Musikakoak

Jota

Así y todo la jota arraigó en tierras del Ebro y subió por la cuenca del Aragón penetrando en el corazón de Navarra, pero no sin contrapartidas.

Perdió parte de su bravuconería y jactancia originarias para adoptar en Navarra un ritmo que la hace lenta, como observa F. Urabayen, alargada y sollozante, destacándose la mezcla de dulzura y de fuerza, de lamento y de grito retador que lleva en sí la melodía. Se suele citar como prototipo la jota de Peralta. Grandmontagne, que oyó la jota en 1922 en las fiestas de San Fermín, advirtió en ella todos los tonos:

en tono de desafío, de amor desventurado, de pena, de gozo,
por lo alto, por lo bajo, bravucona, piadosa, en quejido de cárcel,
de alegre libertad, en todos los ritmos imaginables.

Sirvan de ejemplo estas dos entresacadas del gran arsenal jotístico vasco ribereño:

Amor mío, no me lleves
- al campo tan de mañana;
- hace frío, truena y llueve
- y está lejos la cabaña.

Como puede apreciarse al revisar el cancionero, un gran número de jotas se refieren al ambiente hortelano, al amor y al buen humor.
La otra copla se refiere al amor puro:

El querer sin esperanza
- es el más fino querer,
- yo te quiero y nada espero,
- ¡Mira si te quiero bien!

Retozona y halagadora resulta esta otra, no ya de penas sino de ingenuo amorío:

Quisiera ser la enredadera
- que sube por tu ventana,
- pa' hacete cuando te asomes
- cosquillicas en la cara.

En un buen número se advierten también los desplantes, bravuconerías y fanfarronadas asimiladas por la tónica originaria del país de adopción. Citemos algunas:

Con mi manta a lo navarro
- y un duro en la fatriquera,
- si quiere tronar ¡que truene!
- si quiere llover ¡que llueva!
Pa pasearte la calle
- no necesito cuchillo,
- que a ese novio que tú tienes
- me lo meto en el bolsillo.

El Diccionario Popular de Vergara inserta como cantares populares de Navarra, dice Iribarren, el malhadado cielo azul y las coplas de la famosa jota de Larregla Siempre pa alante, que ni son navarras, pues las compuso el escritor aragonés Eusebio Blasco, ni populares, pues sólo se han cantado en conciertos, y que resultan tan jactanciosas y petulantes que el propio Orfeón Pamplonés sintió, más de una vez, reparo en cantarlas. Las coplas de cuchillos y puñales, de rondas retadoras de mozos, contrastan con otras delicadas y bellas como esta que figura en una Guía Turística de 1929:

Pasa el río por tu puerta
- y no me das de beber;
- pasando el agua tan cerca
- me dejas morir de sed.

Y esta otra elegíaca, muy popular y de hondo sentimiento:

Cuando se murió, la puse
- un pañuelo por la cara,
- pa que la tierra no toque
- carica que yo besara.

O ésta satírica y desgarrada:

A los curas, no les pidas.
- A las monjas, no les des.
- A los frailes, no les quites
- que te han de j... los tres.

Los temas varían según las circunstancias:

Navarro soy ante todo
- español si me conviene
- y si los del PSOE quieren
- de Euskadi el año que viene.