Egunkariak

La Paz

Periódico vasco que se publicó en Madrid durante algo más de un dos años con el objetivo de defender los Fueros al acabar la II Guerra Carlista.

Inició su publicación el 7 de mayo de 1876 bajo la dirección de Miguel Loredo, abogado fuerista residente en Madrid y su aparición fue, salvo durante los períodos de suspensión gubernativa, de una vez cada cuatro días. En su editorial, Nuestro programa, decía, entre otras cosas:

"Vascongados y navarros todos los que como redactores y colaboradores figuran a la cabeza de nuestro diario, con una sola excepción, que nos impone un deber de gratitud, y conocidos muchos de ellos por la inquebrantable consecuencia con que han venido sosteniendo y sostienen sus ideas, fácil es adivinar que el propósito de todos y la misión de La Paz es defender los fueros y las venerandas instituciones del país que nos vio nacer."

La excepción a que se aludía era Juan Mañé y Flaquer, el publicista catalán que, al frente del "Diario de Barcelona", estaba llevando a cabo una intensa campaña en pro de los Fueros vascos. La Paz se editaba a cuatro columnas, en una tipografía de muy buena calidad y en un tamaño ligeramente mayor que la mayoría de sus colegas. En la cabecera del periódico figuraba una lista alfabética de redactores y colaboradores, prácticamente la plana mayor de los intelectuales vascos de la época. En el primer número del diario eran:

  • Areitio, Federico
  • Garmendia, Martín
  • Balparda, Ricardo
  • Goicoechea, Sabino
  • Berástegui, Conde de LLobregat
  • Gorriz, Rafael
  • Becerro Bengoa, Ricardo
  • Goyoaga, Restituto
  • Delmas, Juan
  • Herrán, Fermín
  • Fernández, Ramón
  • Izaguirre, Francisco
  • Lezama, Eladio
  • Jamar, Joaquín
  • Loredo, Miguel
  • La Hidalga, Pedro
  • Manteli, Sotero
  • Ozámiz, Valentín
  • Manterola, José
  • Peña y Goñi, Antonio
  • Mañé y Flaquer, Juan
  • Sagarmínaga, Fidel
  • Moraza, Mateo
  • B.Santoyo, Fernando
  • Soraluce, Nicolás
  • Vicuña, Gumersinda
  • Trueba, Antonio
  • Villavaso, Camilo
  • Goizueta, José M.ª

En el tercer número de La Paz aparecen ya en la lista Arturo Campión y Hermilio Olóriz, y con posterioridad se añadirán nuevos nombres. En el nuevo periódico aparecerían muy pronto las Cartas de Sancho Panza a Sánchez Silva de Loredo. No cabe duda de que, así como los Fueros eran la pasión de Sánchez Silva, el senador de Utrera era una auténtica musa para Miguel Loredo. Nos dará idea del tono que usaba el publicista vizcaíno la siguiente frase de una de sus Cartas a un senador: "El canónigo Llorente, que era para Godoy un Sánchez Silva -salvo la moralidad y honradez en que V. E. de él se diferencia, aventajándole- como V. E. es hoy un Llorente para las inconscientes y extraviadas falanges de los antifueristas del día..." Las Cartas de Sancho Panza a Sánchez Silva, aparecidas en La Paz los días 6, 20, 23 y 27 de junio, revelan un ingenio más que regular. En ellas el personaje cervantino se alía al senador de Utrera, al que apoya fogosamente, si bien en sus misivas -escritas "de mano ajena"- va describiendo grotescamente, uno por uno, todos los errores acumulados por el andaluz en sus parlamentos y escritos:

"En este templo de la inmortalidad, donde sin duda por concomitancia hánme dado eterno alojamiento, he llegado a entender lo mucho y bueno que vuestra merced ha trabajado y trabaja contra los Fueros de esos endiablados de vizcaínos (que por más que ellos digan que se llaman además guipuzcoanos, alaveses y navarros, vizcaínos los hemos de llamar siempre vuesa merced y yo, porque eso muestra nuestros conocimientos y conforme parecer en la materia)..."

El ingenio y el humor de Miguel Loredo no tenían rival posible; Sánchez Silva se guardó muy bien de contestar a Sancho Panza. Desde el primer momento, los redactores de La Paz pecharon con una ardua tarea: comentar y replicar todas y cada una de las alusiones al tema foral que hacían los periódicos madrileños. En el primer número aparecen una respuesta a "El Imparcial", otra a la "Correspondencia de España" y dos comentarios distintos a sendos artículos de "La Patria". En el segundo número comenta artículos de "El Diario Español", "La Tribuna" y "El Parlamento"; en el número tres replica a "La Patria", "El Imparcial" y "El Parlamento"; el 10 de mayo dedica a "El Parlamento", publicación recién salida a la calle, pero que "es uno de los diarios cuya saña contra los Fueros vasco- navarros raya en manía", nada menos que un extenso editorial y tres largos comentarios; y contesta con unos versos a otros versos de "La Patria".

