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ETXANO

Santa María de Etxano, de estilo gótico-renacentista, presenta planta rectangular rota únicamente por los elementos adosados a ella: torre a los pies, sacristía en su cabecera y pórtico alrededor de la zona oeste. Simétrica en toda su estructura, jalonan su perímetro ocho contrafuertes dándole un aire de robustez importante y su cubierta a cuatro aguas culmina los muros trabajados en buena sillería. Sólo torre y sacristía presentan aparejo de mampostería. La torre-campanario actúa de vestíbulo en su parte baja y está compuesta por tres cuerpos separados por líneas de imposta. Alberga campanas en su zona alta en arcos de medio punto y el resto de los cuerpos presentan pequeños vanos adintelados. Combina vanos de medio punto y apuntados a los lados de la nave y una pequeña ventanita geminada en su zona trasera a la altura del coro, mientras sus accesos de medio punto son en número de tres, dos lateralizados y el principal bajo la torre.

En su interior la nave está dividida en dos tramos, abovedados en terceletes, y a su vez el coro sobre el ingreso principal divide en dos el primero de ellos y sin duda lo más interesante es el pabellón en policromía que enmarca el retablo sobre el muro testero. En tonos azules y sobre el muro, es una pintura barroca, de estilo rococó realizada en 1766, que presenta corona en su parte alta, rematando el retablo mayor.

Conserva tres retablos, el mayor, manierista y los laterales, de menor tamaño, rococós. Con tres calles y pisos, sotabanco y predela, el primero, es de medidos del siglo XVI y presenta varias tallas interesantes coetáneas, como la crucifixión y la piedad que ocupan la parte alta de la calle central. Con respecto a los otros dos, son elementos de la segunda mitad del siglo XVIII, muy acordes con el estilo al que pertenecen. Presenta también una pila bautismal y un cristo, ambos del siglo XVI y una custodia coetánea de los retablos menores y el pabellón decorativo.

Del conjunto del convento de Larrea, su iglesia es lo más importante. Construida entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, sobre el emplazamiento de una anterior ermita, es un buen ejemplo de templo conventual del momento. De una sola nave y exiguo crucero en el tramo más corto de los dos existentes, tiene cabecera recta y a sus pies se abre un gran pórtico en tres arcos de medio punto jerarquizados, que rompen bien la monotonía de una fachada amplia en altura pero escasa en detalles salvo en su parte alta. De sillería de alta calidad toda ella, su aire clasicista es evidente y presenta una simetría perfecta en toda su planta y desarrollo vertical. Al exterior sobresale su frente, dividido en tres partes y muy austero, sólo destacan el escudo, de la familia Larrea, en su zona media y la amplia espadaña que la remata con varios pináculos. En el interior, de nuevo la austeridad es nota dominante, rota únicamente por la decoración de las pechinas del crucero que sirven de arranque a la cúpula semicircular, con manifestación al exterior mediante cimborrio, mientras que el resto de los tramos están abovedados en aristas y lunetos. Adosado al lado del evangelio se encuentra el claustro conventual, de dos pisos, siendo el bajo abierto en arcos de medio punto y el superior con vanos adintelados.

En arte mueble se conserva su retablo mayor, de estilo barroco con un solo cuerpo enmarcado en cuatro columnas salomónicas, dos a dos, y gran ático, así como sotabanco y banco; cinco retablos laterales, tres de ellos rococós realizados en 1767; varias imágenes en el claustro y piezas exentas ceremoniales, también, de estilo rococó.

Cinco son las ermitas que conserva el territorio de Etxano: San Antolín de Epalza, de mampostería y sillería en los esquinales, es rectangular en planta, triple vertiente y espadaña; San Bartolomé, en Larrea, similar a la anterior, pero con pórtico; San Juan Bautista de Solaguren, relacionada con viejos ritos telúricos que aún se celebran el día de advocación y de nuevo con elementos estructurales ya vistos; Santa Lucía de Alakano, destacando la talla del entramado de madera de su cubierta; y la Santa Cruz de Bizkargi, renovada en 1942 y también relacionada con ritos ancestrales.

Respecto de la arquitectura culta, lo único reseñable es el número 1 de Larrea, un edificio neoclásico vecinal, en el que aunque siguiendo los esquemas de austeridad neoclasicista en cuanto a las casas residenciales del territorio vizcaíno, a diferencia de otros edificios más ornamentados en cuanto a este estilo, presenta algunos elementos decorativos algo personales, como la moldura alrededor de los vanos, o los dinteles con dovelas huyendo de los más típicos monolíticos.

La arquitectura rural tiene en Alakano Metikoa uno de los principales caseríos del siglo XVI de la zona, con parte de sus muros en buena sillería original, aunque en su mayor parte a sido retocado a lo largo del tiempo. Conserva todavía un pequeño vano de medio punto en uno de sus laterales y su gran tamaño es lo más llamativo del edificio.

Urrutxe pertenece a los denominados de estructura de postes y la masiva presencia de su entramado al exterior, rellenado con escoria de hierro y otros materiales es digno de resaltar. Presenta una columna toscana que sustenta la viga del soportal con una inscripción que lo fecha en 1702, fecha algo tardía para este tipo de caseríos. El caserío Etxano, de arcada simple y construido ya en pleno siglo XIX, es de gran tamaño y trama de vanos simétrica.

Manu CASTAÑO GARCÍA