Monarkia eta noblezia

Felipe IV

Se llama así a la serie de negociaciones que tuvieron lugar en la Isla de los Faisanes en noviembre de 1659. Felipe IV casaba a su hija con el joven Luis XIV. Al igual que su padre y antecesor, Felipe hizo un viaje a Gipuzkoa con motivo de las entregas de su hija D.ª María Teresa de Austria en 1660. Fue recibido el importante cortejo en el límite de la provincia por los dos diputados generales, D. Pedro Ignacio de Idiáquez, caballero de Alcántara, y por D. Martín de Zarauz y Gamboa, de Calatrava. Las tropas de honor que esperaron a los reyes ascendían a mil cuatrocientos hombres. Como en el viaje de Felipe III, el recorrido desde Salinas a San Sebastián y el paso por Mondragón, Villarreal, Zumárraga, Villafranca, Tolosa y Hernani fue un alarde de hospitalidad y brillantez por parte de la provincia. En olor de multitud entraron los reyes en San Sebastián, siendo recibidos por el alcalde D. Francisco de Orendain, pasando a alojarse como lo había hecho Felipe III en el palacio que en la calle Mayor poseía el duque de Ciudad Real. El día 12 de mayo se efectuó el acto oficial de rendir homenaje al rey. Se organizaron gran número de festejos y los reyes visitaron el puerto de Pasajes y el convento de San Telmo. Los servicios al rey, tanto antes como durante las ceremonias de las capitulaciones, fueron tan del agrado de rey y la corte, que éste otorgó con motivo del viaje a San Sebastián el título de ciudad. La Paz de los Pirineos consagró la partición de Cataluña y la de Navarra; la primera mediante la cesión de Rosellón y parte de la Cerdaña a Francia, y la segunda, por medio de la renuncia del Borbón a reivindicar la Alta Navarra para la corona navarra de la que él era titular bajo la denominación de Luis III. Hechas estas consideraciones sólo nos queda por poner de relieve el hecho notable de que, durante todas estas guerras, pudieran firmarse, por parte de los vascos de uno y otro lado del Bidasoa, los Tratados de Buena Correspondencia de 1643 y 1653.