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LOS HEREJES DE DURANGO

Algunos puntos de vista sobre la herejía. Reunidos, no ya a titulo de curiosidad sino como antecedente obligado, los juicios sobre la doctrina de los herejes de Durango que acabamos de enumerar, llega la hora de acometer directamente el problema. Todas las opiniones analizadas adolecen de un mismo defecto de información parcial y limitada. Los datos nuevos que se aducen en los capítulos anteriores permiten colocar la cuestión sobre terreno distinto y bastante más firme que aquel en que se han movido cuantos se ocuparon hasta ahora del suceso y doctrina de los herejes de Durango. Sería tan inútil como improcedente tratar de reducir a un acuerdo las opiniones anteriores. Faltas de base suficiente, se debe prescindir de ellas para interrogar directamente los testimonios dignos de fe y extraer de ellos los datos indispensables para una calificación acertada. La tarea constaría de dos tiempos: primero, recopilar lo que dicen las fuentes y formar con ello un cuerpo de doctrina; después, comparar este resultado con las herejías conocidas para ver con cuáles guarda una mayor relación. La consecuencia final sería definir el valor histórico del movimiento iniciado por fray Alfonso de Mella. Pero aquí acaba nuestro terreno y empieza el de los especialistas en Historia de la Religión. A ellos corresponde la palabra final de nuestro estudio, consagrado a reunir y aquilatar los testimonios históricos sobre los herejes de Durango. Brindamos, pues, el tema a quienes de derecho corresponde, por ejemplo al P. Pou Marti que desde 1919 viene publicando en la revista de los franciscanos, Archivo Ibero-Americano, un documentado estudio sobre Visionarios, beguinos, y fratricellos catalanes; siglos XIII, XV, todavía sin terminar, o a los colaboradores de la científica revista Revue pour l'histoire des religions de Paris. Sólo a título de curiosidad señalaremos algunos aspectos de relieve, que merecen consideración más detenida. Por lo pronto, la gran semejanza entre las alteraciones de Durango y el movimiento de los anabaptistas, cerca de un siglo después (Extensa bibliografía de la Historia del mundo en la Edad Moderna publicada por la Universidad de Cambridge. Edición Española. Tomo III, Barcelona 1914, pág. 675). Tal como se manifestaron en la rebelión de Munster de 1534-1535, los anabaptistas querían volver a la sencillez de los primeros cristianos, declararon la comunidad de bienes y de mujeres, abolieron las distinciones sociales, se alzaron con el gobierno de la ciudad y expulsaron de ella a cuantos se negaban a convertirse, reduciendo a los disidentes por la fuerza. Los orígenes de este movimiento se han atribuido a reminiscencias de la doctrina hussita, pero es lo cierto que con ninguna tendencia anterior guardaba más semejanza que con la doctrina de los herejes de Durango, tal como nos la ofrecen los textos analizados más arriba. Para la génesis del movimiento de Durango será preciso comprobar la cita de Diego en su Crónica de los Dominicos de Aragón, cuando dice que en 1441, el Inquisidor de Aragón y el de Valencia reconciliaron algunos sectarios de Wiclef y que relajaron muchos a la justicia secular para ser quemados. Como una hipótesis para la que no conocemos precedente, cabe insinuar la posibilidad de que la conocida Cruz de Durango, sea un monumento expiatorio, erigido para recordar la represión de la herejía. Como se sabe, es una cruz de trazo gótico con un tambor que lleva el apostolado, encima el Calvario, con el sol y la luna, y a los lados, la Virgen y San Juan; la columna simula el árbol del paraíso, en el que está arrollada la serpiente. Se ha dicho que esta Cruz remonta al siglo XI, pero su barroquismo gótico dice bien por la mitad del siglo XV. En suma las alteraciones de Durango nos ofrecen el ejemplo español de la crisis espiritual de fines de la Edad Media, que sirva de antecedente a la Reforma y cuyos síntomas se acusan por toda Europa. Fray Alfonso de la Mella, pudo ser en España lo que Wiclef en Inglaterra, lo que Juan Hus en Bohemia. Estos otros movimientos encontraron ambiente, arraigaron y han conservado notoriedad. Lo de Durango fue acallado con sangre antes de apuntar la insurrección. Las noticias que se referían al caso fueron cuidadosamente espurgadas o suprimidas, y la memoria del suceso quedó reducida a la escueta mención de la Crónica Real. Tiene un valor extraordinario la indicación sobre la doctrina de los de Durango que encontramos en la Crónica inédita de Diego de Valera cuando dice que algunos quisieron entender la sagrada escritura de otra manera de como la entendieron los santos Padres de la Iglesia. Esto es, con todas las consecuencias, la teoría de la libre interpretación de la Biblia. Por ello, y por la semejanza con los anabaptistas, fray Alfonso de Mella y sus secuaces merecen el título de precursores españoles de la Reforma. J. M. de Garriazo.