Lurraldeak

Bizkaia. Historia

La República, el nuevo régimen político que se estableció en abril de 1931, surgió como consecuencia de la victoria en las elecciones municipales del 12 de abril de las candidaturas republicano-socialistas opositoras a la monarquía en la mayoría de las capitales y ciudades importantes. Bilbao y su área de influencia no fueron una excepción.

La provincia de Bizkaia había experimentado entre los años 1900 y 1930 un aumento de la población de un 95%. Una marea humana en movimiento que provenía tanto de otras partes del País Vasco como de otras provincias españolas a la búsqueda de oportunidades, y que se convertía en la mano de obra necesaria para consolidar el enorme desarrollo industrial experimentado principalmente en los sectores minero y siderometalúrgico. De esta manera, la modernización económica, la consolidación de una sociedad de masas, los anhelos de democratización del sistema político, así como la pérdida de referentes de identidad de la población autóctona y la penuria económica de amplios sectores de la sociedad por la crisis del capitalismo en tierras vizcaínas, fueron fenómenos de distinto signo que tuvieron una amplia repercusión durante los años republicanos. Acogida con entusiasmo, la República fue identificada con la idea de progreso por amplios sectores sociales, los trabajadores y aquella clase media heredera de la tradición liberal vizcaína. Y de ahí que su llegada fuese festejada. El pueblo de Bilbao salió a la calle durante aquellas fechas emblemáticas del 14 y 15 de abril, y de manera pacífica celebró la instauración de una República, largamente deseada y en la cual se depositaban todas las esperanzas de un futuro mejor.

Desde el primer momento, los acontecimientos políticos se convirtieron en factores de primer orden para determinar la importancia e intensidad de este período. Un somero estudio del devenir político, centrado en el análisis de las confrontaciones electorales y de los aspectos políticos conflictivos que dividieron a las formaciones políticas presentes en el escenario vizcaíno, proporcionan suficientes datos como para comprobar algunas de las similitudes y diferencias entre la provincia de Bizkaia y el resto de las provincias vascas. En las elecciones legislativas de junio de 1931, el Partido Nacionalista Vasco formó junto con la Comunión Tradicionalista el "Bloque de derechas", aunque era evidente la hegemonía del PNV sobre su socio electoral en las candidaturas tanto en la circunscripción de la capital como en la de la provincia.

Esta unión oportunista y coyuntural se basaba en la defensa del Estatuto de Estella y de la religión católica, cuestiones ambas con las que lograban enfrentarse abiertamente con el "Bloque de Izquierdas". Sin embargo, muy pronto las coincidencias se convirtieron en desavenencias, y la derecha tradicional fue perdiendo peso e implantación electoral en una provincia cuyo ámbito rural fue controlado por el PNV, tal y como se demuestra en las elecciones legislativas de 1933 y 1936, y en cuyo entorno urbano el bloque formado por republicanos y socialistas se llevaba la mejor parte, como consecuencia sobre todo de la unidad que mantuvieron a lo largo de todo el período, incluso en momentos tan delicados como las elecciones de 1933, en las que se asistió a la ruptura en el resto del País Vasco.

Socialistas y republicanos de izquierda constituían el otro referente electoral. El Bloque de izquierda y los nacionalistas del PNV además de cosechar todas las victorias electorales mantuvieron durante la República un enfrentamiento importante centrado en la cuestión autonómica. Aspiración básica para los nacionalistas, se convirtió en un elemento sujeto a negociación política para los republicanos y socialistas, comprometidos en la reforma del sistema político y en la gobernabilidad del Estado. El Bloque de izquierda salvo en las elecciones a Cortes de 1933, obtuvo la mayoría en la circunscripción de la capital, sintonizando plenamente con el espíritu reformista del gobierno republicano. Las candidaturas del Bloque contaron con personalidades destacadas de la política nacional como Manuel Azaña, Indalecio Prieto, Julián Zugazagoitia o Araquistain, como reclamos electorales para quienes se identificaban con aquella "República de orden", el proyecto político que compartían tanto el socialismo vizcaíno, liderado por Indalecio Prieto como los republicanos de Acción Republicana y el Partido Republicano Radical Socialista. La circunscripción de la capital englobaba a los municipios más industrializados y urbanizados de la provincia, Bilbao, Barakaldo, Portugalete, Santurtzi, Basauri, Sestao, Getxo, entre otros, no sólo constituían la demarcación electoral en la que socialistas y republicanos obtenían sus mejores resultados sino que además en estos lugares y durante estos años alcanzaron una implantación orgánica sin precedentes. En su acción política se sirvieron de medios tan poderosos e influyentes como el periódico El Liberal y del control que ejercían sobre los centros de poder institucional, el Gobierno Civil y sobre todo las Gestoras Provinciales, protagonistas en solitario a partir de 1932 de la elaboración del Estatuto de Autonomía.

