Udalak

CORELLA

Identificada, sin fundamento, con Gracurris por Altadill. Hallazgo -citado en el "Boletín de la Comisión de Monumentos de Navarra", t. 8, p. 270- de vestigios y camino romano en el despoblado de Araciel; pozos y grutas arqueadas con bóvedas de ladrillo, anforitas y tejas planas romanas en el término de Torrecilla. (Ref. "Príncipe de Viana", 1946, n.° XXIV, p. 426). El segundo descubrimiento -cerámica del tipo sigillata hispánica de los s. I-IV- lo efectuó don J. L. Arrese en 1949. M. A. Mezquíriz comprueba ("Príncipe de Viana", n.° 80-81, 1960, pp. 241-273) la existencia de un taller de sigillata a finales del s. II en Corella, taller que llega a su apogeo en el s. III. Llama la atención, asimismo, sobre la existencia de una decoración a base de figuras humanas, hecho excepcional para su época. El tercer hallazgo data de 1966 y parece denunciar la existencia de una villa rural romana de entre los ss. II y III. El material encontrado varía: formas decoradas, formas lisas, sigillata clara, cerámica de paredes finas y cerámica vulgar ( M. A. Mezquíriz: Prospecciones arqueológicas en Navarra, "Príncipe de Viana"," n.° 108-109, 1967, pp. 243-264). Todos estos datos avalan, pues, la remota antigüedad de la población corellana. Una vez reconquistada a los musulmanes, Corella, fue comprendida por Alfonso el Batallador en el fuero que concedió a Tudela. En el año 1128 la había donado, junto con su castillo, a Pedro, conde Partiacense, llamado también Rotrón, conde de Alperche o de Pertica. [...Partic y Percha, se lee también algunas veces. Don Felipe Baráibar, que compuso un diccionario de las voces arcaicas del Fuero general, creyó que Partic, Alperche o Percha se referían a un pueblo de Francia], con su señorío y términos que señala desde la "peña roja" sobre Araciel hasta el sendero de Autol y monte de Yerga, torre de molino pequeño que está sobre Monteagudo y otras demarcaciones. .En 1130 le concedió el mismo rey, por fuero propio, el de Sobrarve que tenía Tudela. Siguió siendo Corella señorío del conde Rotran hasta que éste, casando a su sobrina con don García Ramírez, que después fue rey de Navarra, dio a la doncella, en concepto de dote, los derechos sobre esta ciudad, que desde entonces quedó incorporada a la corona. En 1285 el rey don Felipe, deseando fomentar la población de Corella, compró por medio del gobernador del reino, don Clemente Lunay, un huerto para dar quiñones a los pobladores de dicha villa por 2.500 sueldos sanchetes. El mismo gobernador, siguiendo aquel objeto, libertó en el año referido a los labradores de Corella de 50 cahíces de pan meitadenco en la pecha, con la condición de hacer un molino con dos muelas y dos acenias para el rey en el término llamado Condamina, pero que fuese de cuenta del monarca su conservación. Este convenio se aprobó por el rey don Felipe en 1297 Durante el s. XIV se produjeron importantes incidentes entre Corella y Alfaro. El alcalde, jurados y concejo de Corella, por sí y por toda la Albala de Tudela, decían en el año 1319 en un cartel del desafío al concejo, alcaldes y jurados de Alfaro lo que sigue:

"Vos el dicto concejo de Alfaro sodes traidores e crebantadores de tregoa, por las muertes de Domingo Fermoso é de su fijo Joan, falsament et á tracion: é vos pondremos las manos é vos lo faremos decir, por las vuestras falsas gargantas, diez homes de cabaillo, de Nos los sobredichos de Corella, á diez homes de cabaillo de vos; et mas si á mas quisieredes, que sodes tales traidores como Nos decimos; é vos mataremos ó vos faremos saillir del campo. E á Pedro López Muriello decimos, por la muerte del dicto Juan, fijo de Joan Rois, por el malament é á traicion fecha, que es traidor por eilla, et crebantador de tregoa; é si dice que no es así, decimos afirmando que es así, é que somos apareyados de le dar meior home fidalgo que no es eill á ponerli las manos, é lo matar ó lo fará decir por su falsa garganta ó lo sacará del campo en el meanedo, allí do solemos haber justas Nos los de Corella et vos: et á esto complescer, é tener, decimos vos que somos apareyados de Nos ser ante el muy alto é poderoso seinor D. Jayme rey de Aragón, ó ante el infant su fijo ó ante el alcalde de Zaragoza ó en otro quoalquiera logar non sospecto et seguro". A lo cual respondieron los de Alfaro: ".que estaban prontos á enmendar los daños ó facerles pecho; y en cuanto á lo que enviaban á decir á Pedro Lopez Muriello, dijo éste que mentían por sus gargantas falsas como traidores, y que aunque no fuesen tan buenos hombres como los de Alfaro los querian hacer sus pares y ponerles las manos y hacerles confesar por sus gargantas, diez hombres de á caballo á diez, y cien hombres á cien hombres; y que para cumplir lo que dicho es tomarian día; y porque no se alargase y viniese presto á cabamiento pidieron por merced á Don Juan. Alonso que los mantuviese; y que los de Corella y Tudela tuviesen otro hombre para que les catase logar y día y dar cregoa á cuatro vecinos de Tudela y Corella, y rehenes de cumplirlo cuales escogieron".

