Biografiak

Erauso, Katalina (1592-1650)

Si del sexo de Catalina puede caber alguna duda, de lo que no puede dudarse es de que sobre ella planeó, desde su nacimiento, la dura suerte que a las hembras de todos los tiempos -y en especial de entonces- la sociedad masculinizante ha reservado. La pasividad a la que estaba destinada hizo que a los cuatro años fuera ya condenada al secuestro en vida entre las cuatro paredes de un convento, como había ocurrido con su tía Ursula de Zarauz y sus hermanas Isabel y María. Hiela la sangre leer en su Autobiografía que a los 15 años "salí a la calle, que nunca había visto, sin saber por dónde echar ni dónde ir". Camino de Bilbao, Catalina saborea a fuertes tragos la libertad conquistada "sin saberme yo qué hacer ni a dónde ir, sino dejarme llevar del viento como una pluma". El placer de disfrutar de libertad reaparece en una pequeña frase en que dice volver luego a San Sebastián "sin más causa que mi gusto".

Es claro que si Catalina quería dar libre cauce a su personalidad -recia, andariega, franca y belicosa- no le quedaba otra opción que el travestismo. Y también está claro que en cuanto hacia dejación del mismo, era objeto del menosprecio, que era lo que ella más temía. Esto puede constatarse, por ejemplo, en aquel pasaje de la Tercera Relación en el que al desafiar en duelo al marido de la mujer que ama, recibe esta contestación que hace que "bolcanes arrojava nuestra peregrina por los ojos viendo así burlado el fin de sus esperanzas": "Poco debiera a las muchas obligaciones que a mi calidad profesa, si viéndome tan desigualmente desafiado, me dejara llevar del enojo, que siendo un hombre podía, pero siéndolo de una mujer, no es bien de tan conocido arriesgar la reputación adquirida, y, así, sirviéndose vm. de dejar eso para los hombres, puede ejercitarse en encomendarse a Dios, que la guarde muchos años". No hay duda que a un ser que "por natural inclinación se hallaba en la milicia" (Pedro del Valle) aquella misiva fue una bofetada en pleno rostro.