Lurraldeak

Lapurdi. Historia

El 5 de mayo se abrían los Estados Generales de Francia. A lo largo de junio se desarrolla la rebelión institucional del Tercer Estado que se constituye en asamblea nacional junto con diversos miembros de los otros estamentos, jurando no separarse hasta dar una constitución a Francia. El 14 de julio el pueblo amotinado toma la Bastilla mientras la asamblea prosigue sus enfebrecidas deliberaciones. Los cinco diputados de Laburdi en la asamblea escriben a sus representados al comienzo de la asamblea de Versalles:

"La asamblea en la que participamos ofrece un espectáculo enternecedor... una excelente disposición de todos hacia Laburdi, de la que dicen que es una provincia del reino y también el país de los vascos".

Es en esta atmósfera en que se desencadena la noche del 4 de agosto con su desenfreno de sentimentalismo patriótico y su delirio legislativo, que lleva a la supresión de los privilegios de los que Siéyès se mostró el adversario más virulento. Estos privilegios, decía él, "son por la naturaleza misma de las cosas injustos, odiosos y contradictorios con el fin supremo de toda sociedad política". La célebre noche del 4 de agosto la asamblea acuerda, por unanimidad, derogar y abolir todos los privilegios señoriales y feudales incluidos "los privilegios particulares de las provincias, principados, países, cantones, villas y comunidades de habitantes, sean pecuniarios, sean de todo otro tipo". El País Vasco de Francia perdía así sus viejas leyes y fueros, Bayona su franquía (así como parte de Laburdi). Los hermanos Garat consintieron en el despojo voluntario, al igual que los representantes suletinos. No así los bajonavarros que se han negado a asistir a los estados de un reino que no sea el navarro. E1 proceso de unificación de la nación francesa iniciado en 1451 se cierra con el establecimiento de las aduanas en el límite Sur del reino. El Biltzar de Laburdi, encolerizado, desautoriza a los hermanos Garat y envía esta solemne protesta a la asamblea nacional francesa:

Protesta contra la abolición del régimen privativo de los vascos de Laburdi

Asamblea General del 1.° de septiembre de 1789. Los vascofranceses de Laburdi no han cesado de repetir en todo tiempo, al gobierno, que su Constitución actual es la única dentro de la cual pueden seguir viviendo. A las órdenes de esta ley imperiosa han expuesto en sus Cuadernos o Memoriales a los diputados, la demanda de su confirmación. Por decreto de la Asamblea Nacional, se han enterado de la abolición general de los fueros provinciales, y, por consiguiente, de la destrucción de su régimen. No puede expresar la lengua lo vivamente que sienten el que la primera ley del hombre, base de todas las demás y fundamento de los decretos de la Asamblea Nacional, les prive de la dulce satisfacción de sentir sin quebranto el beneficio de la regeneración del Estado. Si sus diputados han hecho voluntariamente el sacrificio de sus privilegios, o, forzados a hacerlo, no han presentado, al menos adjunto, el lastimoso cuadro de sus necesidades, es que arrastrados demasiado lejos por el impulso patriótico, han olvidado los límites de su mandato, o no han tenido el valor de presentar esta oposición, ni el conocimiento de los motivos que la hacían necesaria. A sus mandantes nos pertenece, pues, el reivindicar los derechos cuya dejación nos entrega a la desesperanza.

Convencidos de la justicia de la Asamblea Nacional, no tendremos reparo en decir que el abandono voluntario que nuestros representantes puedan haber hecho en la defensa de nuestros privilegios, sería radical y esencialmente nulo, como contrario a su mandato. Fundados en este principio indestructible, decididos a protestar ante tamaño abandono, sin mostramos, sin embargo, demasiado celosos de ciertos derechos que no tendrían otro apoyo que un rigorismo escolástico u otro fin que un amor propio estéril, declaramos que a gusto haríamos nosotros mismos un sacrificio que nuestros diputados no han podido hacer, si este sacrificio no entrañase consigo nuestra destrucción infalible y contraria al objeto de la asamblea misma. Somos demasiado francos y leales para exagerar nuestras necesidades, y demasiado prudentes para aventurar a este respecto afirmaciones que arriesguen lo más mínimo su más acrisolada comprobación. Los vascofranceses del país de Laburdi, situados en la frontera de los Pirineos, habitan un suelo montañoso y estéril, cuyo lánguido cultivo apenas suministra, aun en años de abundante cosecha, un tercio de las subsistencias necesarias a sus habitantes; suelo en el cual la industria y el comercio son casi absolutamente nulos. La ley municipal que rige esta comarca, castiga todavía con anatemas a esta avara provincia.

Todos los bienes que descienden en línea recta del adquiridor a su nieto quedan sujetos a una sustitución perpetua, como son los denominados de papoalité cuya enajenación está prohibida. Los bienes divididos en tres partijas en Laburdi y que, por consiguiente, deben ser trabajados y puestos en cultivo cada año, dan un producto muy mediocre, sea por la mala calidad de los terrenos, que exigen una inmensidad de abonos, sea por su posición montuosa que requiere trabajos muy costosos. Obligados por el derecho consuetudinario, no pueden vender la menor porción de ellos para campar ganado vacuno, sin el cual en vano se esforzarían en hacerle producir ningún fruto; con esto, muchas fincas han quedado forzosamente en barbecho. Los vascofranceses habitan un suelo ingrato que no produce el tercio de su subsistencia anual, y aun este tercio resulta contingente por las intemperies que causa la proximidad del mar y de las montañas que rodean al país. Este suelo comprado por el agricultor mismo en dos tercios de su valor, dada la dificultad del abono necesario, dado el trabajo continuo y porfiado, obliga a abandonar sus hogares cada año a una parte de la población, que se dedica a la mar.

Otra parte va anualmente a España a ejercer allí, durante los crueles calores del verano, el penoso oficio de tejero. Así es como se esfuerzan en reunir algún dinerillo para comprar grano para sí y para sus familias, á fin de no morir de hambre los inviernos. Estas consideraciones, su fidelidad, los servicios importantes que han prestado al Estado en repetidas ocasiones la carga perpetua de la manutención de un regimiento de mil hombres destinados a la frontera, el vivero de los mejores marinos, formados en los mares más borrascosos, que suministran continuamente al Estado y que se han distinguido singularmente en su marina y, en fin, su extrema pobreza, habían ganado para la provincia [esa legislación), sin la cual no pueden existir. Lo más importante de todo para ella y cuya abolición haría desertar a sus habitantes del país que les ha visto nacer, es el sistema de contribución de impuestos. El decreto de la Asamblea Nacional que ha abolido esta especie de favor en todo el reino, es sin contradicción un acto de justicia, mirando al Estado únicamente en conjunto; pero hay provincias en que por relación a lo local y a las facultades, la uniformidad de esta ley traería consigo la desolación y aun la desesperación. Laburdi es el ejemplo más demostrativo de ello.

Si aun solos los impuestos ya existentes sin ningún otro aumento, se quieren percibir aquí con rigor, los laburdinos abandonarán sus posesiones, y, por una emigración funesta al Estado, buscarán otra patria. En efecto: ¿cómo podrán pagar rigurosamente las vigésimas y sus accesorios estos hombres que, a pesar de su más porfiado trabajo, no pueden arrancar a la tierra que riegan con sus sudores más que el tercio de su subsistencia anual, en los años más abundantes? ¿Cómo podrán pagar, en rigor, el encabezamiento y otros impuestos, estos hombres que afrontan los peligros del mar y las inclemencias del clima abrasador de España, si apenas se pueden procurar el dinero necesario para comprar los dos tercios, no de trigo, sino de maíz? No, no; da pena el decirlo; pero sus corazones generosos y sensibles lamentan el no poder captar los votos de la Asamblea Nacional; pero se ven forzados a declarar que el abandono de su sistema contributivo sería para ellos un golpe mortal. Y si el impuesto territorial llegase a reemplazar a los demás, no alcanzaría en Laburdi más que a los terrenos de cultivo, siendo aquí necesarios los restantes para el pasto. Lo cual, por otra parte, doblaría el impuesto sobre el mismo objeto, y tierras tan estériles serían también susceptibles de algunos favores particulares, después de haber sido calificadas en el rango de las más mediocres.

Es tanto más viva su pesadumbre, cuanto que cada una de las bonificaciones que los decretos de la asamblea han determinado tan sabiamente para el Estado, no sólo se aparta de su fin con respecto a ellos, sino que empeora evidentemente su situación. Disfrutaban ya del derecho de caza y pesca y apenas conocían los derechos feudales; no estaban cargados con ninguna servidumbre ni prestación personal; el diezmo mismo, ganado o retenido, no basta aquí ni con mucho para el sueldo de curas y vicarios. Estos, desgraciadamente, no tienen otra clase de bienes eclesiásticos que pueda aliviar, de manera aunque sea sensible, el déficit a este propósito. Mientras que no sólo la pérdida de su privilegio de impuestos, sino también las necesidades actuales del Estado, las pensiones y los honorarios de los oficiales de la judicatura y otras finalidades inherentes al sistema aparente de la Asamblea Nacional, añadidas a sus cargas locales, vendrán a hacer más pesado el yugo bajo el cual ya gemían. Con razón, pues, los vascos de Laburdi, cuyos impuestos han sufrido desde mediados del siglo último la progresión increíble de doscientos cincuenta francos que pagaban hasta cerca de setenta mil francos que les abruman hoy, con razón repetimos, y razón evidente, un pueblo así oprimido, sin que el menor aumento de ninguna clase pueda cohonestar esta opresión progresiva, se levanta contra el acto que le aniquilaría.

Su insurrección es, pues, la defensa natural y necesaria de su existencia y el título de sus reclamaciones, tiene derecho a la acogida de un tribunal tan justo como el de la nación. Separados de las otras provincias por su lengua y costumbres, viviendo en todo tiempo bajo una constitución particular y enteramente diferente aun a la de los demás pueblos vascos que, asemejándosele en asambleas provinciales, les procuran todas sus ventajas, reparten entre sí y por sí mismos la masa de los impuestos del país según el posible de cada una de las parroquias que lo componen. Regidos por un síndico tesorero que ellos mismos eligen, tratando fraternalmente todos los asuntos comunes por mayoría de votos, piden con razón y confianza el mantenimiento de una constitución que les es propia, y que se ve ser tan análoga a la organización que se va a dar al Estado. Esta constitución es tanto más favorable cuanto que presentando desde ahora los proyectos de economía y simplificación que ocupan la atención de la Asamblea Nacional, su síndico tesorero que hace la recaudación de la totalidad de los impuestos del país, puede y debe entregarlo todo al tesoro, sin ningún intermediario. Esta forma de repartir, percibir y pagar el impuesto sin pasar por canales en los que sufre mermas en otras partes, puesta en práctica en toda Francia, repartida en distritos menores, ¿no sería el medio más eficaz y el menos complicado de llegar al fin que se propone?

