Udalak

Lekeitio

Historia, III. Preeminencias en la iglesia. En 1525 pleitean en Lequeitio el caballero Francisco Adán de Yarza y el capitán Juan Nicolás de Artieta, sobre la precedencia de asiento en un gran banco de madera que había frente al altar mayor de Santa María de Lequeitio. Francisco vindicaba el derecho a sentarse a la cabecera del banco con dos o tres personas que él quisiera, mientras que el capitán decía que estaba en su derecho el sentarse en el puesto inmediato al de Adán de Yarza. El corregidor dio la razón a este último (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. IV, p. 154).

Desaparición del Palacio señorial. El antiguo palacio del señor de Vizcaya D. Tello, que había sido cedido a las dominicas de la villa, se destruyó por un incendio ocurrido en el mes de diciembre de 1527 (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. IV, p. 169-170).

Un hospital en la isla. Por unos documentos de 1546 en los que se habla de cómo se pusieron de acuerdo el cabildo eclesiástico y el civil de Lequeitio para el nombramiento de mayordomos, tanto de la parroquia como de la casa sancta del hospital de la Hermita de San Nicolás de la Isla, se deduce la existencia de un hospital en la isleta de San Nicolás, junto a la ermita que en ella había dedicada al Santo de su nombre. Esto demuestra que antes que los franciscanos viniesen a ocuparla erigiendo en ella su pequeño convento, a semejanza de la isla de Izaro, se hallaba habitada (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. IV, p. 247).

Litigio con Orduña. En el litigio que había sostenido la villa de Lequeitio contra Orduña sobre precedencia de asiento en las juntas generales de Guernica, se le dio la razón a Orduña. En la provisión del 16 de noviembre de 1553 se dice: Primeramente la villa de Bermeo y la segunda la villa de Bilbao y la tercera la villa de Durango y la cuarta la dicha ciudad de Orduña" (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. IV, p. 285).

Artetas contra Yarzas, II. En 1585, se litigaba en Lequeitio sobre la propiedad de la capilla de Santa Ana, perteneciente a la parroquia de Santa María de Lequeitio. De una parte estaba doña María de Arteta, viuda de D. Martín Pérez de Licona; de la otra parte se hallaban Martín Pérez de Bengolea y María Pérez de Yarza, su mujer. Estos últimos aporrearon a la viuda cierto día que se encontraba en la iglesia. Esto no quedó así, ya que en otra ocasión el alcalde y otras personas profanaron la capilla y, rompiendo las rejas de ésta, tomaron el cadáver de doña Ana Guillestegui y lo colocaron en la sepultura que allí había para los patronos. Este último suceso ocurrió en septiembre de 1585. A raíz de esta profanación pública de la iglesia de Santa María, la autoridad eclesiástica impuso la pena general de cesación á divinis. Llegado el asunto hasta Felipe II, éste mandó que se castigara a D. Martín Pérez de Bengolea y a su mujer. El tribunal de la Rota de Roma dio la razón, igualmente, a doña María de Arteta (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. IV, p. 524-525).

Auge y declive de la actividad naval lekeitiarra. En 1510 los dos arrabales más poblados eran el de Arranegi y el de Elexatea, es decir los que se encuentran más próximos a las dos zonas portuarias, pesquera y de cabotaje respectivamente. La posada está en el de Elexatea, en el acceso al puerto de cabotaje, más frecuentado por los forasteros. Durante este siglo XVI abundan las familias de armadores, que dan un índice de actividad de los astilleros y el cabotaje. El final del XVI fue catastrófico. El incendio parcial de 1595, la peste y el hambre de 1598 y la disentería de 1600 redujeron la población en una tercera parte. En un momento además delicado en la actividad naval, que hundió la economía de más de una villa. Lekeitio entró en un bache del que ya no terminó de recuperarse. En el XVII los grandes armadores han desaparecido. Según Guiard en 1632 hay más de sesenta marineros lekeitiarras en San Juan de Luz (Lab.). Lo atribuye al estanco de la sal.

