Monarkia eta noblezia

Eudon El Grande

(721). Bien sea como nueva iniciativa, bien como venganza por haber Eudes contenido el avance musulmán en la Septimania, lo cierto es que Al-Samah, después de haber vencido la resistencia en esas comarcas, se dirige por las montañas de entre los ríos Auda y Ariège con la idea de sorprender la capital vascón-aquitana, Tolosa. El duque Eudón se hallaba, al parecer, en Burdeos cuando tuvo noticia del ataque a la capital y de su vigorosa defensa cerrando las puertas de las murallas y combatiendo desde el interior de la ciudad. Tolosa fue sitiada en regla, los musulmanes batieron sus murallas con máquinas de guerra y con hondas para impedir la aproximación de los defensores a las rampas. Todo fue inútil y costoso. El sitio debió de ser largo, tan largo que dio tiempo a Eudón a reunir una potente armada capaz de acudir en socorro de la capital. Venían, además de las tropas escogidas de vascones de que normalmente disponía el duque Eudón, de otras reclutadas por todos sus dominios. Se oirían el latín y el euskara como idiomas usuales.

El terrible combate tuvo lugar delante de la villa, en el lugar denominado por los árabes El Balat. Un cronista musulmán dice que Al Samh, a cuyas órdenes acaudillaba el ejército Abder-Rahman, arengaba a los suyos, seguro de la victoria, diciéndoles: "Nada temáis de esa muchedumbre que véis; si Dios está con nosotros, ¿quién nos vencerá?" Abder-Rahman, más práctico, y positivista, hacía presurosos preparativos para hacer frente a la armada vascónaquitana que se aproximaba. Los defensores de Tolosa, desde las murallas, presenciaban la llegada de socorros, dispuestos a intervenir en el momento oportuno. Eudón dio la orden de ataque que fue obedecida por las milicias, seguras de la victoria. La suerte fue echada. Se dice que la victoria quedó largo tiempo indecisa hasta que los musulmanes comenzaron a retroceder y huir. El Samh murió en el combate. El impetuoso y lucido ejército musulmán quedó tendido por la vía romana que va desde Tolosa a Carcasona y que luego los cronistas árabes llamaron "Vía de los mártires". Abder-Rahman, logró huir con los restos del ejército hacia Hispania. Según los cronistas musulmanes, 350.000 fieles murieron en suelo aquitano.