A buen seguro ella baria la felicidad de los vascos de Laburdi, sin presentar inconvenientes para el gobierno, y sin perturbar el sistema general. Es demasiado evidente, por otra parte, que un país de tierras tan estériles, de industrias tan nulas, no podría menos de verse expuesto a injusticias de contribución en cualesquiera impuestos, mezclándose a otros países vecinos de vivir más holgado, y que, siendo más numerosos, llevarían a las asambleas provinciales una mayoría tanto más victoriosa, cuanto que ellos ganarían todo lo que a nosotros nos harían perder. Y es casi imposible que el interés personal no ahogue la voz de la justicia o al menos no la debilite mucho. La noticia de la pérdida de sus privilegios y el temor de verse mezclados a otros pueblos, han traído el dolor y la alarma a los corazones de los vascofranceses de Laburdi. Pero en justicia han contado ciegamente con el apoyo de la Asamblea Nacional. Orgullosos, pero respetuosos, se han impuesto el deber de mantener entre sí la calma más completa cuando las provincias del reino, la mayoría sin causa, sólo ofrecen por todas partes fuego y sangre. ¿Podrán dar a la nación y al rey pruebas más convincentes de sus derechos de todo género para el éxito de su demanda? Si esta indignación, contenida por el amor al deber y al orden y por la esperanza que los más notables difunden en el pueblo, pudiera escapar rompiendo el dique por negativas inesperadas ¡qué horrible espectáculo nos ofrecería un país entregado a la desesperación! Firman: Haramboure, comisario; Dithurbide, comisario; D'Hiriart, comisario; Daguerressar, comisario.

(Ref. Fagoaga, I.: Garat, el defensor del Biltzar, Ekin, 1951, 208-212).

El 18 de noviembre de ese año el Biltzar celebra su última reunión enviando un nuevo escrito de protesta a la Asamblea Nacional. Ambos escritos van a servir de poco: el 12 de enero de 1790 la Asamblea Nacional dispone que "Navarra, el Béarn y el país de los vascos se unan para no formar más que un solo departamento", pese a las reclamaciones apasionadas de los hermanos Garat que; invocan, en vano, las diferencias lingüísticas entre bearneses y vascos. El 10 de abril decreta la confección de roles impositivos nuevos. De poco va a servir tampoco el Memorial defensivo de la franquía redactado por el síndico de Laburdi y la Cámara de Comercio de Bayona el 7 de mayo de ese año. Esta franquía, alrededor de la cual se hallaba dividida la opinión pública ya que no abarcaba a Laburdi oriental, fue suprimida el 31 de diciembre de 1794.

En las villas como Bayona y San Juan de Luz los elementos prorrevolucionarios fueron bastante numerosos. Los ediles (officiers municipaux), la mayoría de los cuales eran procuradores, abogados y médicos, estaban imbuidos de las nuevas ideas. Multiplicaban los discursos, las asambleas, los desfiles y las danzas. Para ponerse a la moda del día exaltaban, siempre que tenían ocasión, a las federaciones de las que recibían los memoriales y las demandas de adhesión. Pero este entusiasmo nunca se generalizó entre la población rural. En Bayona y San Juan de Luz se crearon o reforzaron, según el caso, las milicias nacionales llamadas también Milicias patrióticas. Saint-Esprit que era un suburbio de Bayona en 1789 y que no se convirtió en comuna más que con la organización administrativa revolucionaria, había creado una milicia nacional particular cuyas banderas fueron bendecidas con gran solemnidad el 5 de abril de 1790 (Ver Ref. Edouard Duceré: Dictionnaire historique de Bayonne, 2 vols, Bayonne, 1911-1915).

Dicha creación se justificaba por el hecho de que las milicias provinciales y la milicia burguesa se habían suprimido en 1789 como consecuencia de la extinción de los privilegios sancionada por la Asamblea Nacional el 4 de agosto de 1789, y era preciso reprimir los desórdenes que comenzaban a producirse. Pero a veces había reyertas y enfrentamientos verbales entre los guardias nacionales y el ejército regular que no les veía con buenos ojos. Por ejemplo en Bayona, la noche del 24 de mayo de 1790, tres "ciudadanos" que formaban parte de una patrulla fueron asesinados a puñaladas por un joven oficial del regimiento de Angoumois. El suceso produjo gran tensión entre la población pero también entre la municipalidad y la guarnición. En San Juan de Luz los guardias nacionales fueron denunciados por la población hasta el punto de presentar sus quejas en la sede del distrito de Ustaritz. En el campo, el movimiento federativo encontró menos partidarios aún.

En ciertos núcleos grandes hubo algunos atrevidos empeñados en presentarse como la vanguardia del progreso, y a fin de apresurar el establecimiento de un nuevo orden propugnaban que había que unirse para defender la libertad y asegurar la devoción "al más virtuoso y querido de los reyes". Pero todas estas frases no encontraban ningún eco entre los campesinos. Estos, al tener puntos de vista más prácticos, celosos de sus franquicias, exigían que no se alterasen sus fueros. Si antes de los Estados Generales se quejaban de algunos abusos, era precisamente de los que cometía el poder central al restringirles cada vez más sus fueros. En un primer momento habían creído que los nuevos tiempos traerían el restablecimiento de la antigua autonomía provincial. El 25 de marzo de 1790, los bailes, jurados y notables de Ciboure se reunían para deliberar "sobre las ventajas y los inconvenientes de la franquicia" de 1784. Decidieron elevar la demanda del "mantenimiento de la franquicia solamente en el caso de que con ella se pudiese obtener la prohibición absoluta para el bacalao extranjero cuya incautación y confiscación estará permitida a todos los individuos indistintamente de la misma manera que se ha procurado impedir toda exportación de grano al extranjero, y así mismo, la demanda de que bajo este supuesto la franquicia se extienda a todo Laburdi..." (Archivos municipales de Ciboure: Registro de las deliberaciones).

Ahora bien, con sus reformas y sus perpetuos cambios, la Asamblea Nacional venía a alterar una población muy apegada a su pasado foral; una nueva organización municipal y la futura organización eclesiástica que se veía venir no hacían más que despertar en la mayoría la desconfianza. Y de hecho en Laburdi no se creó ninguna sociedad o liga federativa. Sin embargo, como consecuencia del eco despertado en la mayor parte de las provincias de Francia por el movimiento federativo, el distrito Saint-Eustache lanzó, en París, la idea de una confederación general y el 5 de junio de 1790 una representación de la municipalidad presentó ante la Asamblea Nacional un memorial de los ciudadanos de París pidiendo una federación general de toda la nación para celebrar la toma de la Bastilla, la fraternidad entre los franceses y la nueva era de la libertad. Esta federación tendría lugar en el centro de la capital y estaría compuesta de los diputados de todas las milicias nacionales y de todos los cuerpos del ejército. La Asamblea dictó un decreto, firmado por el rey el 9 de junio de 1790, por el que se establecía el modo de elección de los que debían representar al pueblo en la ceremonia del 14 de julio siguiente en el Campo de Marte.

En las comunas que, a semejanza de la municipalidad de París, habían creado ya en julio de 1789 cuerpos de milicias nacionales voluntarias, éstos tenían que escoger seis hombres por cada 100, los cuales se reunirían en la capital de cada distrito para elegir a su vez a los delegados para la federación nacional. Para los distritos alejados de París más de 100 leguas, como era el caso de Laburdi, el número de delegados, por razones de economía, podía limitarse a uno por cada 400 guardias nacionales. En las comunas -y esto era lo que sucedía en general en el País Vasco que no tuviesen tiempo de aplicar el decreto de la asamblea del 12 de junio de 1790, los diputados en la sede del distrito para elegir a los delegados para dicha federación debían escogerse entre los ciudadanos activos, a razón de 6 por cada 100. En cuanto al ejército, cada cuerpo enviaría directamente a París un número variable de representantes según las diferentes armas. Como era de rigor, una multitud de órdenes y proclamas siguió a los decretos de la Asamblea Nacional que hizo llegar a todos los franceses el memorial de los ciudadanos de París.

Pero el País Vasco permanecía indiferente, cuando no receloso. Laburdi se vió obligado a presentarse también aunque los partidarios de la Constitución tuvieron que seguir luchando contra la inercia general, por lo menos en el campo. Y esto tiene su explicación. Las elecciones municipales habían establecido la existencia de un organismo nuevo: la comuna. Las asambleas primarias tenían que instituir la administración departamental y la de los distritos. El poder central, al cual los vascos recurrían para la obtención y mantenimiento de sus fueros, no tenía que intervenir ya en la vida pública. Este proceso de gestación de un régimen nuevo no fue visto favorablemente por el pueblo y la fiesta de la federación le parecía como la consagración de un orden de cosas que nunca había reclamado y mucho menos deseado.

Las elecciones de los diputados de las comunas de Lapurdi para la asamblea del distrito. El decreto de la Asamblea Nacional del 12 de noviembre de 1789 había creado para Lapurdi un distrito particular que debía tener su sede en Ustaritz. El directorio del distrito de Ustaritz no entró en funciones hasta el 3 de octubre de 1790. La capital del distrito, gracias a una enérgica intervención de Garat el mayor en la sesión de la Asamblea Nacional del 8 de febrero de 1790, se había fijado en Ustaritz contra la opinión de los diputados de Saint-Sever y de varios otros, que estaban a favor de Bayona. A pesar de esta decisión y con el pretexto de que los miembros del directorio del distrito no podrían residir en Ustaritz por falta de alojamientos convenientes, el directorio se estableció desde el primer día en Bayona, donde ocupó una de las salas del obispado y la antigua iglesia de los carmelitas. El decreto del 9 de junio y las instrucciones que lo acompañaban, prescribían que la elección de estos delegados se haría en presencia de la municipalidad de la sede del distrito y bajo su presidencia. La municipalidad de Ustaritz recibió comunicación de los decretos de la Asamblea Nacional del 5, 8 y 9 de junio con la misión de convocar a los diputados de las comunas de Lapurdi.

El consejo general de la comuna de Ustaritz fue reunido el 22 de junio. El alcalde Dibarrart (Martin-Isidore) dio lectura a los documentos recibidos. Después se decidió que se enviaría un ejemplar de los decretos y memoriales a cada municipalidad así como a los comandantes generales de las milicias nacionales, con la invitación para asistir el domingo 27 de junio, a las 8 de la mañana, a la iglesia parroquial de Ustaritz a fin de "proceder a la elección de los diputados de los guardias nacionales que acudirán a París para sumarse a la Federación General de todas las milicias nacionales del reino que tendrá lugar el 14 del mes que viene". Finalmente se trató sobre el número de los delegados que el distrito enviaría a la fiesta: en razón de la "notoria pobreza" de Lapurdi se tomó la decisión de atenerse al mínimo señalado por los decretos para los distritos alejados más de cien leguas de París, o sea un delegado por cada 400 guardias nacionales. A partir de este momento las parroquias del distrito no pudieron hacer otra cosa que elegir sus diputados para responder a la convocatoria de la diputación de Ustaritz.

Y al parecer, cada una hizo su propia interpretación sobre la forma de elección establecida por el decreto del 9 de junio. No hay más que leer la lista de diputados de cada comuna para constatar que el número de diputados no está siempre en relación con el número de sus ciudadanos activos. Por ejemplo, la comuna de Urrugne envió sólo dos, mientras que la de Itxassou envió veinte. Los registros de Ustaritz y de Hasparren permiten constatar, en todo caso, dos modos diferentes de elecciones. En Ustaritz, los ciudadanos activos, renunciando a su derecho a nombrar ellos mismos a sus delegados, confiaron esta tarea a los ediles. Estos eligieron, conforme a lo acordado, veinticuatro diputados ateniéndose estrictamente a los decretos de la Asamblea Nacional. En Hasparren, que no tenía tampoco milicia nacional constituida, el proceder es distinto.

