Literatoak

Corrés Bengoetxea, Javier

Periodista y escritor nacido en Altsasu (Navarra) el 6 de abril de 1960.

Su actividad literaria se inicia con la aparición en 1983 del poemario Este silencio sonado y la publicación de textos en diferentes revistas. El poemario pretende -dice su autor- ser un libro de búsqueda. Es un hijo de las turbulencias del individuo; un libro sobre el sufrimiento inevitable y la búsqueda anhelante de la felicidad.

En 1986 aparece Del Teatro y el sueño: poesía (Altsasu, Navarra, edición del autor, 1986) y escribe una obra de teatro inédita: Habitáculo con fisura. Entre 1987 y 1990 fue director de la revista literaria Elgacena, ejerciendo posteriormente de miembro del Consejo de Dirección de dicha publicación. En 1991 publica un libro de relatos breves, Homodiós (Pamplona, ed. Godot-Argitaletxea, 1992), obra que recibe una ayuda a la edición de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra y cuyos capítulos, con títulos independientes, se unen por la presencia de un mismo protagonista: un nuevo robinson urbano que increpa contra la mediocridad.

En 2001 publica su primera novela, Irene Klein, (Mutilva (Navarra), Newbook, 2001), en la que se narra el encuentro de un grupo de amigos tras varios años de separación, reencuentro que permite al autor reflexionar sobre las diferentes actitudes vitales adoptadas por cada uno de ellos, e indagar en la amistad y en el amor. La historia se presenta a medio camino entre la prosa y la poesía.

Corrés ha sido columnista en distintos medios de comunicación, especialmente en El Periódico de Álava y El Diario de Noticias de Pamplona, donde trabaja de redactor.

"Sobre la mesa, el auricular que ella había tomado con sus manos, unas manos que yo podía intuir, que veía hasta el inicio de una perfecta muñeca donde un reloj de oro y una delgada pulsera abrían el vértigo de unos dedos largos de exquisita finura, dedos que tomaron el fono para decirme esas cosas y otras que no adivino, que creo adivinar, dedos con uñas pintadas de un violeta mínimo levemente apagado como un sol muriente en una postal caduca. Su rostro traído a la boca por unos ojos casi verdes, casi gris, casi felinos, absortos en una lejanía excesiva que no podía esconder un destello de dulzura dejado sobre las cosas, recogiéndolas como si pudiera protegerlas de esa intemperie, de la intemperie de su propia mirada siempre sola al fin, donde todo es la aburrida liturgia de una perfecta simulación demasiado estúpida para hacerse voz, para ser creída, vista, mirada por esos ojos casi gris, casi verdes vestidos de un dulce letargo que no siempre se podría compartir. Algo de escepticismo y una infinita comprensión. Esto y esa dulzura omnipresente llenaban sus ojos. Las pestañas largas y negras en contraste, cubriendo delicadamente el vaivén furtivo de sus miradas, los labios carnosos y abundantes, casi lascivos, dibujados en dos líneas perfectas, buscando un mentón surcado por un hoyuelo como una lágrima dejada ahí, exactamente donde se recoge la humedad del jadeo, el vértigo del aliento, el suspiro innombrable."

Irene Klein, (Mutilva (Navarra), Newbook, 2001).