Udalak

BERIÁIN

Urbanismo y construcciones civiles

Como tantos otros pueblos de la comarca de Pamplona, Beriain ha sufrido los cambios derivados de la expansión de Pamplona por su periferia. Por ello, y a pesar de que los primeros cambios experimentados por la pequeña aldea se dieron ya con la fundación del núcleo vinculado a la explotación de minas de potasa, hacia 1960, lo cierto es que más recientemente se ha multiplicado la construcción de modernos edificios de pisos, también unifamiliares y adosados, que han llegado incluso hasta el "pueblo viejo", de suerte que hoy allí se mezclan modernas viviendas y algunas casas tradicionales.

En general, las casas no revisten características que permitan adivinar demasiada antigüedad, y predominan edificios con enlucidos en blanco que no salvan zócalos, esquinas ni enmarques de vanos. Los huecos son rectos y aparentan también modernidad. En una estrecha callecita aparecen alineadas varias casas de este tipo, que tienen además un pórtico bajo de regular construcción, a modo de soportales corridos. En algún caso se aprecia una falsa estructura en molduras de cemento, que enmarcan los paños, pisos y caballetes, imitando a la madera. En general se trata de construcciones de concepción sencilla, que deben datar del mismo siglo XX. Con estos precedentes no debe de sorprendernos que muchas de las casas y chalets que se han construido en fecha reciente, algunas de elegante porte, superen en presencia y calidad a las que son más antiguas.

En una calle amplia situada casi en el extremo del pueblo, encontramos no obstante un edificio de mayores pretensiones, del siglo XVIII, con planta rectangular y dos alturas más desván, que se cubre con tejado a cuatro vertientes. Los muros son de mampostería concertada en el primer piso, con cadenas de sillar en ángulos y enmarques, y se separan del segundo piso por una imposta lisa. En el segundo piso se incorpora el enlucido, con las consabidas excepciones. Los vanos son rectos, incluyendo la puerta, y presiden la fachada, de forma simétrica, dos escudos de estilo rococó, diferentes pero con idéntico tamaño y decoración, a base de rocallas.

Ya fuera del pueblo propiamente dicho, nos encontramos un caserón palaciego de planta rectangular, dos alturas más desván y tejado en pabellón. Los muros llevan buen enlucido, que conforme a la tradición local deja ver esquinas de paños y enmarques de vanos en sillería de buena labra. La puerta, adintelada, va centrada y flanqueada por dos ventanas. Encima hay dos ventanas y balcón central, y rematan tres ventanas de menor tamaño. Sobre el balcón hay un escudo con yelmo y colgaduras, con un campo en el que se lee: ARMAS DE LOS ORAAS, que por tanto se identifican con las de la familia Oraa, apellido relativamente frecuente en Navarra.

Ermitas

Se cita la de San Esteban, de la cual queda una cruz de piedra. Ya en julio de 1799 el obispo visitador Igual de Soria la encontró en ruinas, y ordenó que se aprovechasen sus materiales en la parroquia.

Parroquia de San Martín de Tours

Se trata de un edificio medieval en origen, aunque sufrió numerosas alteraciones a lo largo de los siglos, especialmente en el siglo XVI, a cargo del cantero Domingo de Elósegui. La planta consta de una única nave muy larga, con tres tramos amplios que preceden a la cabecera poligonal. Al lado del Evangelio se adosa una capilla de planta cuadrada, que da a su vez acceso a una segunda estancia rectangular. A la altura de la cabecera se abre, por el lado del Evangelio, una tercera estancia, cuadrada en este caso, mientras que en el muro de la Epístola se encuentra la sacristía, que es un espacio de planta cuadrangular irregular. El acceso se abre en el segundo tramo por el lado de la Epístola, y se cobija por un pórtico sobre pilares.

Los muros, de sillería menuda y algo irregular, muestran el arco de acceso a la capilla del muro norte, con un amplio medio punto. A los pies de la nave se adosa además un coro con arco de embocadura apuntado. Dan iluminación al interior una serie de ventanas, dos en el muro meridional, otra en la cabecera, un rosetón en el muro de los pies y otro de tracería gótica calada en el tramo que precede al presbiterio, con motivos en base a "vejigas natatorias".

La nave se cubre con tramos de bóvedas de crucería de terceletes, separados por arcos fajones de sección apuntada y con nervios moldurados que confluyen en claves con decoración vegetal. La cabecera lleva una bóveda de paños cuyos nervios apean, como en los casos anteriores, en ménsulas cónicas que transmiten los empujes a los muros de carga. La capilla del muro septentrional recibe una bóveda de crucería con tracería estrellada curvilínea. En el sotocoro encontramos un tramo de bóveda de terceletes, en cuyas claves se ven de nuevo motivos vegetales, pero también algún escudo de armas y varias cruces de Malta. En cuanto a la sacristía, lleva un simple cielo raso precedido de un tramo de bóveda de cañón.

Al exterior llama la atención la torre, que se levanta sobre el primer tramo de la nave. Tiene planta cuadrada, con un primer cuerpo en sillar, que cabe identificar con el campanario medieval, al que se añadió un segundo cuerpo en ladrillo, que fue ejecutado por el cantero Miguel de Sarasti hacia 1659. Ambos cuerpos se separan por una cornisa saliente. Lleva los ángulos reforzados con sillar, que afecta también a los enmarques de los vanos, y medios puntos para las campanas. Por encima corre una cornisa de ladrillos aplantillados que salva con leves curvas los trasdoses de los arcos, y por encima remata el conjunto un templete octogonal con vanos alargados. El pórtico va en un sillar de buena estereotomía, y se abre mediante tres arcos de medio punto sobre pilares de sección cuadrada. Cobija una puerta gótica con arco apuntado muy sencillo, sin tímpano ni decoración, cuyo derrame se salva mediante tres arquivoltas aboceladas que apean en baquetones también carentes de decoración. En el muro de los pies observamos una antigua puerta, hoy cegada, con arco apuntado de aspecto arcaico. Lleva encima un relieve muy desgastado que representa a San Martín a caballo, partiendo la capa con el pobre.

Al interior, el presbiterio está ocupado por el retablo de San Martín, obra romanista del siglo XVII, que debemos a la mano de Martín de Echeverría, ensamblador del taller de Pamplona que había realizado otras obras conocidas y documentadas, como la del retablo de Noain. La traza consta de perfil ochavado adaptado a la planta de la cabecera, y tiene banco, dos pisos de cinco calles y ático rematado por frontón triangular. Se articula mediante columnas jónicas en el primer cuerpo y corintias en el segundo, y lleva decoración vegetal. En cuanto a la imaginería, es de bulto redondo en la calle central, mientras que las calles laterales y el banco llevan relieves. En el banco figuran cuatro escenas de la Pasión de Cristo: la Última Cena, Ecce Homo, Cristo a la Columna y Prendimiento. En el primer cuerpo hay relieves de la Visitación y la Anunciación, con las tallas de Santa Águeda, Santa Bárbara y María con el Niño en el centro. En el segundo cuerpo registramos los relieves del Sueño de San Martín, otro milagro del santo, tallas de San Blas y San Roque, y el bulto central de San Martín partiendo la capa con el pobre. En el ático figura el Calvario, con San Fermín, San Vicente, Moisés y David.

En el bajo coro encontramos una pila bautismal medieval con pie y basa circular, fuste cilíndrico liso y taza semiesférica. Hay también una pila aguabenditera cerca del acceso. Por último, en la sacristía se custodian diversas piezas de platería.

Joseba ASIRON SAEZ (2008)