Se reunieron la corporación municipal (el alcalde, Pierre Fagalde y seis concejales) y los notables (doce miembros) acompañados del procurador de la comuna, Pascal Loucougain, y esta asamblea nombró seis diputados, interpretando a su modo los términos del decreto e inspirándose en la antigua organización provincial para fijar el número de sus representantes que no correspondía en absoluto al adoptado por la Asamblea Nacional. La creación de las milicias nacionales en cada comuna supuso en la cabeza de muchos el restablecimiento, bajo otro nombre, de la antigua milicia: de esta manera el viejo fuero subsistía. Por eso los vascos, haciendo uso de sus desaparecidas libertades, no dudaron en interpretar los decretos de la Asamblea Nacional en el sentido de sus antiguos fueros. La lista, aunque está sacada de las actas de las sesiones del distrito de los días 27 y 28 de junio de 1790, parece incompleta, pues no figuran en ella los nombres de Lacroix de Ravignan, comandante general de la milicia nacional de Bayona, quien sin embargo fue elegido delegado para la fiesta de la federación, ni otros.

(Archivos municipales de Ustaritz: Registro de las deliberaciones de junio de 1790). El domingo 27 de junio de 1790 llegaron a Ustaritz los diputados de las comunas de Laburdi y a las ocho la multitud de delegados se dirigió a la iglesia de San Vicente (ya no existe: databa del siglo XIV y fue reemplazada hacia 1860 por el actual edificio). Los ediles (officiers municipaux) de Ustaritz estaban sentados alrededor de la mesa. Eran el alcalde Martín Isidoro Dibarrart (el joven) abogado, Pierre Menta, Jean d'Etchart, Charles Daguerre, Martin Dupin y Jean Dassance. Junto a ellos estaba situado el procurador de la comuna, Jean Baptiste Monduteguy, el mismo que años más tarde adquiriría una triste fama por su ferocidad contra algunos de sus compatriotas. Se pasó lista a los diputados de las comunas y tras la verificación de credenciales cada delegado llamado por su nombre acudió a depositar su voto. Pero bien pronto cayeron en cuenta de la inutilidad del procedimiento, pues al pertenecer estos delegados a todas las comunas de Laburdi, no sólo no se conocían sino que además ignoraban sus respectivos nombres.

En tales condiciones era imposible proceder razonablemente a una elección. Además, como Bayona había sido incluida en el distrito de Ustaritz y la mayor parte de sus diputados no conocían el euskera, además de no conocerse resultó que los miembros de esta asamblea no podían entenderse. Así pues la sesión transcurría problemáticamente y amenazaba con malograrse. Los diputados comenzaban a abandonarla y, al ver esto, algunos de los avanzados quisieron evitar por lo menos el que hubiese que levantarse la sesión por falta de asistentes. Hedembaig, Castineau y Damestoy, en nombre de la milicia nacional de Bayona, y Loucougain, Daguerresar y Dithurbide, en nombre de Laburdi, pidieron al alcalde de Ustaritz que tuviera a bien dividir los miembros de la municipalidad en dos secciones para recoger por separado, una, los votos de los diputados de la milicia de Bayona, y la otra los de los diputados de Laburdi. La municipalidad acogió esta petición y la trasladó al procurador de la comuna. Tras examinarla, Monduteguy elevó la orden siguiente:

"Nos, sobre la petición que nos ha sido hecha de dividir la asamblea en dos partes; considerando que el reglamento es contrario a tal petición y en consecuencia debe ser rechazada; considerando, por otro lado, que la mezcla de los vascos con otros hombres que no entienden su lengua y que a su vez no son entendidos por ellos, que ni siquiera se conocen para poder nombrar y escoger los diputados en las dos divisiones, inconveniente que se agravará aún ocasionando más de un problema cuando se trate de la formación de los departamentos, lo cual puede resultar imposible cuando esta asamblea, mucho menos importante, no ha podido entenderse a causa de la diferencia de lengua y del desconocimiento entre ellos, consentimos, bajo los auspicios de la Asamblea Nacional, a la petición hecha, a condición sin embargo de que se le instruya de las razones que aconsejan tal consentimiento y de los inconvenientes mucho más numerosos que podrían seguirse con ocasión de la formación del departamento por las razones ya indicadas. En consecuencia se solicitará de la Asamblea Nacional, tenga a bien tomar todo esto en consideración para saber si le parece, basándose en todo lo expuesto, conveniente acordar un departamento particular a unos vascos que no comprenden más que su lengua. Monduteguy, procurador de la comuna".

Así que el informe de Monduteguy volvía a plantear una cuestión sobre la que la asamblea ya se había pronunciado negativamente. Al no haber podido entenderse, la sesión fue interrumpida hasta el día siguiente, 28 de junio de 1790. En esta fecha la municipalidad de Ustaritz, tal como habían acordado la víspera, se dirigió a las ocho de la mañana a la iglesia de San Vicente donde se reunieron de nuevo los diputados del distrito. Los diputados que ya habían dado sus votos a comienzo de la sesión del día 27 estaban ausentes. Una vez pasada lista, se recogieron los votos en dos mesas: una recibía los de los diputados de Laburdi y la otra los de los diputados de Bayona. Se había decidido que cada una de las dos secciones elegiría el mismo número de delegados, es decir, cinco cada una. Después se procedió al escrutinio. Los diputados que obtuvieron más votos fueron: Por Laburdi, Dithurbide, Harriet, D'Etchegoyen, Diharce, Sorhaitz. Por Bayona, Lacroix de Ravignan, Mauco, Tauziet, hijo, Duffourg, hijo, Jean Fourcade. Estos delegados recibieron de la asamblea todos los poderes para representar a los ciudadanos del distrito de Ustaritz en la Confederación nacional. Se les hizo jurar allí,

"vivir y morir fieles a la nación, a la ley y al rey, y defender con todas las fuerzas hasta el derramamiento de sangre, si preciso fuere, la Constitución y asegurar a todas las milicias nacionales del reino y a la patria el socorro, ayuda y cooperación necesarios para establecer sólidamente para siempre sus cimientos".

El reducido número de cinco delegados fue decidido por los ediles de Ustaritz en razón de la pobreza de los habitantes de Laburdi: la asamblea aseguró a cada uno una bolsa de 800 libras que les sería entregada por el distrito desde el momento en que comenzasen a ejercer sus funciones. Era una suma bastante pequeña pero, a pesar de todo, importante en la época para los que tenían que adelantarla. O sea que era una pesada carga la que recibían los elegidos que la mayoría de los diputados de las comunas no hubiesen querido ni podido asumir. Sin embargo, la misión era considerada como altamente honorífica por algunos de los que tenían medios para pagarse semejante viaje. Así pues, varias voces se alzaron en la asamblea proponiendo que, a los diez delegados nombrados ya, se añadiesen algunos otros que desempeñarían la misión a sus expensas. Esta propuesta fue muy bien aceptada según el proceso verbal. Se decidió que los delegados suplementarios serían diez y que el nombramiento recaería en los diez representantes que hubiesen obtenido más votos después de los diez ya nombrados.

Estos "generosos ciudadanos" fueron: De Laburdi: Balthazar Dibarrart, Jean-Joseph Dibarrart, Dolheguy, hijo, Saint- Bois, Dithurbide, de Sara. De Bayona: Dubrocq, hijo, Bollin, Cabarrus, Nougues y Minvielle. La asamblea les confirió los mismos poderes que a los delegados titulares. Pero como entre ellos podía haber alguno que no pudiese o no quisiese aceptar la misión "gratuita", la asamblea decidió, tras una tercera deliberación, que los que se encontrasen en este caso serían reemplazados por los tres siguientes diputados con mayor número de votos. Estos fueron: Wanoostron el mayor, Garrou el menor, Destando hijo. Sus poderes les hacían aptos para prestar el juramento ante el altar de la patria.

Una vez nombrados los delegados para la Federación la misión de los diputados del distrito de Ustaritz parecía terminada. Estaba a punto de levantarse la sesión cuando el comandante de la milicia nacional de San Juan de Luz entró en la iglesia acompañado del cuerpo de oficiales. Recabó la autorización de la asamblea para dar lectura a una importante petición "dado que" la milicia de San Juan de Luz "no se había presentado". Pasó entonces a exponer una serie de hechos concernientes a la formación de los guardias nacionales de San Juan de Luz, a su juramento, a su servicio y conducta tras lo cual solicitó de la asamblea una investigación pública que permitiese "la constatación de unos hechos que pusiesen de relieve su impecable actuación, comprometida por ciertas calumnias".

Tras oír dichas quejas, la asamblea nombró ocho comisarios a los que se unió finalmente otro más para examinar inmediatamente el asunto. En apoyo de sus quejas los oficiales de la milicia nacional de San Juan de Luz habían presentado cinco documentos. El primero era la petición que había sido leída a la asamblea por el comandante. El segundo un proceso verbal fechado el 21 de febrero de 1790 y firmado por Dolhabarats, Vitry, Dagieu, Laremboure el hijo mayor, Ducos, médico, y Bernard. El documento atestiguaba que los ciudadanos se habían reunido en asamblea en presencia de los ediles municipales (officiers municipaux). Una vez retirados estos últimos, el presidente prestó juramento cívico, lo mismo que el comité y después los otros ciudadanos decidiéndose, acto seguido, la formación de la milicia nacional cuyos mandos fueron nombrados enseguida.

Este comité, constituido probablemente desde comienzos de 1790 al margen de la municipalidad, estaba compuesto de gentes influyentes partidarios de la Revolución. El tercer documento es un proceso verbal fechado el 22 de febrero de 1790 que constituye una invitación a los ciudadanos a prestar el juramento cívico e indica también el lugar donde los habitantes podrían inscribirse en la milicia nacional. El cuarto documento es una declaración firmada por Hiriart, síndico general de Laburdi, fechada el 27 de junio de 1790, es decir la víspera del día en que fue sometida a la asamblea del distrito. Este documento prueba que la milicia nacional de San Juan de Luz ha prestado juramento ante la antigua municipalidad de esta villa, presidida por Tauzin. El documento n.° 5 es un requerimiento del 26 de marzo de 1790, firmado por Ducos, regidor, y Leremboure el mayor, miembro del comité, por el cual piden a esta milicia nacional una guardia para la vigilancia de los días de mercado. La asamblea del distrito repuso el honor de la milicia nacional de San Juan de Luz tras lo cual se disolvió. Y a partir de esta fecha comenzaron a ocuparse en Laburdi de la organización de las milicias nacionales en cumplimiento de los decretos de la asamblea nacional, creándolas en todas las comunas.

La celebración de la fiesta del 14 de julio de 1790 en Lapurdi. Entre los pueblos grandes, Hasparren es el único que parece haber celebrado la fiesta. El consejo de la comunidad se reunió el 11 de julio y decidió "que para corresponder a la invitación de la asamblea nacional en relación con la confederación de la comuna, la parroquia, con ocasión del juramento cívico ordenado para el 14 del presente mes, distribuirá una barrica y media de vino a los pobres del lugar y una comida, el mismo día, a determinado número de habitantes de todas las clases a la que asistirá el consejo general de la comuna y cuyos gastos correrán por cuenta de la comunidad" [Archivos comunales de Hasparren: Registro de las deliberaciones (Conferencia del Sr. Guilliard)]. Este documento lo firmó el alcalde, Pierre Fagalde, los concejales y el procurador de la comuna, Loucougain. Pero el 14 de julio por la mañana, la corporación municipal se reunió de nuevo y decidió que la comida que iban a celebrar "el consejo general y los doce diputados extraordinarios para festejar la federación" sería costeado por ellos y que la comunidad pagaría sólo el banquete ofrecido a la milicia nacional y los gastos ocasionados por el reparto a los "pobres del lugar".

