Industriak

LA UNIÓN RESINERA ESPAÑOLA

Crisis, reagrupamiento y estrategias colusivas (1928-1936).

A partir de 1929 los problemas de la industria resinera mundial aparecen vinculados a un problema básico de demanda. La crisis económica internacional limitaba la capacidad de absorción en los sectores y países tradicionalmente importadores de productos resinosos. La reacción frente a la crisis se dio en dos frentes, en el de la reforma interna, y en el de la reorganización del sector hacia fuera. A nivel interno, el objetivo prioritario fue tratar de mejorar la situación financiera de la empresa. Al iniciarse la campaña de 1928 el dilema se planteó con toda crudeza: o se decretaba una suspensión de pagos o se accedía a la consolidación de la deuda. Los problemas financieros obligaron al cierre de la filial IRRSA. En cuanto a la reorganización del sector, se presionó a las administraciones municipales y estatales con objeto de que se arbitraran las medidas políticas necesarias para corregir los desequilibrios que planteaba el régimen y precios de los arrendamientos del monte público en una coyuntura de hundimiento en los precios de los productos finales. Por otra parte, en estrecha conexión con las propuestas dirigidas a los poderes públicos, se trató de liderar un laborioso proceso de negociaciones con los restantes industriales del ramo, tratando de alcanzar algún acuerdo que permitiera reagrupar el sector, reducir la competencia interna y fijar los precios. Durante la crisis de 1921 se produjo un contacto entre los principales fabricantes con objeto de constituir un Consorcio de Ventas capaz de fijar precios y evitar la caída en las cotizaciones de los productos resinosos. Fracasas las negociaciones a favor de la concentración se optó por continuar en solitario las negociaciones con el gobierno con el propósito de que fuera la misma Administración la que impusiera el reagrupamiento del sector. Tras intensas gestiones la Administración impuso la creación del Consorcio Resinero. Sin embargo, sin llegar a cumplirse el segundo año de vida del Consorcio, quedó disuelto y se entró de nuevo en un laborioso proceso de negociaciones con los restantes industriales con vistas a la creación de un organismo que, cuando menos, regulará los precios del mercado interior. Después de largas discusiones, se consiguió reunir el 70 % de la producción en la Cooperativa Resinera Española. En 1932 se acordó su disolución. En 1934 el presidente de LURE continuó por tratar de alcanzar acuerdos más amplios y rigurosos. Fruto fue la creación igualmente efímera del Sindicato Resinero Español, con el 90 % de la producción nacional.

Por otra parte, la evolución financiera de LURE pasaba a ser crítica. Las presiones del Banco de Bilbao, principal acreedor de la empresa, forzaron la creación en Bilbao en 1934 de la empresa Resinas Españolas S.A., cuyo objeto será gestionar en arrendamiento y por espacio de tres años los bienes pertenecientes a LURE, manteniendo sus mismos fines productivos. En 1939 se amplió el capital a 50 millones de pesetas.