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ESKORIATZA

La iglesia parroquial de San Pedro se erigió en el siglo XVIII, ante el mal estado de la anterior. Así, ya en 1754 los dos cabildos habían decidido iniciar una nueva construcción, recibiéndose entre 1757 y 1758 diferentes donativos de particulares, entre los cuales cabe destacar la aportación de algunos indianos, singularmente la de Juan Francisco de Urtaza. Una vez obtenida la pertinente licencia en el año citado en último lugar, Martín de Carrera otorga la traza y en 1759 se realizan los cimientos, ajustándose la confección del nuevo edificio con los canteros Miguel de Eguía, Tomás de Juaristi, José de Echániz, Tomás de Eizaguirre y Andrés de Zubelzu. Si bien ya en 1762 se colocaban los cristales de las ventanas, las puertas interiores y el suelo de la sacristía, además de dorar y pintar Luis de Foncueba la bola y cruz del cimborrio, las obras se demorarían todavía algunos años. De este modo, tras la muerte del tracista en 1768, se contrata a su hijo Manuel Martín para terminar la torre, dándose por completamente finalizada la construcción en 1770. Dotado de planta de cruz latina y cabecera poligonal, los brazos del crucero son de escasa profundidad y los contrafuertes interiores son cuadrados, presentando pilastras adosadas de capitel dórico. Por lo que a la cubrición se refiere, se hace uso de bóvedas de cañón con lunetos, aunque delante del altar mayor se prefiere una bóveda de arista. Como es habitual, sobre el crucero se sitúa una cúpula que descansa sobre pechinas. La torre, que junto con los pórticos fue diseñada por Martín de Carrera en 1762, se sitúa a los pies de la iglesia, integrándose su base en el porche, de forma que son cinco los arcos que conforman esta zona. Particular interés tiene el cuerpo de campanas, con un pequeño basamento para el reloj y, sobre todo, la sensación de dinamismo que define a este cuerpo en su conjunto. El retablo mayor es un destacable mueble neoclásico provisto de banco, cuerpo único y remate, todo ello en dos planos claramente diferenciados aunque complementarios. De idéntica cronología es el resto de retablos, entre los cuales cabe destacar el retablo colateral de la Soledad, situado en el lado de la epístola, trazado por Tomás de Jáuregui por encargo de Francisco Ignacio de Aguiriano y ejecutado por Manuel de Murua y Tomás de Azquibel entre 1765 y 1776. Lo preside la Virgen de la Soledad, imagen de la misma época de aceptable calidad.

El palacio Gastañadui o Ganuza, situado enfrente de la iglesia parroquial, es una construcción del siglo XVIII de planta rectangular, tejado a cuatro aguas y con planta baja y principal. En su fachada delantera presenta un acceso adintelado flanqueado por cuatro vanos con platabandas y barrotes, mientras que el piso noble existen cinco huecos de mayores dimensiones provistos de platabandas y balcón, cerrándose este frente con un alero formado por un doble juego de canes. Mayor interés posee la fachada posterior, donde apreciamos una solana formada por arcos de medio punto. En esta misma zona conviene destacar la casa número 13 y, sobre todo, el Colegio San Viator, hospital de la villa fundado en 1621 en origen, debiendo reseñar su fachada y, sobre todo, su destacado claustro.

La casa palacio de Zalbidegoitia o palacio de la Hidalga fue erigido a mediados del siglo XVIII por deseo del indiano Antonio de Zalbidegoitia. Autor de la traza fue Martín de Carrera, contratando en 1766 la fábrica los canteros Joaquín de Ibarlucea y Francisco de Ortueta, quienes finalizaron su labor tres años más tarde, siendo los peritos Manuel Martín de Carrera y Gabriel de Capelastegui. Es un edificio cuadrangular provisto de tres plantas y con tejado a tres aguas. Si bien la fachada principal es sobria, mayor interés posee la posterior, donde hallamos una solana con doble arquería formada por tres arcos carpaneles en las dos alturas superiores. Muy cerca hallamos la casa consistorial, de principios del siglo XIX, sencilla construcción dotado de un porche y planta noble, si bien fue ampliado con posterioridad, razón por la cual muestra una zona retranqueada. En la calle Gastañadui sobresalen el convento de Santa Ana, fundado en 1555, y el caserío Ibarraundia, que mantiene aún algunos elementos de la casa torre de Galarza. Finalmente, señalemos que en la calles San Juan José Arana es posible apreciar algunas viviendas pertenecientes a los siglos XVI y XVII, mientras que en Gernika plaza esta el Homenaje a José Arana, figura realizada por Aitor Mendizabal en 1983, y Txistu Soñua o Monumento al músico Gorosarri de Koldo Merino, confeccionada en 1989.

