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EZQUIOGA [EZKIOGA: LAS APARICIONES]

Los hechos iniciales. Dos niños de 7 y 11 años respectivamente, Andrés y Antonia Bereciartua, bajan de la colina de Anduaga al anochecer del 30 de junio de 1931 llevando a las vacas hacia su establo. Al llegar al pie de la pendiente la niña mira hacia atrás y ve una gran luz entre los cuatro árboles de la cumbre y, sobre ella, la silueta, inconfundible, de la Virgen. Advertido por su hermana, el niño también la ve: es una mujer hermosa y triste, con velo blanco y corona de estrellas. Hace unas señas a los niños y desaparece lentamente. Cuando los niños llegan a su casa cuentan lo sucedido. La noticia de la aparición corre como un reguero de pólvora. Semanas más tarde, 60.000 personas han visitado ya la campa de la aparición. Al mes, el obispo de la Diócesis, Mateo Múgica Urrestarazu, una de las figuras más interesantes de la historia moderna vasca, decide intervenir, antes de que el caso adquiera mayor envergadura, desautorizando los actos oficiales de culto firmados por una Comisión Eclesiástica y la venta de tarjetas postales en las que se afirman como ciertas las apariciones. Por esos días, éstas se han extendido ya a Ormaiztegui y Zumárraga, y, saltando a la vecina Navarra, surgen diversos videntes en Lizarraga, Bacaicoa, Irañeta, Unanua, Irurzun, Huarte-Araquil, Lecumberri, Echarri y Arbizu. Las visiones también se han diversificado: Dolorosa, Inmaculada con una espada en la mano o atravesándole el corazón, San Miguel Arcángel (Barranca), Milagrosa, Santa Teresa, el demonio (Ataun), Niño Jesús de Praga y brujas (Ormaiztegui), etc. Los videntes experimentan espasmos, rasgos de histeria con pérdida incluso del conocimiento. En sus momentos de tranquilidad contestan cartas, reciben mensajes para la Virgen, bendicen frutos, etc. Destacan entre todos un fornido mocetón denominado Francisco Goikoetxea "Patxiku Santu" o "El Chico de Ataun", de 24 años, la niña Benita Aguirre de Legazpia, Cruz Lete de Isasondo, el obrero Jesús Elcoro de Bilbao, Ramona Olazábal de Beizama, Evarista Galdós, el fotógrafo Aurelio Cabezón de San Sebastián, el taxista Jesús Rodríguez, las jóvenes Dolores Ayestarán y María Ozores, Carmen Medina, María Recalde, Juana Aguirre y hasta un niño de dieciocho meses, amén de varios cientos de catalanes procedentes de los autobuses que comienzan a llegar de todo el antiguo condado.