Udalak

Larraga

Dentro de la arquitectura civil habría que destacar la cantidad de casas con escudos nobiliarios, algo muy común en esta parte de Navarra, pero de gran profusión en lo que se refiere a esta villa. El edificio civil más antiguo posiblemente sea una casa del siglo XVI, muy retocada, en la plaza de la Carnicería, donde lo más reseñable es su ingreso en arco rebajado con escudo liso en su clave, típico de este momento. En esta misma plaza, otra fábrica del siglo XVII con acceso en dintel moldurado.

En la calle Sor Julia Ruiz encontramos la casa del Mayorazgo, un palacete del siglo XVII trabajado en ladrillo, de tres alturas con ingreso en arco rebajado, dinteles en los balcones de la planta central y ático abierto en amplia galería de arcos de medio punto. Luce dos blasones contemporáneos al edificio, uno sobre su acceso y otro lateralizado. También del XVII es un edificio sito en la plaza de la Picota con escudo nobiliario encartelado en cueros y sobre cruz de Calatrava. Por lo demás es un edificio de tres alturas con su ático trabajado en ladrillo. De la misma centuria es el número 5 de la calle San Andrés, edificio de tres alturas en ladrillo que cuenta con vanos adintelados, algunos de ellos enmarcados entre pilastras cajeadas y decoración geométrica. Algo posterior, datado en el año 1699, es el palacete que se encuentra frente a éste, de sillería, dos alturas y ático, y ventanas rectas. El número 7 de San Andrés es también de sillería y de igual número de alturas y cuenta con escudo rococó en su fachada con yelmo por timbre, doble campo ovalado, orla vegetal y mascarón inferior.

En la calle Santiago tenemos varios ejemplos de casa barroca blasonada de alta calidad. El primero es un palacete de principios del siglo XVIII que luce dos escudos de armas coetáneos al edificio, uno centrado, en el ático, con yelmo en su timbre, querubín en la parte baja y soportado por dos ángeles, y otro esquinero, también con yelmo y querubín, niños portantes y profusa orla vegetal, al más puro estilo barroco. Por lo demás se trata de una fábrica de tres alturas, con todos sus vanos en dintel, enmarcados en orejetas en su planta baja, balcones en la central, sillería para el ático y alero de ladrillo. Sus esquinas presentan pilastras adosadas. A destacar la hornacina que cobija una talla de Santiago del siglo XVII. Encontramos otro palacio del siglo XVIII que combina ladrillo y sillería, de dos alturas más ático, vanos adintelados en forma de balcón en su planta central y galería de arcos geminados en su último piso. Cuenta con dos blasones rococó a media altura con yelmo por timbre y querubín, ambos, mientras que uno de ellos tiene leones rampantes sobre águilas y el otro niños portantes. También rococó es el escudo de otra casa de esta calle, de la segunda mitad del siglo XVIII y que prosigue la misma estructura heráldica ya vista, yelmo y niños a los lados por soporte, luciendo en su campo un león rampante. Frente a ella otro edificio blasonado en la misma época, de nuevo con yelmo, leones portantes a los lados y mascarón bajo.

En la Placeta encontramos la casa Zabalza, una construcción de dos alturas y ático en sillarejo que luce el escudo de los Suescun de estilo rococó en su fachada principal. Un elemento con yelmo por timbre y bajo querubín que cuenta con león rampante en su campo. En su jardín otros dos escudos, uno barroco, con las armas de los Basarte y otro algo más antiguo (siglo XVII). En el interior preside la capilla un retablo neoclásico datado en el año 1808. Existen varios ejemplos más en esta plaza de blasones rococó, los mas abundantes en la villa, a destacar uno con las armas de los García y los Pérez, en campo doble con yelmo por timbre, mascarón bajo y orlado vegetal, y otro con la de los Esparza portado por leones rampantes, bajo querubín y yelmo superior.

Fuera del casco urbano y sobre el río Arga cuenta con un puente de origen medieval aunque con arreglos barrocos. Trabajado en sillería y de diez ojos, algunos de ellos son apuntados lo cual determinaría su origen gótico-renacentista.