Fuera del casco histórico ya, en Bolibar encontramos los restos del castillo de Aitzorrotz, fortaleza erigida entre los siglos XII y XIV. En ese mismo lugar se levantó después la ermita de Santa Cruz, citada ya en 1625 y que contaba con una reliquia del Lignum Crucis. La iglesia de San Miguel es el edificio más señalado del lugar, templo románico en origen, con el ábside en forma de cuadrilátero incluida en la torre de campanas, pudiendo apreciarse una ventana de ese estilo en una de las paredes de la mencionada torre, al mismo tiempo que se mantienen otras dos ventanas góticas. Por lo demás, se trata de un templo rural de elevadas proporciones, dominado por la espadaña situada en su frente y con tres bóvedas nervadas de madera en su interior, realizadas en principio hacia 1580, aunque el derrumbe de los dos últimos tramos en el siglo XVIII motivaría su reconstrucción en 1767 por parte de Gregorio de Uribe y Juan de Zubia. Tanto el retablo mayor como los dos colaterales son realizaciones neoclásicas. También deben citarse las ermitas de San Andrés y la de Santa Lucía de Lete, muy cercanas entre sí, documentándose la primera de ellas ya para el siglo XVI, circunstancia que no sorprende ante la visión del acceso gótico en forma de arco apuntado que conserva. En cuanto a las construcciones civiles, se han destacado los caseríos Txupena, Agiriano, Altzarte, Zubieta y Etxeberri, sobre todo el último, dado su origen medieval, si bien actualmente cuenta con un soportal barroco de doble arcada.

En Apozaga, la iglesia de San Miguel, con la torre situada a los pies de la iglesia, en el lado de la epístola, posee un acceso gótico. En el centro del cementerio, de forma circular, hay una cruz de término y en un nicho una talla popular de San Miguel. Como caseríos más señalados se citan los de Gaztañadui, Txarroalde, Arroaga, Arane Goikoa y, sobre todo, Okarantza. En Gellao la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción posee como acceso un arco apuntado de carácter gótico, mientras que la ermita de San Antonio de Padua es una construcción de mediados del siglo XVII. En Mendiola destaca la iglesia de San Juan Bautista, que también cuenta con un arco apuntado como acceso, además de la casa solar de Uriarte. Gaztainadi posee la ermita de Santa Columba, provista de una espadaña en su frente, además de los caseríos Kamiokoa e Isaspiribil, reformado este último en 1800. En Mazmela, la iglesia de la Asunción es una realización de fines del siglo XVI esencialmente, con dos tramos e interesante espadaña lateral efectuados por Joan de Aguiriano, a quien igualmente se debería la bóveda nervada de madera que en su interior podemos apreciar. Junto a la ermita de San Bartolomé, conviene citar los caseríos Iramain, Zaloña, Galdotzena, Etxenagusia y Etxenagusia Txiki. Marín cuenta con la iglesia de Santa María Magdalena, construcción de carácter rural que se ha señalado como perteneciente al siglo XVII. Igualmente destacables son la ermita de Santa Lucía, datada entre los siglos XVII y XVIII, provista igualmente de una bóveda nervada de madera ejecutada hacia 1770, el caserío Bidebeitia Goikoa, además de otros caseríos como Mainurti, Ugarte, Belategi, Mainarte, Erregenea e Isasi, de mediados del siglo XVIII este último. En Marulanda se hallan la ermita de San Andrés y el caserío Potajena. Finalmente, en Zarimuz hallamos la iglesia de San Pedro, obra del siglo XVIII que mantiene una ventana apuntada en el ábside, habiéndose destacado igualmente los caseríos Segurena, Uriarte y Uruburu.

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  • Ignacio CENDOYA ECHANIZ