Acción Nacionalista Vasca, se presentó unida con los republicanos y socialistas en las candidaturas del Bloque Antimonárquico en las elecciones municipales de 1931, logrando un número de concejales importante si tenemos en cuenta su desarrollo organizativo. Sin embargo, las divergencias en el seno del bloque en relación a la cuestión autonómica supusieron su abandono posterior. En junio de ese mismo año presentó sus propias candidaturas a Cortes Constituyentes obteniendo unos resultados muy pobres. Las divisiones internas en la familia republicana explican la existencia de una candidatura Radical-Socialista en las elecciones de 1933, que fue un fracaso desde el punto de vista electoral. La mayoría del partido en la provincia se había decantado por el Partido Republicano Radical Socialista Independiente, liderado por M. Domingo que sostenía la necesidad de continuar, junto con los socialistas, la unidad de acción de las formaciones republicanas de izquierda. La fragmentación y la desunión entre los republicanos y las divergencias con los socialistas durante el primer bienio en el que habían compartido tareas de gobierno, habían propiciado el descalabro electoral de 1933.

La necesidad de recomponer la situación se tradujo en la formación de dos nuevos partidos, Izquierda Republicana, mayoritario en la provincia, y Unión Republicana, surgidos en 1934, y que junto con socialistas y otras formaciones configuraron las candidaturas del Frente Popular en 1936. El Partido Comunista de España tenía una implantación muy reducida, sólo destacable en algunos municipios de la zona minera. No obstante, presentó candidaturas en las elecciones municipales de 1931, en las legislativas de ese mismo año y en las celebradas en noviembre de 1933. Con unos planteamientos políticos muy radicalizados, obtuvo unos resultados que cabría calificar como malos. Sin embargo, los cambios en su estrategia política y la situación durante el segundo bienio, forzaron al PCE a formar parte de las candidaturas del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936.

La proclamación por parte de José Antonio Aguirre, el 14 de abril, en calidad de alcalde de Getxo de "La República Vasca" y la celebración del primer Aberri Eguna en las calles de Bilbao un año después, corroboraban también las expectativas que el PNV había depositado en el nuevo régimen político, y cuya primera realización debía ser la aprobación del Estatuto de Autonomía. Sin embargo, las vicisitudes de aquel primer semestre, desde el advenimiento a la aprobación de la Constitución en el mes de diciembre, condicionaron y retardaron la definitiva resolución de la cuestión autonómica hasta 1936. La unión del PNV y el Carlismo alrededor del Estatuto de Estella previno a republicanos y socialistas sobre las verdaderas intenciones del PNV. Y por eso, no sólo se limitaron a torpedear el proyecto de los ayuntamientos vascos, sino que pusieron en marcha una iniciativa que se denominó "El Estatuto de la Libertad", movimiento encabezado por el PRRS, el menos autonomista de los partidos republicanos vizcaínos, y en concreto de su agrupación de Portugalete, en favor de una Carta Foral para la comarca de las Encartaciones. En definitiva, se trataba de boicotear el Estatuto de Estella en tierras vizcaínas, reivindicando otro más liberal y progresista. Una vez que el proyecto de Estella fracasó en su tramitación parlamentaria, el movimiento pro-Encartaciones dejó de existir. La aprobación del instrumento jurídico-político por parte del Gobierno, que dejaba en manos de las Comisiones Gestoras provinciales la redacción definitiva del texto, y el cambio de la política del PNV en su estrategia de alianzas encaminada a lograr un compromiso con los partidos de izquierda, supusieron un cierto descenso de la crispación en torno a la aprobación del Estatuto, elemento fundamental de la dinámica política de la provincia.

Bizkaia, con elevados índices de población urbana tenía la población distribuida por sectores en el año 1931 de la siguiente manera: un 21,5 % de la población activa estaba ocupada en la agricultura, un 51% trabajaba en la industria y un 27% estaba empleada en el sector servicios. En este contexto, Bizkaia padeció los efectos de la crisis económica mundial iniciada en 1929. Las consecuencias inmediatas en el plano social fueron un aumento sin precedentes del paro obrero y el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. Y todo, como resultado de la disminución de la extracción del mineral de hierro a tasas de principios de siglo, a la caída en los sectores de bienes de producción y a la paralización tanto de los intercambios comerciales con el extranjero como sobre todo de la demanda nacional, verdadero motor impulsor de la industria vizcaína.