Sobre la villa y dominando su casco urbano se encuentra la parroquia de San Miguel, cuya fábrica está conformada por construcciones de diversas épocas, remontándose las obras más antiguas a finales del siglo XII o comienzos del XIII. Se conserva parte de esta obra medieval en el tramo de los pies con alguno de sus elementos arquitectónicos originales, además del coro alto sobre un gran arco ojival de sección poliédrica, el sotocoro con bóveda de crucería, cuyos nervios tienen también pentágono en su sección, y la portada de ingreso, coetánea, con doble arco de medio punto abocinado en arquivoltas molduradas sobre dos columnas rematadas en capiteles decorados con pencas y pomas. Fruto de estos elementos sería por esta época una primitiva iglesia protogótica de una sola nave cubierta por bóvedas ojivales, cuyo desarrollo longitudinal sólo alcanzaría la mitad del edificio actual. A principios del siglo XVI una remodelación la ampliaría con diversas capillas góticas, de las que sólo subsiste la llamada del Santo Cristo, en el tramo de los pies del lado norte. Es de planta cuadrada con bóveda estrellada de terceletes sobre pilares y ménsulas, con decoración de pomas al estilo Reyes Católicos. Otras capillas, aunque más elevadas, se dispusieron a ambos lados de la iglesia medieval, restando de ellas algunos arcos apuntados y óculos con tracería calada en diversos lienzos de los muros exteriores.

Tras este período se abre otro a partir de 1571 que da como resultado una fábrica de grandes dimensiones adaptándose a las necesidades del momento, con un gran crucero renacentista corriéndose el testero de la antigua iglesia y construyéndose también la sacristía, junto a la cabecera, de planta cuadrada y bóveda estrellada, a la que seguiría otra mayor, ésta de época neoclásica. Estas obras continuaron hasta 1612, aunque posteriormente vendrían otras menores como la cubrición del crucero, en 1617, o la unión de las dos partes y la cubrición de la parte más primitiva que se hizo entre los años 1636 y 1638. Con estas obras de la segunda mitad del siglo XVI y primera del XVII el templo quedó en un edificio de tres naves, tres tramos y crucero sustentado sobre dos grandes columnas articuladas por pilastras en su embocadura lo que da como resultado una magnifica iglesia renacentista de grandes columnas. Todo el interior se cubre por bóvedas de medio cañón con lunetos, menos el crucero cerrado por cúpula de pechinas. La cabecera es recta y se cubre con un cuarto de esfera a partir de trompas.

Al exterior por el lado sur destaca la torre, de medidos del siglo XVIII, de tres cuerpos en progresión y cuerpo de campanas octogonal rematado en cúpula y linterna. Bajo ella queda una portada lateral con arco de medio punto con aire clasicista y fruto de la remodelación de principios del XVII. Contiene numeroso arte mueble, destacando el retablo mayor, de 1696 y realizado por Fermín de Larráinzar, con una mazonería típicamente barroca en la que columnas salomónicas y follajes vegetales articulan una obra que se adapta perfectamente al testero. Con banco, dos cuerpos de tres calles y ático, en su caja central alberga imagen de San Miguel, de mediados del siglo XVI, y bajo él un interesante crucificado del siglo XIII. Tiene varios retablos menores, varios barrocos y dos neoclásicos, destacando el dedicado a la Virgen del Rosario de mediados del siglo XVIII, con una talla de la titular de comienzos del siglo XVI. También del XVI es una pila bautismal de piedra con taza avenerada y decoración de querubines y cabezas femeninas que se encuentra en el presbiterio. Mención aparte merece el órgano del coro, ejemplar de 1775, decorado con profusa ornamentación al más puro estilo rococó. Completa el mobiliario numerosa platería y algunas tallas menores.

Existieron varias ermitas en el término municipal, hoy todas ellas desaparecidas (San Andrés, San Blas, San Esteban, San Guillén, San Gil, San Martín, San Marcos y Nuestra Señora del Camino).

  • GARCÍA GAINZA, María Concepción (dir.). Catálogo monumental de Navarra. Merindad de Olite. Estella: Príncipe de Viana, 1985.
  • LÓPEZ SELLÉS, Tomás. "Contribución a un catálogo de ermitas de Navarra. Merindad de Tafalla", Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra, 1974. Pp. 496 y ss.

MCG 2011