Udalak

Lekaroz

Colegio del Buen Consejo de Lecároz (PP. Capuchinos). Fundación de dos Joaquines: un catalán, P. Joaquín de Llavaneras, superior provincial de los capuchinos de España, y D. Joaquín Plaza, maestro nacional de Lecároz, y que fue el que le sugirió el emplazamiento. Primera piedra, bendecida y colocada, el 22 de abril de 1888. Primer grupo de colegiales, el 3 de diciembre de 1890, procedentes de Motehano. Destino primordial, aunque no exclusivo, en sus principios, el vocacional capuchino; pero desde este siglo veinte comienzan a prevalecer los bachilleres y "comerciantes" sobre los latinos, hasta absorberlos por entero. Elogian los cronistas la audacia del fundador, que lanzó un reto a lo consuetudinario, por la construcción del edificio, que se calificó de grandioso, y por las prisas que se dio en dotarlo del mejor material docente, sin miedo de recurrir desde Madrid a París, Jena, Darmstadt. A fines de siglo se instalaba la primera centralilla eléctrica, que en 1900 permitió estrenar el aparato de Rayos X y el "cinematógrafo". Y ese empuje inicial nunca se ha traicionado. En años sucesivos, por la mayor afluencia de alumnos y por las exigencias pedagógicas y sociales, se levantaron nuevos cuerpos de edificios (1897, 1925, 1930) para nuevas aulas, gabinetes, laboratorios, servicios de duchas, vestuarios, nueva central hidroeléctrica, lavandería, etc.; pero aquel colegio-granja, que tanto elogió D. Julio Altadill, fue cediendo por imperativo de los tiempos y de las personas, y reduciéndose a una entidad menos autárquica y más reducida y hasta más colegial. Siguiendo las directrices del I Congreso de Estudios Vascos de 1918, el Buen Consejo fue el primer centro en introducir la enseñanza del euskara para sus alumnos.

El animador de esta actividad fue el P. Miguel de Alzo (Aniceto de Olano) hasta 1936 en que fue interrumpida por motivos extracadémicos. En 1927 el n.° de alumnos de euskera era 150, que celebraron un anual Euskeraren Eguna con reparto de premios. Por espacio de medio siglo se simultanearon los programas de bachillerato con los de enseñanza mercantil, sin llegar a peritaje oficial. La multiplicidad de disciplinas obligó a prescindir de las clases de cultura general; actualmente se estudian los cursos superiores de EGB, BUP y COU. El alumnado que hasta 1940 se mantuvo en régimen riguroso de interno, amplió desde hace unos años su externado con la coeducación escolar. Para este aperturismo, pueden considerarse factor decisivo las nuevas instalaciones a que obligó el incendio del edificio viejo, la noche de 9 a 10 de diciembre de 1962, que devoró pabellón y medio, desde la planta baja al tejado. Arquitectos excolegiales, vasco-navarros, proyectan un primer avance de tres pabellones, sobre 15.000 metros cuadrados de superficie, con sobrada capacidad para el total desenvolvimiento de la vida colegial de internos y externos. Enjuició el inspector jefe de segunda enseñanza este proyecto como "extraordinariamente bueno... prueba de la aplicación en nuestro país de los últimos adelantos mundiales en este terreno". A distancia de esta estructura trifonte, un cuarto cuerpo de edificio, de una planta, para servicios administrativos, cocina y comedores. Y entre unas y otras construcciones, un refinado jardín botánico, con sus cartelas a pie de planta, y la pista de aparcamiento. La sección deportiva se desenvuelve sobre 60.000 metros cuadrados, la mayor parte al aire libre, con piscina olímpica. El 25 de abril de 1980 se inauguró el polideportivo cubierto, con 500 localidades en galería, seis especialidades en pista, frontón, máquina y pantalla de cine, servicios anejos y piscina climatizada. Laboratorios y gabinetes, museos de Historia Natural, medios audiovisuales, incluso vídeo cámara, al servicio de los alumnos. Superan los 7.000 los que pasaron por las aulas de este colegio. Proceden de todas las clases sociales y de los cinco continentes, con predominio evidentemente de la clase media y de las provincias éuskaras.

Los ex-alumnos Nicanor Zabaleta, arpista; Jorge Oteyza, escultor, y los pintores Adriaensens, Echauri, Chillida, gozan de fama internacional. Jesús Mª de Leizaola también fue alumno de Lecároz.Del profesorado, "cuya solvencia moral y científica" se ha elogiado en diversas ocasiones, cobraron fama, entre sus discípulos, los PP. Calasanz de Urdax, Roque de Azcoitia, Miguel de Alzo; y por sus publicaciones, los músicos y musicólogos Donostia, Tomás de Elduayen, Hilario Olazarán, Modesto de Lecumberri; Jorge de Riezu por sus trabajos de propia inspiración y su intervención decisiva en las obras completas del P. Donostia; Policarpo de Iráizoz, Eusebio de Echalar y Bonifacio de Atáun por su filosofía vasca; más recientemente, por sus tesis doctorales y otros trabajos complementarios, Germán de Pamplona, Anselmo de Legarda, Eulogio Zudaire Huarte; y en la actualidad simultanean su profesorado con sus publicaciones Claudio Zudaire (endogamia en el país vasco; músicos), Francisco Ondárroa (megalitos), Vidal P. de Villarreal (temas baztaneses). Del patrimonio artístico lo más notable es el Cristo de Alonso Cano, que perteneció al Montserrate de Felipe IV; y el busto del fundador, P. Llavaneras, por Jorge Oteyza. Posee también un importante monetario, donde se exponen notables series de piezas ibéricas y romanas, así como una colección de monedas españolas desde la época de los Trastamaras hasta nuestros días.

EZH