Pintoreak

Bikondoa, Alfredo

Polifacético artista guipuzcoano, nacido en San Sebastián en 1942 en el barrio del Antiguo. Además de pintor es un investigador de la realidad, escultor, escritor y poeta.

Hay dos etapas claves dentro de la trayectoria personal de este artista. En la primera, el artista trabaja y expone sus obras muy intensamente, funda una escuela de arte y comienza sus estudios de física y sicología jungiana. Pero primero hay que remontarse a Caracas (Venezuela), donde reside con su familia y comienza a pintar de muy joven y se convierte también en gran viajero junto a su padre. Sus primeros maestros son el pintor Francisco Javier García Villagarcía y el industrial Felipe Ugarte. Su estancia en París durante seis años es decisiva: vive la bohemia, pinta desnudos en Saint Michel y participa activamente en el Mayo del 68, se relaciona con el poeta Joaquín Cerdá, conoce al pintor Pitxot, visita a Dalí en Portllegat... Le interesa en un principio todo: el realismo, el impresionismo, la abstracción, el simbolismo, el surrealismo, el empleo de diferentes materiales: arpilleras, cuerdas, trapos... De nuevo en San Sebastián, funda una escuela de arte en la plaza del Sauce.

En su segunda etapa, abandona esta proyección artística y se dedica a practicar la meditación Zen durante ocho años, primero con su maestra Ana María Schluter, de la escuela Sambo de Kamakura en Japón y después en el Instituto Zen de América con la maestra Gesshin Prabhasa Dharma Roshi, en California, durante 9 años. En este período investiga lo que está más allá del mundo de las apariencias, realizando un arte, tanto pintura como escultura, de gran fuerza y libertad creativa. A continuación retoma su proyección artística e inaugura esta nueva con la exposición Rim-Zen, Despertar Súbito. Esta etapa supone una verdadera metamorfosis en la que el propio artista apunta su acercamiento a unas líneas expresionistas, minimalistas y esencialistas. "Ya no soy un pintor, afirma, sino un hombre que pinta".

En 1999 funda junto a su mujer, Itziar Montes, la Casa del Este en San Sebastián, Centro para las Artes y el Desarrollo de la Sensibilidad profunda del Ser, lugar de encuentro para el Arte donde se dan cita distintas disciplinas: la pintura y la escultura a través de exposiciones, pero también la fotografía, la cocina, la literatura y la poesía, el arte floral y la ikebana, la música, a través de conciertos, conferencias o pequeños congresos.

El monje budista zen y pintor, Uke Miyajke sintetiza la obra de Alfredo Bikondoa en dos aspectos: "lo misterioso e insondable, energía primigenia, y la razón o forma que ordena el caos haciéndolo inteligible a nuestra razón, nunca en detrimento de la incorporación del inconsciente del espectador".

Este artista se define por una constante búsqueda de la armonía que está siempre presente en todas sus obras, llenas de un emotivo silencio y resultan ser ordenadas y muy espirituales, porque provocan en el espectador a que se adentre en un viaje interior. Para ello utiliza fundamentalmente la geometría, la sabia utilización de diferentes texturas y capas de pintura. Simplifica al máximo, y si es, como él asegura, "de un solo trazo mejor. Yo creo que esa es la gran búsqueda del arte auténtico".

El crítico Juan Pablo Huércanos define perfectamente la obra de este artista al considerarla como naturaleza muerta del espíritu.

"Esa búsqueda, afirma de la levedad expresiva, de la utilización de elementos pictóricos silenciosos, de la persecución de lo esencial como paradigma de lo expresivo y del alejamiento de cualquier elemento narrativo, descriptivo o tomado de la realidad, sitúa constantemente la pintura de Bikondoa al borde la nada. Sólo se sujeta en la forma de unas formas capaces de esconder respiraciones invisibles. Que acechan, expectantes. Formas arquetípicas, carentes de artificio. Naturalezas muertas del espíritu".

En cuanto a su larga ausencia, durante diecisiete años, al margen del mundo del arte y después de destruir más del 50% de su obra de surrealismo mágico, es comprendida perfectamente por Rafael Zulaika, Director del Museo de San Telmo durante el periodo 1994-2003:

"Bikondoa es una persona libre, tanto como valiente, que en su momento decidió parar y preguntar, preguntarse acerca de lo esencial, de la vida, del sentido de todo. Cuando lo más fácil era seguir pintando, dejarse llevar por la inercia y responder a las expectativas de una trayectoria artística ya firme y reconocida, la opción es otra, la de iniciar el viaje del descubrimiento interior dónde lo importante no es tanto la meta ni los resultados, sino lo que se aprende en ese caminar".

El reinicio lo efectúa muy lentamente, realizando miles de actuaciones, en servilletas de papel de los cafés, en papeles de arroz, utilizando una tinta china espesa, a la búsqueda de texturas y de experiencias nuevas. Es el momento del regreso al mundo del arte siendo una persona renovada que va al encuentro de la esencia.

Son muy numerosas sus exposiciones desde el año 1963 de las que se reseñan las más importantes. Participa en 1979 en la Muestra colectiva de Artistas guipuzcoanos en Wiesbaden, localidad en la que en 1980 expone junto a Manuel Isasa y José Mª Ortiz. Como exposiciones individuales realiza una en 1981 en el Museo de San Telmo, en 1984 realiza una exposición antológica de toda su obra en la Caja de Ahorros Municipal de Donostia, en 1986 realiza otra en el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela en Pamplona, en 1998 otra importante exposición en la Sala de Exposiciones Kutxa de Donostia, en 1999 presenta otra en el Centro Europeo de Creación de Navarrenx (Francia), en la Galería Siglo XX de Santander y a partir del 2000 realiza una veintena de exposiciones colectivas por diferentes localidades vascas, expone una individual en la Galería Cardona de Nuevo México (EEUU) y diversas exposiciones en su Galería-Estudio Casa del Este en Donostia.

Su obra está presente en el Museo de San Telmo, en la Fundación Kutxa, en la Diputación Foral de Gipuzkoa, en el Ayuntamiento de Wiesbaden y en diversas colecciones de Nuevo México, de Donostia y Pamplona.

En marzo de 2005 muestra en el Museo Diocesano de San Sebastián su visión pictórica del Padre Nuestro, exponiendo las pinturas que ilustraron el libro En voz baja, del escritor nicaragüense Miguel Chavarría. La exposición se completa con catorce obras de gran tamaño que Bikondoa realizó en 2004.