En 1344 (La fecha es de 25 de febrero de 1343, que corresponde al año 1344]. el obispo de Pamplona fue enviado por la reina doña Juana de Navarra al rey don Alfonso XI de Castilla para poner término a los debates de Alfaro contra Corella, Cintruénigo y Tudela, en los cuales dice que habían ocurrido algunas muertes. A su virtud se nombraron comisarios de ambos reinos y el rey de Castilla decía que por hacer honra a la reina de Navarra y al obispo de Pamplona, que había ido en persona, había enviado a Juan Roiz de Gaona guarda de su cuerpo y a Blasco García su alcalde, para que sosegasen el hecho con los comisarios de Navarra, mandando a la villa de Alfaro que de allí adelante no tuviese contienda con los pueblos de Navarra y que no les prendasen nada por razón de la contienda y muertes, porque el rey les perdonaba. En el mismo año confesaba el concejo de Alfaro haber recibido, de orden del gobernador de Navarra el arzobispo de Sanz, 26.687 maravedís por mano del tesorero del reino para fin de pago de la indemnización de las prendas, marcas y presos hechos por la villa de Corella después de la paz de los reyes de Castilla y Navarra. En 1345 tuvieron vistas entre los términos de Alfaro y Castejón don Juan Conflan gobernador de Navarra y don Juan Roiz de Gaona guarda del cuerpo del rey de Castilla y merino mayor en Alava, y Rodrigo Alfonso de Logroño; el gobernador hizo leer un escrito que comenzaba diciendo: "Por enformar las conciencias de vos don Juan Roiz de Gaona, é don Rodrigo Alfonso de Logroño, mandaderos de dicto rey para saber la verdat de la pelea, muertes é robos que á los de Alfaro habian fecho los de Tudela, Corella é Cintruénigo, vos decimos, Nos don Juan de Conflan, que cuando acaesció la pelea Nos estábamos en la tierra de alien Puertos, é que después que venimos habemos hobido vistas con vos sobre este negocio". Y prosigue diciendo que no se había podido informar, pero que lo haría, y que si la culpa dimanaba de los súbditos de la reina de Navarra los castigaría: "empero que la manera del fecho se podría fallar por los de Tudela, Corella é Cintruénigo, quienes decian que después de la paz puesta entre los reyes, mas de treinta veces los de Alfaro habian derribado el río Cañete que mucho les costaba de reparar y limpiar las presas y ruedas, y que les habian talado las viñas y árboles y á veces les habían quemado las vides y los árboles fructíferos é infructíferos, y que les habían llevado y herido sus ganados y segado los panes; y que en el mes de noviembre vinieron los dichos de Alfaro, pendon levantado, á dicho río Cañete y que asolaron la presa y cometieron otros escesos; que si los de Alfaro recibieron algún daño fue por su gran sobervia y culpa, porque faltando á las paces, y confederaciones de los reyes, entraron concejalmente en manera de enemigos". Y concluyó rogando a los comisarios castellanos que mostrasen a su rey las cosas sobredichas, los cuales contestaron: "que si los de Alfaro habían derribado la presa de Cañete fue porque así lo habían hecho sus antepasados, y lo tuvieron de derecho, cuando les contrariaban el agua en los días que los de Alfaro la debían recibir; y que lo demás expuesto por los de Navarra era falso". "El lunes primero antes de la pascua de Navidad del año 1355 al somo obscuro (al obscurecer) enviaron a mí (habla Juan Robray, merino de la Ribera) gentes de Coreilla, por parte de todo el conceillo, et me digieron que los de Alfaro lis habian combatido la villa et muerto doblados hombres, et talado las viñas; et que al otro dia mártes debían combatir la dicha villa, et talar las viñas; que por 1'oficio que yo tenia me requerian, que yo, con compainias de á cabaillo et de pie, fuese á la dicta villa á goardar et defenderlos; et yo, amando el servicio del seinor rey, luego pie á pie con siete hombres á cabaillo mios, que yo tenia, fu á Cascant, á Ablitas, á Montagut, et invié á Ribaforada mandadero, et con otros seis hombres a cabaillo, es á saber Juan Martinez de Maquirrain, etc.: et con 150 omes á pie fue toda la noche á Corella, en manera que á l'alba yo era ailli, et faillé que los de la dicta villa salian al apellido; et yo con las dictas gentes fu con eillos, et matáronme quatro rocines...". El infante don Luis, gobernador de Navarra en ausencia de su hermano el rey don Carlos II, mandó pagar el gasto hecho por Robray en dicha expedición en 15 de enero de 1355, que corresponde al año 1356. En 16 de febrero siguiente vinieron por comisarios del rey de Castilla, para arreglar las diferencias