Kontzejuak

LIZARRAGA


Urbanismo y construcciones civiles

Lizarraga es un pueblo situado en altura, pues no en vano se halla encaramado en las estribaciones de la sierra de Urbasa. Se dispone de manera un tanto arracimada, con callejuelas que conforman un núcleo algo laberíntico, con la iglesia en la zona más baja del casco urbano. En origen se distinguían dos barrios, que se llamaban, respectivamente "Goiko Karrika" y "Beheko Karrika", aunque la distinción no es hoy tan clara, a no ser por la carretera que parte en dos el pueblo. Faltan pues, aquí, las trazas de planificación que pueden verse en los pueblos situados en el llano del corredor de la Sakana. En su caserío, más nutrido de lo que en principio aparenta, podemos encontrar una mezcolanza de casas tradicionales, edificadas en su totalidad en la Edad Moderna, junto con otras más recientes y que carecen de personalidad, así como casas edificadas en los últimos años en un estilo rústico que tiene al menos la virtud de querer armonizar con la arquitectura tradicional del entorno. Tuvo Lizarraga su palacio de cabo de armería, perteneciente además a la nómina "vieja" original. Ocupa el número 46 del armorial, pero nada queda hoy en su núcleo urbano que pueda ser asimilado con seguridad a dicho palacio.

Junto a la iglesia nos encontramos con una cuidada plaza en uno de cuyos frentes se levanta la antigua casa parroquial, un caserón de buen tamaño hoy convertido en Sociedad "Hazi Iturri", que centra la vida social de Lizarraga. Más adelante, en la calle que arranca del templo, nos encontramos con la casa más interesante del conjunto, llamada en el lugar "Apezenekua" y cuyo nombre, así como la tradición local, denuncian su pertenecía a algún cura o "apaiza". Se trata de un bloque de tres alturas, cubierto por un tejado a dos vertientes, y parcialmente afectado por la construcción de casas más recientes, que se adosan en tres de sus hastiales. Su acceso principal se abre mediante arco rebajado, con un escudete hoy ilegible en su dovela central. La fachada va enlucida, salvo los esquinales y los enmarques de los vanos, entre los que llaman la atención dos ventanitas conopiales simples, de pequeño tamaño, que denuncian la antigüedad de este inmueble, a pesar de las profundas restauraciones. En el frente que da a la calle, de mampostería muy picada y sin enlucir, se abren otros dos arquillos conopiales, así como una ventana de mayores pretensiones, geminada y con dobles arquillos de medio punto. En el dintel se han dibujado tracerías ciegas, y ha perdido su columnita central. En la cornisa que recorre la línea del alero se pueden ver, muy desgastadas, dos gárgolas, una de las cuales parece representar un perro, así como un escudete que lleva labradas las dos llaves cruzadas de San Pedro. Esta casa es la única que, por empaque y visos de antigüedad, pudiera ser identificada con el palacio de cabo de armería del lugar. Su nombre, así como la tradición local y hasta el escudete con las llaves pontificias del alero, no casan mal con la noticia, referida por Martínez de Aguirre y Menéndez Pidal, de que el palacio pertenecía a fines del XIV a un eclesiástico, Miguel de Echarri, vicario general del Obispado de Pamplona hacia 1396. De cualquier manera no se trata sino de noticias muy aisladas e inconexas, y el escudete de la puerta, que pudo haber ostentado las armas del L.A.R.N., es hoy totalmente ilegible.

Algo más lejos puede verse otra casa, también muy arreglada, con fachada enlucida con cadenas de sillar en esquinas y en los enmarques de los vanos. Se abre mediante arco de medio punto sin moldurar y ventanas cuadrangulares en número de cinco. También llamamos la atención sobre algunas de las casas edificadas recientemente, por cuanto muestran una voluntad de ajustarse a la tradición, aunque son denunciadas por la utilización de modernos materiales y por la mayor riqueza de volúmenes tales como cocheras y garajes, cuerpos bajos adosados y pórticos.

Junto a la carretera se conserva un lavadero público, que según reza una placa fue restaurado en "auzolan" hace pocos años. Tiene muros de mampostería muy menuda, sin enlucir, y va totalmente cerrado para protegerlo de las inclemencias del tiempo, salvo unas ventanas con enmarques de cemento, necesarias para dar luz al interior. Se cubre con tejado a dos aguas.

Ermitas

Nos consta la existencia de cuatro ermitas en su término, que el visitador Igual de Soria inspeccionó en 1797. Se trata de San Miguel, San Martín, San Adrián y San Donato. La ermita de San Miguel se encuentra en la salida del pueblo hacia Urbasa. Lleva planta simple rectangular salvo un ensanchamiento en la cabecera, que termina en testero recto. Los muros van enlucidos y se abren mediante una única ventana en la cabecera. La puerta se ubica en el lado de la Epístola, con arco de medio punto, y junto a ella una pila aguabenditera. Se cubre con tejado a dos aguas. Lleva un retablo de un estilo barroco muy popular, cuya imagen titular barroca y del siglo XVII ha sido trasladada a la parroquia.