Los registros municipales de Saint-Pée y de Ustaritz no dicen nada sobre el tema de la fiesta del 14 de julio de 1790. De Sara y de Cambo no se sabe nada pues sus registros desaparecieron. Quedan las dos villas importantes de Lapurdi, San Juan de Luz y Bayona. Por lo que respecta a la primera, como los registros de este período han desaparecido de los archivos municipales, no se sabe si hubo o no fiesta. En Bayona hubo dos fiestas; una en Saint-Esprit y la otra en Bayona mismo. En Saint-Esprit la fiesta comenzó a las 6 de la mañana con una salva de 7 cañonazos. A las 8, la milicia nacional se dirigió a la alameda de Sicre para recibir al destacamento de Angoumois. A las 11, los dos juntos forman un batallón en la plaza Saint-Esprit. Después, la 1ª compañía de la milicia nacional fue a buscar a la municipalidad al ayuntamiento dándole escolta hasta la colegiata de Saint-Esprit donde se les unió el cabildo y todo el cortejo se dirigió a la plaza donde la tropa estaba reunida y donde se ha levantado un altar. A las doce, subrayado por una salva de 7 cañonazos, tiene lugar el juramento cívico. Después, la misa y el Te Deum seguido del salmo Exaudiat. La ceremonia termina con los gritos de ¡Viva la nación! ¡Viva el rey! A continuación del banquete, que tuvo lugar en la alameda de Sicre a las 5 de la tarde, el cuerpo de la milicia nacional acompañado por la corporación municipal sube a la ciudadela para visitar a sus "hermanos de armas de Angoumois" que estaban de servicio, y a las 9 de la noche la fiesta termina.

En Bayona la fiesta fue más solemne. En medio de la explanada de Lachepaillet, bajo una tienda engalanada con banderas con los colores nacionales, se había levantado un altar, sobre el que podían leerse las siguientes inscripciones: Deo et Patriae y Fecit magnos qui potum est. A las 6, una salva de los cañones de la villa y de la artillería de los fuertes. Hacia las 11, la mayor parte del regimiento de Angoumois (el resto asistía a la fiesta de Saint-Esprit), un destacamento de las tropas de la marina, desembarcado de la fragata del rey la "Moselle" que se encontraba en el puerto, y la gendarmería desfilaron por la Puerta de España y fueron a situarse en las explanadas a lo largo del foso que bordea la muralla de la villa. Seguidamente marchaba la milicia nacional de Bayona que se colocó en el mismo terreno, al borde de la alameda de Paulmy. A las 11:30, la corporación municipal, vistiendo sus fajines, precedida de los capitanes y soldados de la ronda se dirigió a su vez por la Puerta de España a la explanada donde estaban ya alineadas las tropas. A las 12 una salva anuncia el momento solemne. El coronel de Angoumois, Sr. de Nicolaï, en presencia de la corporación municipal y de todos los oficiales presta juramento. Acto seguido, la corporación municipal se coloca a la cabeza de cada una de las compañías del regimiento de Angoumois y el comandante oficial lee a los oficiales y soldados el juramento al que todos responden diciendo "lo juro".

Después le toca el turno al destacamento de tropas de la marina y de la gendarmería y finalmente a la milicia nacional. Entonces el párroco de la catedral se dispone a decir la misa tras la cual se entona el Te Deum y el salmo Exaudiat. Una vez terminada la ceremonia religiosa, la corporación municipal, los oficiales y los soldados del regimiento de Angoumois, los de la marina militar y el resto de autoridades se encaminan a las "Allées-Marines" donde la milicia nacional había hecho preparar "una comida campestre" para sus invitados. Al acabar el banquete hubo bailes y danzas en las que todo el mundo tomó parte, desarrollándose la fiesta con la máxima normalidad y sin incidentes [Ref. D'Argain: Le Labourd et la Federation en 1790, GH, 1927, 73-90, 164-174, 235-250, 328-333].

La nacionalización de los bienes eclesiásticos y la constitución civil del clero se votan entre 1789-1790. Durante dos años las autoridades revolucionarias esperan, en 1792 se decreta la constitución obligatoria. El clero ha de integrarse en el funcionariado del Estado o exiliarse. El obispo de Bayona opta por esta última solución nombrándose a Sanadon obispo departamental. Un informe del directorio de Ustaritz dará a conocer que de los 180 sacerdotes con que cuenta el distrito, sólo 26 se acogen a reglamentación escondiéndose o emigrando el resto (sólo en Vizcaya se recibieron más de 1.000). En las poblaciones mayores -Ainhoa, San Juan de Luz- la población acepta con entusiasmo a los sacerdotes juramentados.

No así en la mayoría rural en la que existe una sorda oposición orquestada por los mismos sacerdotes y dirigida desde el exilio y, principalmente, desde Roma. El 21 de setiembre de 1792 se proclama la I República Francesa gobernando una convención girondino-montañesa. Los Borbones españoles, parientes de los franceses, no pueden permitir este destronamiento, aunque sea incruento. En la Zona laburdina comienza a olfatearse la guerra próxima. La convención envía a los ciudadanos Garrau, Lamarque y Carnot para proveer a la defensa de los Pirineos (25 de octubre). El 21 de enero del nuevo año cae la cabeza de Luis XVI en París. La frontera bajonavarra es invadida por el ejército real español el 7 de marzo. Salvo en Baigorry, el voluntariado se sustrajo cuanto pudo de la convocatoria a las armas.

El mayor peso de las operaciones iniciales va a recaer sobre la Baja Navarra. El 23 de abril de 1793 las tropas de Ventura Caro efectúan una incursión hasta la Croix des Bouquets o Tellatueta replegándose al anochecer. La ascensión al poder en París de un gobierno de base montañesa, jacobina y sans-culotte va a desatar además una guerra interior aún más mortífera. En mayo otra incursión llega hasta Sara y cercanías de Bayona retirándose luego. La frontera se convierte en un hervidero de conspiraciones clericales, nobiliarias y proespañolas acarreando un clima de inquisitorial vigilancia. El estallido del polvorín del Castillo Nuevo de Bayona hace que ésta sea declarada en estado de sitio. La guillotina comienza a funcionar y la plebe enfurecida destruye la estatuaria de la catedral. La guerra exterior se mantiene a base de pequeñas escaramuzas pero la interior arrecia llegando hasta el arresto de los hermanos Garat y a la declaración de infamia de las comunas de Sara, Ascain, Itxassou, Souraide y Ainhoa como consecuencia de la deserción colectiva de 47 parroquianos de Itxassou.

Esta deserción comenta Fagoaga, 1951, 158-159-, provocada según las hablillas por un clérigo emisario del jefe de la legión de emigrados, duque de Saint-Simon, sobresaltó de tal modo a los comisarios que les "hizo temer por la suerte del ejército". Como medida al mismo tiempo de represalia y amenaza, decretaron el 13 de Ventoso (3 de marzo de 1794) la deportación en masa de los habitantes de "los pueblos infames de Itsasu, Sara y Azcain, y de los sospechosos de Ezpeleta, Ainhoa y Zuraide, a veinte leguas de la frontera". Desde que se lanzó el ominoso bando, todos los habitantes, hombres, mujeres, ancianos y niños, en una palabra la población entera, fueron hacinados en sus iglesias respectivas. A1 día siguiente se les llevó a San Juan de Luz, donde fueron acogidos con gritos hostiles, y de allí pasaron a la iglesia de Ziburu en la que permanecieron dos noches y un día, amontonados, abatidos por los insomnios y extenuados por el hambre. De aquí, en grupos de quinientos y hasta de un millar, fueron llevados, como recuas, en pleno invierno y por caminos pantanosos, más allá del Adour, para ser repartidos en las poblaciones de Dax, Saubion, Thil, Saint- Lon, Soustons, Ondres, Saint-Vincent de Thyrosse, Orthez, Capbreton, etc.

De noche los alojaban en las iglesias del itinerario, iglesias que, como sabemos, se hallaban, a causa de la abolición del culto católico, afectadas al servicio del Estado. Se dividió a los internados al azar, sin miramientos a los lazos de la sangre. La penuria alimenticia y la falta de higiene hizo que muchos murieran. Los que pudieron volver, al cabo del tiempo, hallaron sus hogares arrasados o vendidos. Esa primavera el ejército convencional se recupera y se dispone a avanzar sobre Guipúzcoa. Los delegados Pinet y Cavaignac ordenan la concentración de todas las monjas en los fuertes de Bayona como una de tantas medidas de saneamiento de la zona. El 1 de agosto se inicia la invasión de Guipúzcoa que apenas se molesta en defenderse, simpatizante en gran parte con las ideas revolucionarias. El golpe de Thermidor no impedirá que Magdalena Larralde sea guillotinada el 17 de setiembre en la plaza de la Libertad de San Juan de Luz. Un año más tarde, la Paz de Basilea ponía fin oficialmente a la guerra.

En 1807 comienzan a entrar las tropas francesas en Guipúzcoa en virtud de los acuerdos refrendados por Carlos IV de España y Napoleón Bonaparte. Napoleón en persona estuvo cerca de tres meses en Bayona, ciudad en la que se consumó el despojo de la corona española y se promulgó la célebre Constitución de este nombre. La sublevación del 2 de mayo fue recogida en versos por un bersolari laburdino anónimo que relata cómo fue enrolado en la guardia de Murat y que los madrileños, al verle a él y a sus compañeros bajonavarros tocados de boina roja, les incitaban a desertar (Leizaola: 1808-1914 en la poesía popular vasca, Buenos Aires, 1965). Ocupada la península, la guerra de independencia española durará hasta 1814. La batalla de Vitoria, el 21 de junio de 1813, marca el final del repliegue imperial. Los fugitivos comienzan a llegar a Laburdi. El 7 de abril de 1814 los angloespañoles atraviesan el Bidasoa sin hallar mayor resistencia, salvo en Bayona que será asediada. El 30 de mayo finalizaba la guerra. Durante la misma, José Garat, senador del imperio, llegó a proyectar la creación de un departamento vasco unificado. El 27 de agosto de 1815 un ejército español aparecía en Laburdi donde permaneció hasta setiembre, al cabo de los Cien Días. La legión "Marie Thérese", al mando del emigrado conde Damás Cruz, rodeó Bayona hasta la disolución de sus defensores.