A la coyuntura de crisis internacional se sumaron, por lo tanto, factores internos. La política industrial de los Gobiernos republicanos durante el primer bienio tenía como objetivo primordial equilibrar el presupuesto nacional, lo que supuso la paralización de los gastos en obras públicas, así como en los sectores ferroviario y naval, claves en la estructura productiva de la provincia. A este reajuste establecido por los Ministerios de Industria y Economía, que suponía en definitiva una menor intervención de la administración en materia económica, se sumaron otros factores que, tal vez, contribuyeron al mantenimiento de la situación hasta 1934, momento a partir del cual se apreció una tímida recuperación. Nos referimos, al aumento de los costes de producción debido fundamentalmente a la aplicación de la legislación laboral del primer bienio republicano orientada a mejorar los salarios de los trabajadores, una cuestión constantemente esgrimida por los representantes de la patronal vizcaína para explicar la crisis de sus empresas.

Con este telón de fondo, Bizkaia entre 1930 y 1933 tenía un 4,2% del total de la población en paro del Estado con un 2,5 % de la población. El previsible aumento de la conflictividad social que cabía esperarse no se produjo. La clase obrera mantuvo la confianza en la República a pesar de sufrir los efectos negativos de la política de ajuste presupuestario. Sin embargo, un hecho de índole política, el descalabro electoral de la izquierda en las elecciones legislativas del mes de noviembre de 1933, cambió radicalmente el comportamiento de los sectores populares. Ni la crisis económica, ni el fracaso del Gobierno durante el primer bienio para responder a las expectativas depositadas por aquel pueblo que había apoyado sin reservas el advenimiento de la República, habían alterado el "compromiso" entre las clases populares y sus dirigentes políticos en el gobierno. En cambio, a partir de ese momento se asistió a una creciente movilización social que tuvo como corolario el intento de revolución obrera de octubre de 1934. En municipios como Portugalete, Barakaldo y Sestao se produjeron enfrentamientos muy violentos, aunque fue en la zona minera en donde se alcanzó un mayor grado de dramatismo, consecuencia de la represión gubernamental a la que fueron sometidos los mineros. El fracaso de octubre se convirtió en la antesala del triunfo de las candidaturas del Frente Popular en 1936, también compartido aunque en menor medida por los nacionalistas del PNV. El último triunfo, -luego vendría la Guerra Civil-, de las dos culturas políticas predominantes en la provincia que habían reducido sus diferencias y que coincidían en la necesidad de salvar la República de la ofensiva reaccionaria y de esta manera culminar el proceso de elaboración y aprobación del Estatuto de Autonomía, tal y como sucedió.

BEY

El cambio en la función social de las mujeres -derivado del desarrollo económico y del impulso consciente del movimiento feminista- es uno de los procesos más importantes, aún sin concluir, de la Historia Contemporánea Universal. Bizkaia, y más en concreto Bilbao, puede considerarse la punta de lanza de este proceso en el País Vasco, cuya primera etapa, iniciada a partir de la revolución industrial, tuvo su culminación, como en el conjunto del Estado español, durante la II República. Antes de la instauración de este régimen, se materializaron cambios importantes después de la I Guerra Mundial y bajo la Dictadura de Primo de Rivera.

  • Los años veinte

En esta época, la situación económica en expansión hizo posible cierto avance en el acceso de las mujeres al trabajo asalariado; muy limitado todavía pero que permitía esbozar algunos de los rasgos del nuevo modelo de mujer que iba a terminar de configurarse a lo largo del siglo. Por otra parte, la difusión internacional del feminismo, tras la I Guerra Mundial, tuvo su particular manifestación en el País Vasco, y en concreto en Bizkaia, donde hay que destacar el florecimiento del feminismo católico, puesto de manifiesto en la implantación en todos los arciprestazgos vizcaínos de Acción Católica de la Mujer, constituida en Bilbao en 1921; el desarrollo organizativo de las nacionalistas vascas, con la creación en 1922, también en Bilbao, de Emakume Abertzale Batza; y la esporádica aparición en la prensa de firmas femeninas reclamando el derecho de las mujeres a la educación, el trabajo asalariado y la sindicación.

