación alemana al servicio del general Franco, escribía Maritain: "A los católicos, sin distinción de partido, corresponde levantar la voz en primer lugar para que no se produzca en el mundo el implacable asesinato de un pueblo cristiano. Nada justifica, nada excusa bombardeos de ciudades abiertas, como el de Guernica". Suyas son también estas acusaciones insertas en el prólogo a la obra de Mendizábal Orígenes de una tragedia santa, reaccionando contra los crímenes cometidos en ellos por ambas contiendas, dice:

"Es un sacrilegio horrible matar a los sacerdotes -aunque sean fascistas, son ministros de Cristo- por odio a la religión; y es otro sacrilegio, horrible también, matar a los pobres -aunque sean marxistas, son el pueblo de Cristo- en nombre de la religión. Es un sacrilegio patente quemar las iglesias y las imágenes santas, a veces con furor ciego, a veces, como en Barcelona, con frío método anarquista y odio sistemático; y es otro sacrilegio -en sentido religioso- cubrir a los soldados musulmanes con imágenes del Sagrado Corazón para que ellos de tal guisa maten santamente a los cristianos, y pretender mezclar a Dios en las pasiones de una lucha donde el adversario es contemplado como indigno de todo respeto y de toda piedad. Es un sacrilegio profanar los lugares santos y el Santo Sacramento, perseguir aquello que está consagrado a Dios, deshonrar en la tortura a los religiosos, exhumar cadáveres para hacer chacota de ellos; y es un sacrilegio fusilar, como en Badajoz, cientos de hombres para festejar el día de la Asunción, o aniquilar bajo las bombas de los aviones como en Durango -porque la guerra santa odia más ardientemente que al infiel a los creyentes que no la sirven- las iglesias y el pueblo que las llenaba y los sacerdotes que celebraban los misterios; o como en Guernica, una villa entera, con sus iglesias y tabernáculos, persiguiendo con ametralladora a las pobres gentes que huían. Los horrores rojos, con lo que ellos han revelado de salvajismo, han sido motivo de reiteradas menciones... Los testimonios comienzan a llegar sobre el terror blanco, y lo que ya se sabe permite pensar que ha alcanzado un nivel de crueldad y desprecio de la existencia humana de una rara elevación. En nombre de la guerra santa es llevada a cabo bajo los estandartes de la religión. La Cruz de Jesucristo brilla como un símbolo de guerra sobre la agonía de los fusilados. Y ni el corazón del hombre ni su historia pueden soportarlo. Un hombre que cree en Dios sabe que no hay peor desorden que ése. Es como si los huesos de Cristo, que los reos del Calvario no pudieron tocar, fueran quebrados sobre la cruz de los cristianos".

Fue miembro del Comité de Socorro a los Vascos junto con monseñor Mathieu, obispo de Dax, y Claude Bourdet, publicista. Murió en 1960. Ref. Irujo, Manuel. Nuestro amigo Maritain, "Alderdi", n. 284, mayo-junio de 1973 o bien Escritos en Alderdi 1961-1974, Bilbao, 1981.