Lexikoa

HARRIJASOKETA

La prueba. Nos decía Francisco Irazusta Echevarría «Usateguieta», pocos días antes de su muerte, que él había practicado, en competición y apuesta, prácticamente todas las especialidades del deporte rural. Afirmaba que, sin lugar a dudas, el más penoso y sacrificado era el levantamiento de piedra, en los grandes pesos. Y añadía que el remero puede disimular su cansancio, durante la regata, manteniendo el compás de la boga, sin extremar el esfuerzo. Lo mismo ocurre con el aizkolari, que puede recuperarse de un desfallecimiento golpeando el tronco con menos vigor. Pero la piedra no sube si no va con un impulso vigoroso de cintura y brazos que es necesario repetir en cada alzada. Las pruebas de levantamiento de piedra son, casi siempre, apuestas entre dos atletas que actúan uno después del otro, nunca al mismo tiempo. Incluso en concursos la actuación no es simultánea, sino sucesiva. El orden de actuación lo determina el azar. Presentes ya los atletas en la plaza, se lanza una moneda al aire, a «cara y cruz». Quien acierta suele elegir hacerlo en segundo lugar para tener una referencia del trabajo realizado por el contrario. Comienza la prueba, siendo preciso para que la alzada sea válida que la piedra quede nivelada sobre el hombro, arrojándola después al suelo por delante del cuerpo del atleta. Si cayera por detrás la alzada se considera nula. Suele montarse en el suelo un cuadrado de sacos de arena o cubiertas de automóvil, sobre el que se arroja la piedra, una vez nivelada sobre el hombro. Un ayudante prepara la piedra en posición correcta para el siguiente levantamiento. La piedra se nivela normalmente sobre el hombro izquierdo del levantador y sobre el derecho si fuere zurdo. El atleta joven, por lo general, es especialista en piedras de poco peso. Su cintura es ágil y prefiere muchas alzadas sin demasiado esfuerzo. Con la edad adquiere peso y fuerza pero sus pulmones no resisten un trabajo rápido. Por ello, con los años, va derivando hacia las grandes moles cúbicas y rectangulares de 13 y 14 arrobas. El levantamiento de piedra, hasta «Arteondo», fue deporte limitado al ámbito familiar del caserío o de la cantera. Interesaban más al público otros ejercicios de fuerza utilizando pesas, al estilo olímpico, o trozos de plomo que habían que levantar sobre la cabeza en un vigoroso impulso. Pero «Arteondo» desterró las piedras irregulares, dando una nueva dimensión al levantamiento y fijando sus formas y pesos clásicos. Víctor Zabala, «Arteondo», nació en Icíar el año 1886. Comenzó a exhibirse hacia 1910, proclamándose campeón indiscutible de la época. Era extraordinariamente robusto, de largo brazo, aunque no muy alto, condiciones todas idóneas para el levantamiento de piedra. Salía siempre a la plaza con la cabeza cubierta por una pequeña boina, que no se quitaba durante su actuación. Su vida deportiva fue muy dilatada, pues todavía en 1948, con 62 años, realizaba exhibiciones. Pedro María Churruca «Aritza», nació en Motrico el año 1894 y murió a los 70 años de edad, el 17 de junio de 1964. Su vida deportiva como levantador de piedra se inició hacia 1918 y prontamente destacó por sus grandes posibilidades. Era más alto que «Arteondo» y poseía una cintura de acero, que, en rápida flexión, elevaba las piedras hasta el hombro con un poderoso impulso. Su carrera le llevó al enfrentamiento con el campeón indiscutible del momento, «Arteondo». La prueba tuvo lugar en la plaza de toros de Eibar, el martes 15 de marzo de 1925, y despertó una extraordinaria expectación, calculándose en más de 3.000 los asistentes. Se jugó con una piedra rectangular de 15 arrobas (187,5 kilos), en dos tandas de 10 minutos de duración cada una. He aquí las alzadas: «Arteondo» y «Aritza» continuaron sus exhibiciones por todos los pueblos de Vizcaya y Guipúzcoa, programándose la actuación de uno y otro como número obligado en las fiestas patronales de casi todos los pueblos y barriadas. Con la edad, al adquirir más fuerza a cambio de velocidad y resistencia, «Arteondo» fue levantando piedras cada vez más grandes.