A esto hay que añadir las contradictorias consecuencias de la implantación de la dictadura de Primo de Rivera. Este régimen político impidió el progreso organizativo de las nacionalistas vascas (Emakume Abertzale Batza fue disuelta) y de las socialistas, y fue un muro de contención para la expansión del feminismo autónomo, cuyas organizaciones habían empezado a aflorar, antes de la instauración de la Dictadura, en Madrid, Barcelona y Valencia. Sin embargo, Primo de Rivera buscó el apoyo de las mujeres a su régimen, y para lograrlo reconoció legalmente el derecho al sufragio de las solteras y de las viudas (aunque nunca llegarían a ejercerlo), impulsó el nombramiento de algunas de ellas para participar en el gobierno municipal y en el provincial, y designó a 13 como integrantes de la Asamblea Nacional Consultiva. Media docena de mujeres del País Vasco accedieron por primera vez a puestos de gobierno. Dos de ellas, Carolina Mac-Mahón y Justa Castellón ("Reve") fueron nombradas Concejalas en el Ayuntamiento de Bilbao en 1926. Estos nuevos espacios de actuación abiertos por Primo de Rivera a las mujeres estaban reservados a las que no se oponían a su política, procedentes fundamentalmente de las organizaciones femeninas católicas. Y tenían además un carácter circunstancial: mientras permanecían solteras o si enviudaban. Una vez casadas quedaban circunscritas a los estrictos límites de su función social como madres y esposas, en una institución familiar cuya autoridad masculina estaba respaldada por la ley.

  • La nueva Constitución

La instauración de la II República modificó radicalmente la situación legal de las mujeres, a partir de la aprobación, en diciembre de 1931, de una Constitución que sancionaba la desaparición de la discriminación en función del sexo. Aunque su desarrollo legislativo posterior fue insuficiente, y en algunos casos contradictorio (especialmente en la legislación laboral), la nueva Constitución abrió a las mujeres las puertas de la actividad pública, dentro de ella de la política, y las reconoció como ciudadanas de pleno derecho. A partir de ese momento su papel ya no quedaba circunscrito al hogar, sino que tenían también una función que cumplir en el mundo público. Esto fue posible a pesar de la debilidad organizativa del feminismo español -que sólo fue capaz de movilizarse en Madrid durante los debates parlamentarios-, y se debió a la confluencia de diversos factores favorables: los objetivos democratizadores de los nuevos gobernantes, especialmente de los socialistas, cuya organización internacional había acusado la presión de la organización internacional de las mujeres socialistas y había incorporado a su programa las reivindicaciones feministas; el oportunismo de los partidos conservadores que esperaban obtener el apoyo electoral de la mayor parte de las nuevas ciudadanas; y la presencia en las Cortes Constituyentes de la diputada y dirigente feminista Clara Campoamor, que luchó denodada y elocuentemente contra el temor de republicanos y socialistas (incluido el de las otras dos mujeres diputadas) al sufragio femenino, percibido por muchos de ellos como una seria amenaza para la pervivencia del nuevo régimen.

Este temor, basado en la consideración de las mujeres como dóciles instrumentos al servicio de los intereses clericales, era especialmente sentido por los socialistas vizcaínos, en un contexto como el vasco en el que la influencia de la Iglesia Católica era tan poderosa. Aunque alguno de ellos criticó la actitud de sus compañeros, calificándola de misógina, la Agrupación Socialista de Bilbao intentó, sin éxito, que el Partido Socialista pospusiera el acceso de las mujeres al sufragio; e Indalecio Prieto, uno de los dos diputados socialistas por Bizkaia, se ausentó de la Cámara para no verse obligado a votar a favor de lo que consideraba una "puñalada trapera" contra la República. Los republicanos vizcaínos, por su parte, votaron contra el sufragio femenino, en este caso alineados con muchos de los diputados republicanos de la Cámara, con la excepción de algunos sectores minoritarios; y una vez conocidos los resultados, la Juventud Republicana de Bilbao elevó ante el Parlamento su protesta. En cambio, los diputados de la Minoría Vasco-Navarra, entre los que figuraban cuatro vizcaínos (tres del PNV y un tradicionalista), decidieron votar a favor, como muchos de los diputados conservadores y por las mismas razones coyunturales de conveniencia política; a pesar de su convicción de que la auténtica función de las mujeres estaba en la familia, y contando con la provisionalidad de cualquier otro cometido fuera de ella. Cinco de ellos, sin embargo (entre los que se encontraban dos de los vizcaínos, pertenecientes al PNV) no acudieron finalmente a emitir su voto.

  • El ejercicio de la ciudadanía

La configuración del nuevo marco político, con la incorporación del sufragio femenino, hizo que todos los partidos tratasen de atraer al nuevo contingente de votantes y, en mayor o menor medida, les diesen cabida en sus organizaciones. Esto favoreció el desarrollo organizativo de las mujeres y les permitió avanzar en su politización, pero también dio lugar a que permanecieran divididas, y a la subordinación de sus objetivos específicos a los de los partidos en los que se inscribieron.

