Udalak

ATAUN

Gorosabel nos da cuenta que los orígenes de esta villa son desconocidos a pesar de su indudable antigüedad. En su término fue hallado un denario de Gordiano II. De Atáun hace mención el arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada en su historia al decir que la provincia de Guip. se entregó al rey Alfonso VIII con todos sus castillos, entre ellos el de Athavit, o como se lee en el códice complutense Athagun. Para Gorosabel es claro que este corresponde al pueblo de Ataun, así como para D. Alfonso Núñez de Castro en la crónica de dicho monarca y para Esteban de Garibay en su compendio historial. Barandiarán nos dice refiriéndose al castillo: «Las ruinas del antiguo castillo de Ataun, tan famoso en otro tiempo como ignorado en el nuestro, álzanse todavía hacia el Sur de aquella villa, no muy distantes de la carretera de Nav. Se hallan encima del pico infracretáceo denominado Artxabaleta, el primero de los que coronan la sierra de Aizkoate, y su altura mide 190 m. aproximadamente sobre el valle cruzado por el río Agaunza. Desde allí dominó, siglos atrás, algún insigne malhechor que con la fuerza de las armas consiguió subyugar a los humildes habitantes de las comarcas vecinas, o algún generoso señor protector y caudillo de aquellos pueblos en las luchas que sostenían con sus enemigos. De todos modos, aquellas ruinas despiertan un vago recuerdo de antiguas generaciones guerreras que pasaron, y cuya historia, ignoramos hasta el presente. Es tradición muy extendida entre los habitantes de Ataun que en aquel paraje hicieron su morada los jentilles, raza feroz y salvaje que aferrada en la superstición, no quiso convertirse a la religión de los cristianos, con los cuales, sin embargo, conservaban trato muy frecuente. Son prueba de ello las curiosísimas anécdotas que todavía se cuentan de ellos. Argomales incultos e intrincadas malezas, por un lado y rocas muy encrespadas, por el otro, rodean actualmente aquellos peñascos, dificultando en gran manera la subida, a partir de la misma carretera; pero llegando al tercer pico, por el cual es más fácil el acceso, admira la extraña forma de una vereda lisa y resbaladiza, practicada en roca viva, y que bordeando un despeñadero, conduce hacia al lado del monte donde se hallan las ruinas del castillo. Esta vereda tal vez fue destinada para las mujeres según parece desprenderse del nombre vasco Andra bideeta con el que la citan los naturales. Antes de llegar a la cima podían verse trozos de vasijas, huesos de animales, clavos y pedazos de hierro completamente oxidados y mezclados con la grava. Estando ya al pie del castillo por el lado Norte, se ve que toda la roca sobre la cual descansan las ruinas, es un verdadero precipicio que se levanta erguido, dominando la parroquia de San Martín y sus contornos. Su cumbre casi inaccesible, solo por el Poniente ofrece una entrada natural que en otro tiempo estaba cerrada por una gruesa pared la cual en parte subsiste todavía. Esta que mide un metro de espesor por doce de largo y tres de alto es una buena obra de cantería y en la rigidez de su forma y extraña dureza de la argamasa presenta señales clarísimas de su antiquisima construcción. El amplio recinto a que da entrada la parte derruida de esta pared mide 24 m. de larga por 10 de ancho y actualmente recibe el nombre de Jentil-baratza, ya sea por la forma de huerta que cerrada por todos sus lados presenta a primera vista o ya por creerse que allí enterraban los Jentiles los cadáveres de los suyos. Las profundas excavaciones que hice en esta cima el día 7 de Agosto (año 1916) en compañía del regidor Síndico de Ataun, D. Nicasio Garayalde, dieron por resultado el hallazgo de clavos de variadísimas formas, un pedazo de espadín, tres puntas de lanza y dos monedas de vellón, que vinieron a confirmar mi presentimiento de que allí estuvo la antigua fortaleza de Ataun, donde vivió un famoso alcaide, de cuyas correrías por tierras de Nav. hacen mención los Anales de ese Reino. ¿Será tal vez ésta la fortaleza Athavit que juntamente con las de San Sebastián, Fuenterrabía, Beloaga y otras fue entregada al Rey D. Alfonso VIII de Castilla el año 1200? Por mi parte me inclino a creer que si hubo en Ataun algún castillo que se sometió a Alfonso VIII fue éste de Jentil-baratza, aunque en esto me aparte algo de D. Pablo Gorosabel, quien cree que probablemente el tal castillo estuvo donde actualmente se halla la iglesia de San Gregorio. Dejando aparte la cuestión de si el Athavit o Ataun citado por el arzobispo de Toledo D. Rodrigo Ximenez de Rada corresponde o no a Ataun, es lo cierto que el castillo de Jentil-baratza existió en