La ermita de San Martín se encuentra en la carretera que conduce a Bakaiku. Lleva planta rectangular con testero recto, muros enlucidos con cadenas de sillar y abiertos por dos ventanas con derrame interior, y puerta adintelada simple en el lado de la Epístola. Se cubre con tejado a dos vertientes y remata con una cruz de piedra. El retablo, dedicado al santo titular, es renacentista y datable como de fines del XVI. San Martín aparece partiendo su capa con su espada, para socorrer al mendigo.

Dentro del casco urbano de Lizarraga, a la entrada del pueblo, se ubica la ermita de San Donato. Lleva, como es habitual, planta rectangular simple, terminada en testero recto. Sus muros van enlucidos, con sillares en las esquinas y en el enmarque de puerta y ventana. Su acceso se abre en el lado de la Epístola, y consta de un arco de medio punto con siete dovelas. Cerca de ella, en la cabecera, se abre una pequeña ventanita cuadrangular. En el muro opuesto, una pila aguabenditera de piedra, empotrada en el muro, se ofrece al caminante que entra en el pueblo. Lleva tejado a dos aguas y remata con una sencilla espadaña. En el interior hay un retablito barroco de la segunda mitad del XVII. Aún se encuentra allí la talla del titular, renacentista del segundo tercio del XVI, en actitud muy natural y bendiciendo.

Por último, la ermita de San Adrián se encuentra en lo alto de la sierra de Urbasa, muy alejada pues del núcleo de Lizarraga. Tiene planta rectangular rematada en testero recto. Lleva muros enlucidos y con cadenas de sillar, que se abren en la puerta adintelada y en una única ventana con derrame interior, necesaria para dar luz, a pesar de las duras condiciones del clima del entorno.

Parroquia de San Clemente

Se levanta en la parte baja del pueblo, delante de una amplia plaza flanqueada de casas. Tiene una fábrica del XVI, edificada aún según la tradición gótica pero con una reforma barroca que afecta a las cubiertas, como luego se verá. Lleva planta con una única nave, dividida en tres tramos más la cabecera, más estrecha y que remata en testero recto. Frente a la entrada, un arco escarzano da paso a una pequeña capillita. La sacristía, de planta rectangular, se adosa al lado de la Epístola, prolongando el volumen del pórtico, que es de 1839 según reza inscripción, mientras que a los pies destaca el volumen de la escalera de caracol que sube al coro y a la torre. Los muros, que al exterior van en sillería de tamaño regular, al interior van enlucidos. En el lado de la Epístola se abre una ventana de derrame exterior, partida por una columnita y con tracería flamígera restaurada, a base de vejigas. En la cabecera otra ventana de medio punto moldurada, y a los pies una ventana cuadrangular. A los pies de la nave se levanta el coro, con arco de embocadura escarzano y balaustrada de madera. Los dos primeros tramos de la nave se cubren con bóveda de cañón con lunetos, mientras que el tercer tramo, más ancho que el resto, lleva una bóveda de crucería estrellada tardogótica con claves decoradas. La cabecera, por fin, lleva una bóveda nervada muy similar y de la misma época. En cuanto a la torre, se adosa a los pies del templo, y lleva un alto fuste prismático rematado por el cuerpo de campanas.

La portada del templo es renacentista, con arco de medio punto flanqueado por dos semicolumnas por lado, acanaladas y de raigambre corintia, separadas por hornacinas y cabecitas de ángeles. Arco y columnas van sobre pedestales cajeados. En las enjutas, al modo renaciente, se aprecian dos bustos en altorrelieve, representando a San Juan Bautista y a Santiago Peregrino, respectivamente. Por encima va un entablamento moldurado. Culmina el conjunto un arco de medio punto con intradós casetonado que cobija un monumental altorrelieve del Padre Eterno bendiciendo mientras surge de un mar de nubes, barbado y con melena larga, con manto, capa y corona. Apoya su mano izquierda en el globo terrestre, mientras le flanquean ángeles trompeteros y con filacterias.

El retablo mayor va dedicado a San Clemente y va en estilo barroco, pudiendo datarse como del tercer tercio del siglo XVII. Su mazonería consta de banco y dos cuerpos de tres calles más ático. Toda su imaginería es de bulto redondo, en estilo barroco y con su policromía original, figurando el primer piso San Clemente entronizado y como pontífice, rodeado de San Pedro y San Pablo. En el segundo cuerpo se encuentra San Fermín, la Asunción y San Francisco de Asís, mientras que el ático va ocupado por un Calvario. El sagrario es también el original.

En el lado del Evangelio se aprecia también una pila bautismal del siglo XVII, así como una talla de la Virgen con el Niño moderna, aunque imita modelos góticos. En el lado opuesto se observa una imagen barroca de San Adrián, procedente de la ermita homónima. Es barroca de mediados del XVII. Otras piezas de escultura y orfebrería se guardan en la sacristía.

Joseba ASIRON SAEZ (2006)