En Bizkaia, el contingente mayor de mujeres organizadas estuvo localizado en el sector conservador. Dentro de él, la organización femenina más importante fue probablemente la reconstituida Emakume Abertzale Batza, adscrita al nacionalismo confesional liderado por el PNV. A ésta hay que añadir las mujeres afiliadas a La Margarita, filial de la Comunión Tradicionalista, a la Sección Femenina de Renovación Española, y a la organización unitaria ultraconservadora bilbaína Agrupación de Defensa Femenina, promovida por mujeres inscritas en los partidos monárquicos. Sin olvidar las integradas en Acción Católica de la Mujer, que si bien era una organización dependiente de la Iglesia Católica, tuvo un papel político muy importante en la movilización de las mujeres en defensa de las prerrogativas de la Iglesia amenazadas por la política republicana.

Al otro lado del espectro político, un número de mujeres menor, pero de gran combatividad, se inscribió en los distintos partidos obreros (especialmente en el socialista), en los partidos republicanos y en el nacionalismo aconfesional de Acción Nacionalista Vasca, y constituyeron además la organización unitaria Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, promovida por iniciativa de las comunistas, lideradas por Dolores Ibárruri. Dentro de este sector, que se ha convenido en llamar de la izquierda, surgieron en Bilbao, en el año 1932, las primeras organizaciones autónomas de carácter feminista del País Vasco: Fraternidad de Mujeres Modernas, que proclamaba su carácter liberal y laico y que estaba promovida por mujeres del ámbito de influencia socialista; y Unión Femenina Republicana, promovida por mujeres republicanas, que se declaraba respetuosa con los sentimientos religiosos de sus afiliadas y que seguía el modelo de organización creado en Madrid por Clara Campoamor. El objetivo fundamental de ambas organizaciones era la unión de las mujeres para lograr el cumplimiento en la práctica, y el desarrollo, de las leyes que reconocían sus derechos ciudadanos, y para obtener una preparación que les permitiera ejercerlos adecuadamente.

Los partidos políticos fomentaron la participación de las mujeres en el trabajo político, especialmente en épocas electorales, en las que desplegaron una desbordante actividad. Pero sólo excepcionalmente algunas de ellas ocuparon algún cargo. Aún más excepcional fue su acceso a puestos de responsabilidad política y de gobierno. En Bizkaia, únicamente media docena de mujeres, en representación del PNV, serían elegidas como concejalas en cuatro pequeños pueblos, mientras Dolores Ibárruri, del Partido Comunista, y Pilar Careaga, de Renovación Española, candidatas a diputadas a Cortes por Bizkaia-capital en 1933, no lograrían su escaño. Igual les ocurrió a las otras dos candidatas (del Partido Socialista y de la Comunión Tradicionalista) del País Vasco. El Partido Socialista no incluyó candidatas en sus listas por Bizkaia y el PNV no presentó una sola candidata a Cortes. Dolores Ibárruri había sido también aspirante a parlamentaria por esta circunscripción en 1931, aunque sin éxito, y conseguiría por fin su escaño en 1936 por la circunscripción de Asturias.

En contraste con la extraordinaria escasez de mujeres en puestos destacados, la inmensa mayoría de ellas ejercieron su derecho al sufragio en las distintas consultas electorales que tuvieron lugar. Los resultados electorales de 1933, que dieron el triunfo a la derecha, y los de 1936, que dieron el triunfo a la izquierda, demostraron además que su voto no era uniforme ni invariable, y que no podía hacérseles responsables como colectivo del triunfo de unos o de otros.

Pero el acceso de las mujeres a la ciudadanía en las mismas condiciones que el resto de los ciudadanos tuvo unas repercusiones más amplias que la participación política, y alcanzó, en mayor o menor medida, a facetas de la vida social tan importantes como la educación, el trabajo asalariado y la familia. En el acceso a la educación se realizaron avances generales considerables, aunque en lo que se refiere a las mujeres, en 1936 eran todavía una minoría las que recibían una enseñanza media y profesional, y aún menos las que alcanzaban la enseñanza superior. El acceso al trabajo asalariado se vio muy limitado por la crisis económica, a diferencia de lo ocurrido durante la Dictadura de Primo de Rivera, y los avances se concretaron fundamentalmente en la posibilidad de ejercer nuevas profesiones y el ascenso de la sindicación femenina, por muy limitados que fueran ambos todavía. En cuanto a la familia, leyes como la del divorcio, que socavaban la autoridad marital, quedaban contrarrestadas en la práctica por la influencia de la Iglesia Católica, sin que la investigación histórica haya dilucidado hasta ahora sus auténticas repercusiones. Los cambios introducidos en la legislación, junto con los que iban realizándose en la práctica, añadieron perfiles al nuevo modelo de mujer que había empezado a esbozarse anteriormente, cuya función no estaba limitada a su papel como madre y esposa y al ámbito privado, sino basada en el desarrollo de sus múltiples potencialidades como individuo en todos los ámbitos de la vida social. Este nuevo modelo, impulsado en Bizkaia por las organizaciones autónomas de mujeres y por mujeres de organizaciones de izquierdas, seguía las pautas del modelo de individuo y de ciudadano definido de antemano por los hombres, y que el movimiento sufragista internacional había asumido como modelo universal. Muchas mujeres, sin embargo, trataron de encontrar un modelo propio, distinto al masculino. Esta búsqueda predominó entre las mujeres vizcaínas, especialmente entre las católicas, la mayoría de las cuales optaron por defender un modelo diferenciado de ciudadanía, determinada por la maternidad. De forma que, aunque perseguían participar en el ámbito público, tal participación tenía como norte un mejor cumplimiento y una proyección de su función maternal. Esta actitud estaba muy influenciada por la católica sacralización de la maternidad, que entre las afiliadas a Emakume Abertzale Batza estaba aún más reforzada, debido al papel fundamental que el PNV asignaba a la maternidad en la definición de la identidad vasca.