aquella época, según se debe colegir de las dos monedas castellano- leonesas arriba mencionadas. Volvemos ya la vista al solitario recinto. Se halla todo él limitado a lo largo de la parte oriental por una especie de balcón de durísima peña, que en varios de sus puntos forma verdaderos sillones de fortísimo respaldo. En la parte SO. y E. aparece un hoyo bastante profundo muy bien trabajado en roca viva y que probablemente sirvió para depósito de agua tan necesario en aquel paraje. Bajando por unos escalones practicados en la peña por el lado S. antes de recorrer la distancia de diez metros aparece la boca de una estrecha cueva que conduce a otra más espaciosa, iluminada por una ventana natural hacia el Oriente, en medio de un precipicio. ¿Esta cavidad habrá podido ser una habitación en otro tiempo o bien algún lugar de enterramiento? No lo pude comprobar. Por lo tanto, donde más vestigios se hallan de haber existido algún castillo en aquel lugar, es en la cima de la peña, la cual, sin embargo, aparece ahora tan distinta de lo que fue en los turbulentos siglos medievales. Porque aquella cumbre que en otro tiempo estaba coronada por un recinto fortificado, con sus torres y puente (levadizo?), está reducida a un estrecho campo de pasto, cubierto de verde yerba, poblado por todas partes de encinas y otros árboles «silvestres». Altadill nos relata también las peripecias de este castillo con las siguientes palabras: «A este castillo se acogieron en 1261 las gentes de Garci Semeneiz y Miguel Durán, al regresar de un raid por tierras guipuzcoanas, con vacas, terneros y puercos apresados a los adversarios. Garci Semeneiz se movía en un amplio campo de acción, nutriéndose de gentes aventureras de Arbizu y Murgindueta, conociendo a la perfección los caminos de aquel accidentado terreno y la situación de cavernas y castillos, donde cobijarse en trances apurados. Como la riqueza más apetecible consistía en los ganados que libremente pasturaban por los montes y los prados, esta rapiña constituía el objetivo principal de las correrías ya que el sustraer moneda, granos, bebidas, mobiliario, ropa y aperos de labranza eran operaciones más arriesgadas. En 1279 este castillo fue cercado por gentes guipuzcoanas, pero acudieron en auxilio otros núcleos, mandados por Pont de Monrodat, con infanzones de abarka denominados abarka andizurena. En carta dirigida al rey D. Felipe III de Francia como tutor de la Reina D.ª Juana en el año 1277 (cartulario n.° 8, p. 7) el alcaide de Ataun, entonces perteneciente a Nav., Roy Périz, hijo de Pedro Sánchez, paje del Rey D. Sancho, nombrado teniente de dicho castillo por D. Teobaldo I. expone que durante largo tiempo ha desempeñado fielmente ese cometido, efectuando diversas reparaciones, y remediando averías; y resultaba acreedor por la cantidad de 63 libras; y no pudiendo dejar seguir por más tiempo, soportando mayor perjuicio, rogaba le fuera rembolsada esa cantidad; en vista de tal petición se pidió informe al condestable y al gobernador de Nav. para resolver en justicia. No consta el fallo. Aunque situado en Guip., siguió perteneciendo a Nav., después de la anexión a Castilla en 1200; era alcaide D. Diego López de Arbizu en 1265 que percibía del tesoro navarro 50 cahices anuales de trigo (Campión, 5.ª euskariana, p. 255). El año 1295 proseguía este castillo en poder del Rey de Nav. y lo mandaba Diego Sánchiz de Garris, en calidad de Alcaide; percibía por el cargo 15 libras en metálico y diversas cantidades de granos. Ocurrió entonces un fortuito incendio, debido a que interiormente toda la construcción era de materiales combustibles, pero acudieron operarios y bajo la dirección de Juan Yeneguiz, se habilitaron los locales. En 1294 habían designado al de Garris para ese cargo los Reyes D. Felipe y D.ª Juana. Este castillo y sus cercanos de Ausa y Gorriti eran afamados por las sangrientas y feroces luchas sostenidas con los banidos guipuzcoanos. En este mismo año el Merino de las montañas había apresado cerca de Ataun a Yenego Lópiz de Oylló y lo ajustició (enforco) ahorcándolo en Larraun, para ejemplar castigo. El mismo merino había prendido a Johan Péritz de Aguirre, ajusticiándolo en Santesteban de Lerín, no sin extender el castigo a las casas de Sánchiz de Aguirre y Martín Miguel de Bertiz. Este castillo navarro y realengo, en 1335, se hallaba sitiado por los hombres que mandaba Martín Pérez de Lazcano, los contingentes de Segura y la hermandad de Ypuzkoa, durante los meses de Julio y Agosto, según se desprende de las cuentas del Tesorero de Navarra, a consecuencia de que el merino de las montañas Gil Garsía de Yaniz, había apresado a los guipuzcoanos, cerca de San Adrián, 31 bestias de carga pertenecientes a Segura y a dicha hermandad. Desfilaron por la Alcaidia de Ataun los siguientes Alcaides, según apuntes adquiridos a este objeto: En 1265 D. Diego Lópiz de Arbizu; en 1277 D. Roy Péritz, hijo de Pedro Sánchez de Moniagudo; en 1920 D. Diego Lópiz de Garriz (al mismo tiempo, de Asa y de Gorriti); en 1300 D. Pedro Rodrigo de Olalde; en 1304 el mismo, pero encargado también del castillo de Asa (sueldo X libras); en 1305 el mismo, habiendo cesado en el castillo de Asa; en 1313 D. Pero Arnal de Urtubia, hasta 1319; en 1321 D. Didaco Lópiz de Arbizu y Miguel Aznariz de Arbizu (2.