Pescadores en dia festivo. En julio del año 1609 el provisor diocesano de la Calzada concedió a Lequeitio la licencia para poder pescar en domingo o día festivo, atendiendo a la súplica que al respecto había efectuado el lequeitiano Juan Antonio de Aparregui. Aparregui explicaba en su petición que la cofradía se hacía cargo de aquellos pescadores que, debido a su avanzada edad o a otro grave impedimento, no pudieran ganar para su sustento y que se carecía de fondos, por lo que solicitaba licencia para pescar en festivo, debiendo ir los beneficios de estos días a la cofradía y a otras obras de caridad. En el año 1690 el obispo de Calahorra, en visita por Vizcaya, vino a Lekeitio y autorizó que los pescadores salieran a sus faenas los domingos y días festivos, exceptuados algunos, después de haber oído la Santa Misa, siempre que cada barca diera una limosna (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 553). En la visita pastoral que hizo el obispo de la diócesis en 1791 revisó los libros del gremio de mareantes de San Pedro y pidió la presentación de los breves pontificios que concedían la licencia de pescar en días festivos. Viendo que dichos breves eran por un tiempo limitado, ya caducado, declaró que los mareantes no podían hacer uso de tal licencia. Habiéndole presentado una instancia, concedió licencia para pescar en días festivos, excepto en los días de la Natividad del Señor, Santos Reyes, primero y segundo día de Pascua, Ascensión del Señor, Corpus Christi, Domingo de la Trinidad, Concepción, Natividad y Asunción de la Virgen. Sin embargo, quedaba prohibida la pesca de la sardina en los días de precepto riguroso (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 526).

Villas y tierra llana. En el año 1628 fue elegido por parte de Lequeitio don Cristóbal de Torre Blanca para establecer un acuerdo, junto con otros delegados, en las disensiones que existían entre la ciudad y villas y la tierra llana. Los mediadores redactaron un convenio de 22 capítulos, pero no se establecería la paz hasta el año 1630.

El belicoso siglo XVII. El 17 de abril del año 1624, la Junta general del Señorío de Vizcaya, ante la posibilidad de un ataque de naves holandesas, decidió fortificar las costas y los puertos del Señorío y nombrar capitanes y oficiales en todas las villas y anteiglesias de Vizcaya. Fue nombrado capitán de Lekeitio, así como de Guizaburuaga, Ispaster, Amoroto y Mendeja, don Antonio Adán de Yarza y Larrátegui de Zubieta, secretario del rey, y en su lugar quedó por capitán don Juan de Uribe. Estos nombramientos de capitanes y oficiales dieron lugar a un pleito entre las villas y el Señorío, revocando el rey Felipe IV los nombramientos en noviembre del citado año. Estando España en guerra con Francia en el año 1637, el Señorío de Vizcaya acordó establecer guardias en los puertos como prevención contra una posible agresión contra la costa vizcaina. Estos guardias cobraban un sueldo de dos reales diarios y en Lequeitio se colocaron doce (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 258). La villa de Lekeitio contribuyó con nueve hombres en un repartimiento de soldados efectuado en Vizcaya en el año 1637 para la formación de un tercio propio del Señorío, fuerte de mil hombres, que el Señorío había decidido formar para que luchase en la guerra que en esta época enfrentaba a España y Francia. Esta decisión se tomó como respuesta a una petición de tropas por parte del rey Felipe IV (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 261). En el año 1638, el Señorío de Vizcaya acordó reforzar nuevamente los puertos vizcainos, como precaución contra un posible ataque de naves francesas. Esta vez fueron enviados a Lequeitio cien soldados (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. IV, p. 271). Entre otras medidas adoptadas por el Señorío de Vizcaya para defender sus costas de un posible ataque de naves francesas, figura la acordada en reunión celebrada el 20 de abril, por la que se designaban los lugares a los que debían acudir las gentes armadas de las localidades del interior del Señorío en caso de alarma. Se decidió que acudiesen en socorro de Lekeitio los hombres armados de Ispaster, Mendeja, Guizaburuaga, Amoroto, Murélaga, Nábarniz, Arbácegui, villa de Guerricaiz, Cenarruza, merindad de Durango y las villas de Durango y Elorrio (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 281). El 4 de julio del año 1640 el Señorío de Vizcaya acordó colocar dos atalayas diarios en Santa Catalina de Lekeitio, así como en otros puntos estratégicos de la costa, para que avisaran la posible llegada de una flota francesa, a la que se creía cercana (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 294). El 8 de julio del año 1641 el Señorío de Vizcaya decidió distribuir cuatrocientos hombres entre sus puertos para custodiar la artillería. A Lekeitio le correspondieron 39 (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 313). Ante el peligro de que la armada del inglés Cromwell atacara las costas vizcaínas, el Señorío decidió en el año 1656 fortificar la costa. Se enviaron también diversas cantidades de pólvora a los puertos, recibiendo Lekeitio cinco barriles de buena pólvora seca (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 406). De un informe sobre la situación de la artillería en Vizcaya presentado en septiembre del año 1681 por don Lope de Andonegui a la Junta general del Señorío de Vizcaya, se desprende que en el citado año Lekeitio contaba con cuatro piezas en la atalaya y otras cinco en el campo de la iglesia (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 508). La Junta general del Señorío de Vizcaya acordó en reunión celebrada el 14 de enero del año 1682 formar un tercio de quinientos hombres para la defensa de las costas del Señorío. De estos hombres cien fueron destinados a Lekeitio (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 512).