MUS

Logró configurarse como una tercera fuerza interpuesta entre la izquierda republicano-socialista y el nacionalismo vasco, y se afirmó como tal en las elecciones de febrero de 1936, cuando obtuvo unos 50.000 votos frente a los 80.000 que obtuvieron cada una de las otras dos fuerzas. Constituían el núcleo de la derecha españolista los monárquicos alfonsinos, tradicionalmente vinculados a los medios empresariales y altoburgueses que, merced al caciquismo, habían retenido la representación política de la provincia hasta 1923, y habían colaborado estrechamente con la Dictadura hasta 1930.

Desbaratadas sus organizaciones políticas a la caída de la Monarquía, una nueva generación agrupada en una renovada Juventud Monárquica reconstruyó las huestes alfonsinas en las difíciles circunstancias de la II República, hasta poner en pie en 1934 una organización que logró echar raíces en toda la provincia. La derecha monárquica contó con medios de prensa importantes, entre los que por su densidad ideológica sobresalía El Pueblo Vasco, además de El Nervión. Pese a su tradición liberal, puede afirmarse que cuando se proclama la II República las raíces liberales de los alfonsinos vegetaban ahogadas bajo un pesado manto de aprensiones, temores y reacciones defensivas cultivadas desde al menos los días de la Gran Guerra por sus principales ideólogos, Pedro Eguillor -el pontífice cafeteril del Lion d'Or- y José Félix Lequerica -el autor del decisivo libro Soldados y políticos-, que agitaron el miedo ante confusos peligros revolucionarios junto con la esperanza de los nuevos regímenes autoritarios que ya amanecían en todo el mundo.

Estos planteamientos previos generaron, al choque con las tensiones y los sobresaltos que sacudieron la vida de la República, una intensa y rica propaganda difundida desde la prensa diaria y la tribuna política, centrada en el morboso análisis de la crisis que debilitaba la civilización, desde las costumbres y las artes hasta la economía y la política parlamentaria; en la denuncia de la inviabilidad del liberalismo ante la irrupción en la política de un proletariado fascinado por la estrella de Moscú, de las intenciones revolucionarias del PSOE, (denuncias redobladas a raíz de la radicalización socialista de 1934), de la inclinación a las izquierdas del nacionalismo vasco, (también desde 1934), que no permitiría contar con él para hacer frente a un eventual alzamiento subversivo. Este mensaje alarmista se completaba con la invocación de la necesaria reacción salvadora, semejante a la que disfrutaban ya países como Italia y Alemania, al servicio de la cual había que trasfundir a las masas conservadoras los valores del patriotismo, el sacrificio, la marcialidad y el heroismo...

Aunque esta elaboración ideológica apuntaba a un régimen de dictadura, al hilo de la República, las posiciones de la derecha fueron más posibilistas. La línea editorial de El Pueblo Vasco -el definidor más cualificado de la posición monárquica- defendió en todo momento una actuación electoralista y parlamentaria que, de haber fructificado en una cierta transacción entre las derechas y las izquierdas, es probable que le hubiese llevado a defender tácitamente el desenvolvimiento en el marco del nuevo régimen. Por otra parte, carentes de organizaciones propias, los alfonsinos apoyaron en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931 la candidatura autonomista y católica integrada por nacionalistas vascos y carlistas, así como el proyecto de Estatuto de autonomía "católico" de Estella.