Nombres revolucionarios de algunas comunas laburdinas
AinhoaMendiarte
ArbonneConstante
BayonaPort de la Montagne   
BriscousHiriberry
CamboLa Montagne
ItxassouUnion
LouhossoaMontagne sur Nive
St. Jean-de-LuzChauvin Dragon
St. Pée-sur-Nivelle   Beaugard
St. Pierre d'IrubeIriberri o Tricolor
SaraLa Colombiere
SouraideMendialde
UrcuitLaurier
UrtLiberté
UstaritzMarat-sur-Nive
VillefranqueTricolore

Restauración o revolución, nada cambió ya ni hizo factibles los deseos expresados tan fervorosamente por los laburdinos en sus Cuadernos de Quejas de 1789. El proceso revolucionario cambió no sólo las instituciones públicas sino también las privadas y el mismísimo derecho civil que pasó a ser el común de los franceses. De nada sirvió que Bayona y el resto de Laburdi pidieran, en 1816 y en 1836, la creación de un nuevo departamento con capitalidad en Bayona. En cuanto a las instituciones religiosas, el concordato napoleónico y la restauración de la diócesis de Bayona no fueron suficientes, como veremos más adelante, para satisfacer un clero en gran parte realista y que aspiraba a volver a ser el elemento más importante del país. La revolución de 1830 instauró una monarquía constitucional que apenas incorporó a algo más que la gran burguesía parisina a la vida pública. En Laburdi, la imposición de las aduanas y la fragmentación de la propiedad rural va a empujar a los laburdinos como al resto de los vascos norpirenaicos a emigrar:

[Memoria presentada al Congrès de l'Association Française pour l'avancement de sciences. Congrès de Pau 1892. por L. Etcheverry].
EmigrantesMedia anual
1832-1835 (4 años)828208
1836-1845 (10 años)10.1621.016
1846-1855 (10 años)16.1111.611
1856-1864 (9 años)12.8331.425
1865-1874 (10 años)17.7501.775
1875-1883 (9 años)5.157573
1884-1891 (6 años)16.4212.052
Total en 60 años79.2621.321

Tras la primera guerra carlista será también Hegoalde la que vacíe sus caseríos en América y los centros vascos, compuestos por emigrados de uno y otro lado de la muga comenzarán a florecer entre los dos siglos. A ello hay que sumar el poderoso impulso emigratorio que significó la instauración del servicio militar obligatorio por sorteo; aquel a quien toque debe, desde 1818, perder primero seis años, luego siete en el ejército activo.

El sufragio universal masculino lo estrenan los laburdinos en 1848. La instauración del voto censitario (33 % de reducción) favorece la consolidación de élites políticas cuya constitución ha estudiado J. C. Druin (Euskal Herria, Bayonne, 1978) de la forma que sigue. Al finalizar la Monarquía de julio, en 1847, los distritos de Bayona y de Mauleón facilitaron un total de 557 personas que figuraban en las listas electorales, y que evidentemente pagaban un censo anual superior a 200 francos. 401 en el distrito de Bayona, es decir 4,45% de la población total, estimada en 89.912 habitantes. 156 en el distrito de Mauleón, es decir 2,05% de la población total estimada en 76.187 habitantes. Los propietarios representaban el 59% del electorado en el caso de Mauleón, y el 29,1% solamente en el caso de Bayona. A1 contrario, los electores que tenían que ver con la industria, la banca o el comercio, representaban más de la mitad del total, 50,60% en el distrito de Bayona, pero 14,75% en el de Mauleón.

Los electores censitarios representaban en todas partes una ínfima proporción de la población. Menos en el caso de Bayona, esta proporción es inferior a la media departamental (0,38% en 1846). Si estudiamos detalladamente la lista de los 48 electores que pagaban más de 1.000 francos de impuestos en el conjunto del departamento, constatamos que Bayona tiene a diecinueve de estos potentados imponibles. En esta obligación de la fortuna podemos señalar igualmente al diputado Daguenet, residente en Saint Jean Pied de Port (7º; 3.146 francos), al marqués d'Arcangues, propietario de Ustaritz (17º; 1.928 francos), a Garat (44°; 1.077 francos), a Larralde-Diustéguy, propietario en Ciboure (23°; 1.626 francos). Si miramos el del Consejo General, evidentemente encontramos entre sus componentes, a partir de 1833, a gran parte de los ricos imponibles. El cantón de Ustaritz está representado por Michel-Louis d'Arcangues, introducido por el prefecto con las siguientes palabras: "Alcalde de Villefranque, antiguo negociante, muy rico, rodeado de una antigua y justa consideración, hombre de mucho sentido está vinculado con la revolución de julio y con el gobierno". Al finalizar la monarquía de julio, cinco escaños de consejeros generales de dos distritos han cambiado de titular. Los dos cantones de Espelette y de Hasparren estaban representados por un doctor médico, Dominique Harriague (nacido en 1790), de tendencia liberal.

La revolución de 1848 va a traer ciertas transformaciones en el interior del Consejo General. Hasparren sigue representado por Harriague, mientras que Espelette elige un notario "montagnard", Jean-Martin Diharrassarry, nacido en 1804. Los cantones de San Juan de Luz y de Ustaritz quedan en manos de las dinastías locales. La llegada de los republicanos, y también de los "montagnards", muestra claramente la politización del Consejo General en 1848. Las dinastías locales juegan, evidentemente, un papel predominante. Los hijos de Larralde-Diustéguy y del marqués de Arcangues, elegidos con 28 ó 27 años, han sucedido, sin ninguna dificultad, a sus padres en el escaño del Consejo General. A menudo, las familias están unidas entre ellas por lazos matrimoniales: Claude Alexandre Casimir d'Angosse (1779-1838) casó con Marie Rose Marthe d'Arcangues. Las opiniones políticas parecen a menudo poco relevantes. Electores censitarios y elegidos forman pues, al final de la Monarquía de julio, una minoría de unos centenares de individuos. Entre ellos, unas decenas acumulan los puestos, desde el de alcalde hasta el de diputado, pasando por el de consejero general. Estos notables combinan el poder económico, la supremacía social y el poder político. El problema importante, ahora, es ver si el sufragio universal cambió sustancialmente los mecanismos de la vida política. La organización de las campañas electorales tuvo como consecuencia la instalación de una sólida "máquina", incluyendo a las antiguas élites y creando un nuevo personal político. La actuación de esta oligarquía en el interior de los comités electorales es muy clara.

De hecho prepararon, orientaron y determinaron la elección de los electores. Los candidatos aislados, sin apoyo, no tuvieron más que éxitos locales. Sólo fue un éxito para los que tuvieron el apoyo de los delegados de Orthez y del periódico "L'International". Por otro lado, el obispo de Bayona vino en ayuda de los suyos escribiendo una carta publicada en la prensa el 3 de mayo: "se trata de defender la sociedad contra los ataques incesantes de la impiedad y de la anarquía, se trata de proteger la familia y de salvar el orden moral y político". ¿Cuáles son en 1848 los candidatos del partido del orden, que representan la cúspide de la pirámide del personal político? De los diez candidatos del departamento, el País Vasco sólo facilita a tres: Etcheverry, Chégaray y Larrabure, que obtuvieron el suficiente número de votos en el escrutinio del 19 de abril. Charles Lahirigoyen, negociante de Bayona, fue eliminado, lo que no le impidió mantener la candidatura. Etcheverry ya es conocido porque ocupó un escaño en la Asamblea Constituyente y fue miembro del Consejo General. Chégaray tampoco es un hombre nuevo. Fue diputado por Bayona de 1837 a 1848. Augustin Raymond Larrabure era menos conocido en el departamento. Hijo de un "cultivador" (según el acta de nacimiento), era negociante en su ciudad natal, Saint Jean Pied de Port, donde poseía, según "Le Mémorial" del 2 de mayo, una de las empresas industriales más importantes de Europa. Estos tres candidatos andan cerca de los cincuenta años (nacidos en 1801, 1802, 1799 respectivamente), su fortuna es considerable, sin ser extraordinaria (sus censos en 1848 fueron respectivamente de 521, 962 y 687 francos).

Su programa de descentralización y de paternalismo cristiano es muy representativo del espíritu de la derecha francesa de esta época. El estudio detallado por distritos y cantones impide generalizar demasiado rápido, y permite mostrar que cada cantón forma una unidad política que tiene su propio comportamiento. La principal observación es que los tres candidatos del orden obtienen resultados medianos en el litoral. Tomemos a Larrabure como ejemplo y veamos el porcentaje de votos que obtuvo en comparación con los votantes. Bayona Noreste, 21,6%; Bayona Noroeste, 34,8%; San Juan de Luz, 42%. Al contrario, el interior de Laburdi, el oeste y el norte de Baja Navarra le son más favorables. Hasparren, 44%; Ustaritz, 72%; Saint-Etienne, 74%. Frente a ellos, se manifiesta una nueva élite para la que la revolución representa más que un cambio de régimen político, una renovación total de la jerarquía social. El hombre fuerte de los comités democráticos es el periodista Chaho, candidato, redactor del periódico "L'Ariel-Le Républicain de Vasconie".

Este periódico nos informa acerca de los dos principales comités del País Vasco: el comité electoral central de la "montagne" bayonesa y el comité electoral central de la "montagne" suletina. Augustin Chaho presenta su programa electoral en ocho puntos: 1. Abolición del impuesto sobre la sal. 2. Disminución del ejército. 3. Servicio militar de tres años. 4.-5. Interés y la deuda pública fijados en un tres por ciento. 6. Seguro de la República contra el granizo, los incendios y la mortalidad de los animales. 7. Abolición de las hipotecas y de las deudas. 8. "Si no quiere ver, antes de 20 años, a todo el mundo esclavo, a todo el mundo peón, excepto uno sobre mil, vote Saint Gaudens, Chaho y Renaud". Esta nueva élite "demócrata-socialista" se manifiesta con un anti-clericalismo violento denunciado por los agentes de la autoridad. En el "Ariel" del 28 de marzo de 1848, Chaho pedía ya la separación del Estado y de la Iglesia. Los resultados de las elecciones del 13 de mayo de 1849 mostraron muy bien las zonas donde predominaban los "demócratas-socialistas". Pero Renaud fue el único elegido por el departamento.

RenaudChaho
Hasparren44,5%45 %
Ustaritz24,3 %33 %

La victoria de la "Montagne" es muy clara en Zuberoa y en el cantón de Saint Jean Pied de Port. Finalmente, Chaho no fue elegido y sólo obtuvo 30.453 votos en el conjunto del departamento, mientras que el décimo elegido, Renaud, obtuvo 30.580. Pero no por ello dejó de ser una amenaza para las posiciones del partido del Orden y de los republicanos moderados. A pesar de la revolución de 1848 y la aparente perturbación del sufragio universal, las antiguas élites se mantienen sólidamente implantadas. La sustitución de las élites no puede hacerse sino progresivamente, aun y cuando haya períodos de aceleración del proceso de promoción social, como lo fueron los años de la revolución. Michel Renaud, modelo de republicano de 1848, diputado en 1849, exiliado después del 2 de diciembre, vuelve con la amnistía de 1859 y no volverá a ser diputado hasta 1871. Finalmente uno puede preguntarse si detrás de esta lucha aparente y a menudo apasionada entre las diferentes élites, no hay un entendimiento profundo. Lo que es evidente es que el poder de los jefes se justifica en gran parte por la incompetencia de las masas: en 1849, de 4.024 reclutas de los Bajos Pirineos, 1.578 (es decir 39,2%) no saben leer ni escribir.

Excepto la ciudad de Bayona y los republicanos como A. Chaho, el resto de Laburdi y del País Vasco se adhiere, por medio de sus notables, principalmente Jean Baptiste Etcheverry y el general Harispe, a los golpistas de Napoleón III. Los tres plebiscitos -el de 1851, 1852 y el de 1870- y las elecciones legislativas ponen de manifiesto el dominio de la élite política derechista tanto sobre los legitimistas como sobre los republicanos que darán sus votos al realista Charles d'Abbadie, afincado recientemente en Laburdi e iniciador de las Fiestas Vascas que llegarán a ser tradicionales e, incluso, imitadas en Hegoalde. Bayona registró durante este período un gran índice de abstención en señal de protesta. El 22 de julio de 1854 llegan a Biarritz Napoleón y su esposa, la emperatriz Eugenia de Montijo, hospedándose en el hotel Grammont. Se inicia la moda de los baños de mar y la afición de la emperatriz por esta villa hará que se convierta en el centro de la vida elegante de los veranos europeos. La inauguración, al año siguiente, del ferrocarril Burdeos-Bayona va a acercar la encantadora zona litoral a sus visitantes.

