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LA POLAR SOCIEDAD ANÓNIMA DE SEGUROS

La Polar, sociedad aseguradora fundada en abril de 1901, junto a Aurora Seguros y Seguros Bilbao, constituyeron durante buena parte del siglo XX el núcleo fundamental del sector asegurador comercial vizcaíno, con intereses y proyección en el resto de España. Tanto La Polar como Aurora obedecieron en sus principios a intereses semejantes, desde promotores ligados a las actividades navieras y mineras. La Polar, además, muestra un evidente nexo con el sector bancario, desde el Banco del Comercio primero y después con el Banco de Bilbao. La Polar, fue también original en su forma de captar su capital en el momento de su fundación.

El 6 de abril de 1901 mediante escritura pública se constituyó La Polar Sociedad Anónima de Seguros, por iniciativa de Ramón de la Sota y Llano, Florentino Larrínaga, José Luis Costa, Rafael Amézaga, Ricardo Nárdiz, Domingo Toledo, Laureano Ansuategui y José Luis de Villabaso. Todos residentes en Bilbao, menos Amézaga, que lo era de Santurce, actuaban por sí, salvo Villabaso que lo hacía como Gerente del Banco del Comercio, previo acuerdo -fechado el día 15 del mes de marzo- y autorización del Consejo del Banco

La Polar es por lo tanto un caso claro de proyección de los negocios bancarios hacia el seguro. Su objeto social lo dejaba bien claro: "el objeto social es dedicarse a todas las operaciones de seguros tanto marítimos como terrestres, mercaderías, transportes, seguros de vida y cualquiera otros negocios que tengan relación con el ramo de seguros en general".

Otra peculiaridad de esta sociedad y grande, era la organización de su capital social. El capital nominal ascendió en 1901 a la astronómica cantidad de 100 millones de pesetas. El capital social se dividía en cuatro series de 25 millones de pesetas y se anunciaron de inmediato la emisión de las dos primeras, es decir, un nominal de 50 millones. El procedimiento era pionero en España y no exento de imaginación. Los accionistas no tendrían que desembolsar capital alguno sino que por cada acción, que era nominativa, denominada en los estatutos sociales adhesión o participación, -de un nominal de 250 pesetas cada una- debía de aportarse como garantía valores mobiliarios o metales preciosos que evaluados al 80% de su cotización vigente cubrían de forma permanente el descubierto. Se aplazaba el pago de dividendos pasivos indefinidamente hasta que no lo hiciese necesario la responsabilidad de la sociedad.

Sus promotores entendían este método de captación de recursos especialmente indicado para una empresa del sector asegurador, puesto que confiaban en que la empresa se dotase de un fondo de reserva que la capitalizaría, siempre contando con que no hubiera ningún siniestro grave en sus primeros tiempos de andadura. El sistema tuvo éxito, puesto que las dos primeras series se cubrieron en pleno boom bursátil de 1901. Cuando vinieron los problemas aguantó bien el temporal, además de por el prestigio de sus promotores (Sota) por el respaldo del Banco del Comercio y, pronto, del Banco de Bilbao.

Ese respaldo no sólo era formal o incluso coincidente en los nombres. La administración y gerencia de La Polar, estatutariamente, estaba encargada al Banco del Comercio en cuyas oficinas se llevaría de forma efectiva a cambio de una comisión del 6% sobre sus beneficios líquidos. No obstante cabía la opción para el banco de transferir o subrogar esta opción a un tercero. Como el primero de mayo de 1901 se había firmado la escritura de fusión del Banco de Comercio y del Banco de Bilbao en un renovado Banco de Bilbao por ello se subrogó las obligaciones del Banco del Comercio, pasando por lo tanto a dependencias del nuevo banco la gestión y administración de La Polar.

En todo caso el Banco de Bilbao renunció a esta opción en 1906 a cambio de ciertos derechos de intervención en el Consejo y en el control de cuentas. Tenía la posibilidad de nombrar a cuatro de los vocales del Consejo bloqueando el número de consejeros a ocho, de forma que se garantizaba el 50% de puestos en el mismo. Otra condición fue el depósito en el Banco de los valores que garantizaban las adhesiones sin cobro alguno, mientras que no dispusiera cobros por depósitos en custodia como medida general. Además, como único banquero de la sociedad, La Polar tendría obligación de mantener sus fondos y valores en el Banco y no concertar con otra entidad ningún préstamo o cuenta de crédito, descuento de letras, cuenta corriente, etc., además de abonar dividendos, amortizar obligaciones y abonar siniestros únicamente por su medio. El Banco cubría la pérdida del primer ejercicio social, a cuenta de los accionistas y para cubrirlas pignoraba los derechos de La Polar sobre los dividendos pasivos a sus accionistas o sobre la realización de valores.

Esta es una evidente explicación de que la vida social de La Polar fuera bastante más "tranquila" que la de su contemporánea y competidora Aurora. La vinculación a un banco solvente, y todavía más desde la fusión del Bilbao y del Comercio, desde el que se operaba, junto con su dedicación expresa al ámbito del seguro marítimo.

La Polar mantuvo en sus primeras décadas una actividad más concentrada en el seguro marítimo y con escasa proyección geográfica fuera de Vizcaya. Tras la Guerra Civil continuó manteniendo sus actividades e incrementándolas en más ramos (vida, incendios, etc.). En 1977 se fusionó con su gran competidora Aurora Seguros, para formar Aurora Polar, que luego absorbida por Axa.

Eduardo ALONSO OLEA (2007)