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Crónica de San Juan de La Peña

También Crónica Pinatense. Interesante fuente de la historia medieval, que gozó de no pequeña autoridad desde la Edad Media entre cuantos escribieron de la historia de la Corona de Aragón.

Fue publicada por primera vez el año 1876 en sus versiones latina y aragonesa, en base a los manuscritos 1.297 y 2.078 de la Biblioteca Nacional de Madrid. Pero debido a las deficiencias que esta edición presentaba, derivadas en su mayor parte de las malas versiones contenidas en los manuscritos que Tomás Ximénez de Embún utilizó para su edición, y al hecho de que la Crónica daba cabida a algunas noticias de origen legendario, nació una cierta desconfianza en los historiadores para el aprovechamiento de las noticias contenidas en ella, cual si todas procediesen de la misma fuente común. Fue un mérito de Antonio Ubieto Arteta el alertar la atención de los historiadores sobre la existencia de ella. Junto a abundantes relatos de tipo legendario, toda una serie interesantísima de noticias, que la documentación ha venido a confirmar como auténticas: noticias auténticas, que la mala puntuación de los manuscritos hacían se atribuyesen a distintos años. La versión latina (Crónica de San Juan de la Peña. Versión latina e índices preparados por Antonio Ubieto Arteta, n. 4 de "Textos Medievales", Valencia 1961) se basa en el manuscrito que en el año 1372 el rey Pedro IV de Aragón entregó a la catedral de Valencia, y que hoy se conserva bajo el número 198 de la Biblioteca Capitular de dicha catedral, que viene a ser como una primera edición del texto primitivo. En realidad, la existencia de este manuscrito hacía innecesaria cualquier otra labor de confrontación con manuscritos posteriores, aunque quedaban en pie los problemas relativos a la puntuación del texto. Está probado que fue en tiempos de Pedro IV de Aragón cuando se escribió la Crónica, hallándosele al rey aragonés preocupado desde 1345 por allegar materiales para su redacción. Un intento de precisar la fecha de la redacción definitiva del texto latino vendría a fijarla entre los años 1369 y 1372, toda vez que en la Crónica se contiene algún dato del año citado en primer lugar, y que en 1372 figura ya en los estantes de la biblioteca catedralicia de Valencia. Por lo que hace a las fuentes que maneja la Crónica, su moderno editor las cataloga así:

  1. 1.-Para la primera parte de su crónica, en la que trata de los primeros pobladores de España y del reino visigodo (pp. 17-24 de la edición), el cronista se basa en las noticias que le facilita el arzobispo toledano Rodrigo Ximénez de Rada.
  2. 2.-Para una segunda parte, que concluye antes de dar la genealogía de los condes de Barcelona (pp. 24-100 de la edición), se aprovechan textos escritos en aragonés: la Crónica de los Estados Peninsulares, en parte, y noticias procedentes del archivo del monasterio pinatense, en parte.
  3. 3.-Al tratar de los condes catalanes (pp. 100-121), se utilizó -si bien, deficientemente- una versión catalana de los Gesta Comitum Barcinonensium.
  4. 4.-El relato de los hechos de Ramón Berenguer y de los reyes aragoneses hasta Pedro el Grande (pp. 121-158) se estructura sobre una mezcla de noticias procedentes de los apartados 2) y 3).
  5. 5.-Y para la parte final de la crónica, al tratar de la historia de los reyes de Sicilia, se utilizan noticias del Liber de gestis siculorum sub Friderico rege et suis.

Como se echa de ver por cuanto queda expuesto, no resulta probable el origen pinatense de la Crónica en cuestión, razón por la que se ha echado mano de títulos diversos para calificarla. Así, lo que Ximénez de Embún llamó Crónica de San Juan de la Peña ha sido calificada Crónica General de Cataluña y Aragón por Jorge Rubio, Crónica General de la Corona de Aragón por Ubieto mismo en alguna ocasión y Crónica General de Pere III el Ceremoniós por Soberanas en la versión catalana. Si nosotros continuamos llamándola Crónica de San Juan de la Peña, no obedece a otro motivo que al de evitar posibles confusiones derivadas de la multiplicidad de nombres, ateniéndonos por nuestra parte al que ha sido usual desde el siglo XIV hasta ahora para la crónica en cuestión. Como comprobará por sí mismo el lector, la Crónica de San Juan de la Peña discurre medularmente ligada a los destinos del reino navarro en sus dos primeras partes; a partir de la muerte de Ramiro el Monje, las noticias se hacen más escasas por lo que hace a la historia del país, y en su última parte acaba sólo hallar una vaga alusión a nuestros hombres, si es que eran ellos los que armaban la escuadra de "naves cocas" y de otros vascos marinos que en 1323 partieron de Barcelona con las galeras del rey Alfonso IV de Aragón en dirección a Portfangós.