(1872-1876) Durante la I guerra carlista (1833-1839) el consulado español de Bayona se convirtió en el cuartel general del espionaje liberal español. La operación Muñagorri, la de Aviraneta y las últimas acciones para conseguir que los carlistas entregaran las armas se desarrollaron en territorio laburdino, favorable en su mayoría a los rebeldes. Los lectores de los periódicos bayoneses siempre pudieron seguir la segunda guerra, si no inmediatamente, sí en unos plazos relativamente cortos, y ello a pesar de las dificultades, las contradicciones y las posturas pasionales. Por lo general les era fácil descubrir las exageraciones, las deformaciones e inexactitudes, producto de la propaganda de los dos bandos, o de una información dada precipitadamente, de forma incompleta o desprovista de objetividad. Por otra parte, las informaciones contradictorias que aparecían simultáneamente en varios periódicos no hacían sino acrecentar su sentido de la prudencia, aconsejándoles ello a que esperasen una confirmación o un desmentido.

Los periódicos, sobre todo a partir de 1874, rectificaban a menudo, por lo menos en parte, las noticias erróneas que aparecían en sus columnas. Es así que podemos decir que la prensa bayonesa de hace cien años es una buena fuente de información sobre la segunda guerra carlista. Hay que señalar, sin embargo, que nos informa mucho mejor de lo externo de la revuelta carlista, que de las causas profundas del conflicto. Tampoco nos explica por qué las ciudades más importantes de la costa cantábrica (Bilbao, San Sebastián, Irún) adoptaron una actitud hostil hacia la causa carlista, mientras que el resto del país, por lo general, estaba a favor. Probablemente pensaba que los lectores conocían desde hace tiempo el trasfondo del asunto; también es probable que prefiriera callarse, discretamente, al tratarse de temas tan delicados como los fueros y las consecuencias que su supresión había tenido o que su restablecimiento podía tener sobre las actividades bayonesas. La prensa bayonesa adoptó, sin embargo, durante la guerra de los siete años, una postura claramente fuerista.

La prensa de Bayona de 1872 a 1876 nos muestra cómo Bayona y la región lindante con ella vivieron durante estos cuatro años una actividad intensa, y cómo la población vivió este período con una pasión no exenta de inquietud, a veces grande, provocada por una parte por el temor a una intervención alemana en España y una extensión del conflicto, y por otra parte por las inmediatas o lejanas repercusiones que tenía o podía tener la guerra en las actividades industriales y comerciales de Bayona y de su región. Como consecuencia de la decisión de Espartero de llevar la aduana española del Ebro a los Pirineos, muchos comerciantes e industriales bayoneses se enfrentaron a las dificultades que conllevó esta decisión, estableciendo sucursales o filiales en las provincias vascas del Norte. Estos establecimientos evidentemente padecieron mucho a causa de las maniobras que se desarrollaban a su alrededor, y nuestros periódicos hicieron a menudo alusión a su suerte o a sus dificultades. El recuerdo de este conflicto, fuertemente grabado en la memoria de muchos laburdinos y vascos que vivieron entre las dos guerras, se ha ido difuminando hasta llegar a borrarse. Hoy en día la gran mayoría de nuestros compatriotas lo ignoran todo acerca del carlismo y de las dos guerras carlistas (Ref. Gaudel, 1973).

El período que se inicia en 1870 con la caída de Sedán y la implantación de la III República se va a caracterizar por la hostilidad manifiesta entre republicanos y derecha tradicional católica que constituye en Laburdi la gran mayoría de la población. De todas las elecciones efectuadas, la que más pone de manifiesto esta dicotomía va a ser la de 1889. Monseñor Fleury-Hottot, obispo que tenía una actitud moderada y conciliadora hacia el gobierno, se encontraba, desde hacía meses, enfermo y muy debilitado. Su influencia sobre el clero menguaba y los notables conservadores se aprovechaban de ello. Falleció el 9 de agosto de 1889, y su puesto no fue ocupado hasta marzo de 1890 por monseñor Jauffret. La vacante de la sede episcopal coincidió con la lucha electoral y ello favoreció, quizás, la intervención del clero. En el Béarn, la victoria de los republicanos fue general y relativamente fácil. Los éxitos de L. Say y de Quintàa en Pau, de Barthou en Oloron, de Vignancour en Orthez, eclipsaron el avance conservador de 1885. Lo mismo ocurrió en Bayona, sin embargo en el resto del País Vasco no fue así.

En la segunda circunscripción de Bayona, el diputado saliente, Jules Labat, antiguo bonapartista y católico destacado, se enfrentó al republicano St.Martin-Harriague, llamado "Morrochko". Este era un burgués de Hasparren con una considerable fortuna amasada en Argentina. Duro en los negocios y taciturno, no era practicante, pero hacía gala de su respeto hacia la religión esforzándose en tranquilizar a su electorado. Por su parte, Labat defendía la baza del reformismo y del plebiscito, pero se denominaba ante todo el candidato de la defensa religiosa:

"Católico sincero, elegido por este noble país tan enraizado en su fe religiosa, por estas gentes honradas, tan ahorradoras y trabajadoras, jamás me asociaré con el voto a favor de las leyes opresivas de vuestras conciencias"

(Courrier, 4-set.- 1889).

En el distrito de Mauleón, Harispe no se presentaba, y recomendaba el voto a su pariente Louis Etcheverry. Fundador, en 1886, del periódico conservador "Eskualduna"; discípulo de Le Play, relacionado con los medios católicos-sociales de inspiración tradicionalista, el candidato se autodenominaba portavoz de la restauración del orden social cristiano: "Una ley debe restablecer el carácter claramente católico de la escuela, y encomendar a los padres la elección de los maestros".

El candidato republicano, Henri-Martial Berdoly, nacido en Burdeos en 1843, fue subprefecto de Mauleón durante cuatro años. Rico propietario en Uhart, cerca de Saint Palais, jugaba la baza de la moderación con el fin de tranquilizar el conservadurismo y los sentimientos religiosos del electorado. Denunciaba el carácter aventurero de la coalición antigubernamental y resumía su programa de la siguiente manera:

"Respeto de la religión. Libertades para todos. Defensa de los intereses agrícolas. Fuertes ahorros en materia de finanzas. Terminación de las líneas ferroviarias. Cuidado, arreglo, construcción y reconstrucción de ayuntamientos, escuelas, rectorales, iglesias, etc.".

La lucha de la campaña electoral aparece en la prensa. La conservadora hacía hincapié en las presiones oficiales a favor de Berdoly, "protegido" del prefecto, asistido durante la campaña por un consejero de la prefectura y ayudado por el apoyo de los maestros de escuela. Por su lado, los periódicos republicanos no cesaron de denunciar la actitud militante del clero vasco. Denunciado en el "L'Avenir" por sus declaraciones en el púlpito, el cura de Cambo, Diharassary, defendió en una carta, al periódico republicano, el derecho del clero de llevar la dirección política de los fieles:

"El clero, decía él, tiene siempre, si no el deber, por lo menos el derecho de iluminar la conciencia del elector católico. Porque de hecho, el voto es un acto moral sometido por ello a la dirección y al control de la iglesia... Negar esto, sería negar que toda la verdad haya sido puesta en los libros de la iglesia y que toda la autoridad sobre las cuestiones de conciencia se encuentre en sus manos. Ello supondría la negación de la misión de la Iglesia..."

(Avenir, 19-set.-1889).

En su réplica, "L'Avenir" rechazaba las pretensiones "teocráticas" del cura vasco, y denunciaba el peligro que conllevaban para con la religión misma:

"Nuestras determinaciones, por mínimas que sean, son cuestiones de conciencia. La iglesia debiera de intervenir, en nuestro lugar, en todos los momentos y en todos los asuntos, aun y cuando su fundador dijera: "Mi reino no es de este mundo". Vuestra teoría y práctica conlleva este gran inconveniente para con la iglesia: en cada elección se vota a favor o en contra de ella..."

Durante la campaña "L'Avenir" denunció la intervención del conjunto del clero vasco. "Todo hace pensar que se ha dado una directriz". El periódico bayonés advertía a los curas párrocos que habría sanciones si escogían el ejemplo del cura de Cambo, en vez de los "sabios consejos del tan llorado monseñor Fleury-Hottot". A pesar de los pronósticos de los republicanos, los conservadores ganaron con toda facilidad en las circunscripciones de Bayona y de Mauleón. La victoria de Jules Labat fue clara. Harriague sólo obtuvo la mayoría en el cantón de Bidache, haciéndose distanciar en el cantón de Hasparren, exceptuando a Hasparren mismo y a Bonloc, donde su influencia personal era grande. En Mauleón, Etcheverry ganó ampliamente a su adversario, con 6.909 contra 5.885 votos. Berdoly ganó en los cantones de St. Palais, Maule, Tardets, gracias a los votos en las cabezas de partido, pero el candidato conservador vencía a su adversario en los cantones de Baïgorry, Iholdy, Saint-Jean-Pied-de-Port y por lo general en las localidades rurales.

La cólera de los republicanos fue comparable con su decepción. Se manifestó invalidando a L. Etcheverry y sancionando a los curas párrocos, de los que decían estar convencidos que habían favorecido la victoria de los conservadores. La crisis abierta en la diócesis de Bayona a consecuencia de las elecciones de 1889, constituye un episodio de importancia menor en las relaciones Iglesia-Estado, en el plano nacional. Contemporánea al "brindis de Argel", esta crisis podía haber comprometido la realidad de la alianza, sin embargo no lo hizo de manera grave, con respecto a las relaciones entre el gobierno francés y la Santa Sede. De todas formas, la crisis revela, primeramente, el estado de ánimo de los católicos, y sobre todo del clero en la diócesis de Bayona. Pone al descubierto más que unos sentimientos monárquicos sólidos, un conservadurismo religioso, un "derechismo" de los curas, según la expresión de B. Menou, que por otra parte eran íntegros y piadosos. Este sacerdotalismo se manifiesta como una clara tendencia del clero en inspirar y dirigir todas las actuaciones del cristiano, en tanto que ser social. Se fundamenta en ciertos postulados aceptados por la mayoría de los católicos y en particular por los notables conservadores.

El clero es consciente de que constituye una élite, una "falange sagrada", en quien recae la labor de definir y de preservar, en todo momento, los intereses de la religión, y que sólo debe rendir cuentas a Dios y a la jerarquía. El criterio de justificación es que más vale obedecer a Dios que a los hombres. El magisterio sacerdotal escapa de la órbita del poder temporal, y no se siente aludido por la legislación civil, cuando ésta parece oponerse a la iglesia. Frente a este ambiente clerical- conservador, la crisis revela a monseñor Jauffret como un obispo pro-gubernamental, si no por sus convicciones, sí por sus orígenes, que sólo ve en el asunto de los curas sancionados un problema jurídico, sin percatarse de las consecuencias políticas. Dividido entre la tentación de apoyarse en el gobierno y el miedo a disgustar a Roma, monseñor Jauffret es víctima de su aislamiento y de su carácter indeciso cargado de cierta brusquedad. En definitiva, mientras que el cardenal Lavigerie alienta la "política de la alianza", la diócesis de Bayona, aunque una de las más religiosas, se encuentra dividida. El clero considera, de buena fe, que su intervencionismo es legítimo y conforme a la doctrina de la iglesia. Los conservadores, tanto por convicción como por interés propio, apoyan esta visión. Frente a todo esto, se encuentra un obispo piadoso y deseoso de actuar en favor de la religión pero, marcado por sus simpatías republicanas, aparece ante muchos católicos como un rehén o un instrumento del gobierno anticlerical (Tauzia, 1975).