Un terremoto. El 20 de febrero de 1663 tuvo lugar un terremoto en Lekeitio y zonas cercanas, siendo presa sus gentes de un gran pavor, aunque parece que no hubo de lamentar desgracias personales. Hay que añadir a la violencia de este movimiento sísmico que caía una gran nevada, siendo este invierno especialmente duro (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. V, p. 425).

Comienzos del siglo XVIII. Para defensa de la costa vizcaina se colocaron en el año 1703 mil hombres a lo largo del litoral, de los que ciento cincuenta vinieron a establecerse a Lekeitio. Esta medida fue adoptada por la Diputación general del Señorío de Vizcaya el 25 de enero del citado año (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 14). Fue acordado también el establecimiento de atalayas en los puntos estratégicos del litoral vizcaíno, dentro de la idea del Señorío de preservar sus costas ante la posibilidad de un ataque (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 14). En el año 1704 Lekeitio contaba con 234 hogueras, según se desprende de un fogueramiento efectuado en el citado año en todo Vizcaya. Este fogueramiento fue decretado por la Junta general del Señorío con fecha 28 de junio, a fin de poder hacer los repartimientos de los gastos generales del Señorío (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 25).

Ayuda a San Sebastián. Estando la ciudad de San Sebastián sitiada por el duque de Berwick en 1719, pidió ayuda a varias poblaciones costeras. Lekeitio contestó que a falta de contingentes humanos enviaría víveres, cosa que hizo. Se juntó ayuntamiento general y con especialidad se llamaron a marineros de chalupas; leyóse la carta de la ciudad y el primero de los dichos maestres que empezó a hablar fue Martín de Goyo, con espíritu arrojado y mucha valentía, ofreciendo su persona y chalupa para cuanto se le ordenase, no dudando pelear con las barcazas enemigas, pues llevaría su tripulación bien armada; a su emulación, clamaron todos se portarían lo mismo, deseando cada uno ser el primero para el socorro y aún hubo gente de tierra que se ofrecía a acompañarles con armas. Desde el día 8 hasta el 18 de julio, seis chalupas llevaron 67 carneros, 18 bueyes cebones, 100 fanegas de harina de trigo, que trajeron de la ciudad, 5 pipas de vino y otras menudencias. Lo más sensible era que por los grandes calores, la carne de los cebones se perdía. Había enviado a pedir a la ciudad vino tinto y chacolí y por desgracia no se hallaban en esta villa sino doce pipas que cada una tiene dos barricas y no había tomado providencia de claretes. Mandóse que las doce pipas se enviasen, diciendo a voz común que no faltaría vino para los sacrificios de la misa y por lo demás que cada uno se ingeniase o bebiese agua hasta que trajese el foráneo. Avisóse también, siendo del agrado de la ciudad, con la mayor brevedad se traería de la Rioja. El socorro continuó cada dos o tres días: ya con cebones, ya con harina, algunos carneros, vino, aves, verduras y cuanto se podía rastrear; de vuelta, regularmente, traía trigo para reducir a harina y se tenía todo cuidado con los molineros para que con toda puntualidad y prestanza se moliese, y porque venía húmedo estaban las mujeres prevenidas para solearle y secarle. La ciudad estuvo bloqueada todo el mes de julio y el primero de agosto capituló.

Desertores.De un contingente de marinería de trescientas plazas con que el Señorío de Vizcaya había servido a la Armada real en el año 1729, desertaron veintitrés individuos, de los que algunos eran de Lekeitio. La Diputación general del Señorío decidió que, si no se encontraban los desertores, fueran los puertos de los que provenían quienes repusieran las plazas de los fugitivos (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 168).