En otro orden de cosas, ante la crisis de trabajo que paralizaba desde 1931 las factorías vizcaínas, la prensa monárquica se embarcó de lleno en una campaña promovida por los patronos en favor de la deposición de las diferencias políticas y del esfuerzo solidario de los más diversos estamentos de la provincia, para llevar al Estado la reclamación unánime de un plan de obras públicas que reanimase la industria local. Esta campaña y sus resultados suavizaron las relaciones políticas de la época. Además dos publicistas empresariales, Julio Lazúrtegui y Joaquín Adán, muy vinculados a los círculos alfonsinos, hicieron públicos en libros, artículos y conferencias sus proyectos integradores de regeneración patriótica por medio de un plan de conjunto, que debía de servir de nexo unitivo entre los españoles y en el que aguardaría un magnífico papel a los capitales bilbaínos.

La vida política, empeoró, llevó las cosas por otros rumbos. El desinterés o la hostilidad de la derecha hacia un Estatuto de autonomía "laico" -el único posible bajo la República- hacía impensable una nueva alianza electoral con el PNV, y en las elecciones de noviembre de 1933 alfonsinos y carlistas presentaron una candidatura contrarrevolucionaria. Desde entonces alcanzaron un notable entendimiento entre sí en el combate contra la República. La pesadilla del verano y del otoño de 1934 -con el conflicto del vino y la revolución de octubre- confirmó a las derechas en los prejuicios y los temores arraigados desde hacía lustros: la inclinación a la rebeldía del nacionalismo vasco, el peligro de la revolución social, etc. Estos acontecimientos dejaron como secuela una radicalización que se manifestó en el repudio sin ambages por parte de la derecha del PNV y de la autonomía vasca, en la ruptura de la acción unitaria provincial frente a la fatal amenaza que planteaba al puerto de Bilbao la construcción por cuenta del Estado del ferrocarril Santelices-Santander, así como en la aparición en el El Pueblo Vasco de colaboraciones inspiradas en un nacionalismo español esencialista e intransigente, que identificaba la esencia de España con el catolicismo y la unidad, y que anatematizaba a sus enemigos, a saber, marxistas, laicistas y separatistas, además de algún artículo de un violento irracionalismo belicista.

En las elecciones de febrero de 1936 el monarquismo autoritario contó con el respaldo del diario católico antiliberal La Gaceta del Norte, que inspiraba José María de Urquijo, disgustado con los nacionalistas vascos por su connivencia con las izquierdas. En el curso de la campaña electoral las innovaciones en favor de la contrarrevolución y de un Estado autoritario alcanzaron los tonos más agudos y ruidosos. Los carlistas blandieron además un lenguaje de insurrección y de cruzada. Tras unas semanas de tregua y de esperanza que siguieron a la constitución del Gobierno de Azaña, en la primavera de 1936 se alzaron de nuevo las voces extremistas de la derecha. Areilza por los alfonsinos, Oriol Urigüen por los carlistas así como Urquijo enlazaban con responsabilidad diversa con la conspiración en marcha. La crisis de la democracia iba a dirimirse, como en otros países de la Europa de entreguerras, por el recurso a la fuerza.

GPP

Elecciones municipales del 12 de abril de 1931. Municipios vizcaínos de más de 6.000 habitantes
Ref. La Gaceta el Norte del 14 de abril de 1931 Censo electoral: 106.160; Votantes: 73.665.
Ayto.Cir. Elec.nº Concej.REP.PSOEANVPCEPNVMonár.Indep.Jaimistas
BilbaoVizc. Capital4611117_143__
BaracaldoVizc. Capital29885_35__
SestaoVizc. Capital223102__7__
GuechoVizc. Capital212_1_153__
BermeoVizc. Provincia19__2_134__
ErandioVizc. Capital18333_9___
PortugaleteVizc. Capital18462__6__
Abanto y CiérvanaVizc. Capital174714__1_
BasauriVizc. Capital16_____16__
DurangoVizc. Provincia161___213__
SanturceVizc. Capital1666__22__
S. S. del ValleVizc. Capital15_131_1___
GaldácanoVizc. Provincia14____923_
OrtuellaVizc. Capital1456_3____
GuernicaVizc. Provincia13__2_26_1
MunguíaVizc. Provincia13____85__
ValmasedaVizc. Provincia12____84__
Total4770267867641
Total de Bizkaia
Nº concejales elegidos192
Antimonárquicos135
Monárquicos57

Votación de los Ayuntamientos pro/contra el Estatuto Vasco de Autonomía. 19-VI-1932
Ref. Euzkadi del 21 de junio de 1932; El Pueblo Vasco del 21-VI-1932.
Por Ayuntamientos
Nº Aytos.A favorEn contraAbstenciones
11610916
Por Habitantes
Nº habitantesA favorEn contraAbstenciones

El voto en contra de los ayuntamientos fue de Ermua; en 1933 ganó el Sí.