En un país profundamente marcado por la actitud del clero, en constante estado de animadversión contra un poder civil no bendecido desde Roma, fue decisiva, en 1893, la toma de postura de León XIII a favor de un entendimiento con la República Francesa. Las elecciones de este año también lo son. El Dr. Ernest Lafont y el alcalde de Hasparren, Harriague-Saint Martin, derrotan al sacerdote conservador Mgr. Diharassary en las dos secciones -Bayona I y II- en las que está dividida electoralmente Lapurdi. Habiendo también salido elegido un republicano en la Baja Navarra y en Zuberoa, por primera vez los tres diputados de Iparralde son republicanos. Se inicia la descomposición conservadora y realista impulsada por la actitud de Roma y del obispo de Bayona Jauffret, al que su clero apenas sigue a regañadientes. A partir de esta fecha y hasta el affaire Dreyfus el electorado Lapurdino vota a republicanos de derecha, conciliantes con la iglesia que les ha favorecido

El affaire Dreyfus tuvo, en un principio, pocas repercusiones fuera de París. En 1898 el electorado laburdino sigue en manos de los republicanos moderados, situados en un centro flanqueado, a la derecha, por el legitimismo y los conservadores, y a la izquierda, por un incipiente radicalismo. Los socialistas -que poseen ya un centro en la calle Pontriques de Bayona- son también pocos. La circunscripción de Bayona I cantones de Bayona NE. y NO., Biarritz y Ustaritz- elegirá de 1896 a 1910 a Jules Légrand. La circunscripción de Bayona II -cantones de Bidache, Espelette, Hasparren, Labastide-Clairence y San Juan de Luz- dará sus votos, de 1896 a 1902, a Harriague-Saint Martín y, en 1905, al liberal León Guichenné. Hacia 1900, "L'Avenir" de Bayonne toma partido a favor de Dreyfus mientras que el moderado Courrier lo hace en contra.

A partir de este momento las posturas van perfilándose. La cuestión religiosa vuelve a convertirse en el caballo de batalla al llegar los radicales al poder e instaurar una política abiertamente anticlerical. Contra el radicalismo se irá constituyendo un bloque en el que entran los católicos alineados con la República en 1893, los viejos conservadores y los republicanos moderados. La punta de lanza del radicalismo será Bayona pero sólo desde 1910. La hostilidad del clero hacia todo gobierno republicano redobla pese a la toma de posición del obispo Jauffret que hace dimitir a Louis Etcheverry de la dirección del periódico Eskualduna por seguir la línea refractaria. En 1905 es aprobada la ley de separación de la Iglesia y del Estado que reabre otra vez el foso entre católicos y laicos. La agitación gana hasta las últimas aldeas.

Los incidentes de 1906. La tensión que subsistía entre el Estado y la Iglesia desde la política laica del ministerio Combes y la ruptura de las relaciones diplomáticas con el Vaticano se agudizó rápidamente con la elaboración y la discusión de la ley de separación de la Iglesia y del Estado. Esta situación se deja sentir especialmente en la diócesis de Bayona, donde el descontento de los católicos se manifiesta sobre todo a propósito del cierre de las escuelas religiosas: A. C. 13 de agosto de 1905, cierre de las escuelas de los Hermanos en Pau y en Bayona. Cierre de escuelas dirigidas por las Hijas de la Cruz. También es el momento de la salida para el exilio de la mayor parte de los religiosos que se retiran sobre todo a zonas próximas a la frontera: San Sebastián o Fuenterrabía en particular: A. C. 10 de septiembre de 1905, el pensionado de San Bernardo de Bayona se reconstruye en San Sebastián. Pero en 1905 el tema que despierta más desasosiego es el de la separación. En este clima de inquietud, las aprensiones de los católicos se vieron reforzadas por la decisión del gobierno Rouvier de proceder a un inventario de los bienes de las iglesias y de las fábricas, término con el que denominaban el "conjunto de personas nombradas oficialmente para administrar los bienes de una parroquia" o el "conjunto de los bienes y de las rentas de una iglesia" (Inventario previsto por el artículo 3 de la ley de Separación promulgada el 9-XII-1905).

En Bayona los incidentes se produjeron a principios del período de los inventarios, el 30 de enero de 1906, impresionando de tal modo a la opinión pública que aparecen mencionados en toda la prensa del departamento. Además de los "Anales Católicos", la prensa conservadora, "El Memorial", "EI Correo" y sobre todo "La Semana de Bayona", les dedican páginas enteras, llenas de detalles, de rectificaciones, de puntualizaciones, pero "El Patriota", "El Independiente", "El Porvenir" e incluso "La Frontera", les dedican también su atención a veces irritada. En Le Boucau y Anglet los inventarios no suscitan ningún incidente y son muy rápidos, sobre todo en Anglet. Biarritz (San Martín): Despliegue de fuerzas mencionado por Los Anales, pero ningún incidente. Biarritz (Santa Eugenia): En Santa Eugenia se produjeron disturbios tras una contramanifestación anticlerical. Un cordón de policías impedía el acceso a la iglesia desde por la mañana. Pero la reina Natalia de Serbia obtiene el permiso de pasar para ir a cumplir con sus deberes religiosos. En el resto de Laburdi y País Vasco: A diferencia de lo que pasa en Béarn los incidentes son numerosos y serios.

Un pequeño número de inventarios se desarrollan en una relativa calma pero en la mayoría de los casos dan lugar a manifestaciones que hacen imposible el inventario o necesaria la presencia de la policía y la intervención del ejército, llegando a verse en la necesidad de tener que abrir por la fuerza las puertas de la iglesia en un clima muchas veces dramático. También se produjo algún que otro incidente curioso como la desobediencia de un oficial por su postura realista, etc. Tauzia, en su estudio publicado en el "BSB" (1972) clasifica así los incidentes: 1° Inventarios efectuados sin oposición: Hasparren, San Juan de Luz, Ustaritz, San Juan de Pie de Puerto, Hendaya, Alos-Sibas, Iholdy, Pagolle, Amorots, Beguios, Luxe, Barcus, Ainhice Mongelos, Bidart, Lacarre-Gamarthe, Ostabat, Ahaxe, Uhart-Mixe. 2° Inventarios impedidos o llevados a cabo mediante efracción: Ciboure, Cambo, Bardos, Larressore, Labets y Biscay, Sara, Sauguis, Baigorry, Mendionde, Briscous, Urcuray, Isturits, Ossés, Arrossa, Arraute, Mouguerre, Helette, Souraide, Oregue, Méharin, Musculdy, San Juan el Viejo, Ascain, Lohitzun, Mendive, San Martín de Arberoue, Urt, Ainhoa, Aldudes, Anhaux, Arbouet, Armendariz, Behaune-Lantabat, Halsou, Irouleguy, Saint-Pée- sur-Nivelle, Urrugne, Lecumberry, Villefranque. 3° Incidentes graves. Violencias: Itxassou, Bidarray. Protestas de carácter especial: Arcangues, San Pedro de Irube. La guerra del clero a la república va a tener otra importante repercusión: un gran porcentaje de la historiografía de Iparralde será escrita por los miembros cultos de este clero refractario que ofrecerán sólo su versión de los hechos. Un verdadero esclarecimiento de los mismos tiene que tener muy en cuenta esta distorsión y procurar superarla.

El período comprendido entre estos años y la guerra de 1914-1918 va a contemplar una bipolarización total de Iparralde. Bayona I elige en 1910 al radical Joseph Garat, alcalde de Bayona desde 1908, mientras en el resto de Laburdi vota a la derecha católica acrecentándose el radicalismo religioso en las otras dos provincias.

El 28 de julio de 1914 Austria declaraba la guerra a Servia dando así inicio a la I Guerra Mundial. En Iparralde, "primera región de emigración del Estado francés" según Garat (Muga n° 25, 1983, 62-75) a quien seguimos, "la insumisión y después la deserción iban a ser, desde el principio de la guerra, la preocupación constante de las autoridades..." Lapurdi acusó este fenómeno que llegó a ser importantísimo. El llamamiento se hizo hasta la quinta de 1887 e incluso anteriores teniendo, pues, en cuenta el factor emigratorio previo a 1914. Días antes de la movilización muchos jóvenes pasaron la frontera y, tras ésta, los informes prefectorales estiman que fue un tercio del número total de insumisos el que escogió la huida a Hegoalde. Luego, comenta Garat, con los primeros permisos aparecen las primeras deserciones pese a la pena de muerte impuesta a los fugitivos. El movimiento llegó a ser tal que, en octubre de 1915, se prohibió a los soldados de permiso, heridos o convalecientes residir en los cantones vascos.

La prensa, bien censurada, especula sobre agencias secretas alemanas que ayudan a escapar al vasco, haciéndose eco de la patraña hasta el mismo diario Lapurdino Eskualduna. En noviembre de 1916 el prefecto ordena el cierre de todos los pasos fronterizos privados de Arneguy y el pasaporte se hace obligatorio. Las cartas -siempre, salvo pocas excepciones, en euskara- son vigiladas férreamente pero los contrabandistas las pasan cuando van a Hegoalde. La sorda inquina del clero al gobierno republicano se traduce en manga ancha a las deserciones y en la interpretación de la guerra como un castigo divino "porque el Gobierno no ha entregado a los sacerdotes el dinero... que le fue robado en el momento de la separación de la Iglesia y del Estado" (Eskualduna, 27 de julio de 1917). Las listas de insumisos son colocadas en las puertas de todos los ayuntamientos Lapurdinos y vascos sin que provoquen sonrojo. La guerra produjo de 6.000 a 7.000 víctimas mortales en todo Iparralde. Cabe preguntarse a cuánto hubiera ascendido esta terrible cifra en caso de no haber desertado y huido los jóvenes en edad militar. En el combate se distinguió el 49 regimiento de Bayona.

A partir de 1914, y sobre todo en la postguerra, Garat e Ybarnegaray polarizan la atención y los votos de Lapurdi, este último merced a su fuerte implantación en la Baja Navarra y Zuberoa y a las demarcaciones electorales establecidas entre 1919 y 1924. Garat será el único obstáculo de la ultraderecha representada por el alcalde de Uhart-Cize, hasta la caída del radical en 1934 debido al affaire Stawisky. Su sustituto, el Dr. Simonet, será derrotado por el abogado Delzangles, con lo que todo Lapurdi, incluida la circunscripción tradicionalmente radical de Bayona I, báscula hacia la derecha. De esta forma, al llegar las elecciones de 1936 que acarrean la llegada al poder del Frente Popular en toda Francia, las tres provincias de Iparralde eligen sendos candidatos del signo opuesto. «Es la afirmación -comenta Larronde, 1983- del País Vasco como bastión conservador y baluarte de la derecha católica frente al empuje de la izquierda en el conjunto francés». Es en este contexto cuando debemos de situar la llegada de los refugiados vascos a la guerra de 1936-1939, llegada rodeada de la hostilidad e incomprensión de los católicos salvo contadas excepciones.