ª y 1.ª vez respectivamente); en 1323 D. Pedro Rodríguez de Olalde, hasta 1326 (sigue igual renumeración; en 1328 D. Miguel Aznariz de Arbizu (2.ª vez); en 1329 el mismo, siguiendo hasta mediados del año siguiente; en 1330 D. Martín García de Muguerza, continuando sin interrupción hasta el año 1341 en el cual desaparece de las cuentas consultadas; en 1350 D. Pedro Ladrón de Guevara; en 1390 el Merino declara que ha sido derribado el castillo por orden del Rey, por inútil. La historia bélica del castillo de Ataun, da materia sobradísima para ocupar muchas páginas; el tomo de Euskarianas (5.a Serie), titulado «Mosaico histórico» por el maestro Campión habría de trasladarse a estas líneas, si acometiéramos el relato minucioso de aquella historia». Siguiendo con el relato de Gorosabel sabemos que este pueblo, siendo una mera colación, se agregó a la vecindad de Villafranca, Guip., en virtud de escritura de concordia otorgada, juntamente con otras diferentes aldeas, el 8 de Abril de 1399, aprobada por el rey D. Enrique III en Turegano el 5 de Agosto de 1402. Por este instrumento, este lugar se sometió a la jurisdicción de la citada villa, obligándose además a contribuir con ésta a los repartimientos que se hubiesen de pagar al rey, a la conservación de los muros, su defensa y a los demás gastos de utilidad común. El término de Ataun estuvo dividido desde antiguo por la línea divisoria de Lizarrea-Agaunza- Agauz-Aralegui; la zona S. se denomina Agaunza y la N. Aizkolisasi. Ya en el año 1404 se hace mención de esta división al dictaminarse que la zona de Agaunza había de ser disfrutada en común y a medias entre la casa de Lazcano y los habitantes del lugar que se quejaban de las continuas injerencias de los Lazcano. Ataun conservó sus términos, montes, exidos y demás propiedades privativamente sin parte alguna de Villafranca, y por consiguiente su administración económica peculiar. Tal fue el estado en que el expresado lugar se mantuvo desde entonces en adelante; pero habiendo ido en algún aumento su población, considerándose ya bastante capaz de gobernarse por sí solo, trato de separarse enteramente de la vecindad de Villafranca. Gestionó, pues, en este sentido en el supremo consejo de hacienda en compañía de los demás lugares dependientes de esta villa, por cuyo resultado logró su deseada exención. Consiguientemente el rey D. Felipe III le expidió en el año de 1615 el privilegio de villa de por sí, concediéndole además la jurisdicción civil y criminal, mero y mixto imperio. Estas gracias le costaron la cantidad de 83.685 reales, que tuvo que pagar a la real hacienda por los trescientos cuatro y medio cevinos que se le computaron, sobre lo que había otorgado anteriormente la correspondiente escritura de obligación. La nueva villa de Ataun estableció desde luego su ayuntamiento y gobierno municipal propio como en los demás pueblos de la provincia; y el representante que nombró tomó también posesión del asiento de juntas de la provincia en las celebradas en el mismo año. A pesar de todo esto, como los recursos de esta villa eran todavía muy cortos, con el fin de ahorrar una parte de las dietas del procurador juntera, formó en el año 1619 unión con la de Idiazábal y Beasain para la común representación en juntas, y al mismo tiempo respecto de las levantadas en casos de guerra. A consecuencia de la separación de la villa de Beasain, constituyó nueva unión solo con la de Idiazábal para diez años por escritura de 3 de Mayo de 1639, renovada en 1710; pero esta hermandad quedó disuelta a la expiración del término señalado en la última. Desde entonces en adelante asistió por sí sola a las juntas hasta que por escritura de 5 de Noviembre de 1651 entró en la unión del río Oria, en la que se conservó hasta el año de 1664. Después en el de 1818 la misma con Beasaín y Zaldivia formaron la denominada de Atazalbea, la cual quedó disuelta en el año de 1852, y desde entonces tuvo representación peculiar en todas las juntas generales y particulares.