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ASTIGARRAGA

Ubicado en lo alto de una colina, conocida como Markesmendi, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción es una construcción cuyos orígenes se remontan muy probablemente al siglo XIII, pero que en su actual estado es producto de la tarea acometida entre los siglos XVI y XVII. Así, en 1628 los mayordomos se querellarían contra el cantero Domingo de Ibeaga, quien en 1610 se había obligado a realizar las obras de cantería y carpintería desde el crucero, terminado ya, hasta las puertas principales. Con torre a los pies, su planta es de cruz latina, cubriéndose por medio de bóvedas de crucería. La sacristía, el baptisterio y el pórtico vienen a completar el robusto edificio, ubicándose en sendas capillas a los pies del templo una Virgen de la soledad, de la segunda mitad del siglo XIX, y un Nazareno posterior.

El retablo mayor original se tasó en 1726, pero su desaparición en las guerras carlistas provocaría que en 1888 se ubicara en ese lugar un mueble traído de la iglesia de San Vicente de San Sebastián, realización interesante que parece corresponder cronológicamente a los inicios del siglo XVII.

Muy cerca de este templo se sitúa el palacio de Murguía, edificio decimonónico que, sin embargo, posee un origen medieval. Aunque no se conserve ningún vestigio de aquella casa torre, asolada para 1512 y con sucesivas reparaciones y reformas, la importancia del linaje en la zona hace necesario el citar su existencia.

Al pie de la colina destaca la casa consistorial, erigida en torno a los años cuarenta del siglo XVIII, y cuyo diseño bien podría haberse debido a José de Lizardi. Posee planta rectangular, mientras que su fachada reproduce uno de los modelos más repetidos en la época, con una arquería en su parte baja y cinco vanos en las dos plantas superiores, coronándose la zona central con un frontón triangular previsto para acoger el escudo de la localidad y en cuyo lugar se instalaría un reloj. Con todo, es curioso el amplio balconaje superior, que invierte el desarrollo habitual en altura en este tipo de edificios, variación sin duda ajena al tracista y que le otorga cierta originalidad dentro del conjunto.

Relativamente cerca de este edificio hallamos una obra de Ricardo Ugarte de Zubiarrain, Gaztelu para Astigarraga, efectuada en 1986 y que forma parte de la serie Castillos de la memoria del citado artista. Por otro lado, Mikel Angel Lertxundi es el autor del Monumento a la Sidra, situado en la Sagardo Plaza, sencilla realización en relieve, mientras que a Tomás Murua debemos la pieza Homenaje a Tomás Alba, situada en la calle del mismo nombre, realización de 1981.

Fuera del centro urbano del municipio son dos los barrios con los que cuenta, Santiagomendi y Ergobia. En el primero de ellos encontramos la ermita que otorga su nombre al barrio, sencilla construcción -cuyo origen se situaría en el siglo XIII, aunque en torno a 1950 fue objeto de una importante reforma- de planta rectangular, con una sóla nave, albergando en su interior un precioso retablo romanista dedicado al titular. Situada en el camino de Santiago, concretamente en la ruta que transcurría por el interior de la provincia, poseía una deliciosa talla en alabastro del Apóstol, obra datada en el siglo XIII y que en la actualidad forma parte de los fondos del Museo Diocesano, situado en la capital de la provincia.

Además, conviene citar Plaza Etxe, antigua casa concejil, y los caseríos Bortaene, con dos ventanas geminadas con arcos conopiales, Iriarte y Alorre, con accesos por medio de sendos arcos de medio punto. Menor interés posee Ergobia, con un puente del mismo nombre que servía de paso al camino real, elemento reconstruido entre 1728 y 1733, como elemento más destacado. Por último, los caseríos Argindegi Zahar y Rekalde Zahar, en el conjunto de Lizardi, poseen igualmente accesos de medio punto, elementos que nos hablan de su antigüedad y valor arquitectónico.

Bibliografía

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Ignacio CENDOYA ECHANIZ