La preocupación por el estado de la lengua -fragmentado en dialectos y en regresión constante- prendió en parte de la intelectualidad vasca de ambos lados de la frontera ya desde el siglo XVII (véase el apartado Enseñanza). A mediados del siglo XIX D'Abadie inicia las Fiestas Vascas y euskerólogos de ambos lados del Pirineo se relacionan para comunicarse y comentar sus búsquedas. En el año 1900 asisten al Congreso Internacional de Estudios Vascos de París Julien Vinson, Charency y Lacombe, entre otros. Un año después se creaba Eskualtzaleen Biltzarra donde podía verse al fundador, Landerretche, Guilbeau, Adema, Ahetz-Etcheber, por lado lapurdino, y a Campión, Urquijo, Guerra, López Mendizábal y siglo Mújica, por Egoalde. En todo ello el impulso aranista, es decir del nacionalismo vasco, es importante aunque no único. En 1918 vascos de ambos lados de la raya se encuentran en Oñate para fundar la Sociedad de Estudios Vascos, asistiendo diversas autoridades lapurdinas y el obispo de Bayona con su secretario, el vascólogo Daranatz.

El éxito popular y electoral del PNV en 1931 suscita el entusiasmo de los vasquistas de Iparralde, entre los cuales Pierre Lafitte, M. Inahauspe, Magdeleine Jaureguiberry, Eugène Goihenetche, etc. De entre todas estas personas es el joven canónigo Laffitte el que va a poner en movimiento un grupo y una revista denominada Aintzina, publicación de carácter regionalista que adopta el lema JEL sabiniano y va a granjearse la animadversión implacable del otro nacionalismo, del nacionalismo francés de Ybarnegaray, que llegará a definir a Lafitte como "pez rojo en la aguabenditera". Hombres como el sacerdote Ariztimuño "Aitzol", los vascófilos veraneantes como Julio de Urquijo, los nacionalistas asistentes al anual encuentro del Eskualtzaleen Biltzarra -José de Eizaguirre, I. López Mendizábal, A. Labayen-, el interés del director del Museo Vasco comandante Boisseul, las visitas asiduas de Ph. Veyrin o Tillac, crean una amistad mutua por encima de las fronteras.

Incluso el Estatuto de Autonomía de 1931, traducido al francés, es publicado en la revista "Gure-Herria" (n.° 6, 1931). "Aintzina" pide un departamento vasco descentralizado mientras adopta los emblemas del nacionalismo de Egoalde. Sin embargo, al llegar las decisivas elecciones de 1936 el "pez rojo" y sus colaboradores, temerosos del Frente popular, darán consigna de votar a los derechistas Delzangles y Coral en Lapurdi y a Ybarnegaray en el resto del país. La llegada de los primeros refugiados católicos antifranquistas vascos va a trastocar estas directrices y sumir a los católicos de Iparralde en un mar de contradicciones. Desaparecida Aintzina, Eskualduna ve en ellos a indeseables. La opinión se retrae, en especial la católica, mientras, por el contrario, los sindicatos se vuelcan en la ayuda a los recién llegados. Sólo personalidades aisladas -Legasse, los Jaureguiberry, Labeguerie, Dassance, Dutournier, el marqués de Arcangues, Goyhenetche- mantienen una postura solidaria.

Durante la II Guerra Mundial la costa lapurdina fue frecuentada con asiduidad por militares alemanes de todos los grados que, convalecientes o heridos leves, eran enviados desde Berlín a este sector de la costa a fin de que se repusieran antes de su envío al frente ruso. Estos alemanes simpatizan con los vascos a los que consideran "tan arios" como ellos. En 1942 vuelve a aparecer Aintzina, casi toda ella con colaboradores lapurdinos (Lafitte, Labeguerie, Legasse, Dubocq, Larzabal, Ospital, Dutournier, Goyhenetche) y una dirección doctrinal que supera el mero regionalismo ya que considera a Egoalde "un hermano de raza". El endurecimiento de la guerra y de las operaciones de resistencia hacen desaparecer a la revista. Labeguerie forma el grupo Irrintzi en Burdeos. La pequeña constelación nacionalista se manifiesta tercamente: reaparición breve de Aintzina tras la liberación, dirigido por M. Legasse, presentación de candidatos nacionalistas vascos en las elecciones cantonales, presentación de un anteproyecto de Estatuto de Autonomía por Etcheverry- Ainchart en la Asamblea Constituyente, nacimiento de Herria bajo la dirección de Laffitte, Sallaberry y P. Larzabal, etc.

En 1953 veteranos y jóvenes convergen en una Asociación de Estudiantes Vascos creada en Burdeos por Michel Burucoa que dará origen a Enbata. Un accidente segó la vida, en 1946, del joven Michel D'Arcangues, otro protagonista importante de la vida lapurdina durante estos años. Vasquista convencido, se puso en contacto en 1942 con la resistencia dedicándose al paso de tanquistas aliados por la frontera. Al año siguiente pasó a Inglaterra y su padre y su hermano fueron arrestados por los alemanes. Participó en el desembarco y en la liberación de París y obtuvo la Cruz de Guerra en Estrasburgo. Mantenía, cuando murió, frecuentes contactos con antifranquistas guipuzcoanos.

Las elecciones se llevarán durante este período a cabo por listas departamentales, razón por la que es difícil aislar el electorado vasco y menos aún el laburdino. En líneas generales y siguiendo a Larronde, diremos que las condiciones cambian algo tras la guerra extendiéndose la sigla MRP (Mouvement Républicain Populaire) encabezada por figuras democristianas como Jean Errecart y Jean Etcheverry-Ainchart mientras el partido gaullista no medra debido a la falta de adhesión de los notables locales. Una figura de la derecha clásica será Guy Petit, alcalde de Biarritz. El comunismo tendrá como bastión el Boucau, personificado por su alcalde Albert Mora.

El cambio del sistema electoral en 1958 permite apreciar con alguna mayor nitidez el voto vasco pero reparte el voto del País Vasco Interior entre bajonavarros, suletinos, cantón de Hasparren y de Espelette, estableciendo además una gran desproporción de votantes inscritos:

III Circunscripción (P. Vasco interior)54.047 i.
IV Circunscripción (Costa laburdina)117.985 i.

De todas formas y pese a la dudosa legitimidad de este desequilibrio electoral, desde un primer momento vemos que Iparralde, y por tanto Laburdi, bascula hacia el partido del general De Gaulle que desplaza a los partidos tradicionales y al MRP moderado. Incluso en el último referéndum celebrado en 1969 y cuya pérdida supuso la salida del general del poder, obtuvo De Gaulle mayoría en el País Vasco. En las elecciones legislativas el dominio del gaullismo ha sido casi total salvo contadas excepciones:

AñoLaburdi interiorCosta laburdina
1958  Camino U.N.R. (gaul.)Thomazo U.N.R. (gaul.)
1962Labeguerie M.P.R. Centr.  Grenet Centr. radical  
1967Inchauspé U.N.R. (gaul.)Marie U.N.R. (gaul.)
1968Inchauspé U.N.R. (gaul.)Marie U.N.R. (gaul.)
1973Inchauspé U.N.R. (gaul.)Marie U.N.R. (gaul.)
1978Inchauspé R.P.R. (gaul.)Marie R.P.R. (gaul.)
1981Inchauspé R.P.R. (gaul.)Destrade P. Socialista

Puede notarse sin embargo que la izquierda va, poco a poco, ganando terreno en la costa, tanto en su vertiente estatalista -PS- como en la nacionalista vasca -EHAS y similares-. El comunismo sigue teniendo en Boucau su plaza fuerte, seguido de Hendaya y Bayona. En el interior el dominio de la derecha es mayor. También ha avanzado aquí la izquierda pero, al partir de un nivel más bajo, es menos notorio el avance. La obtención de un escaño por el centrista Labéguerie se debió al apoyo prestado por el movimiento nacionalista vasco Enbata. Véase Labeguerie, Michel. De la misma forma, Destrade, un socialista, obtuvo por primera vez un acta para este partido en 1981 prometiendo luchar por la consecución de un Departamento Vasco, proyecto que fue presentado por el PS en la Asamblea Nacional Francesa meses antes de las elecciones.

Hacia 1960 y sobre el rescoldo nacionalista vasco, un grupo de estudiantes y de profesionales se reúne alrededor de la publicación Embata, luego Enbata. La primera oleada de refugiados de ETA llega a Laburdi. El movimiento nacionalista que se desarrolla a continuación -contemporáneo al que comienza a esbozarse en Hegoalde bajo el franquismo- va a desembocar en la creación de Enbata fundado en Itxassou en 1963 por S. Haran y otros, posibilitando la elección del diputado centrista Labéguerie. Véase Enbata. Presentará, con relativo éxito, sus candidatos a las elecciones legislativas de 1967 y 1968 así como a las cantonales, siendo disuelto por ukase gubernativo en 1974. Ese mismo año, el ala izquierda del desaparecido movimiento se constituye en EHAS (Euskal Herriko Alderdi Socialista) que se presentó, sin conseguir acta, a las elecciones de 1978. El ala derecha constituyó Izan, mientras, a la izquierda de ambos, aparecen Justice Basque, Hordago y la organización armada Iparretarrak. El voto nacionalista vasco puede definirse como étnico y joven, más rural que costero, más a la izquierda en el interior que en las aglomeraciones urbanas de la costa:

Año  Interior    Costa  
1967  4,6 %4,5 %
19681,8 %1,2 %
19784,8 %3 %

Como consecuencia de esta debilidad electoral, el nacionalismo vasco se ha refugiado en la labor creadora de conciencia: creación de un Departamento Vasco o movimientos pro-ikastolas y los Herri Taldeak, comités de acción local de carácter culturalista. Pese a los reveses, el impacto de Enbata es evidente y está en la base de la Asociación para la creación de un Departamento Vasco que, fundada en 1975, consigue el apoyo de los alcaldes de Guéthary, Espelette, Ustaritz, Hendaya, Arcangues, Sara, Lahonce, Bassussarry, Hasparren, Larressore y personalidades importantes de la vida departamental y laburdina, entre los cuales el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Bayona, Jacques Saint-Martin. En 1979 se crea Izan con el objetivo de popularizar la Asociación que, falta del apoyo de los grupos políticos y mal vista desde Pau-París, languidece. Surge así, en 1980, la Asociación de Electos "Para un Departamento Vasco", a la que se adhieren una cuarentena de alcaldes vascos, con sede en Helette. La derecha y la izquierda francesas no tardan en acusar de separatista a la asociación, que, mediante una carta abierta a todos los candidatos a la presidencia de la República en 1981, les pide se pronuncien sobre el Departamento Vasco. La acción surte efecto y a finales de febrero el PS presenta una proposición de ley para la creación de un Departamento Vasco, por medio de C. Laurissergues, delegado de Identidades Regionales del PS, y sin que los responsables locales socialistas hayan hecho el menor gesto de apoyo. Tras haber facilitado la consecución de un acta al socialista Destrade, el nacionalista vasco profundamente decepcionado por el incumplimiento de las promesas socialistas, desiste en apoyarse o apoyar a fuerzas estatales mientras Iparretarrak redobla sus atentados en especial contra el turismo costero. En los últimos años, la acción de los comandos de extrema derecha contra los refugiados de ETA ha contribuido decisivamente a convertir a Laburdi en uno de los puntos más cálidos de Europa.