Pintoreak

Fuente, Iñaki de la

Xabier Sáenz de Gorbea, es probablemente quien más y mejor ha analizado la obra del pintor. En su libro Iñaki de la Fuente. Expresión y vivencia, el crítico concluye su epílogo de esta manera:

"Sus obras tienen una virtud que no se ha destacado demasiado: son capaces de crear ambiente y de concitar una atmósfera y una densidad abigarrada y táctil. Difíciles de definir y precisar con palabras, deben verse. A diferencia de la de otros muchos, el trabajo de Iñaki de la Fuente es de los que funcionan mejor en directo. Su complejidad plástica no admite la fotogenia ilustrativa.

Una pintura que encara la vida y el arte siempre con un paso hacia adelante. Proporciona la posibilidad de sentir la fascinación polisensorial del color y la materia hecha realidad. "Nada produce más placer que engañar al engañador", como decía Ramier. Engañar al arte y a la vida con el guiño continuo de la creación es una de sus misiones.

Intensidad y carácter, firmeza en las convicciones, ensimismamiento y complejidad, son algunas de sus virtudes. Capaz de disparar un detonante visual hipercrítico, como de acceder a la ambigüedad de la connotación o de propiciar un "gag" más o menos lúdico.

Huye del buen gusto. No otra cosa que el recurso de los débiles, aquel que emplean los sin imaginación. Cuando su facilidad le lleva a la costumbre, pega un grito o un bufido. Abandona la comodidad y la perturba con un nuevo salto. Como ha dejado escrito Rafael Castellano "aquí nos va mucho más la panzada y el regüeldo que el delikatessen" ".

Se escapa también del oficio por el oficio, algo que congela el swing (ritmo) y el sentimiento. Como el músico de jazz prefiere la invención lo mismo que la improvisación del momento.

Sin llegar a perder sus matices violentos, con el tiempo, predispone la recepción de los espectadores. Calidad de la madurez, es su nombre.

"La perseverancia te llevará al éxito" es un guiño que le garantiza. Pero la historia sigue. Vendrán los paradigmas, los cambios de época e Iñaki de la Fuente continuará su andadura contra sí mismo y su temperamento tormentoso. Es sobre todo un pintor. Conoce su oficio. Y sabe que la función del arte es la de trascender y no la de decorar ni ornar. Es un riesgo, pero la vida sin riesgo no vale la pena, ha dicho en más de una ocasión el artista bilbaíno. Ese riesgo es algo casi existencial, enfermizo. Como individuo lo traspasa a la obra y del mismo modo que va evolucionando, cambia y transforma su pintura." "Yo lo único que he hecho siempre ha sido pintar". El trabajo constante va por épocas. "El artista no deja de ser alguien que ha de sumergirse en su taller y enfrentarse a una incógnita, a algo que sólo él puede resolver".

"El arte es tan sólo una manifestación humana que, de momento, parece que sobrevive". Frente a la falta de verdades y lleno de dudas, pero a condición de actuar con tiento y sin embargo como si te fuera la vida en el empeño, el laberinto moderno se desgaja en su obra mediante series continuas de trabajos plásticos diferentes, cuya aventura de momento no tiene fin. Frente a la impostura del yo, su obra depende de él, más que de lo que pasa en el mundo. Lo resume todo: furias y abismos junto a sensibilidad y delicadeza de tratamiento. Hay que acercarse a él con la mirada limpia de prejuicios y siempre dispuesto a poner en juego la sensibilidad, el pensamiento y la voluntad.

Un auténtico flujo de sístole y diástole espera. Como un corazón tiene un pulso específico. Trata de ordenar y desordenar, construir y deconstruir, aglomerar y eliminar. Va del oscuro al blanco y vuelta a la intensidad opaca del negro. De la abstracción a la conciencia representativa más o menos alejada y velada del motivo, mejor o peor estimulado, más o menos convencido, con uno u otro carácter: afirmativo o épico, lúdico y nihilista. Un desplazamiento nómada de un género a otro, de la naturaleza enmascarada en la plasticidad de los materiales a la delimitación controlada. Entre la razón y los sentidos, evidencia a la larga una perspicacia agudizada fuera de lo común y una percepción cuya intensidad salva los límites de la memoria para trasladarse al acto mismo de la obra. Desigual y cambiante, tierno y lírico, ácido y crítico, nostálgico y provocador nato, tiene un nombre: Iñaki de la Fuente."

Su obra se encuentra en las colecciones del Museo de Bellas Artes de Álava, Museo de Nicaragua, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Banco Privanza, Fundación BBVA, Bilbao Bizkaia Kutxa, Juntas Generales, Gobierno Vasco, Diputación Foral de Bizkaia, Banesto, Hospital de Bilbao y Kultur Leioa (Ayuntamiento de Leioa).