Elecciones a Cortes Constituyentes. 28-VI-1931
Fuente: Boletín Oficial del País Vasco, 1 de julio 1931. Prensa local: El Liberal y Euzkadi
Candidaturas% VotosDiputados elegidos
Circunscripción electoral: Bizkaia-capital
Bloque de Izquierda51,8%
Prieto, I.PSOE
Araquistain, L.PSOE
Aldasoro, R.P. R. Autónomo
PRRS, 1932
IR. 1934
Fatrás, V.PRRS. 1931
UR. 1934
Coalición de Derecha37,5%
Horn, J.PNV
Eguileor, M.PNV
Robles Aranguiz, M.PNVno
Elguezabal, C.PNVno
Acción Nacionalista Vasca3,8%
Urrengoechea, L.no
Arana, J. I.no
Duñabeitia, C.no
Mendiota, M.no
Partido Comunista de España6,90%
Bullejos, J.no
Carro, L.no
Adame, M.no
Ibarruri, D.no
Circunscripción electoral: Bizkaia-provincia
Coalición de Derecha75%
Aguirre, J. A.PNV
Basterrechea, F.PNV
Oreja, M.CT
Bloque de Izquierda20,40%
Madariaga, R.PRA. 1932no
AR. 1933
Zugazagoitia, J.PSOEno
Acción Nacionalista Vasca4,60%
Areitioaurtena, L.no

Votación de los Ayuntamientos pro/contra el Estatuto Vasco de Autonomía. 6-VIII-1933
Ref. El Pueblo Vasco del 9-VIII-1933.
Por Ayuntamientos
Nº Aytos.A favorEn contraAbstenciones
11611501

La única abstención fue de Musques que no asistió.

Plebiscito sobre el Estatuto Vasco de Autonomía. 5-XI-1933
Ref. La Gaceta del Norte del 10-XI-1933.
ElectoresA favorEn contra% a favor
267.466236.5645.06588,44%

Elecciones legislativas. 19-XI-1933
Fuente: Boletín Oficial del País Vasco, 22-11-33. El Liberal; Euzkadi.
Candidaturas% VotosDiputados elegidos
Circunscripción electoral: Bizkaia-capital
Partido Nacionalista Vasco40,9%
Horn, J.
Robles Aranguiz, M.
Careaga, J. A.
Bikuña, R.
Coalición de Izquierda36,1%
Prieto, I.PSOE
Azaña, M.AR
Domingo, M.PRRSIno
Zugazagoitia, J.PSOEno
Coalición de Derecha14,4%
Careaga, A. G. deMonárquicono
Careaga, P.Renovación Españolano
Lezama-Leguizamón, L.CTno
Rojo, H.CTno
Partido Comunista de España6,90%
Carro, L.no
Perezagua, T.no
Ibarruri, D.no
Bueno, A.no
Partido Republicano Radical Socialista0,7%
Fatrás, V.no
Valera, F.no
Circunscripción electoral: Bizkaia-provincia
Partido Nacionalista Vasco57,3%
Aguirre, J. A.
De la Torre, H.
Coalición de Derecha20,40%
Oreja, M.
Areilza, J. M.Renovación Españolano
Coalición de Izquierda20,40%
Ercoreca, E.ARno
Bustos, J.PSOEno
Partido Comunista de España0,2%
Aranaga, A.no
Zapirain, S.no
Partido Republicano Radical Socialista0,2%
Feced, Rno

Elecciones del Frente Popular. 16-2-1936 y 1-3-1936
Fuente: Boletín Oficial del País Vasco, 19-2-36 El Liberal; Euzkadi.
Candidaturas% VotosDiputados elegidos
Circunscripción electoral: Bizkaia-capital
Frente Popular48,5%
Prieto, IPSOE
Zugazagoitia, J.PSOE
Carro, L.PC
Ruiz Funes, M.IR
Partido Nacionalista Vasco30,4%
Horn, J.
Robles Aranguiz, M.
Arregui, F.no
Izaurieta, J.M.no
Coalición de Derecha21,1%
Adan, J.Independienteno
Goldaracena, M.CEDAno
Juaristi, J.M.CTno
Areilza, J.M.Renovación Españolano
Circunscripción electoral: Bizkaia-provincia
Partido Nacionalista Vasco51,6%55%
Aguirre, J. A.
De la Torre, H.
Jauregui, J.
Frente Popular14,8%15,4%
Gómez Beltrán, P.PSOEno
Espinosa, A.URno
Coalición de Derecha33,6%29,6%
Gaytán de Ayala, J.L.CTno
Martínez de las Rivas, S.REno