El día 11 adjudica a "El Parlamento" cinco espacios distintos en segunda página; a "La Patria" uno sólo, pero muy extenso; y también hallan sitio comentarios a "La Mañana", "La Iberia", "El Eco de Navarra" -éste de agradecimiento-, "La Tribuna" y otro periódico del que no nos dice el nombre. El día 13 es "El Imparcial" el que se asoma al editorial, recibe dos fuertes ataques, y es aludido en una larga cita sin comentarios. "El Parlamento", por su parte, recibe cuatro duras réplicas. Pero el día 18 de mayo "El Parlamento" bate todas las marcas: La Paz le consagra 552 líneas. Hemos efectuado este farragoso recuento para indicar al lector el valor extraordinario que, como fuente de información, encierra La Paz. Prácticamente todo lo relacionado con el País Vasco -y no sólo con sus Fueros- desfila por sus páginas.

Podría considerarse a La Paz como el precursor de la nube de revistas vascófilas que, pocos años más tarde, verían la luz haciendo renacer los estudios vascos en las últimas dos décadas de siglo. Recordemos que la "Revista Eúskara" de Navarra apareció dos años después que La Paz en 1878, y fue seguida, meses más tarde, por la alavesa "Revista de las Provincias Eúskaras" y en 1880 por la guipuzcoano "Euskal - Erria". Muchos de los promotores y colaboradores de estas revistas habían roto el fuego ya en las páginas de La Paz. No debían ser muy largos los trámites para la creación de un diario; la primera información del proyecto de publicar La Paz nos la da la "Correspondencia de España", sólo seis días antes de la salida del primer número. Y el "Irurac- Bat" sólo dará la noticia a sus lectores el 4 de mayo.

En la polémica que La Paz sostuvo con la casi totalidad de la prensa madrileña, cabe destacar el durísimo ataque el "El Imparcial" le dirigió, en una serie de artículos titulados El país pintado por sí mismo. La Paz, periódico fuerista, firmados por "Un Liberal". El primero de los artículos apareció el 13 de mayo, y su lenguaje era violento y despreciativo. Esa misma tarde se publicó la contestación, mesurada y prudente, del periódico fuerista, y dos días después una respuesta firmada por F. Ortiz de Pinedo. "Un Liberal" publicó en réplica un segundo artículo, más envenenado si cabe que el anterior, y en el que, forzando el significado de algunas frases de Ortiz de Pinedo, llegaba a escribir un interesante párrafo: "...En el siguiente número 8 del lunes, 15 de mayo, aparecen otros dos artículos firmados, y levantada la visera dice el primer campeón: "Los Fueros son para nosotros una nacionalidad (Avemaría); al amparo de ellos vivimos y nos desarrollamos". Esto es ya hablar muy claro, sin rebozo ni disimulo. "¡Nacionalidad!" Sin duda no conoce la historia de España el que así se expresa. A no ser que esto revele intenciones para los futuros contingentes..." ¿Quién sería el "Liberal", autor de los artículos, que dio muestras de tener dotes proféticas? La prosa, lanzada con violencia y efectista, y la construcción del discurso, escaso de lógica interna, nos recuerdan las piezas oratorias de Sánchez Silva; asi como la manía -de regustos quijotescos- de llamar vizcaínos a todos los vascos.

Un tercer artículo, acusando a los vizcaínos nada menos que de haber destruido los Fueros castellanos en Villalar, apareció en "El Imparcial" el 2 de junio. La vistosa y personal manera de concebir la historia de su autor nos recuerda más que nunca las divertidas afirmaciones de Sánchez Silva, aunque irrita contemplar la impunidad y ·el apoyo con que contaba "Un Liberal" para escribir tonterías en la prensa más importante del país. Tampoco La Paz está libre de obcecación, de partidismos; como ejemplo, basta hacer notar que en varios artículos se escribe, con estas palabras, que los antifueristas quieren "el exterminio de los vascongados "; pero, en general, su lenguaje -y más aún el de los periódicos de las capitales vascas, por disponer de menor libertad de expresión- es más medido, menos exaltado, menos insultante que el de los diarios más antifueristas.

A la tercera carta del "Liberal" contestó el 3 de junio Ortíz de Pinedo, en La Paz, demostrando la gratuidad de las afirmaciones históricas del colaborador de "El Imparcial". Aunque al final de su artículo invitaba al "Liberal" a continuar la discusión ("...cuando usted guste puede volver a empezar, aunque no sea más que por el bien de su salud..."), no volvió "El Imparcial" a publicar más artículos de su colaborador. El periódico radical se contentó con esperar los acontecimientos, sin intentar buscar nuevas razones para apoyar sus tesis antifueristas. El proyecto de abolición estaba ya en marcha, y el tiempo trabajaba en su favor. El periódico desapareció en agosto de 1878 tras seis suspensiones gubernativas y tras haberse promulgado la Ley del 21 de julio de 1876 considerada abolitoria de los Fueros vascongados. La última suspensión fue la definitiva ya que la muerte de Loredo meses después hizo desaparecer la empresa costeada y animada por éste.