Lexikoa

FERRERÍA

En mapa de Vizcaya del siglo XVIII figura una orla en cuyo centro el autor trazó un curioso motivo del país, queriendo sin duda representar como emblema la escena más característica en la industria vasca de aquel tiempo. Se trata de un grupo de tres herreros en plena actividad profesional, con sus mazos o martillos enarbolados fieramente sobre las cabezas, y el yunque en medio de ellos hundido en tierra aguantando los mazazos formidables y repetidos que asestan sobre el hierro ya fundido y sólido. Pero las costumbres privativas de una ferrería vasca fueron descritas por don Juan Antonio de Moguel y Urquiza (1745-1804), escritor nacido en Eibar y muerto en Marquina, en las páginas de su obra euskérico-vizcaína titulada El Doctor Peru Abarca y publicada en la villa de Durango. La indumentaria de los ferrones va explicada en párrafo breve, pero sustancioso, que transcribimos respetando la abigarrada grafía empleada en el euskera de aquellos tiempos: Capela igartu ta erdiquin bat buruban, zapi quedartu bat becoqui erdiraño icerdija artu, ta subaren berotasuna arinduteko. Obrera utz, idunian lotuba; ezta cer escatu jaqueric, ez calzerdi, ez abarca, ezta pracaric bere. Oera etzueteco ta jaguiteco eztauquee nequeric cer artu. (Sombrero seco y reducido a la mitad de la cabeza, pañuelo cubierto de hollín para recoger el sudor hasta el medio de la frente y aligerar el calor del fuego. Sólo el camisón atado al cuello. No hay que pedir chaquetas, ni medias, ni abarcas, ni siquiera pantalones. Para echarse a la cama y levantarse no tienen a qué molestarse). El ilustre autor de la Corografía de Guipúzcoa nos transmite la siguiente noticia del siglo XVIII: "Admiraría a los que no han visto herrerías, y aún les llenaría de espanto, el espectáculo de una fragua encendida con tantas cargas de carbón y las batidas alternadas o fuertes resoplidos de los barquines (fuelles grandes) que encienden la fragua, por más que la atan rociando de cuándo en cuándo con agua. La visión de cuatro ferrones encamisados, o cubiertos con obreras, que así llaman a los camisones largos desde el cuello hasta los pies, tiznados del carbón y polvo en caras, brazos, manos, piernas, desgreñado el cabello o cubierta la cabeza con montera o sombrero mugriento a quien sirve en becoquin (birrete o gorro con orejeras) interior un lienzo todo negro del polvo y del sudor, que parecen demonios pintados... Con estas visiones quedan aturdidos los nuevos espectadores, y más si entran de noche, en que es mayor el ruido y parece mayor el fuego, más horrendos los ferrones, y éstos y los mismos espectadores temerosamente amarillos por efecto de la luz pálida que derraman las llamas subastas de la fragua". El poeta, literato y cronista del Señorío de Vizcaya don Antonio de Trueba refería a través de una leyenda del siglo XV cómo los ola-gizonak exhibían por único vestido de faena una camisa de lienzo crudo para cubrirles por completo desde el cuello hasta los pies, éstos calzados con toscas sandalias, y cómo el negro tizne del carbón diluido con el constante y copioso sudor desfiguraba por entero la fisonomía de aquellos ferrones. Juan E. Delmas describía hacia 1860 al vasco "reclinado sobre su maquilla artísticamente abrasada en el rescoldar de una ferrería". En el Museo Municipal de San Sebastián puede examinarse una tabla pictórica antigua que luce por inscripción el siguiente rótulo: "Olagizonak. Ferrones. Traje de faena usado por los mismos e interior de una ola, ferrería, con detalle de algunos útiles, herramientas y maquinaria. Antiguo cuadro de valor pictórico nulo, pero de gran interés para la indumentaria y elementos de que se componían las antiguas ferrerías. Este cuadro, procedente de Legazpia, Guipúzcoa, desde muchos años figuró en la parroquia al lado de un altar que representa el milagro de la cruz acaecido en una ferrería del mismo pueblo".-Ref. M. de Anguiozar: Cómo han sido y cómo son los vascos (Izakera ta jazkera), San Sebastián, Edit: Auñamendi, 1974, pp. 410-415.