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CINEMATOGRAFÍA

Impacto sociológico. Es cierto que, unos años atrás, el influjo del cine-espectáculo en la evolución de nuestras costumbres era mucho más importante. Hoy la televisión y otros factores sociológicos -clubs juveniles, motorización, crisis interna del cine, etc.- han reducido la asistencia al espectáculo. Con todo, la presencia de la televisión en nuestras casas hace que la influencia efectiva del cine no sólo no haya disminuido sino que haya aumentado notablemente. En general, toda nuestra sociedad, al compás con el resto del mundo, se va sumergiendo, poco a poco, en una cultura donde el medio de expresión es predominantemente lo audiovisual. Desde los primeros momentos, tanto el Poder Civil como la Iglesia, han tratado de evitar a la sociedad los males que este medio pudiera causarle, al mismo tiempo que han intentado utilizar su influjo en apoyo de sus finalidades concretas. He aquí, en síntesis, los motivos de la censura. En el orden civil, sobre todo en la actualidad, existe una enorme diferencia de la censura cinematográfica del estado francés, que afecta a las provincias del norte, de la del estado español, que afecta a las del sur. Mientras la primera sólo veta muy pocas cosas relacionadas con la política y menos aún relacionadas con la moral sexual, la segunda llega a rizar el rizo en ambas materias, a las que hay que sumar la presencia en el organismo censor de un representante de la Iglesia, con derecho a veto en materia religioso-moral. Esto origina un no despreciable contingente de espectadores del sur que van a ver en los cines de Hendaya, Donibane, Biarritz o Bayona las películas que no pueden ver en sus cines habituales y para quienes se preparan, a veces, hasta programas especiales que satisfacen sus demandas concretas de tipo estético o anti-represivo. En la censura cinematográfica de la Iglesia se hace presente, una vez más, el impacto del jansenismo en la religiosidad vasca, especialmente en las provincias del sur, donde, generalmente, no se han contentado con aplicar las clasificaciones morales propuestas para toda la nación desde Madrid -ya de manga estrecha sino que se han empeñado en hacer unas aplicaciones peculiares, casi siempre restrictivas. Aparte de la injusticia de algunas de estas medidas, la indiferencia de la misma Iglesia ante problemas mucho más importantes y la evolución religiosa del País, han hecho que la censura de la Iglesia haya caído en el mayor desprestigio. Uno de los primeros en querer llevar las aguas a su verdadero cauce, no sólo entre nosotros sino en toda la nación, fue el P. Félix de Landáburu. Es famoso en este aspecto un artículo que publicó en "Incunable". De esta misma mentalidad participaban algunos artículos editados por la revista "Surge", del Seminario de Vitoria. Estos trabajos, incomprendidos en un principio, tuvieron el refrendo del supremo magisterio de la Iglesia en el Vaticano II. Y para conseguir un espectáculo realmente sano, en vez de perder el tiempo en ataques inútiles, dio con la solución de un movimiento pujante de Salas Parroquiales el sacerdote P. Juan José Garmendia. Estas salas, que se comprometían a unas condiciones mínimas de moralidad, constituyeron la organización F.I.D.E.S. (vVer FIDES). El posible influjo pernicioso del cine, más que de la maldad objetiva del film, viene de la falta de preparación y formación del espectador. Por eso, la Iglesia, desde los años 50, ha dedicado una especial atención a los Cine-Clubs, que ya anteriormente existían, y así, al coincidir con el interés que por ellos han ido adquiriendo otros sectores intelectuales y comprometidos de nuestra sociedad, han logrado dar a estas sociedades un auge y una importancia notables. (Ver CINE-CLUBS).