entre Alfaro y Corella, Ferrán Alfonso de Logroño, y Juan Martínez de Ribaflecha, quienes, con don Juan Cruzat deán de Tudela y don Miguel Périz de Leoz, nombrados por Navarra, trataron de la paz; pero no se dice el resultado. Según refiere Idoate en Rincones... [t. II, p. 365], hacia el año 1353 se contaban en Corella 14 hidalgos, unos cien labradores, 37 moros y catorce judíos. El cabildo se componía de un vicario y cinco clérigos. En 1360 el infante don Luis dio a don Gil García de Aniz, señor de Otazu, en atención a sus grandes servicios, la villa de Corella con todas sus pechas, rentas, tributos y derechos pertenecientes al rey, la justicia alta y baja y la guarda del castillo, todo durante su vida. En 1364 el rey don Carlos II hizo libre al pueblo de Corella de la obligación de mantener los molinos del rey, concediéndole al mismo tiempo que todo hombre o mujer malhechor, los que hubiesen hecho monopolios, los que hubieren cometido delito de lesa majestad y los culpantes en falsa moneda, ya fuesen de Aragón, Navarra o de otros reinos que viniesen a vivir a dicho pueblo, fuesen salvos y seguros en todo el reino. En 1369 doña Juana de Navarra concedió a los corellanos el derecho de nombrar alcalde perpetuo previa presentación de tres candidatos al rey o a su representante. En 1380 dicho rey don Carlos II, en consideración a los buenos servicios del conde de Paillars, especialmente en la guerra contra Castilla, le dio los castillos y villas de Corella y Cintruénigo con todas las rentas, provechos, emolumentos, pechas de granos y dinero y la jurisdicción alta, baja y mediana por el tiempo de su voluntad. En 1392 decía el rey don Carlos III que de 150 moros pecheros que antiguamente solía haber en Corella, sólo quedaron cinco, en cuya consideración les rebajó la pecha a 20 cahices de pan meitadenco durante cierto tiempo. En 1416 dicho rey concedió al concejo y habitantes de Corella facultad perpetua de pacer sus ganados en el término del lugar despoblado de Araciel, y aprovecharse de él como de término suyo propio, haciendo ordenanzas y poniendo penas sobre los pastos y yerbas. Ejercieron la alcaldía de Corella además de los citados, los siguientes: Año 1276, don Pedro Sánchez de Montacuto, X libras de remuneración; 1280, don Fortún Garceis, de Araciel y Corella; más tarde de Burgui; 1285, don Fortuño Enneci de Montagut; 1294, don Aznar Yeneguí (incluyendo ambas torres); 1294, don Juan Martínez de Medrano; 1304, don Michael de Guarriz hasta 1306; 1306, don Michael Périz y Gil Périz de Sarria; 1309, don Johan Henrici; 1313, don Simón de Araciel y don Johan Enríquiz; 1331, don Pedro Sánchiz de Montagut, con VIII lib. de sueldo; 1340, don Fortún Iñiguez de Monteagudo; 1341, el mismo y Pedro Sánchiz de Monteagudo; 1346, el noble Sr. de Monteagudo; 1360, don Gil García de Aniz; 1447, don Jaime Díaz de Aux (Nobil. t. 3.°; p. 90). En 1417 el rey concedió a Corella una feria en los seis primeros días de septiembre, durante la cual no deberían pagarse peajes, leztas ni otras cosas, salvo los derechos de imposición; que durante la feria ningún concurrente a ella pudiera ser embargado por deudas, marcas ni por otra causa, excepto crimen de lesa majestad, traidores, monederos falsos, forzadores de mujeres y ladrones manifiestos. En 1423 donó dicho monarca a su nieto don Carlos, príncipe de Viana, las villa de Corella y Cintruénigo y las de Peralta y Cadreita con sus castillos, mandando que se titulase señor de Corella y Peralta. En 1427 la reina doña Blanca concedió a Corella que el merino de Tudela no pudiese hacer ejecuciones en personas ni bienes dentro de la villa ni en sus corseras, sino con expreso mandamiento del rey o de su consejo, como se acostumbraba hacer en la ciudad de Tudela y en cualquiera de las buenas villas del reino. En la guerra de 1429 entre Navarra y Castilla fue tomada Corella por los castellanos y luego recobrada por los navarros, e incendiada por los enemigos al tiempo de abandonarla. Decíase que había traidores entre los habitantes y el rey envió comisionados a todos los pueblos donde pudiera haber ganados de vecinos de Corella, para que los embargasen. En 1448 el príncipe de Viana vendió a su tío, don Juan de Beaumont, la villa y castillo de Corella con todas las rentas, derechos, homicidios y medios homicidios, cuartos, quintos, tercios y diezmos, tributos de los hornos, piezas llamadas Condamipas y los derechos del lugar despoblado de Araciel, que estaba contiguo a los términos de Colella, por 6.000 libras de carlines prietos.