Monarkia eta noblezia

Luis I de Navarra y X de Francia Hutin

Reunidos los diputados de las ciudades y villas de Pamplona, Estella, Tudela, Sangüesa, Olite, Puente La Reina, Monreal, Los Arcos, Laguardia, San Vicente, Aguilar, Villafranca, Lumbier, Roncesvalles, Corella, Larrasoaña y Villava, otorgan la tradicional carta de unidad "e jura", cuyo principio y contenido consigna Yanguas de esta manera:

"En nómine de Dios, é de Santa María, é de toda la cort celestial. Esta es la carta de unidat, é jura, que han feito los homes bonos de las comunidades de las buenas villas de Navarra, por eillos é por lures comunidades, por los que hoy son é serán daqui adelant, todas vegadas salvando la fe de la seinoría mayor de Navarra en todo é por todo; eso mesmo los de Pamplona salvando la fe de lur seinor obispo é del arcediano de la Tabla".

Acordaron y juraron que si algún poderoso viniese al reino para hacerles mal, se ayudasen los unos a los otros con todo su poder a defender el reino como fieles vasallos deben facer a su seinor, y a mantener los fueros, privilegios y franquezas, según que cada uno de Nos (decían) somos aforados, costumpnados é privilegiados é afranquidos; y lo mismo si se hiciere fuerza a alguno, dando fiador de cumplir según su alcalde, fuero o la Cort general de Navarra mandare; que cada 4 meses se reuniesen en Olite dos diputados de cada pueblo para tratar de lo acordado y de lo demás que fuere menester; que si alguno faltare a lo pactado pagase 100 sueldos; que si estando reunida la hermandad en cort, algún señor demandare algo, no se le respondiese sin comunicarlo con todos y que la unión durase veinte años".

En junio del mismo año de 1305, las Cortes se dirigen al príncipe, informándole de la difícil situación del reino desde la muerte (1274) de su abuelo Enrique I; le apremian a acudir a Navarra, donde será recibido como rey. La nobleza, encabezada por Fortún Almoravid, alférez del reino, y por Martín Ximenénxiz de Aibar, reúnen a infanzones y villas en Estella el 11 de octubre de 1306, decidiendo guardarle el trono y requerir su venida en el plazo por él prometido, que expiraba el 3 de abril siguiente, bajo la amenaza de que, de no comparecer, "no obedezcan ni consientan en gobernar ninguno, ni en su logarteniente" hasta que el rey jurase los Fueros.